Traducido por Shiro
Editado por Meli
El rostro inexpresivo de Zhou Yun Sheng regresó tan pronto como se fue, y de manera casual se limpió la sangre de la frente con la mano. Sus sirvientes personales, a quienes ya había hipnotizado y solo a él eran leales, tenían la cabeza baja, fingiendo no haber visto nada.
Lin Jin Tian huyó de regreso al Salón de Cultivo Mental con torpeza y, aturdido, miró el escritorio lleno de memoriales. Encima de todos, estaba uno hecho por el astrónomo imperial donde enumeraba varios títulos, todos seleccionados para el primer duque, Gao Lang.
Entre esos se encontraba: «duque de Yu». Las tres palabras habían sido meticulosamente rodeadas con la pluma imperial; resultaba obvio que esa era la sugerencia de Gao Min.
Duque de Yu… ¿No le fue también otorgado el título de duque de Yu a Gao Lang en el sueño? ¿Significa esto que los sueños son reales?
Las manos de Li Jin Tian temblaron mientras apretaba el memorial, antes de arrojarlo. Sin embargo, ya era demasiado tarde para retractarse, la inminente promoción de Gao Lang a duque imperial era de conocimiento público entre los funcionarios civiles y militares de la Corte Imperial. Además, para complacer a Gao Min, había otorgado la mansión oficial del duque imperial con antelación, y la familia Gao ya se había mudado.
Sintiendo como si tuviese cientos de moscas atascadas en la garganta, las cuales no conseguía tragar ni devolver, Li Jin Tian no conseguía disipar la sensación de incomodidad en su pecho. Tras beber varias tazas de té de hierbas, logró reprimir sus emociones turbulentas, pero justo en ese momento, escuchó que alguien afuera anunciaba que la sirvienta personal del concubino Gao solicitaba audiencia.
—Adelante —indicó, aunque su visita lo agitaba aun más, pero no despachó a la persona. Ser despiadado con Gao Min era algo imposible para él.
—Esta sirvienta saluda al emperador. El maestro le pidió a esta sirvienta que le hiciera llegar un mensaje: «El concubino Qi ha ingresado al estudio imperial sin autorización y quiere llevarse a un príncipe a su palacio. ¿Cómo quieres lidiar con él?». —La expresión de la mujer mostraba una leve indignación. Era obvio que sentía que Qi Xie Jie no estaba calificado para criar a un príncipe.
—Con que «lidiar». Permitirle al concubino Qi adoptar a un príncipe fue idea mía, ¿quién de ustedes se atreve a oponerse? Que no pueda controlar a Gao Min no quiere decir que no pueda controlar a una simple sirvienta —advirtió con tono gélido.
La sirvienta se sobresaltó en demasía, y al ver que la mirada del emperador estaba llena de ira, se disculpó deprisa y se retiró.
♦ ♦ ♦
En la entrada del estudio imperial, Zhou Yun Sheng se enfrentaba a Gao Min. Incluso después de sufrir todo tipo de torturas en la prisión, su columna vertebral se mantenía erguida y su mirada llena de superioridad continuaba siendo resoluta.
Pero ¿de qué sigue estando orgulloso? La familia Qi fue erradicada hace mucho, y lo único que le queda es ese cuerpo que de nada le sirve, Gao Min sonrió con desdén, pero no mucho después, una doncella le susurró algo al oído que lo hizo palidecer.
Zhou Yun Sheng sonrió levemente, cerró el puño derecho y colocó la palma de su mano izquierda encima.
—Entraré primero. —Caminó con parsimonia hacia el estudio imperial.
—¡No sé qué hechizo le lanzaste a su majestad para que te perdonara, pero nunca te dejaré vivir en paz! —lo amenazóon frialdad, pero al notar que sus palabras eran iguales a las pronunciadas por las mujeres que competían por el favor del emperador, su expresión se tornó cada vez más sombría.
Burlándose, Zhou Yun Sheng se alejó.
Los príncipes estaban en su almuerzo, comían en una habitación lateral, la hora de lección había terminado por lo que era no necesario que guardara distancia.
Cuando solicitó adoptar a un príncipe, ya había decidido a quién sería: el seguidor más poderoso y leal del futuro emperador Li Xu Yan. Era el sexto príncipe de nombre Li Xu Dong.
Su madre era una humilde bailarina enviada desde un pequeño país fronterizo, que murió poco después de dar a luz. Después de que Li Jin Tian renació, solo tenía ojos para Gao Min y su hijo, el quinto príncipe. Y no albergaba afecto alguno por ninguno de los otros, no le importaba ni siquiera si vivían o morían.
El sexto príncipe era de origen humilde y no tenía a nadie que lo protegiera, por lo que era fácil imaginar la clase de vida que llevaba en el palacio. En ese momento, era un niño lamentable del que abusaban. Pero en el futuro estallaría y mataría a tres sirvientes del palacio, en el pasado, eso atrajo la atención y simpatía de Gao Min, que lo adoptó y cuidó con mimo.
Li Xu Dong era despiadado por naturaleza, pero sabía ser agradecido, y desde entonces le fue leal a su padre y, por ende, al hijo también. Cuando cumplió catorce años, siguió a Gao Min a todas las campañas militares y logró ilustres triunfos. Era una persona talentosa.
Como Zhou Yun Sheng quería criar a un niño, desde luego elegiría al más fuerte del grupo. Aunque el niño ya tenía trece años y era capaz de pensar de manera independiente, si Gao Min pudo criarlo, tenía plena confianza de que él también podía. Además, si al final el niño no se apegaba a él, tenía muchas otras formas de destruirlo.
Mientras reflexionaba, Zhou Yun Sheng llegó al salón lateral, y el olor a comida asaltó sus fosas nasales. Allí estaba Li Xu Yan, rodeado de compañeros de estudio que buscaban halagarlo; como las estrellas que giraban en torno a la luna. Mientras que, escondido en una esquina, un príncipe delgado y de aspecto débil abrazaba una caja de comida y devoraba sus contenidos como si se estuviera muriendo de hambre.
—Hermano imperial menor, come despacio, podrías ahogarte. Toma, come estas costillas de cerdo estofadas —le dijo Li Xu Yan.
Ese príncipe era muy inteligente, y poseía excelentes habilidades de comunicación; nunca ofendía ni trataba a nadie con frialdad, lo que le ganó elogios dentro y fuera de la Corte Imperial.
Li Xu Dong, cubrió la caja de comida con expresión avergonzada, inclinó su cabeza y expresó su agradecimiento, pero declinó su gesto amable diciendo que ya estaba lleno.
Entonces, en un rincón donde nadie podía ver, sus labios formaron un arco, revelando una sonrisa burlona. Si Li Xu Yan fuese considerado, no ignoraría su sufrimiento. Además, con su estatus único e inigualable, no necesitaba darle comida, solo con hablar con los sirvientes haría que su situación mejorara, pero decidió no hacerlo; eligió ser un simple espectador. Esa hipocresía disgustaba a Li Xu Dong.
Por su parte, Zhou Yun Sheng, quien estaba de pie junto a la ventana, no pudo evitar reírse mientras observaba en secreto.
Pensé que padre e hijo ya se lo habían ganado, pero ese no parece ser el caso. No obstante, Gao Min ya le está prestando atención. Debo admitir que este protagonista tiene buen ojo para la gente. Aunque este niño es tan solo un lobezno que lo que hace es morder a la gente, de ser cultivado, protegería lealmente a su amo.
Cuando Zhou Yun Sheng entró, todos los compañeros de estudio que rodeaban a Li Xu Yan lo saludaron, a excepción de este, pero no le importó. Fue directo hacia Li Xu Dong y abrió con fuerza la caja de comida que tenía cerrada.
—Arroz integral viejo y repollo hervido, ¿es este tu almuerzo? —Aunque ya no quedaba nada, Zhou Yun Sheng podía discernir sus contenidos solo con su olfato.
Li Xu Dong, sin saber qué decir, lo miró estupefacto. No entendía por qué el concubino Qi le estaba prestando atención.
—¿Dónde está tu asistente? Llámalo —ordenó.
Sin embargo, al ver que pasaba el tiempo el príncipe no respondía, Zhou Yun Sheng le haló las orejas. Solo entonces regresó a la realidad.
—El asistente está comiendo afuera en el bosque de bambú. Vendrá más tarde a limpiar —murmuró y sus orejas se enrojecieron.
Zhou Yun Sheng agitó su mano y su sirviente personal salió corriendo a traer al asistente del sexto príncipe, así como su caja de comida sin terminar.
—Granos grandes de arroz blanco, estofado de pollo, sopa de mariscos de estación… —se burló al describir el contenido de la caja—. Qué rico almuerzo has comido. Este concubino se pregunta, ¿eres tú o es él el príncipe?
Las piernas del asistente temblaron de miedo, y no pudo evitar postrarse a sus pies y pedir clemencia, pero Zhou Yun Sheng lo ignoró y se llevó a Li Xu Dong. A ojos ajenos, él seguía siendo un criminal al que acababan de perdonarle la vida, y deshacerse de un esclavo traería todo tipo de chismes. Era mejor dejar que Li Jin Tian se ocupara del esclavo, lo que al mismo tiempo lo ayudaría a establecer su estado.
—Concubino Qi, yo… Todavía tengo que asistir a una clase más tarde. Si me voy, el maestro se enojará —manifestó Liu Xu Dong mientras se frotaba las orejas calientes. Desde que nació, nunca antes había experimentado un gesto de intimidad como ese con nadie.
—¿Qué clase? Lo que tienes que hacer es mudarte al Palacio de Púrpura. De ahora en adelante, serás mi hijo. —Le acarició la cabeza al príncipe.
Debido a la desnutrición, el niño era mucho más delgado y pequeño que el quinto príncipe que era uno o dos meses mayor. Su apariencia, como mucho, parecía la de alguien de diez años, no de trece.
—¿Seré tu hijo? —Agarró de manera inconsciente la mano sobre su cabeza.
—Sí. Aunque la familia Qi haya sido destruida, aún puedo protegerte. Estoy solo en este mundo, y tú perdiste a tu padre a una edad temprana, ¿qué tal si de ahora en adelante dependemos solo el uno del otro? —Se inclinó y miró con seriedad a los ojos del niño.
Su mirada era clara, brillante y sincera. Cualquiera que lo escuchara, encontraría sombrías sus últimas palabras, pero para Li Xu Dong eran cálidas. Él siempre había soñado con tener un miembro en su familia en quien poder confiar, por lo que sus ojos se enrojecieron, pero, obstinado, se negó a llorar; en su lugar asintió ferozmente con la cabeza.
Sus acciones hicieron que Zhou Yun Sheng alzara la cabeza y riera con alegría. Entonces, su rostro, que ya era una de las más hermosas del mundo, resplandeció bajo la luz del sol. Li Xu Dong primero lo miró boquiabierto, pero luego se le unió también con una risa tonta.
♦ ♦ ♦
En el Salón de Cultivo Mental, el eunuco principal se acercó al emperador para hablarle de lo sucedido tan pronto supo de la situación:
—Informando a su majestad. El concubino Qi ha escogido al sexto príncipe.
—¿El sexto príncipe? ¿Por qué no el duodécimo príncipe?
Le pareció extraño, en la vida anterior, la familia Qi había escondido y ascendido al trono al duodécimo príncipe. Había pensado que Qi Xiu Jie tomaría la misma decisión.
Además, el duodécimo príncipe tenía apenas seis años y no había formado una personalidad ni pensamientos independientes. Era el más pequeño de los príncipes y parecía mucho más fácil de cultivar en comparación al sexto príncipe.
La respiración del eunuco principal se detuvo por un momento, tras lo que respondió con cautela:
—Su majestad, ¿lo ha olvidado? El duodécimo príncipe ya ha fallecido.
—¿Falleció? —preguntó alarmado Li Jin Tian—. ¿Cómo es posible?
Con gravedad, el eunuco principal se inclinó y, temblando, explicó:
—Hace tres años, el quinto príncipe cayó en coma a causa de un envenenamiento. Su majestad convocó a todos los médicos imperiales al Palacio Celestial para tratarlo. Al mismo tiempo, el duodécimo príncipe sufrió una alta fiebre y… Y falleció.
Li Jin Tian comprendió lo que el otro dijo entre líneas: aebido a que los médicos imperiales se concentraron en curar al quinto príncipe, el tratamiento para el duodécimo príncipe no fue oportuno.
¿El niño que continuó con mi linaje en la vida anterior de verdad está muerto? El niño que ocultó con tanto cuidado la familia Qi durante cinco años, empleando toda la fuerza del clan para salvarlo, ¿murió así nada más?
Sintiendo como si su trono corriera peligro, Li Jin Tian se estremeció, presa del pánico. Había pensado que su vida, en esta oportunidad, se dirigía en la dirección correcta, pero ese ya no parecía ser el caso. Había creído que tenía todo bajo control, pero era todo lo contrario.
Él ignoraba que Zhou Yun Sheng había escogido al duodécimo príncipe para que apareciera en el sueño, precisamente para provocarle esa incertidumbre. Mientras Li Jin Tian no prestara atención, podría de manera natural compartir el mundo, hombro con hombro, con Gao Min, pero en cuanto comenzaba a analizar las cosas, todo lo que su compañero hiciera, estaría fuera del lugar.
Así de frágil era la naturaleza humana.