Nuestro Matrimonio Político – Capítulo 18

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


Al despertar, lo primero que vio Matilda, fue el rostro sonriente de Leandroth.

Su beso matutino se prolongó, mientras sus manos vagaban por su cuerpo. Después de lo que pareció un largo rato, Leandroth se separó de ella, parecía que estaba de buen humor.

—Puedes dormir un poco más. ¿Te gustaría almorzar conmigo hoy, después de la reunión?

— ¿Tienes una reunión?

Él la abrazó con fuerza, levantando el rostro para mirarla, le sonrió con ironía y le dio un beso en la mejilla.

Parecía una disculpa.

—Durante el día, en la oficina…me reservare el motivo.

Ella no confió en esa frase.

—Bueno, nos vemos luego —dijo mientras se levantaba de la cama y se dirigía a su habitación.

Se bañó, se vistió, tomó un desayuno ligero y fue a la reunión de la mañana.

Después de la tediosa asamblea matutina, fue a entrenar con los Caballeros Imperiales. A Leandroth le gusta tomarse un tiempo para hacer ejercicio por la mañana.

Matilda se dio cuenta de que estaba siendo negligente con su práctica de esgrima, debería pedirle a Leandroth que entrene con ella, con este pensamiento, se durmió nuevamente, con una sensación de anhelo y felicidad.

♦ ♦ ♦

Esa mañana, realizó una lista de los platos que quería para el almuerzo, la cual entregó, personalmente, a Julia, la jefa de personal.

Le comentaron que el chef es un hombre de mediana edad, llamado Park, que siempre se había sentido incómodo con las comidas del emperador, pero que no podía desobedecer al Gran Chambelán. Sin embargo, se sorprendió mucho al ver que los platillos del almuerzo incluían vegetales.

Matilda salió de sus habitaciones acompañada de Caballeros Imperiales y Doncellas.

Cuando estaba en Icecoreta, mientras no abandonara el castillo, había podido vagar libremente sin seguidores. Aunque, sentía que era extraordinario moverse con una compañía tan grande, sabía que sería un problema ir sola.

Se dirigió al taller de Herrería, donde se fabrican armaduras y otros artículos.

Fue divertido hablar con los artesanos que estaban muy orgullosos de su trabajo. Le mostraron cómo trabajaban los diferentes metales y cómo se reparan las armaduras, también le contaron los diferentes tipos de metales en funcionamiento en el país.

♦ ♦ ♦

De regreso la compañía siguió a su lado. Tenía diez caballeros imperiales y cuatro doncellas, esto hacía que la pequeña habitación estuviera bastante abarrotada, sin embargo, podían escuchar la conversación desde la habitación contigua.

—No tienes que preocuparte por las órdenes del Gran Chambelán.

—Pero, esto podría hacer las cosas difíciles para mí.

Fue más bien como el interrogatorio de un perpetrador. La persona se enojó un poco y eventualmente salió.

El chef levantó la vista para ver a Matilda y su séquito esperando afuera de la puerta, no pudo ocultar su asombro.

Ella estaba usando un simple vestido. Nunca había existido una princesa que vistiera de manera tan simple como ella.

Julia, que había seguido al chef fuera de la habitación, le dirigió a Matilda una sonrisa irónica, pero Matilda no la reprendió.

Matilda le sonrió al chef.

—Nuestro jefe de cocina en el palacio de Icecoreta me dijo una vez “cocinar es vida”, me gustaría pensar que tienes este sentimiento como chef. Espero que hagas tu mejor esfuerzo para servir alimentos deliciosos y apropiados.

Cuando era más joven, Matilda quiso aprender a cocinar las recetas que creía deliciosas, por lo que molestó a su chef para que le enseñara. Debido a que eran deliciosos, se preguntó si podría servir comida tan rica, hecha por ella misma a su padre, pero el chef, simplemente, le revolvía el cabello como una muñeca.

En el camino de regreso a sus habitaciones, le dijeron a Matilda que no era parte del protocolo que el jefe de cocina hablara directamente con la Emperatriz, pero Matilda no había pensado en eso, ella había trabajado en la corte de su reino y trabajó con miembros del personal del palacio de su padre. A Matilda se le dijo que parecía que era condescendiente con Julia y que cualquier acción que llegase a tomar Julia parecería orgullosa porque, supuestamente, tenía el respaldo de la futura Emperatriz, Julia se encogió de hombros.

Sin embargo, para ser miembro del personal, ya sea chef o no, él es un miembro de la aristocracia. Existe un protocolo para la interacción entre la realeza y otras clases dominantes, y otro protocolo entre las clases dominantes y las clases de mercaderes, y otros más. Para trabajar en el Palacio, es un requisito presentar un árbol genealógico de varias generaciones.

—Tú eres la Emperatriz, puedes hacer lo que quieras.

¿Esa era una especie de setencia? Aunque, el tono fue demasiado despreocupado.

—Todavía no soy la Emperatriz —dijo de modo despreocupado. Se preguntó si era un desafío para ella, pero decidió contenerse por el momento.

—Si no hay nada más, Su Majestad, volveré a mis deberes —le dijo Julia, con una sonrisa.

—Oh, sí, me pregunto…

Tal vez, no lo había dicho en serio, pensó Matilda, mientras Julia hacía una reverencia y salía del lugar.

♦ ♦ ♦

— ¡Oh, el almuerzo es verdadera comida! —Dijo Leandroth, mientras entraba al comedor desde su oficina —Es una sensación extraña —riendo suavemente, tomó una hogaza de pan de glicina.

Como Leandroth lo deseaba, estaban solos, sin ayudantes, a la hora del almuerzo. El aire entre ellos era cómodo. Había pollo asado, verduras y sopa de tocino, pescado frito con aceite de oliva y hierbas, rodajas de cerdo cortadas con salsa de mostaza y pan horneado en rodajas finas. Y de postre, muchas frutas y dulces horneados.

Debido a que el mar estaba lejos de Icecoreta, el marisco era, principalmente, seco o en escabeche. No estaba acostumbrada al marisco fresco, así que pinchó el pescado con el tenedor de una manera incómoda. Leandroth vio esto y se rió.

—Parece que tienes malos modales.

Se preguntó cuánto tiempo la habría estado mirando. Leandroth se rió.

—Eres tan linda y divertida.

—Con esas palabras, me pregunto si me estás alabando o insultando —dijo Matilda, un poco confundida.

—Linda —dijo con una sonrisa. El ambiente era dulce y se sintió extrañamente avergonzada, pero decidió reír —El calamar y el pulpo son realmente deliciosos, aunque se siente un poco extraño cuando se come.

—Hay algo que decimos en Icecoreta, que puede no ser apropiado decir aquí o significaría algo más.

— ¿Qué es?

—Esto ¿Es una larva de abeja o una de escarabajo? —Dijo con una pequeña sonrisa.

—Ja, ja, por favor no describas la comida como larvas de insecto, sin embargo, son nutritivas e inesperadamente deliciosas… —agregó

— ¿De Verdad? ¿Pero cómo lo sabes…?

—De las raciones que se daban durante la guerra fronteriza de la montaña en Icecoreta —respondió, y continuó con su comida. Sin agregar más al tema.

— ¿Huh?

—Luché como mercenario desde los quince hasta los diecinueve años —dijo.

Levantó una decoración de espada que estaba atada a su cintura, —ver esto me hace sentir nostálgico, esta es una decoración de manzana que hiciste —dejó caer el accesorio en mal estado y volvió a su comida.

Matilda parpadeó sorprendida. — ¿Eh…?

Ella pensó en que las palabras que dijo y ese accesorio eran nostálgicas.

La cantidad de personas que podrían proteger los jardines de Ringoen y las regiones agrícolas había disminuido, incluso si intentaban reclutar nuevos soldados, habría sido difícil conseguir que los nuevos reclutas estuvieran entrenados y listos a tiempo. Matilda había escuchado a su padre y a los ministros hablar sobre la situación, así que sugirió, — ¿Por qué no contratamos a algunos mercenarios?

La cara de Matilda se volvió roja, dejó sus cubiertos y puso sus manos sobre sus mejillas.

— ¿Ehh? ¿Cómo es que tienes eso?

—Baradda y Carbo están en deuda con Acedo, ¿verdad?

Ella recordaba esos nombres…

Los hombres eran parte del equipo de mercenarios que fueron contratados, se lesionaron y, por lo tanto, no pudieron seguir trabajando. Acedo se había lastimado la mano izquierda, y no podía usar una espada, por lo que estaba preocupado por sus perspectivas de futuro. Había sido reticente y reacio cuando recién llegó a Icecoreta, pero comenzó a llevarse bien con una señora gerente de una de las granjas, y ahora él está casado con ella y viven bien juntos.

—El señor Acedo ahora es el orgulloso padre de dos hijos —Leandroth se rió —Realmente está cuidando a su esposa.

—Pero, ¿por qué el Príncipe Heredero trabajaba como mercenario? —Preguntó, sin poder contenerse. Le pareció que estaba tenso por un momento y luego relajado.

—Fue una situación extraña, los ministros estaban muy indignados por esa decisión…pero lo hice una vez. Luego mi padre me dijo: “Una vez que comienzas, debes hacerlo hasta el final”. Además, la solicitud del cuerpo de mercenarios por la princesa de Icecoreta era famosa.

Ella no lo entendía.

A menos que se tratara de una guerra, los ministros del estado suspirarían de aburrimiento. Pero eso no era, realmente, útil para la gente, ella se había enojado hasta las lágrimas. Quería golpear su mano en la mesa enojada por el recuerdo.

— ¿Estaba lloviendo? —Sintió que habría recordado un hermoso cabello castaño dorado, incluso si no recordaba al dueño de dicho pelo.

—Cuando era más joven tenía el pelo rojo, así que incluso cuando el color comenzó a cambiar, lo teñí, mientras estaba en la compañía de mercenarios —dijo, despreocupadamente.

Una persona con el pelo rojo…

— ¿Qué estás haciendo en el campo de batalla a pesar de que eres una mujer? ¿Estás aquí porque tienes curiosidad o para ver la espada de ese hermano pelirrojo?

3 respuestas a “Nuestro Matrimonio Político – Capítulo 18”

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