Reina Villana – Capítulo 20: Entre la razón y el deseo

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


—Mhm…

Un gemido escapó de los labios de Eugene, durante el calor del momento. Con los ojos firmemente cerrados, una sensación extraña se extendió lentamente desde la punta de los dedos de sus pies hasta el resto de su cuerpo. La cálida lengua de Kasser sondeó su boca, profundizando aún más en su interior, ella se retorció debajo de él.

A pesar de ser codicioso por sus labios, Kasser reunió la fuerza de voluntad para ceder sus ataques en su boca y se apartó. Lanzó una mirada a su estado actual, sus ojos ardieron ante la vista ante él.

Sus labios húmedos, se separaron suavemente y sus mejillas enrojecidas la hicieron parecer muy seductora…descubrió que no podía quitarle los ojos de encima. Pero, aún más, estaba profundamente desconcertado por estas circunstancias imprevistas. Cuando llegó la noche, no esperaba que ocurriera nada fuera de lo común.

Sin embargo, en este punto, ya era demasiado tarde para detenerse. Se había excitado al punto de que la parte inferior de su cuerpo se había tensando bajo sus pantalones, deseando liberarse de su prisión.

Una extraña sensación de crisis, como una tormenta, destrozó su razón. Sólo podía preguntarse de dónde surgió esta intensa oleada de pasión por la reina.

Al final, su deseo triunfó sobre la razón. Su mente se negaba a pensar en otra cosa que no fuera tener a esta mujer en sus manos…para reclamarla como suya.

Bajó la cabeza y presionó sus labios sobre los de ella nuevamente. Sus manos acariciaron la piel suave, como si tuvieran mente propia. De sus labios, Kasser comenzó a plantar besos en su mejilla y luego capturó los lóbulos de sus orejas suavemente, entre sus dientes.

Luego, su boca se movió más abajo para seguir repartiendo besos calientes por su cuello. Notó que cada vez que sus labios tocaban su piel, ella temblaba. Sus acciones hicieron que Eugene lanzará otro gemido, tal respuesta, naturalmente, aumentó el calor que provenía de su interior.

—Ja, debo estar volviéndome loco —fue el único pensamiento concreto de Kasser, en este momento.

Suave y cariñosamente. 

Si se rendía a su deseo carnal, la reina, definitivamente, no le permitiría tocarla por segunda vez. Debía ser gentil y cariñoso. Sus palabras, de hace un momento, todavía sonaban alto y claro en su mente. Pero, él estaba dividido entre su mayor deseo y consentir sus deseos.

Cuando lo recordó, se dio cuenta de que la reina no había cambiado por completo. ¡Como se esperaba, ella todavía hace demandas difíciles! Kasser no sabía cómo ser suave y afectuoso, nunca fue amable.

Si él siguiera su propio deseo, ya le habría abierto las piernas y se habría enterrado profundamente dentro de ella de inmediato. Sin embargo, reconociendo sus demandas, calmó su sed y se movió lentamente con todas sus fuerzas.

Su gran mano, fue debajo de su vestido, para agarrar sus suaves montículos. Con solo una ligera presión, acarició sus senos suavemente, las puntas se endurecieron por el contacto. Su piel suave contra su mano callosa le brindó un contraste maravilloso.

Las ropas que le separaban, ahora, le parecían engorrosas e impacientemente desabrochó la cuerda en su pecho. La correa, atada a una tela delgada, se soltó de repente y expuso la piel oculta. Respiró, encontrándose congelado, momentáneamente, al ver debajo de él.

Pero, entonces, su impulso se hizo cargo y bajó la cabeza. Lentamente, casi como una prueba, besó las suaves montañas que se elevaban ante él y enterró la nariz, respirando el aroma de ella. Sorprendida por la repentina sensación, Eugene, inconscientemente, arqueó la espalda. Pero, no se detuvo allí, él rodó sus puntas endurecidas alrededor de la punta de su lengua, evocando otro gemido de ella.

—Haah…

Al principio, había un poco de vacilación en sus acciones. Pero entonces, las caricias de Kasser comenzaron a intensificarse con cada segundo. Tomó sus puntas humedecidas entre sus dientes y las mordió suavemente. Finalmente, su cabeza se inclinó más profundamente cuando tomó uno de sus pezones y chupó implacablemente.

— ¡Ah! —Eugene gritó debajo de él. Sintió como si estuviera ardiendo, como si un tarro de miel caliente se vertiera sobre ella, su cuerpo no pudo evitar calentarse en anticipación al contacto. El sonido de su boca contra su pecho se mezcló con sus temblores y suaves gemidos. Eugene, de repente, se sintió avergonzada por la inmoralidad de todo, y su rostro ardió aún más.

Sus manos rozaron cada parte de su piel. Sintió que sus palmas se deslizaban por su cintura y se deleitó con la sensación exótica de la piel dura y áspera de un hombre contra su propia piel suave.

Sintió que el calor se acumulaba entre sus piernas, con inconfundible urgencia. Si la toca ahora, descubriría que ella ya está mojada.

Varias veces, Kasser pensó que había alcanzado su límite. Sin embargo, se contuvo, dándose cuenta de que no quería apresurar su momento exquisito. Estaba realmente absorto en el acto de adorar lentamente su cuerpo y, está dispuesto a posponer el placer esperado de una solución rápida.

Sus montículos, ahora, estaban húmedos bajo sus ataques y sus suaves gemidos se mezclaron con los suyos, apenas ocultos. Su mano se deslizó sobre su palma, una acción sorprendente que sacudió su ser. Incluso la leve provocación, lo llevó a un estado de excitación extrema.

Una emoción desconocida surgió de él, por la mujer que yace sin aliento debajo de él. Quería profundizar más, aún más dentro en su ser.

Sus ojos se clavaron en sus ojos apenas abiertos, quería que sus caricias fueran más allá, bajando, recorriendo suavemente los muslos internos de Eugene. Él, colocó las rodillas entre las de ella, separó las piernas y ella abrió los ojos de repente, para mirarlo como un ciervo asustado. Sus labios se estiraron hacia arriba con diversión, sintiendo su vergüenza. Después de que fue posicionada de esta manera, sus manos comenzaron a moverse hacia la parte inferior de su abdomen y debajo de la endeble ropa interior.

— ¡Espera, espera!

Eugene trató de apartarlo. Pero no fue suficiente para evitar que sus dedos se metieran debajo de su ropa interior empapada. Sus dedos frotaron tentadoramente sus pétalos mojados de arriba abajo, Eugene sintió que su resolución y sus rodillas se debilitaban. Sus firmes dedos se derritieron contra su piel caliente y su rostro solo podía arder aún más.

Por la vergüenza o la sensación de felicidad, ella estaba muy indecisa.

—Esto, es…

— ¿Qué es?

Sus palabras murieron en su garganta, cuando se enfrentó a la mirada penetrante de Kasser, como la de un halcón que ha identificado a su presa, pero esta, se encuentra lejos de las miradas intimidantes o frías que una vez intercambiaron, sino una ardiente. Una que expresa el devorarla.

Se mordió el labio y giró la cabeza hacia un lado para escapar de su mirada. Sin embargo, no podía escapar del placer que se apoderaba de cada rincón de su cuerpo. Ante el toque de Kasser, se le erizó la piel, como si fuera una gallina. Su temperatura corporal aumentó gradualmente, con un deseo palpable.

Cuando Kasser sintió que su calor se filtraba entre sus dedos, se dio cuenta de lo mucho que la había estimulado. Sin embargo, ante su repentina resistencia, se encontró incapaz de expresar sus sentimientos encontrados.

— ¿Cambiaste de opinión? —Habló en voz baja y tensa.

— ¡Ah!

Los dedos, largos y firmes, que solo la tocaban desde el exterior, de repente, se hundieron profundamente en su parte más secreta, como si la desafiara a rechazar sus atenciones…mientras tanto, él mordió su mandíbula suavemente y le lamió el lóbulo de la oreja para estimularla aún más.

— ¿No quieres esto?

Ante la brusca intrusión, Eugene sacudió la cabeza de lado a lado. Ella no lo odiaba. Es solo que los cambios que provoca en su cuerpo…la avergonzaron profundamente.

Su dedo, que entraba y salía de ella, se apretó contra su centro, estirando sus paredes calientes, preparándola para lo que vendrá. Su cara ardió al escuchar los sonidos húmedos que se hicieron cada vez más fuertes en la cámara, su región inferior se vuelve resbaladiza por segundos.

Solo podía cerrar los ojos con fuerza y agarrar las sábanas con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. Se sintió avergonzada de que su cuerpo parece darle la bienvenida con entusiasmo.

—Bien.

Se sintió aliviado de todo corazón. Por un momento, pensó que ella le rogaría que se detuviera, lo que era una tarea imposible para él.

Sus dedos se deslizaron fuera de su interior, pero, en el momento siguiente, los insertó más profundo. Un cosquilleo agradable surgió dentro de ella, haciéndola sacudirse ante la inundación de euforia.

Se sentía caliente y húmeda por todas partes. La inminente idea de ser penetrada le dio miedo. Aun así, ella era demasiado estrecha, no podía imaginar cómo él podría entrar en ella.

—Ah…

Eugene gimió de manera intermitente, palpando su fuerte brazo a un lado de su cara en busca de apoyo. La sensación que comenzó en la parte inferior de su abdomen aumentó gradualmente, como si subiera las escaleras. Su cabeza daba vueltas, mientras se deleitaba en la marea del deseo.

De repente, el objeto en su interior se volvió más grueso… ¡Eugene gritó de dolor! Se sintió rígida momentáneamente, y su respiración fue más aguda.

—Duele…

Kasser quedó perplejo por un momento. Pero, al ver su rostro descontento, la comprensión le llegó de golpe.

— ¿Pero, cómo? Solo puse dos dedos en ella…

— ¿Me estás tomando el pelo?

Ella sacudió su cabeza.

—Esto no debería doler. Algo mucho más grande que esto entrara aquí —Él gruñó.

Sorprendida por su contundente comentario, Eugene presionó sus labios y solo asintió. Al mismo tiempo, Kasser se volvió más persistente en sus acciones: sus dedos comenzaron a moverse más, con más rapidez y fuerza.

La extraña incomodidad se convirtió, gradualmente, en una sensación diferente.

Abrió sus piernas inconscientemente. Cuando un sentimiento indescriptible se apoderó de su cuerpo, Eugene, ni siquiera se dio cuenta de que su ropa interior ya había sido retirada por las hábiles manos de Kasser. Sin embargo, ya no sintió vergüenza, en cambio, se concentró en la búsqueda del placer.

—Uhhhh…

Una oleada de emoción comenzó a seguir su curso dentro de ella. La euforia, que comenzó en la parte inferior del abdomen, se extendió rápidamente por todo su cuerpo. Su cabeza se inclinó un poco, cuando un gemido salió de su garganta.

Completa y segura, nunca se sintió tan desenfrenada como ahora. Sin embargo, el breve momento de dicha pasó, cuando Kasser retiró sus dedos. Su interior se crispó ante la pérdida de contacto, sorprendentemente, se sintió vacía.

Después de la tormenta, sus sentidos se embotaron. Cerró los ojos y respiró hondo, calmando los temblores que quedaban; la sensación persistente continuaba erosionándola.

Entonces, escuchó susurros de ropa…

Kasser se quitó la ropa de dormir. Mientras lo hacía, él observó su desnudez expuesta ante él y solo para él. Luego, se acomodó entre sus piernas, sus brazos, agarró sus suaves muslos no tan gentilmente como él quería.

Cuando Eugene sintió que sus piernas se abrían por la fuerza, sus ojos se abrieron de golpe y su pecho desnudo la saludó. Se le cortó la respiración.

Realmente, es inadecuado describir el cuerpo de un hombre como bonito.

Sus músculos firmes y delgados, están densamente formados. Eugene, de repente, tuvo el deseo de acariciar cada músculo con la punta de sus dedos. Parecía fuerte, pero esto no debería ser una sorpresa. Después de todo, los seis reyes de Mahar son los más fuertes de este mundo.

Kasser era muy consciente de los ojos llenos de asombro que lo miraban. Era tan transparente en su adoración, su boca formó una o; parecida al de un pez globo, casi emite una carcajada, pero no podía reírse, en este momento, no podía aguantar más. Estaba a punto de estallar, su miembro, que está cerca de su parte más secreta, le dolía terriblemente.

Con una mano, levantó una pierna y puso una mano al lado de su cabeza. Él bajó la cabeza y capturó sus labios, empujando su lengua intrusivamente.

Desconcertada por el gesto brusco, Eugene reaccionó rápidamente con un jadeo que le dio más acceso a su boca. Y, con movimientos deliberados, lentamente, frotó su fuego, completamente erguido, contra su pequeño agujero…

Él, retiró su lengua y la miró a los ojos.

Eugene sintió un extraño impulso cuando lo miró a los ojos. Él, presionó su cintura y empujó su virilidad, penetrándola.

—Ah… —Emitió un sonido tan fuerte, que ella misma se sorprendió al escucharlo, Eugene tembló ligeramente de vergüenza.

Aunque no tenía experiencia, escuchó muchas cosas sobre este momento íntimo. Ahora, su primera experiencia estaba siendo realmente dolorosa, por lo que no pudo evitar sentirse nerviosa. Pero, ella se sacudió esta cautela y se permitió relajarse un poco. Después de todo, si es realmente doloroso, la gente no lo haría.

— ¡Ah! —Cuando Kasser se hundió más, Eugene sintió un dolor que era casi insoportable.

—Duele. En verdad duele.

Sintió como sus caderas fueron forzadas a abrirse por una gran cuña que penetraba su cuerpo. Se volvió cada vez más doloroso, a medida que Kasser seguía cavando sin cesar. Sus ojos, se llenaron de lágrimas. Cuando parpadeó, las lágrimas cayeron a un lado de su cara.

Para calmarla, besos cortos aterrizaron en sus labios, mejillas y nariz.

Con un sudor frío en la espalda, Kasser entró lentamente, esperando que ella se acostumbrara. Las paredes internas, eran demasiado estrechas para él. Pero, la sensación de tocarla por dentro, era increíblemente placentera.

Se las arregló para resistir el impulso de empujar todo el camino. Con gran fuerza de voluntad, se detuvo a mitad de camino. Ir demasiado profundo en una mujer, la primera vez, podría doler

—Anika —La besó en los labios temblorosos y la nariz respingona.

—No me llames así.

— ¿Qué? —Pregunto sin entender.

8 respuestas a “Reina Villana – Capítulo 20: Entre la razón y el deseo”

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