Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 9: Capítulo 5 (1)

Traducido por Shiro

Editado por Meli


Después de recuperarse un poco, Zhou Yunsheng se sentó, con las piernas aún extendidas sobre la cama y preguntó:

—¿Quién eres? ¿Nos conocemos?

El hombre también se sentó y colocó dos cojines suaves detrás del doctor para mayor comodidad. Bajó la mirada y respondió:

—No nos conocemos.

Había seguido al doctor Bai durante cinco o seis años y sabía que él poseía una memoria fotográfica, nunca olvidaría a alguien que hubiera visto antes. Por lo tanto, improvisó:

—Usted ayudó a realizar una cirugía exitosa a un familiar mío, estamos muy agradecidos con usted.

Zhou Yunsheng decidió no indagar más. Al igual que el doctor Bai, él poseía una memoria excepcional y recordaba cada detalle de las cirugías realizadas incluso una década atrás. Sabía que en la actualidad no tenían una relación y que se encontrarían dos años después, cuando este se convirtiera en el jefe de seguridad de la unidad que se encargaba de protegerlo. Al parecer, también era un renacido.

Fue ese hombre quien, con una expresión de profundo pesar, lo sostuvo en sus últimos momentos antes de morir. Zhou Yunsheng sabía que él le sería leal de por vida.

—Doctor, mi nombre es Zhao Lingfeng. Si usted confía en mí, por favor, permítame protegerlo. —Hizo una reverencia, entregando su corazón al desinteresado doctor; en la vida pasada no pudo protegerlo, pero esta vez no permitiría que nadie le hiciera daño.

Shiro
El jefe de seguridad por fin tiene nombre! c:

Meli
Pensé que jamás sabríamos cómo nombrarlo

Después de un momento de silencio, Zhou Yunsheng asintió y asintió:

—Confío en ti.

Zhao Lingfeng no esperaba ganarse la confianza del doctor tan rápido, y levantó la cabeza con sorpresa.

—No hay malicia en tus ojos —continuó con calma mientras señalaba sus pupilas—. A pesar de que este es un mundo post-apocalíptico lleno de zombis devoradores y de humanos con la conciencia recrudecida, donde quien te salva hoy, podría ser tu enemigo mañana.

»Yo prefiero creer en la existencia de pureza en este mundo, un oasis remanente, y en que cada corazón guarda un rincón de bondad. Hola, soy Bai Mohan, y de ahora en adelante, parece que dependemos el uno del otro. —Extendió su mano con una sonrisa amarga.

Shiro
ZYS utiliza esta misma expresión cuando conoce a Li Xudong en el arco 7. Qué nostalgia. qwq

Zhao Lingfeng tomó su mano deprisa y la sacudió con suavidad, sonrojándose de emoción. Ese hombre era el doctor que recordaba; a pesar de su apariencia fría y distante, no había quien fuera más tierno y compasivo que él.

—Doctor, luce pálido. Aquí tiene algunos cristales. Úselos para recuperarse —dijo Zhao Lingfeng sacando unos núcleos transparentes de su bolsillo.

Los núcleos de cristal de nivel uno de los zombis eran transparentes y podían ser absorbidos por cualquier persona con habilidades, aunque la energía que proporcionaban era mínima, ayudaban a reponer rápidamente las fuerzas cuando el cuerpo estaba agotado. En la actualidad, el secreto de los núcleos de cristal ya había sido difundido y cada persona con habilidades llevaba consigo algunos como medida de precaución.

—¿Cómo supiste que tengo habilidades? —preguntó en voz baja Zhou Yunsheng, sin aceptar los núcleos de cristal.

Después de un momento de sorpresa, Zhao Lingfeng rio con nerviosismo.

—Lo adiviné. Alguien con su talento, con toda seguridad no es una persona común.

Así, Zhou Yunsheng confirmó que Zhao Lingfeng también era un renacido. Decidió no seguir preguntando e intentó absorber uno de los núcleos. Sin embargo, debido a su alma herida, en lugar de confort lo que sintió fue una sensación de dolor en sus meridianos al recibir la energía, demostrando que su cuerpo estaba tan debilitado que no podía ni digerir un núcleo de cristal de nivel uno.

Devolvió el núcleo de cristal a Zhao Lingfeng, Zhou Yunsheng.

—Guárdalos tú. Creo que no los necesitaré.

—¿Cómo es posible? —El corazón de Zhao Lingfeng se encogió con preocupación.

—Me vi en la necesidad de usar mi energía psíquica para expulsar la hiedra sanguinolenta. El núcleo de cristal en mi cerebro probablemente está destrozado —explicó con calma.

A menos que fueran usuarios de habilidades del elemento madera, la mayoría de las personas parasitadas no tenían manera de solventar la situación. Algunos intentaban utilizar sus habilidades para expulsar la hiedra sanguinolenta, pero la energía que circulaba en sus cuerpos solo estimulaba el apetito de esta, haciendo que el huésped fuera drenado más rápido. Para expulsar la hiedra sanguinolenta antes de ser consumido, el usuario debía usar su energía de forma rápida y explosiva, generando un impacto similar al de la autodestrucción del núcleo.

Por esa razón, nadie estaba dispuesto a correr el riesgo de perder su habilidad o incluso su vida, a menos que no hubiera otra opción.

La noticia destrozó a Zhao Lingfeng. Su rostro se puso pálido, sus ojos se enrojecieron y sacudía la cabeza entre lágrimas mientras apretaba los dientes.

—Esto no debería estar sucediendo. Doctor, se suponía que debía ser la persona más poderosa del mundo, más fuerte que nadie. ¡Esto no debería estar pasándole! Usted es una buena persona, ¿por qué no pueden perdonar a una buena persona?

En ese momento, sintió un profundo odio hacia Lei Chuan y Guo Zerui. Ellos tenían una ventaja considerable al haber renacido mucho antes que él, haciéndole sentir impotente frente a ellos.

Al ver a ese hombre grande y fuerte llorar como un niño frente a él, Zhou Yunsheng no sabía cómo reaccionar y, vacilante, extendió la mano y le acarició la cabeza, suspirando.

—Está bien, no te entristezcas por mí. No siento tristeza en absoluto. Mis posesiones más valiosas no son estos núcleos de cristal, sino mi cerebro y mis manos. Mientras tenga estas dos cosas, no lamentaré perder nada más. Deja de llorar, las cosas mejorarán. Los zombis no son monstruos; solo están infectados con un virus. Mientras encontremos una vacuna para combatir este virus, el fin de esta pesadilla pronto llegará.

Zhao Lingfeng pensó en la trágica muerte del joven doctor y recordó todas las críticas y torturas que soportó para salvar a la humanidad, por lo que no solo no dejó de llorar, sino que su llanto se volvió cada vez más apesadumbrado.

Sin más remedio, Zhou Yunsheng arrastró su cuerpo hasta el baño en búsqueda de una toalla para secar las lágrimas del gran «perro guardián».

♦ ♦ ♦

En la habitación contigua, Lei Chuan se cubría la cara. Su cuerpo se reclinaba en la silla en una postura abatida mientras se preguntaba por qué había demorado tanto en regresar. Si lo hubiese hecho tan siquiera un cuarto de hora antes, su doctor no habría tenido que sufrir tanto. Su aspecto frágil, sus vómitos, sus mejillas pálidas y demacradas… Eso era demasiado para él. Cada vez que lo miraba sentía como si un cuchillo le atravesara el corazón.

La puerta se abrió de repente, y Guo Zerui, que acababa de irse no hacía mucho, inquirió:

—Jefe, casi olvido preguntarle, ¿cómo vino hasta aquí?

—¡No es asunto tuyo! —Lei Chuan apartó la mesa y caminó hacia él para asestarle un fuerte golpe en el estómago.

Si no fuera porque le debía la vida, no lo perdonaría tan fácilmente. Guo Zerui casi escupió sangre por el golpe, pero no tenía el ánimo de preocuparse por sí mismo. Con una mano sobre su vientre y señalando los ojos rojos y las lágrimas en la cara de su jefe, preguntó con sorpresa:

—Jefe, ¿por qué llora? ¿Quién le ha entristecido?

—Te dije que no es asunto tuyo, ¡vete! —Cerró la puerta de la habitación y al tocarse la cara, se dio cuenta de que tenía las mejillas empapadas en lágrimas.

Su mente seguía atrapada en el momento de la muerte del doctor. No tenía cómo desahogar el dolor que sentía por el doctor Bai. Además, una vez más lo había herido y dejado al borde de la muerte.

La sensación era tan aterradora como si estuviera a punto de destruir su propio mundo, provocando en él un miedo y una sofocación terribles. Deseaba ir de inmediato al lado del doctor, decirle que se había equivocado y que en el futuro lo protegería de cualquier daño. Pero sabía muy bien que, con lo inteligente y astuto que era, nunca más volvería a confiar en él.

Junto con Guo Zerui, se habían deshecho de las personas cercanas a él. Incluso el día en que finalmente actuaron, ni siquiera intentaron reprimir la sed de sangre en su interior. El doctor lo sabía, por eso sospecho de inmediato de ellos cuando fue parasitado por la hiedra sanguinolenta.

Esto es lo que se llama cosechar lo que se siembra, pensó Lei Chuan mientras se cubría el rostro y dejaba escapar un rugido gutural lleno de frustración.

♦ ♦ ♦

Al mismo tiempo, Zhao Lingfeng, después de haber llorado lo suficiente y con la cara sonrojada, expresó:

—Doctor, Lei Chuan y Guo Zerui quieren matarle. La unidad militar que lo escoltaba fue asediada por zombis y es muy probable que haya sido obra de ellos. No podemos seguir aquí, tenemos que encontrar una forma de escapar.

—Lo sé. Solo que me intriga, ¿qué razón tienen Lei Chuan y Guo Zerui para conspirar contra mí? —Zhou Yunsheng se masajeó las sienes levemente doloridas, interpretando a la perfección la imagen de un intelectual ingenuo e ignorante.

Zhao Lingfeng sintió aún más compasión por él y susurró:

—Hay personas en este mundo que son malvadas, que disfrutan matando. Doctor, no es necesario que profundice en esto, no vale la pena el esfuerzo.

Una vez que lleve al doctor a un lugar seguro, regresaré para capturar a Lei Chuan y usarlo como sujeto de experimentación en nombre del doctor.

Zhou Yunsheng asintió, aceptando esa explicación.

♦ ♦ ♦

Lei Chuan estaba furioso.

¿Soy un lunático? ¿Mato por placer? ¡¿Cómo se atreve Zhao Lingfeng a difamarme?! ¿Por qué renacimos todos? ¿Por qué, habiendo ambos pasado los últimos años junto al doctor, me convertí yo en un asesino y él en su salvador?

En su ataque de celos, los ojos de Lei Chuan se enrojecieron, sin embargo, no se había dado cuenta de que su posesividad estaba cruzando una peligrosa línea. Quería ir de inmediato y golpear a Zhao Lingfeng brutalmente, pero también sabía que en ese momento no podía hacer nada, ya que profundizaría aún más el malentendido del doctor hacia él.

Sin alternativas, reforzó la seguridad en la puerta, temiendo que Zhao Lingfeng intentara escapar con el doctor durante la noche.

♦ ♦ ♦

En la madrugada del día siguiente, los soldados de élite que compartían habitación comenzaron a levantarse uno tras otro, preparándose para desayunar y salir a cazar zombis y recolectar suministros. Para no ser dejados atrás, los supervivientes se encargaban de todas las tareas domésticas: hervían agua, cocinaban, limpiaban la casa; todos estaban muy ocupados.

Lei Chuan los salvó, pero no los cuidaba como en la vida pasada; cada uno debía procurarse su comida, saliendo a cazar zombis para buscar alimentos. Si mataban muchos, podrían intercambiar los núcleos de cristal por artículos de uso diario. Así, alejó a quienes querían comida fácil y dejó a los más prácticos.

Gracias a la preparación de Lei Chuan, que había almacenado muchos recursos de antemano, la comida para los soldados de élite era excelente; no solo tenían arroz blanco, sino también carne enlatada y encurtidos.

Los demás supervivientes solo tenían una ración de fideos instantáneos cada uno, lo que incluso medio año después del apocalipsis se consideraba un trato bastante bueno, por lo que nadie pensaba que fuera injusto.

Zhou Yunsheng salió por la puerta de la habitación y se sentó en la mesa, absorto en sus pensamientos. El aroma de la comida que flotaba a su alrededor le retorcía el estómago después de haber estado varios días sin comer, pero al tener a su lado a un renacido que estaba al tanto de la situación en la que se encontraba, no podía simplemente pedirle comida al encargado de la logística. Antes, el gobierno había sido el que le había proporcionado sus comidas a través de un asistente personal, ya que Bai Mohan, excepto por bañarse y vestirse, era un completo inútil en la cocina y en el cuidado personal.

Ese asistente personal fue asesinado por Guo Zerui el día anterior y, en ese momento, a nadie le importaba si Bai Mohan vivía o moría. Si Zhou Yunsheng tenía frío o hambre, solo podía confiar en que el «perro guardián» que tenía a su lado fuera lo suficientemente atento.

Zhao Lingfeng, habiendo sido un veterano que lo acompañó durante cinco o seis años, no lo decepcionó. Fue de inmediato a buscar comida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido