Traducido por Shiro
Editado por Meli
Ou Zi Nan contaba con una excelente voz, pero no era celestial como la de la heroína Ge Meng Shu. Sin embargo, después del ajuste de Zhou Yun Sheng, su garganta pasó a formar parte del acervo musical. La nota más baja que podía alcanzar era G7 y la más alta C3; cantar en un rango de cinco octavas era una hazaña sencilla para él.
Ese año, Ou Zi Nan cumpliría veinte, y su voz se encontraba completamente desarrollada. El timbre de su voz era claro, entremezclado con un dejo de ronquera. Podía cantar canciones de amor y bañarlas de vicisitud, interpretar un rock rebosante de pasión, un jazz con amplio erotismo… Siempre que tuviera la oportunidad, se convertiría en una celebridad de la noche a la mañana.
Lo que Zhou Yun Sheng necesitaba en ese momento era esa oportunidad.
Times Records era una de las principales compañías de entretenimiento del País C. Se especializaban en el mercado de la música y contaban con tres personas en la categoría de rey o reina de la música. Y Ge Meng Shu, en virtud de «Because Of You», había ascendido al trono de diosa de la música, siendo la cuarta fuente de ingresos de la compañía.
Para poder proteger a Lin Si Qing y Ge Meng Shu, Times Records le dio un ultimátum a Ou Zi Nan, pero nadie se ofreció a ayudarlo a salir de tan desesperado predicamento debido a la gran cantidad de personas que Ou Yi Bai ofendió a causa de su fuerte carácter.
¿Qué debería hacer?, se preguntó Zhou Yun Sheng al tiempo que se acariciaba la mandíbula, al final se decantó por jugar un feroz juego con Lin Si Qing.
Esa persona no era más que un actor secundario compasivo, ni siquiera terminaba con Ge Meng Shu, ese papel lo ocupaba el joven jefe de Times Records, Yun Zhi Yuan. Aun cuando por ella, Lin Si Qing había destruido a su hermano menor.
Me pregunto si se estará arrepintiendo.
Ou Zi Nan no había vivido lo suficiente para ver el final, por lo que Zhou Yun Sheng debía tomar su lugar y presenciar en persona la expresión apesadumbrada de Lin Si Qing.
Zhou Yun Sheng encendió su computadora y verificó el estado del patrimonio de Ou Zi Nan. Ou Yi Bai era un hombre rico, pero también filántropo. Así como había generado dinero, dejando a Ou Zi Nan solo con cincuenta millones y una villa. En cambio, el estudio quedó en manos de Lin Si Qing, con la esperanza de que pudiera cuidar bien de su hijo.
Si fuera una persona común, cincuenta millones era suficiente para vivir el resto de su vida en comodidad, pero para el atribulado Zhou Yun Sheng, eso solo representaba una gota en el océano.
¿Cuál escoger…?
A través del teclado, seleccionó el Grupo de Entretenimiento Informativo Huanya, otro gigante en la industria del entretenimiento del País C. Poseía un cantante en la categoría de dios de la música, pero tenían muchos en lo que respecta al cine. La actividad principal en la que se desenvolvían era la del cine y la televisión, y su capital era incluso más sólido que el de Times Records.
El verdadero dueño de la compañía era Sun Xi Mu, cuyo nombre valía más que el letrero de Times Records. Era el fundador del Fondo Hong Liang, a través del cual atacó la moneda r, lo que desencadenó una crisis financiera en Asia. También había irrumpido en el mercado de acciones y futuros en bolsa, saqueando sin control la riqueza de las naciones occidentales. Afirmar que poseía riquezas equivalentes a una nación entera no era una exageración.
El Grupo de Entretenimiento Informativo Huanya era simple producto de su tedio, sin embargo, su posición en la industria de entretenimiento del País C era inquebrantable. Si Zhou Yun Sheng quería salir de su predicamento, esa compañía era la única que podía ayudarlo.
Pero ¿cómo puedo convencerlos?
Necesitaba proporcionar pruebas y poseer trabajos.
Lin Si Qing había destruido todo lo que demostraba su inocencia. Y, para un cantautor normal, crear piezas de alta calidad en un mes era tan difícil como ascender a los cielos.
No obstante, Zhou Yun Sheng no era una persona común. Si no había evidencias, podía falsificarlas; y si no había canciones, podía buscar en la base de datos de 007 y encontrar miles y hasta decenas de miles de reliquias.
Tal vez copiar el trabajo de otros estaba mal y solo un desvergonzado haría algo así, pero cuando se necesita escapar de una trampa, ¿qué es la vergüenza? Era mejor comérsela, al final Zhou Yun Sheng sí era un desvergonzado. De ese modo, sin remordimiento alguno, abrió la base de datos de canciones de 007 y seleccionó lo que quiso.
La familia Ou siempre se había dedicado a la música, y el sótano de la villa estaba insonorizado, repleto de una variedad de instrumentos musicales y con un estudio de grabación. Además, Zhou Yun Sheng disponía de muchos programas orquestales avanzados. Después de modificar todo él mismo, grabó diez canciones en diez días y las almacenó en un disco.
Al terminar, frotó sus ojos, regresó a su dormitorio como un fantasma y durmió hasta el mediodía del día siguiente. Ya había pirateado de antemano el itinerario de Sun Xi Mu, y sabía que el hombre iría ese día al Grupo de Entretenimiento Informativo Huanya a las cuatro de la tarde en punto para una inspección. Esa era su mejor oportunidad para discutir la cooperación.
El CD está listo, pero ¿qué hay de la evidencia?
Zhou Yun Sheng se rascó la cabeza. Había estado tan ocupado con la grabación de las canciones que había olvidado falsificar pruebas. Acto seguido, introdujo su fuerza mental en el sistema administrativo central de 007 y plasmó en su mente una escena de composición, la cual fue procesada en un archivo de video al instante por la IA. Ni siquiera el mejor pirata cibernético del punto podría detectar que era falso.
Después de hacer todo esto, se puso una camisa blanca y vaqueros, se peinó el cabello hacia atrás de forma casual y condujo hasta el estacionamiento subterráneo, esperó allí hasta las 3:59 p. m. Una serie de autos negros ingresaron al estacionamiento. Sun Xi Mu era tal y como afirmaban los rumores: disciplinado; sin desperdiciar un solo segundo.
Varios guardaespaldas se agolparon deprisa alrededor de un vehículo, uno de ellos abrió la puerta, mientras los otros llevaban sus manos cerca de los bolsillos de sus chaquetas, expectantes. Si se presentara la más mínima señal de alerta, sacarían sus armas y dispararían hasta dejar hecha un colador a cualquier persona que apareciera de manera precipitada.
Tal espectáculo no resultaba excesivo en el caso de Su Xin Mu, quien había llevado a muchas personas e incluso varias naciones a la bancarrota. Mucha gente lo amaba, pero eran más los que lo odiaban, numerosos como las estrellas.
El hombre en las sombras avanzó con parsimonia, sus pasos tranquilos resonaron en el estrecho espacio, como un corazón latente. Era muy alto, por lo menos un metro noventa; su espalda recta, y su físico bien formado entallado por un traje negro ajustado a la medida. Cada paso revelaba los contornos de sus explosivas piernas.
Caminando bajo las brillantes luces, sus profundos y hermosos rasgos faciales quedaron expuestos. Tenía cejas gruesas y negras similares a espadas, y un par de ojos largos y estrechos; una simple mirada de él podría dejar a cualquiera paralizado en miedo.
Las malas lenguas especulaban que era un robot sin emociones y por lo que se veía, no carecían de fundamento.
Zhou Yun Sheng miró conflictuado al hombre que se acercaba mientras se preguntaba: ¿Cómo puedo hablar con él?
Salir corriendo a su encuentro con toda seguridad lo dejaría lleno de agujeros. Ese era un precio que no estaba dispuesto a pagar.
Tomó su decisión, dejó escapar un suspiro y lenta y cuidadosamente, abrió la puerta de su auto, salió con calma y levantó las manos de modo apacible en un gesto de rendición al tiempo que miraba a Sun Xi Mu.
—¿Señor Sun? Soy Ou Zi Nan. Me gustaría hablar con usted. —Su voz cristalina era como el borboteo de un manantial que atravesaba un bosque; como gotas de lluvia que se deslizan y caen de temblorosas hojas de loto, dándole un toque refrescante a un caluroso día de verano.
Sun Xi Mu no se detuvo, pero volvió la cabeza para mirarlo. Los guardaespaldas catalogaron al joven como desarmado e inofensivo, por lo interrumpieron su acción de sacar sus armas.
—Señor Sun, soy el verdadero compositor de «Because Of You», Lin Si Qing es el plagiador. Tengo evidencia que lo demuestra. Mientras esté dispuesto a ayudarme, trabajaré para usted durante tres años, sin costo alguno.
El hombre era ajeno a los chismes del mundo del entretenimiento, por lo que, sin tener idea de lo que hablaba, volvió la cabeza y continuó avanzando, aparentemente desinteresado en tenderle una mano.
Al ver su reacción, ansioso, Zhou Yun Sheng corrió a su lado y, mirándolo agraviado con sus ojos seductores, llenos de lágrimas, sollozó:
—¡Señor Sun, estoy desesperado! Huanya es mi única salida. De verdad soy valioso, por favor, ¡créame! Juro ayudarle a ganar trescientos millones en un lapso de tres años.
Para Sun Xi Mi, esa cantidad era nada. Aun así, se detuvo y miró al joven.
Zhou Yun Sheng parpadeó para humedecer sus ojos. La apariencia de Ou Zi Nan era sobresaliente, no brillante y deslumbrante como el sol —Zhu Zi Yu—, sino clara y suave como la luz de la luna. Su piel era muy blanca, mórbida, y el color de sus labios se acercaba mucho a un rosa pálido, similar al de la piel; dándole una apariencia frágil, como si se pudiera hacer añicos con una caída. Y sus oscuros y cristalinos ojos, cuando estaban llenos de brillantes lágrimas, eran capaces de romper corazones.
Su apariencia melancólica, frágil, desconcertada e indefensa era atractiva y letal. Y en manos de Zhou Yun Sheng, era una poderosa herramienta para ganar simpatía.
Sun Xi Mu, dominado por sus cristalinas lágrimas y expresión esperanzada y anhelante, por primera vez en su vida, decidió perder un poco de tiempo.
—Sígueme y hablemos —dijo y continuó avanzando.
Lleno de alegría, Zhou Yun Sheng se limpió las lágrimas y caminó tras él. En el ascensor, debido a la gran cantidad de gente aglomerada, parecía un poco tímido y temeroso de los extraños. El coraje que había reunido hacía mucho se había desvanecido, y se acurrucó cerca de la pared, la cabeza gacha, dejando a la vista su lindo remolino.
El elevador se detuvo en el último piso. Esperando en la puerta, estaba un asistente que con mucha antelación había preparado los datos de Ou Zi Nan.
Sun Xi Mu tomó el archivo y lo escaneó con rapidez. Entonces, notó que el joven seguía en pie, impotente.
—Siéntate —ordenó con voz grave.
Zhou Yun Sheng se sentó, pero a causa de su tensión, sus pálidas mejillas estaban sonrojadas, y sus manos tiraban sin cesar del dobladillo de su ropa; como un niño que se enfrentaba al jefe de disciplina.
Luego de dirigirle una fugaz mirada, Sun Xi Mu arrojó en su dirección, sobre la mesa, un cortapuros y un puro.
—¿Puedes ayudarme a cortarlo?
Los ojos de Zhou Yun Sheng se agrandaron un poco, y miró al hombre de forma inquisitiva.
Este hombre no debería ser mi amante sin nombre fijo, ¿cierto?
Sin embargo, solo con mirar su altura, apariencia y pasatiempos, la posibilidad ya rayaba en un setenta u ochenta por ciento.
Con sus latidos intensificándose, Zhou Yun Sheng tomó el puro y el cortapuros y asintió con la cabeza.
—Sí, puedo. A los puros pirámide se les debe cortar solo medio centímetro desde la perilla. El corte debe ser único y rápido, de lo contrario, la envoltura del cigarro se dañará y el tabaco en el interior comenzará a derramarse. Después de cortarlo, se debe retirar cualquier fragmento de tabaco suelto con los dedos, y lo mejor es chuparlo un poco para comprobar que no hay obstrucciones.
Zhou Yun Sheng solía detestar el olor a tabaco, pero para ese momento, ya estaba acostumbrado. Habló sin detener sus acciones, pero como estaba absorto, se llevó el cigarro apagado a la boca y lo chupó.
Los ojos de Sun Xi Mu se oscurecieron, sus ojos se clavaron en los delgados labios color rosa carne. Zhou Yun Sheng también lo miró, maldiciendo internamente sus mal portadas manos.