Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 5 – Capítulo 8

Traducido por Shiro

Editado por Meli


Pronto, Qin Ce no tuvo más tiempo para pensar en otras cosas.

Debido a que la capital había impuesto ley marcial, no había podido infiltrarse a la ciudad la última vez. Esta vez, hizo que un grupo de refugiados asaltaran las puertas de la ciudad, lo que llevó a un gran caos y a que las defensas se relajaran, convirtiéndose en una buena oportunidad para infiltrarse.

Shiro
Sin entrar mucho en detalles, la ley marcial es una toma militar del sistema legal civil de un país. Cuando un país tiene ley marcial, no hay un poder judicial independiente que supervise las actividades de aplicación de la ley.

Inventando una excusa, abandonó a la familia Zhang y se disfrazó como guardia imperial para escabullirse con facilidad en el palacio.

El emperador contaba con muchos ministros leales en la corte, si moría y el joven príncipe heredero lo seguía inmediatamente después, sería inevitable que los ministros comenzaran a sospechar y causaran problemas. Por lo tanto, la emperatriz viuda no se atrevía a ser arrogante y tocar al príncipe heredero. En su lugar, planeaba esperar a que su hijo sucediera el trono para luego comenzar a envenenarlo con lentitud, de manera que siguiera los pasos de su padre.

Qin Ce contactó sin problemas al joven príncipe heredero, pero cuando abandonaban el palacio, fue descubierto accidentalmente por unos guardias que patrullaban, lo cual condujo a una cacería humana por toda la ciudad.

Al mismo tiempo, un joven sirviente de la casa Zhu también traía noticias. El general Ding Yuan, el general adjunto de Shen Wei Hou Shizi, y el hombre que el joven maestro buscaba poseían características consistentes. Medía seis pies de altura, lucía majestuoso, corpulento y fumaba tabaco todos los días, razón por la que lo apodaron «Chimenea» en el ejército.

Zhou Yun Sheng estaba deleitado con las noticias, y de inmediato, gastó una gran suma de dinero para sobornar a los guardias apostados en la puertas de la capital para escabullirse en la ciudad, quedándose luego en la posada frente a la residencia del general Ding Yuan, listo para esperar ociosamente por oportunidades.

Después de esperar un día entero y no ver ni la sombra del hombre, se sintió un poco descorazonado y regresó a su habitación para descansar luego de una cena tardía con Cui-er y Lu-shi.

—Joven maestro, su baño está listo, por favor, métase. —El sirviente de la posada llenó con agua caliente un gran barril de madera detrás de una mampara y, halagadoramente, le entregó una canasta con pétalos de flores.

—¿Qué es esto? —preguntó Zhou Yun Sheng señalando la canasta, las comisuras de sus labios crispándose.

—Esto fue preparado de antemano por su sirvienta, quien dijo que dejaría una fragancia dulce después del baño. Permítame ayudar al joven maestro a echar un poco en el barril.

Cui-er y Lu-shi pensaron que su joven amo había venido a la ciudad para encontrarse con su amante, así que, naturalmente, visualizaron todo. Era demasiado tarde para que Zhou Yun Sheng las detuviera, por lo que solo le quedó arrojarle una pieza de plata al trabajador tan atento y luego mirar los pétalos flotantes, aturdido.

Olvídenlo, ahora hasta podía dar a luz, ¿por qué debería importarle algo como esto? Sonrió de manera autocrítica, se quitó la ropa y con lentitud se hundió en el agua. En medio de su baño, la ventana detrás de él fue empujada hacia dentro a la fuerza, y un hombre encapuchado entró, el cual se detuvo junto al barril, clavando su mirada estupefacta en él.

Para ser más precisos, miraba el sindoor entre sus cejas.

—¿Eres un ger? —espetó el hombre de negro.

—¿Xiao-Hei? —Zhou Yun Sheng arqueó las cejas. Pero al escuchar pasos desordenados en la planta baja, arrastró al hombre aturdido al barril y lo hundió bajo el agua, tras lo que cerró la ventana inmediatamente después. Por fortuna, el agua estaba llena de pétalos, ocultando todo.

La puerta se abrió de golpe y una hilera de soldados con espadas se precipitaron desde atrás de la mampara. Todos quedaron atónitos al ver a un joven agarrándose el pecho con expresión aterrorizada.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo se atreven a entrar sin autorización a mi habitación? Les informo, soy el prometido del señor Fei, el comandante del Ejército de la Izquierda. ¡Si me ofenden, los haré pasar un infierno!

Zhou Yun Sheng no dijo esto sin razón alguna. La familia de soltera de la emperatriz viuda tenía control sobre las cinco grandes tropas del Ejército de la Derecha y estaba intentando ganarse al Ejército de la Izquierda para que los ayudara a luchar contra el Ejército del Medio de Qin Ce. Así que, naturalmente, no se atrevía a ofender al comandante de dicho ejército. Además, la esposa del señor Fei había, de hecho, muerto, y él estaba planeando casarse de nuevo.

El hombre en la tina de baño era, de por sí, una belleza deslumbrante y su ira lo hacía ver aún más hermoso; su sindoor tan rojo al punto en que parecía que iba rezumar sangre. Solo un noble podía disfrutar de tal belleza. Los soldados se miraron entre ellos con rapidez, y de inmediato se retiraron detrás de la mampara. Después de buscar, al azar, bajo la cama, en el guardarropa y otros lugares en los que podría esconderse una persona, suplicaron perdón antes de salir.

En cuanto se fueron, Cui-er y Lu-shi le pasaron el pestillo a la puerta.

Qin Ce salió del agua y preguntó entre dientes:

—¿Estás comprometido con Fei Wen Hai?

—Fue un estratagema. —Zhou Yun Sheng agitó la mano con indiferencia. Entonces se envolvió en una túnica apenas salió de la tina. Nunca se había considerado a sí mismo como algo distinto a un hombre, por lo que no se comportó con timidez frente al otro.

Qin Ce no podía apartar la mirada de su trasero torneado y sus piernas delgadas y rectas. Su nariz se calentó, e inesperadamente, dos hilos de sangre descendieron por ella; además, su entrepierna se endureció al punto de resultar doloroso, pareciendo como si estuviera a punto de estallar.

Zhou Yun Sheng se ató el cinturón y caminó descalzo hasta la mesa para servirse un poco de té.

—¿Por qué apareciste aquí de pronto? ¿Estás siendo perseguido por oficiales? —preguntó por fin.

—Es difícil de explicar. —Se lavó de inmediato la hemorragia nasal pero no se atrevió a levantarse de la tina, temiendo que el joven descubriera su enorme criatura marina.

Zhou Yun Sheng ya lo sabía todo, y no estaba interesado en continuar preguntando. Incluso si no supiera, conocía el principio de que mientras menos se supiera, menos deslices habría. Entonces, caminó hasta la tina y le sonrió al hombre.

—¿Qué tal si hacemos un trato?

—¿Qué trato? —Respiró hondo de forma brusca, rehusándose a mirar el cuerpo perfecto del joven, el cual se veía claramente delineado bajo la húmeda túnica.

—Te ayudaré a escapar de la cacería y tú olvidarás que soy un ger.

—¿Por qué no deja que las personas sepan que es un ger? —Le dio un vistazo rápido y apartó la mirada, reprimiendo su alegría mientras añadía—: Como he visto su cuerpo, debería hacerme responsable.

—Si te haces responsable de mí, ¿qué pasará con Zhang Shu Lin? ¿Ustedes no están ya comprometidos? No me digas que quieres que uno sea la esposa y el otro una concubina. ¿De dónde sacaste un ego tan enorme? —preguntó burlón, tras lo que agregó—: No necesito que te hagas responsable, ya tengo un amor. Francamente, vine a la capital solo para encontrarme con él.

Originalmente, Qin Ce había querido explicar su relación con Zhang Shu Lin, pero su mente quedó en blanco después de escuchar la última oración. En ese momento, sintió como si alguien le abriera el pecho y sacara su corazón palpitante, al que también estrujaron y apuñalaron; el dolor insoportable. Se odió a sí mismo por acceder precipitadamente a la solicitud de Zhang Shu Lin, pero más aún detestó a la persona de la que Zhu Zi Yu se había enamorado. Ahora haría cualquier cosa por encontrar a este individuo y hacerlo pedazos.

—¿Quién es? Me pregunto si podría tener el placer de conocerlo. —Aunque su corazón estaba siendo consumido por una ira asesina, su rostro permanecía inexpresivo.

—Espera a que lo encuentre, entonces pregúntame otra vez. —Agitó la mano, abatido.

¿No lo has encontrado aún? Bien. Lo haré desaparecer para siempre.

Shiro
Este par de husbandos me mata. xD

Qin Ce bajó la mirada, ocultando el instinto asesino en sus ojos. Después de pasar largo rato remojándose en el agua fría, salió de la tina y se puso las prendas limpias que el joven le dio.

Las complexiones de los dos hombres eran diametralmente opuestas, por la que en Qin Ce la tela quedaba tensa, dibujando su cuerpo musculoso, forjado durante años de liderar tropas. Zhou Yun Sheng lo miró y con rapidez desvió la mirada, algo incómodo. Al igual que su amante, ese hombre era un dispensador de hormonas ambulante.

—Yo dormiré en la cama y tú en el suelo. —Sacó un juego adicional de ropa de cama del armario y lo arrojó a los pies del otro.

—Naturalmente. —Extendió la ropa y luego dijo con voz profunda—: Hay una cosa más que me gustaría corregirle al joven maestro. Mi nombre no es Xiao-Hei, es QIn Ce.

«Xiao-Hei», ¡qué apodo tan deshonroso! ¿Acaso Zhang Shu Lin lo tomaba a él, un comandante militar majestuoso, por un perro?

Zho Yun Sheng dejó escapar una risita, regodeándose.

—Entendido, Xiao-Hei.

Los ojos de Qin Ce destellaron pero, inesperadamente, no lo refutó. Era el mismo nombre, pero en labios de Zhu Zi Yu le satisfacía, incluso sintiéndose capaz de atravesar océanos y cortinas de fuego por él, desechando todo. Parecía, de verdad, estar locamente enamorado.

Al terminar de arreglar la ropa de cama, los dos hombres apagaron la luz y se acostaron para dormir.

Con su amado cerca, Qin Ce estaba algo ansioso, y comenzó a recordar una y otra vez sus ensoñaciones, su respiración entrecortándose gradualmente. De inmediato se giró, fijando su mirada ardiente en la silueta detrás del dosel.

Su parte inferior estaba rígida, a punto de estallar, pero cuando llegó al límite de lo que podía soportar y estaba ya planeando dejar inconsciente al joven para poner en práctica todas sus ideas, el otro habló:

—Sigues dando vueltas y vueltas, ¿no puedes dormir?

—Sí. Es raro que comparta la habitación con otros. Me siento algo incómodo. —Petrificado, intentó ajustar su respiración, de modo que pareciera relajada.

—Yo igual. Sopórtalo por el momento. Dejaremos la ciudad mañana temprano.

—¿Cómo saldremos?

—Disfrazados, por supuesto.

—¿Disfrazados de qué?

Qin Ce condujo al joven a una conversación mientras el reconfortaba su miembro con la mano. En ese momento, en su mente aparecieron las mejillas enrojecidas y los ojos llorosos y brumosos del joven. Cabe mencionar que tenía un gran autocontrol, por lo que, incluso si sentía que su cuerpo y alma se estremecían con frenetismo, su respiración se mantuvo estable.

Zhou Yun Sheng explicó el plan del día siguiente, y luego cayó en un profundo sueño sin darse cuenta.

Al día siguiente, Zhou Yun Sheng le ordenó a Cui-er que comprara algunos cosméticos y, con sus estupendas habilidades de maquillaje, disfrazó a Qin Ce como un anciano. Ahora, su apuesto rostro se encontraba lleno de arrugas, e incluso su cuello y el dorso de su mano tenían la piel flácida. Además, su cabello, cejas y barba lucían como si estuvieran llenas de canas grises; por no mencionar que su cuerpo encorvado se tambaleaba con cada paso que daba, dando la impresión de tener ya un pie en la tumba. Ni siquiera sus padres podrían reconocerlo de encontrarse frente a él.

Los dos entonces montaron el carruaje para salir de la ciudad. Esta vez, Zhou Yun Sheng no ocultó el sindoor entre sus cejas y, con una gran cantidad de dinero sumada a su encanto, ¿cómo podían los guardias de las puertas resistirse? Apenas les hicieron algunas preguntas antes de dejarlos ir.

Luego, cuando comenzaron a acercarse a la aldea Zhang Jia, en cuanto confirmaron que nadie los seguía, Qin Ce se quitó el disfraz y tiró del brazo de Zhou Yun Sheng.

—Cubra su sindoor —urgió.

No quería que nadie descubriera su secreto antes de que la corte imperial se estabilizara. Zhi Zu Yu solo podía ser de él.

—No necesito que me lo recuerdes —bufó con frialdad.

—Cúbralo. —Qin Ce se negaba a relajarse en lo más mínimo.

Impotente, Zhou Yun Sheng no tuvo opción salvo sacar el polvo color piel para ocultar la marca. Solo entonces se sintió Qin Ce satisfecho. Acto seguido, saltó del carruaje y se dirigió al cuartel estacionado cinco kilómetros de distancia.

Una vez discutió los planes de rescate con su general adjunto, regresó con la familia Zhang durante la noche.

Zhang Shu Lin estaba muy feliz de verlo, pero no saltó sobre él como solía hacer. En su lugar, permaneció de pie con expresión conflictuada.

—Xiao-Hei, ¿recuperaste tus recuerdos? —preguntó Zhang Jia Rui sin rodeos—. ¿Cuál es tu identidad? Alguien nos envió hace poco en secreto unos cientos de sacos de arroz y papel moneda. Dijeron que era para pagar nuestra amabilidad.

Esta «amabilidad» podía solo ser por haber salvado a Xiao-Hei.

—Está bien, acéptenlos. No es conveniente que les anuncie mi identidad, pero en el futuro lo sabrán. No hablen de este asunto con otros, podrían provocar un desastre en la línea familiar. —La mirada de Qin Ce era maliciosa. Parecía como si Xiao-Hei, quien era honesto y abierto, nunca hubiese existido.

Zhang Shu Lin palideció del susto, y de inmediato asintió, expresando su disposición a mantener la boca cerrada.

Sin embargo, Zhang Jia Rui adivinó un par de cosas.

—Entonces, ¿el matrimonio con mi hermano mayor aún cuenta? —preguntó con ojos brillantes.

Si esa persona resultara ser Shen Wei Hou Shizi, quien había desaparecido inexplicablemente, la familia Zhang florecería y su carrera se dispararía como un cohete.

Meli
Ese hijo de… No da paso sin huarache

—Naturalmente, no cuenta —negó sin vacilar.

Las expectativas de Zhang Ji Rui se derrumbaron de manera instantánea.

—¿Quién habría pensado que el digno comandante del ejército era un hombre despreciable que retractaba su palabra? —comentó enojado.

—Eres muy inteligente y te gusta presumir de ella. Qué extraño que las personas como tú son siempre las primeras en morir —contestó, inexpresivo—. Yo, Qin Ce, en efecto hice una promesa, pero no pienso arrojar por la borda una vida feliz por una promesa. Hay muchas maneras de repagar la amabilidad, y no es necesario que lo haga con mi cuerpo. Perdí mis recuerdos, no mi cordura. Si son sensatos, aceptarán mi gratitud y este favor quedará saldado. Si no son sensatos, tengo muchas formas de hacerlos entrar en razón.

Por primera vez, Zhang Shu Lin se dio cuenta que la persona frente a él era el intocable Shen Wei Hou Shizi, el comandante del ejército terriblemente poderoso; no el simple y honesto Xiao-Hei. Entonces, impontente, asintió con ojos enrojecidos.

Sin importar cuán resentido se sintiera Zhang Jia Rui, también sabía que un huevo no podía romper una piedra. Por lo que, sin otra opción, dejó ir la riqueza y el honor que estaban a su alcance.

A continuación, Qin Ce se despidió de la familia Zhang y desapareció en la oscuridad de la noche sin llevarse nada con él.

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