Querida “amiga” – Capítulo 40: Yo lo haré

Traducido por Lugiia

Editado por Ayanami


Klaude, obviamente, no podía saber eso, pero debe haber notado algo extraño.

—Los rumores no siempre son ciertos. Supongo que me equivoqué —dijo.

—Bueno, es una verdad a medias. Ya no soy amiga de lady Dorothea —expliqué. Me detuve un momento a pensar, antes de agregar: —Tal vez, soy una dama de honor.

—¿Dama de honor?

—Es personal —dije de inmediato. Cuando miré a Klaude, me ofreció una sonrisa tranquilizadora.

—No tienes que decirme nada si te hace sentir incómoda —dijo.

—¿No te molesta?

—Ahora somos amigos. —Una dulce sonrisa se dibujó en sus labios—. Te escucharé con atención si decides contármelo.

—Entonces… no se lo dirás a nadie más, ¿verdad? —Pregunté.

—Supongo que no sabes cuán cerrada mantengo mi boca. —Me lanzó una mirada, como para decirme que no me preocupara—. Está bien, ya que no tengo ningún amigo.

Titubeé ante sus palabras.

—Ah, eres una excepción, por supuesto —corrigió.

—O-Oh, entiendo —tartamudeé. Me sorprendió su inesperada excusa, pero puse una mirada pensativa. Klaude esperó pacientemente a que yo hablara. Pasó un buen tiempo antes de que finalmente encontrara qué palabras decir—. En realidad…

Terminé contándole todo lo que pasó ayer; empezando por la pelea con Dorothea, la oferta que me hizo su madre, la considerable deuda que teníamos con su familia.

Él escuchó mi historia con atención, tal como lo prometió. Al principio, estaba nerviosa por compartir esta historia con alguien más por primera vez, pero mientras más hablaba, más tranquila me sentía.

—En realidad… traté de no involucrarme con lady Dorothea tanto como fuera posible, pero mi mente se quedó en blanco cuando me enteré de la deuda. Así que pensé: Mi orgullo o el orgullo de mis padres. No tardé mucho en encontrar una respuesta.

—Pero eso no significa que hayas renunciado a tu orgullo. No te preocupes demasiado.

—Creo que… estaba un poco angustiada, porque me sentía como una hipócrita de dos caras. Después de todo, cedí ante el dinero —murmuré.

—Habría tomado la misma decisión aun estando en tu lugar —dijo como para confortarme—. Lo mismo va para cualquier otra persona. No eres tonta por estar angustiada. Espero que no pierdas la cabeza por esto.

—No lo haré. —Sonreí ligeramente, y asentí con la cabeza.

Fue increíble. Solo le estaba contando lo que pasó ayer, pero fue como si me hubieran quitado un peso de los hombros. Pensé que Klaude era solo un compañero de conversación ingenioso, pero también era un excelente consejero.

—Me has hecho sentir mucho mejor. Gracias —dije, agradecida.

—Me alegro de que te haya ayudado un poco.

—¿Qué hay de ti? ¿Tienes alguna preocupación?

—¿Yo? —Preguntó, levantando sus cejas en confusión.

—Sí. Ahora que has escuchado mi historia, creo que es justo que escuche tus preocupaciones —respondí, asintiendo con mi cabeza para alentarlo.

Me miró fijamente y dudó por un momento, antes de responderme.

—Bueno, existe una… —dijo cuidadosamente.

—¿Cuál es?

—De hecho, no lo considero una preocupación. Más bien, me pregunto si es realmente posible.

—¿Qué quieres decir?

—Existe una persona. Llamémosle “A”. —Su voz bajó a un tono tranquilo—. “A” se encuentra con alguien llamado “B” por necesidad. Al principio, pensó que debía usar a “B”, pero gradualmente, su propósito original se desvaneció, y solo disfruta estar con “B”. Sonríe cuando piensa en “B”, y es más feliz cuando se encuentra con “B”.

Lo miré sin responder.

—Y, en algún momento, en lugar de beneficiarse de “B”, sólo quiere entregarle lo que tiene. Todo lo que estaba tratando de lograr a través de “B” ya no importa, y ahora “B” es todo el propósito y la razón de su relación.

Cuando su historia terminó, me miró a los ojos.

—¿Es eso realmente posible? —Preguntó.

—Hmm… —tarareé, pensativa. Nunca antes había tenido este tipo de experiencia, así que es un problema delicado. Sin embargo, pude empatizar con “A” hasta cierto punto. Reflexioné sobre su historia.

—Es posible, ¿no? —Dije, eventualmente.

—¿De verdad?

—Sí, por supuesto —afirmé—. Los pensamientos de uno pueden cambiar después de un encuentro. Mientras “A” sea humano, creo que eso es posible.

—Así que “A” nunca fue inusual.

—Si “B” es lo suficientemente bueno como para cambiar la mente de “A”, entonces, creo que es posible —concluí. Sin embargo, añadí a mis palabras: —No sé si mi respuesta es suficiente. Nunca experimenté ese tipo de cosas.

—También es la primera vez para mí —dijo Klaude.

—¿Perdón?

—Ah, quiero decir que también es la primera vez para “A”. Me equivoqué —aclaró.

Lo miré, escéptica.

—¿La historia que acabas de contar era sobre ti?

—No, de ninguna manera —negó—. No me acerco a las personas con propósitos tan impuros. —Una extraña sonrisa se ensanchó en sus labios—. Se trata de alguien que conocía. Te lo pregunté porque no lo entendía en absoluto.

—Ya veo —dije con un ligero asentimiento, luego agarré la taza de té que dejé sobre la mesa antes. En ese momento, el té estaba demasiado caliente para beberlo, pero ahora había alcanzado una temperatura confortable. Sorbí un poco y estaba a punto de pasar a otro tema de conversación cuando…

Alguien llama a la puerta.

—Es Florinda, mi lady —dijo una voz.

Fruncí el ceño, arrugando mi frente. Fue muy grosero de su parte hacer eso cuando ya tenía una visita aquí.

Me giré hacia la puerta, sintiéndome algo molesta.

—¿Qué sucede?

—Hay una respuesta del Palacio Imperial. ¿La dejo en su habitación?

Dios mío, ¿ya respondió? Me sorprendí, ya que la respuesta llegó más rápido de lo que esperaba. Después de ordenarle a Florinda que dejara la carta en mi habitación, volví mi atención a Klaude.

—¿Recibió una respuesta del Palacio Imperial? —Preguntó en voz baja.

—Ah.

Klaude no lo sabía. Me pregunto si debería hablar con él sobre esto. La última vez que vi a los dos jóvenes juntos, no parecían llevarse muy bien…

Después de considerarlo, decidí explicar la situación lo más concisamente posible.

—Deseaba visitar a Su Alteza para darle las gracias, ya que vino a visitarme personalmente y, en ese momento, me dio unas hojas de té.

En su rostro, se mostraba que no tenía intenciones de responder.

—¿Duque? —Pregunté, sintiéndome intranquila por el silencio.

—Ah… —Por un momento, la mirada de Klaude parecía perdida, pero luego sonrió radiantemente y habló como si nada hubiera pasado—. Lo siento, lady Mariestella. No dormí muy bien anoche, y estoy un poco cansado.

—Ah, entiendo.

—Pero… ¿Necesitas ir al palacio para eso?

—Hmm… —Ya esperaba su respuesta negativa, y hablé tan delicadamente como pude—. Creo que es una cuestión de cortesía. Y, en realidad, tengo que pedirle un favor a él…

—Yo lo haré —interrumpió.

Pestañeé, confundida.

—¿Perdón…?

—Sea lo que sea, lo haré, lady Mariestella —afirmó.

—No. No es un favor que usted pueda hacer…

—Imposible no existe en mi diccionario. Sea lo que sea, sólo dímelo.

Al final, decidí ser directa.

—¿De verdad no quieres que vaya al Palacio Imperial?

Vaciló ante mi pregunta, pero después de un momento, asintió con firmeza.

—Realmente, no me gusta la idea.

—¿Por qué?

—Como sabes, no me gusta el Príncipe Heredero. Es muy frío. No sé por qué se acercaría a ti, pero no es bueno acercarse a él. Me temo que sólo te hará daño.

Esa era una crítica muy dura. ¿Cuánta gente en el mundo podría condenar a alguien de tan alta jerarquía como el príncipe heredero?

Cuando lo pensé de esa manera, los dos tenían que ser bastante cercanos.

—Si no fuera por su título como Príncipe Heredero, estaría encarcelado —continuó Klaude.

O tal vez me equivoqué al pensar de esa manera…

—No vayas —dijo en forma de advertencia—. No sé lo que es, pero lo que sea que necesites, lo haré.

Negué con la cabeza.

—Aunque tengas razón, no creo que eso sea apropiado. Además, necesito enviar una respuesta… —Mi frente se arrugó por la preocupación, pero de repente tuve una idea—. Esto es lo que haré. Si la respuesta es una negativa, entonces, no volveré a enviarle nuevamente un mensaje al Príncipe Heredero. Sin embargo, si no lo es, no puedo decir que no.

Al ver que no respondía, pregunté.

—Comprende mi situación, ¿no es así, Su Gracia?

—Sí… Lady Mariestella —dijo, pero la expresión amarga permaneció en su rostro—. Sólo pensaba en mí mismo. Ignoré su punto de vista y terminé forzando mi opinión. Pido disculpas por mi falta de respeto, lady Mariestella.

—No necesita disculparse, Su Gracia. No creo que lo hiciera con malas intenciones.

No es como si no entendiera sus motivos. También me sentiría mal si mi amigo se encontrara con alguien que no me agrada.

5 respuestas a “Querida “amiga” – Capítulo 40: Yo lo haré”

  1. XD ay amiga con esas indirectas tan diretas y no cae en cuenta XD! me da curiosidad que pasó con el principe y el duque bello? le ayudara el papucho con cash?

    mil gracias <3

Responder a yeyix Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido