Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 7 – Capítulo 12

Traducido por Shiro

Editado por Meli


El lobezno casi había llegado a la capital. Zhou Yun Sheng le otorga a Gao Min un mes para preparar el escenario.

Dos semanas después, preparó un poco de sopa de pollo guisada con yinsén de cien años y la envió al Salón de Cultivo Mental.

Li Jin Tian se había tornado suspicaz en demasía, haciendo a un sirviente que probara antes toda su comida, pero el espçiritu pacífico era un veneno crónico lento, y todo rastro en el cuerpo se desvanecía pasados tan solo quince minutos, lo que imposibilitaba su detección incluso con una aguja de plata, ni se diga de la persona encargada de probar la comida.

Un mes después, Li Jin Tian cayó enfermo, pero no habiendo rastros del veneno en su cuerpo, ni siquiera el médico más experimentado del gran reino de Yan pudo detectar una anomalía.

Un día, después de almorzar con Gao Min, Li Jin Tian fue al estudio imperial para lidiar con asuntos gubernamentales cuando, apenas agarró el pincel, sintió un malestar en su pecho y, de pronto, escupió una gran cantidad de sangre oscura.

—Su majestad, ¿qué le sucede? —El eunuco en jefe se asustó tanto que sintió que su alma abandonaba su cuerpo—. El color de esta sangre es anormal, ¿es veneno? ¡Dénse prisa, llamen al médico imperial!

—¡No grites! ¡Haz que Xu Yuan venga en secreto, y que nadie lo vea! —lo reprendió.

Él era el emperador, y debía mantener la secrecía hasta saber la verdad. No podía agitar la hierba y asustar a la serpiente.

El eunuco en jefe no había reaccionado cuando el espía, que estaba oculto, ejecutó la orden.

Xu Yuan se hizo pasar por un sirviente para entrar al estudio, y se arrodilló para tomarle el pulso al emperador. Después de un breve momento, sacudió la cabeza. No logró averiguar nada. Había tan solo demorado dos cuartos de hora en llegar al estudio, pero los signos de envenenamiento ya se habían desvanecido.

—Revisa esta sopa de pollo. —Li Jin Tian señaló el plato sobre la mesa.

Ese día, lo único inusual en su dieta, fue la sopa que envió el Palacio Púrpura. No quería dudar de Qi Xiu Jie, pero los corazones de las personas eran siempre un misterio.

Xu Yuan probó la sopa y concluyó que tenía yinsén de cien años, un tónico que solo traía beneficios al cuerpo.

—Hay más platos aquí, continúa probando. —Li Jin Tian se dejó caer en su silla.

A excepción de la sopa de pollo del Palacio Púrpura, los demás platillos habían sido supervisados por Gao Min.

Si no fue obra de Qi Xiu Jie, solo queda Gao Min.

Esa conclusión hizo arder su pecho. Era mil veces más doloroso que tragar el peor veneno.

Mientras las píldoras espíritu pacífico no fueran consumidas, su toxicidad podía permanecer largo tiempo en el agua o los alimentos. Gao Min había instado a los asistentes a deshacerse de la comida tan pronto el emperador terminara de comer, pero ese día, cuando el eunuco en jefe fue con sigilo a la cocina imperial, por alguna razón, las sobras se encontraban en una caja de comida.

Entonces, al verificar el besugo al vapor que al emperador le encantaba, el médico imperial se sobresaltó, dejando caer los palillos de sus manos. Cuando escuchó el inequívoco sonido que los palillos hacían al caer al suelo, Li Jin Tian se estremeció y, entre dientes, preguntó:

—¿Cuál es la situación?

—Sí, este es el platillo. Parece que se trata de píldoras de espíritu pacífico. Como el emperador hoy también comió el yinsén de cien años, este luchó con la toxicidad y le hizo escupir sangre. De no haber sido por eso, me temo que no nos habríamos enterado del envenenamiento de su majestad.

Para despejar cualquier duda, el médico imperial perforó la yema del dedo del emperador, tomó una gota de sangre para analizarla con un reactivo especial. Pasado un momento, se arrodilló en el suelo y de allí no se levantó, temeroso de hablar.

Bueno, ya hemos llegado hasta este punto. ¿Es a esto a lo que llaman destino? Entonces, ¿para qué me permitieron los cielos renacer? Quizás es mi deber recompensar a algunas personas, pero, en definitiva, no a Gao Min.

Luego de reír con amargura durante un rato, Li Jin Tian habló con calma:

—¿Tengo esperanzas? —El médico imperial guardó silencio, entonces presionó—: ¿Cuántos días me quedan?

—Tal vez, cuatro o cinco días —respondió temeroso el médico en voz baja—. El cuerpo de su majestad fallará por completo pasado ese tiempo.

—¿Cuatro o cinco días? ¿Tan rápido? —suspiró con nostalgía, pero se sentía tranquilo.

Despachó al médico imperial y llamó en secreto al confidente que había cultivado durante los últimos tres años.

♦ ♦ ♦

Cinco días después, el emperador tuvo un accidente repentino. Cayó postrado en cama, y la situación parecía ser crítica. Gao Min y Gao Lang entraron en pánico tras escuchar la noticia, el veneno había actuado diez días antes de lo que habían anticipado, y todavía tenían pendientes muchos preparativos.

En principio, pensaron que Li Jin Tian lucharía, pero, contrario a sus expectativas, parecía estarle dando la bienvenida a la muerte, hasta se rehusó a beber medicina alguna. En lugar de eso, invitó a varios cortesanos ancianos, príncipes y consortes al Salón de Cultivo Mental; parecía querer hacer los arreglos finales.

Gao Min se arrodilló junto al quinto príncipe al pie de la cama, Qi Xiu Jie se arrodilló junto a la cabecera de la cama, y a ellos les siguieron los cortesanos, otros príncipes, consortes y sirvientes se arrodillaron a tres metros de distancia.

—No me queda mucho tiempo, y quiero transmitir mis deseos finales frente a todos ustedes. Fu Shun, transcribe.

Fu Shun era el eunuco principal, y con prontitud tomó pincel y papel, manteniéndose atento a las palabras del emperador.

—La emperatriz y yo nos apreciamos mucho y nuestra relación es muy profunda. No puedo soportar la separación que trae consigo la muerte, por lo que ordeno que se inmole conmigo en mi tumba. Como dice el refrán: «se vive bajo un mismo techo y se muere bajo un mismo sepulcro». Ruego su benevolencia.

Tomó una respiración profunda sin mirar a Gao Min, cuyo rostro había palidecido.

—Yo también estoy dispuesto a sacrificarme —dijo con calma Zhou Yun Sheng y golpeó su cabeza contra el suelo. Tenía los ojos rojos e hinchados y su cuerpo tembloroso no podían ocultar su dolor.

—Vivirás una buena vida. —Li Jin Tian sonrió con ironía y agitó su mano.

Incluso en ese momento, esa persona seguía siendo estúpida. No gozó del honor que se merecía en la vida anterior, pero haré que en esta vida sí lo haga. Es la única compensación que puedo darle.

—Estoy dispuesto a sacrificarme. —Zhou Yun Sheng volvió a postrarse junto a la cama.

—Mi séptimo hermano, el príncipe Li, nunca se casó, por lo que no tiene hijos —continuó Li Jin Tian, ignorando a su concubino—. Sufro por él, así que le dejaré a mi hermano imperial menor, a mi hijo, el quinto príncipe, para que este cumpla con su deber filial y lo cuide hasta el final de sus días.

Gao Min de pronto levantó su cabeza y miró hacia la cama imperial, su pálido rostro se volvió púrpura. Si el quinto príncipe no hubiese presionado su hombro firmemente con una mano, habría perdido la compostura, desafiando e interrogando a Li Jin Tian frente a todos.

Le está dejando nuestro hijo al príncipe Li, ¿fue falso todo el amor que le mostró a Li Xu Yan?

Li Jin Tian casi había dejado de respirar, pero Zhou Yun Sheng, como si lo encontrara adictivo, se postró una vez a su lado y manifestó su voluntad de sacrificarse.

—¡Silencio! —gritó ferozmente Li Jin Tian, volcando el cuenco con medicina que se encontraba junto a la cama.

Con eso, el otro por fin permaneció callado. No obstante, permaneció postrado, su rostro enterrado entre las palmas de sus manos, llorando en silencio. Li Jin Tian recordó el Palacio Frío de la vida previa, donde esa persona también se había postrado, con la misma frágil postura y con el dolor más intolerable, frente a su placa conmemorativa, bloqueando su rostro para ocultar su desesperación y tristeza.

Esto hizo que Li Jin Tian estuviera aún más decidido a dejarlo vivir una larga vida.

—Dame un decreto imperial. Escribiré el último yo mismo. —Le hizo una señal a Fu Shun.

Fu Shun se apresuró a entregarle un decreto imperial en blanco, y todos clavaron sus ardientes miradas en el emperador, a excepción de Gao Min y Li Xu Yan. A uno lo iban a inhumar y el otro había sido adoptada, como si el amor que antes le había demostrado fuera una ilusión.

¿En qué está pensando su majestad? ¡Es cierto que el poder celestial es impredecible!

Li Jin Tian habló a medida que escribía:

—La orden del cielo no puede ser rechazada, el arma divina no puede permanecer sin amo durante mucho tiempo, los ministros no pueden existir sin un maestro y la miríada de oportunidades no puede salirse de control. Sé que el final ha llegado. Al ver las virtudes de los príncipes, solo mi sexto hijo, Li Xu Dong, es heroico, talentoso, filial y fraternal, y es de carácter noble, por lo que queda seleccionado como el gobernante del gran reino de Yan. Con el fin de honrar el reinado de miles de años y con la tarea de unificar al país. De este modo, anuncio sus habilidades a los cielos, la tierra, los santuarios ancestrales y al país.

¿El heredero será el sexto príncipe?, pensaron algunos, sorprendidos.

Efectivamente, escogieron al sexto príncipe como heredero, dijeron para sí, otros.

En cuanto a los príncipes, aunque no estaban felices, no eran malas noticias en absoluto. Cualquier príncipe era mejor que el quinto. Él y su padre habían sido los causantes de un sinnúmero de muertes tanto de concubinas como de sirvientes, y a los príncipes que eran ligeramente talentosos, la familia Gao les había tendidos trampas.

Siendo tan despiadados cuando todavía no habían alcanzado la cima, todos temían que lograran ascender al trono del gran reino de Yan, nadie podría sobrevivir. En contraste, el sexto príncipe era franco, ingenioso, modesto y tenía una relación armoniosa con sus hermanos. El concubino Qi también era una persona humilde que no codiciaba la fama y la fortuna. Sus vidas estarían mucho mejor con esos dos en el poder.

El emperador había persuadido a los cortesanos cinco días antes, por lo que, naturalmente, obedecieron.

Teniendo como testigos a los cortesanos, príncipes, concubinas y sirvientes, Li Jin Tian levantó una temblorosa mano para sellar el edicto imperial, tras lo que cerró los ojos.

Fu Shen gritó su nombre con dolor, mientras que todos los que estaban arrodillados caminaron unos pasos para observar la situación. Solo Gao Min, Li Xu Yan y Zhou Yun Sheng, se mantuvieron arrodillados en sus lugares. Y mientras el primero miró de reojo, sus ojos destellando con intenciones asesinas, el segundo mantuvo su cabeza enterrada en silencio, sus pensamientos un misterio.

Li Jin Tian regresó del borde de la muerte y, con su último aliento, agarró la mano de la persona más cercana a él y enfatizó:

—¡Que la emperatriz me siga de inmediato después de mi muerte! ¡No la abandonaré ni un instante!

No pude obtener el corazón de Gao Min, pero ahora me llevaré a su persona. Moriremos juntos. Nunca permitiré que el príncipe Li lo tenga.

Las orejas de Zhou Yun Sheng se crisparon, y suspiró en su corazón: ¿Es esto lo que significa amar a alguien hasta la muerte? Li Jin Tian no es nada sencillo.

Fu Shun lloraba con tal fuerza que todo lo que pudo hacer fue asentir con la cabeza para indicarle que lo había escuchado.

Con paz mental, Li Jin Tian volvió a cerrar los ojos. Momentos después, el médico imperial estiró su dedo índice hacia la nariz del emperador y declaró:

—El emperador ha fallecido.

En el interior del salón, lamentos angustiados resonaron. Un eunuco se acercó para dar las campanadas fúnebres, pero los guardias del Palacio Celestial lo detuvieron, y el sonido metálico de espadas al desenvainar estremeció los corazones de los presentes.

Gao Min se levantó con lentitud. En su rostro no se percibía el más mínimo dolor, solo alivio y fatiga. Entonces, agitó las mangas y los guardias rodearon a todos. Caminó con parsimonia hacia Zhou Yun Sheng, empuñando un cuchillo de acero.

En ese instante, Zhou Yun Sheng dejó escapar una carcajada, y su hermoso rostro se llenó de determinación. Partió la hoja del cuchillo de Gao Min con los dedos de su mano izquierda, y con ágil movimiento de su mano derecha lo tomó por el cuello, estrechando la distancia entre ambos.

Gao Min, el general número uno del gran reino de Yan, no era su oponente.

Excepto por el eunuco en jefe, Fu Shen, todos estaban atónitos.

—Venganza, venganza, venganza. Li Jin Tian quería venganza después de su renacimiento, tú buscaste lo mismo, por lo que yo, Qi Xiu Jie, también quiero venganza. La venganza es un círculo vicioso, ¿no te parece? —le susurró al oído con una sonrisa socarrona.

—¿Tú también renaciste? —preguntó horrorizado, su alma casi abandonaba su cuerpo.

—¿Quién sabe? —dijo con sarcasmo—. En la vida anterior, Li Jin Tian murió porque era incompetente y tú por mera lealtad, pero ¿qué tiene eso que ver con las cientos de personas de la familia Qi? El jefe de la familia Qi se adaptó a la historia. Cuando renaciste, en lugar de enmendar tus errores, desahogaste tu ira asesinando a personas inocentes. Al menos lo eran cuando las mataste. Incluso después de haber recibido una segunda oportunidad, Li Jin Tian siguió siendo un gobernante incompetente. Si hubiese sido yo, no habría cortesano que no pudiese controlar.

Gao Min estaba tan asustado que no conseguía articular palabra. El resto de los príncipes, concubinas y sirvientes se escondieron de prisa detrás del concubino Qi, con la esperanza de que pudiera protegerlos. Si podía reírse de ese modo en una situación como esa, debía de estar preparado.

Zhou Yun Sheng nunca dejaba nada al azar, y levantando la barbilla hacia Li Xu Yan, a quien tenía al frente, dijo:

—Te daré dos opciones. Uno, nos dejas ir y te entregaremos a Gao Min; dos, no nos dejas ir y matamos a Gao Min. ¿Qué eliges?

Sabía que Gao Lang había dicho que lo tomarían como rehén para amenazar al lobezno. Eso lo había hecho muy infeliz. Así que les pagó con la misma moneda.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido