Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 6 – Capítulo 4

Traducido por Shiro y Shiro

Editado por Meli


La inversión acordada inicial de cincuenta millones de dólares terminó siendo de ochenta millones de dólares.

Además, con sonido, iluminación, coreografía, seguridad y otros gastos; el costo final se estimaba que superaría los ciento cincuenta millones. Sin embargo, la directiva del Grupo de Entretenimiento Informativo Huanya no se opuso en absoluto. En primer lugar, Ou Zi Nan era talentoso, suficiente para acallar a quien fuese. Y, en segundo lugar, nadie se atrevía a desafiar la dignidad de Sun Xi Mu.

Visitar el Grupo de Entretenimiento Informativo Huanya todos los días después del trabajo se había vuelto un hábito infalible de Sun Xi Mu. Y aunque el tiempo que le tomaba ir allí superaba la hora, no lo encontraba problemático ni engorroso.

De pie, fuera del estudio de grabación a través de la ventana, miraba al joven que se olvidaba del mundo una vez quedaba absorto en la música; su expresión reflejaba la concentración y gentileza, algo sin precedentes.

La última interpretación había sido perfecta y Qin Tai He fue el primero en levantarse y aplaudir, seguido por el guitarrista, el bajista, el baterista, el ingeniero de audio… Todos habían sido conquistados por la voz y el talento del joven, convirtiendo la hostilidad inicial en admiración.

—Lo hiciste muy bien. —Qin Tai He abrazó al joven con fuerza en cuanto salió del estudio, y exclamó con franqueza—: Si comparamos la versión de «Because Of You» de Ge Meng Shu con la tuya, la de ella es una mierda.

El joven esbozó una tímida sonrisa; sus seductores ojos llenos de brillantes partículas de luz estelar.

Las comisuras de los labios de Sun Xi Mu se elevaron y se acercó a Zhou Yun Sheng con un vaso de leche tibia.

—El concierto es en tres días. Has ensayado suficiente. Descansa.

Asintió con la cabeza y tomó la leche.

Al ver esto, la severa expresión de Sun Xi Mu se suavizó un poco, y añadió:

—Esta noche hay un banquete. Te llevaré conmigo para que te relajes y conozcas a algunas personas.

¿Para que ayuden a allanar mi camino futuro?

Al instante, Zhou Yu Sheng afectó una expresión de agradecimiento, asintiendo con la cabeza.

Acto seguido, se cambiaron de ropa y se dirigieron a un hotel cinco estrellas. Una vez allí, el anfitrión del banquete les dio la bienvenida en persona, su discurso bastante considerado.

—Come algo, nada de alcohol. —Sun Xi Mu tenía el brazo alrededor del joven mientras hablaba; el íntimo gesto llamativo.

Todos los presentes sabían que Sun Xi Mu era un hombre frío con un serio cuadro de misofobia. Ni se diga de apretones de manos y abrazos, detestaba incluso que alguien estuviera cerca de él. No existían precedentes de que abrazara a alguien de forma tan cercana; su mirada era cálida y pasional.

Aunque se conocían desde hacía no mucho, Sun Xi Mu parecía estar familiarizado instintivamente con los pasatiempos y hábitos de Zhou Yun Sheng. Sabía que le gustaba beber leche y que odiaba los pimientos verdes; sabía que le encantaba coleccionar productos electrónicos de gama alta; que le encantaba el vino, pero que se desinhibía cuando se emborrachaba… Todas estas eran cosas que no debería conocer.

Por eso, Zhou Yun Sheng sospechaba que ese era su amante sin nombre que nunca desaparecía. En consecuencia, nunca rechazaba el comportamiento íntimo de Sun Xi Mu, al contrario, para él era un derecho que le pertenecía.

—¿Qué quieres comer? Te lo traeré —afirmó Zhou Yun Sheng al tiempo que tiraba de una de las esquinas del abrigo del hombre más alto.

—Comeré lo que sea que traigas. Anda, Qin Tai He dijo que aún no has cenado. —Sun Xi Mu se encontraba rodeado por varios socios de negocios y escapar era imposible, por lo que se vio en la necesidad de dejar que el joven fuera solo.

Zhou Yun Sheng asintió y se abrió paso entre la multitud hasta el área de la comida, para elegir sus platillos favoritos.

—Zi Nan, no esperaba encontrarte aquí. —Una chica linda y de aspecto delicado se acercó y lo saludó, su expresión mostraba grata sorpresa.

Se trataba de Guo Ai Ni, una novata a quien Times Records estaba promocionando en ese momento y el amor secreto de Ou Zi Nan. Aunque la chica era consciente de los sentimientos que el joven por ella albergaba, fingió no darse cuenta y trató de utilizarlo para acercarse a Ling Si Qing.

El encuentro de ambos parecía una coincidencia, sin embargo, Zhou Yun Sheng continuó con sus acciones luego de apenas darle un somero vistazo.

—Zi Nan, ¿cómo conociste al señor Sun? ¿Son cercanos? —Los ojos de la chica destellaban con codicia.

Zhou Yun Sheng la ignoró y caminó hasta una mesa para sentarse a comer. Pero ella fue insistente.

—Zi Nan, ¿por qué me ignoras? —le preguntó con una sonrisa coqueta—. Escuché que durante el concierto darás a conocer pruebas de tu inocencia, ¿es eso cierto? ¿De verdad escribiste esa canción?

Luego de llevarse un bocado de pastel de matcha a la boca, Zhou Yun Sheng se limpió los labios con elegancia y dijo con frialdad:

—Guo Ai Ni, no te molestes en buscar información para Ling Si Qing. Anda y dile: «Tal será la pisoteada que Ou Zi Nan te dará en el lodo, que nunca jamás en la vida podrás darte la vuelta». —Sus ojos exudaban odio.

Guo Ai Ni se asustó, se alejó de él y sacó con rapidez su móvil para enviar en un mensaje, las palabras textuales de Ou Zi Nan a Ling Si Qin.

♦ ♦ ♦

Numerosas fueron las veces que Lin Si Qing le preguntó a Ou Zi Nan si tenía copias de la partitura, y este siempre le había respondido con negativas. Por eso tuvo el coraje de permitirle a su agente que llevara a Ou Zi Nan a tribunales. Ou Yi Bai había mimado a ese joven toda su vida; era puro e ignorante respecto al mundo, no había manera de que le hubiese mentido.

Ling Si Qing se burló de la amenaza y dijo a su agente después de soltar un suspiro:

—Cree que puede revertir la situación metiéndose en la cama de Sun Xi Mu. Qué ingenuo.

—Sí, incluso tiene las agallas de realizar un concierto. También estoy impresionado. Cincuenta mil personas son suficientes para ahogarlo en escupitajos —se burló el gerente.

♦ ♦ ♦

Mientras los dos se burlaban, Sun Xi Mu se topó con Yun Zhi Yuan y Ge Meng Shu en el banquete.

—Señor Sun, ¿piensa comer? Nosotras tenemos hambre, ¿por qué no se nos une? —Yun Zhi Yuan le sonrió de manera gentil y elegante.

Pero Sun Xi Mu, sin siquiera mirarla, caminó hacia el joven que bebía en el bar.

—Señor Sun, nadie comprende los antecedentes de Ou Zi Nan mejor que yo. Sin importar la razón que lo motivó a ayudarlo, debo advertirle que está por encontrarse con el primer fiasco como inversionista de su carrera. Este concierto se convertirá en una gran farsa —aseveró Ge Meng Shu y señaló con franqueza—: En lugar de tirar esos ochenta millones de dólares al agua, debería retirarse cuando aún hay tiempo.

Al terminar de hablar, sonrió con gentileza y luego miró en dirección a Ou Zi Nan, sus ojos llenos de ridículo y desprecio.

Por fin, Sun Xi Mu se detuvo, volvió la cabeza hacia ambas mujeres y dijo enunciando con claridad:

—Otros suelen decir que yo, Sun Xi Mu, soy el Dios de la Inversión. Este título no me desagrada, y en tres días podrán saber con exactitud el valor de Ou Zi Nan. Esperen con ansias ese momento.

Su gran confianza y su gélida mirada dejó congeladas a las dos mujeres por largo tiempo. Cuando por fin levantaron de nuevo la vista, el hombre ya había llegado junto a Ou Zi Nan; con una mano le envolvía la cintura y con la otra tomaba la copa de la que había estado bebiendo. Entonces, tomó un sorbo en el mismo lugar donde el joven había posado los labios y, aparentemente de manera inadvertida, rozó el cabello negro y la oreja blanca como el jade del otro; su expresión amable.

La forma en la que demostraba sus sentimientos, con moderación y franqueza evidentes, no podía ignorarse ni resistirse. Un hombre tan fuerte y frío, inesperadamente, se tornaba tan suave y parcial cuando estaba enamorado. Eso sorprendió mucho a los invitados.

Ge Meng Shu miró a Ou Zi Nan de manera significativa, su sonrisa se volvió aún más despectiva y pensó:

Por favor, ¿esperar qué? De esperar algo, sería la escena de Ou Zi Nan llorando de angustia. ¡Dios de Inversión, una mierda!

♦ ♦ ♦

Zhou Yun Sheng ajustó una vez más la data de su cuerpo para incrementarla. De ese modo, cuando llegó el día del concierto, su resistencia tenía entusiasmado a todo el personal.

En ese momento, estaba tras bastidores, vistiéndose. Llevaba pantalones de cuero ajustados que delineaban sus esbeltas piernas y firme trasero; sus abdominales definidos y grácil cinturón de Adonis siendo el centro de atención y motivo del babeo del estilista.

Sun Xi Mu concluyó una negociación comercial tan pronto como pudo y corrió hasta el lugar del concierto.

—¿Estás nervioso? —preguntó, inexpresivo, al tiempo que colocaba su abrigo sobre los hombros del joven.

—No estoy nervioso. En realidad, estoy emocionado. —Zhou Yun Sheng lo miró, sus seductores ojos parecían destellar, más brillantes incluso que las estrellas en el cielo, a causa de la anticipación.

—Muy bien. Anda, te veré desde aquí. —Sun Xi Mu logró contener el deseo de besar los ojos del joven y lo empujó hacia el elevador del escenario.

Shiro
¿Solo los ojos? ¬‿¬

Zhou Yun Sheng se quitó el abrigo y lo reemplazó con una camisa negra ajustada, tras lo que se volvió para dedicarle una radiante sonrisa.

Afuera, la multitud entraba poco a poco, rodeada por policías de seguridad armados y letreros en las paredes que decían: «Hay cámaras, por favor, sean todos civilizados».

Los anti-fans con ideas maliciosas no pudieron hacer otra cosa salvo calmarse, pudiendo atacar solo verbalmente. Y las barras luminosas que el personal ofrecía eran rechazadas en su totalidad por la audiencia que expresaba que Ou Zi Nan nunca podría encender su entusiasmo.

Shiro
Así como encender las luces por un artista representa apoyo, no hacerlo es una forma de expresar resistencia y desaprobación.

—Tómenlas de todas formas. Si no las encienden, también pueden arrojarlas al escenario —bromeó el personal.

Los ojos de la multitud, la cual solo había podido acceder al lugar después de que se comprobara que no llevaban consigo objetos dañinos, se iluminaron de inmediato al escuchar estas palabras. Y, acto seguido, se apresuraron en aceptar las barras de luz; la escena se animó por un tiempo.

Media hora después, el público en los asientos no tenía intenciones de guardar silencio para escuchar música. Al contrario, increpaban, gritaban, se burlaban… y, desbocados, parecían intimidar a las luces del escenario desde la oscuridad, agotando todos los medios posibles para arruinar el concierto.

De pronto, una voz aguda resonó por todo el recinto, seguido de un furioso infierno desatado por incesantes golpes de batería y apasionados rasgueos de guitarras eléctricas que chocaban y se entrelazaban.

El escenario se iluminó en un instante, y el hermoso rostro de Ou Zi Nan apareció en la pantalla grande mientras cantaba con los ojos cerrados. La canción no tenía letra, solo era un canturreo casual. La agradable melodía arremetió contra los tímpanos de la audiencia, que aunque llena de ira y oposición, cayó presa de su magia.

Entonces, el tono se tornó cada vez más alto, haciendo que el ánimo de la audiencia ardiera a temperaturas cada vez más altas. Olvidaron que debían ser ruidosos y, estupefactos, apreciaron el canto celestial del joven de la pantalla grande.

Con los ojos cerrados pasó de C a C2, continuando por C3, C4, alcanzando con voz fuerte y clara el clímax en C5, y fue en ese momento que la música de fondo cambió de batería y guitarra eléctrica a una sinfonía más delicada.

El sonido, similar a un maremoto, envolvió a la audiencia, la cual ahora se asemejaba al mar bajo la luz de una luna llena, vasta y silenciosa; y como un cielo estrellado centelleante, sin límites. Llegados a ese punto, incluso si alguien pensara en taparse los oídos, la invasión era implacable; resignarse a disfrutar de los suntuosos sonidos era lo único que podían hacer.

Después que terminó la canción, un silencio sepulcral se apoderó del antes ruidoso Star Pavilion. En ese momento, el joven en el escenario abrió los ojos y, mirando a la asombrada audiencia, jadeando, dijo:

—Ou Zi Nan no puede cantar. Ese es solo un rumor. Sin importar por qué vinieron a ver mi concierto, quiero agradecer a todos. Emplearé mi fuerza para iluminar el Star Pavilion.

Luego, sin dar tiempo a que los anti-fans reaccionaran, chasqueó los dedos para indicarle a la banda que tocaran la siguiente canción. Quería destrozarles los nervios, arrancarles los tímpanos, y hacer de ese concierto su recuerdo más inolvidable.

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