Traducido por Dimah
Editado por Ayanami
De hecho, han pasado varios días desde que se dio cuenta de que el hombre que tenía delante y el protagonista masculino que ella escribió tenían algunas diferencias en la personalidad, pero recién ahora lo ve como una persona completamente opuesta.
Ella era la creadora de este mundo. Esta es su historia, y por mucho que le gustaría pensar que las personas en la historia, especialmente el rey, no serían capaces de hacer cosas para las que ella nunca les había dado la capacidad de hacer, sigue sorprendiéndose a cada paso.
Ya no los veía solo como sus personajes, sino en un sentido más realista. Cuanto más tiempo pasaba a solas con él, más inquieta se ponía.
Esta sí que era la realidad, su realidad.
—Respondiendo a tu pregunta, sí, es una formalidad habitual. —Kasser finalmente respondió.
—¿No es un poco excesivo? —Eugene preguntó —Es solo un malestar estomacal. —señaló, y Kasser negó con la cabeza.
—Es la primera vez que se necesita un médico.
—¿Entonces, no habrías dado órdenes para revisar al personal de la cocina y revisar los ingredientes si hubiera estado enferma con frecuencia?
—Probablemente no.
Jin debe haber sido bastante saludable para una mujer que no hacía mucho ejercicio, pensó, pero sabía que ese no era el caso en cuanto a su salud mental se refiere. Ninguna mentalidad sana le habría dado a una mujer la ambición de conquistar el mundo.
Un cuerpo sano y una mente fuerte. Ser un villano no es realmente fácil. Eugene casi se rió ante la tonta idea.
—Probablemente, debería tener hábitos más saludables entonces, —bromeó Eugene, —no quiero molestar a todos otra vez, —dijo en un tono ligero.
Aparentemente, esa no era la respuesta correcta.
—Esto no es un asunto de broma. —Kasser la regañó levemente, Eugene pareció desconcertada antes de apartar la mirada y ver hacia abajo avergonzada. Ella sintió palpitar su corazón. No había tenido la intención de hacer pensar que estaba ignorando sus preocupaciones.
El rostro de Kasser se suavizó. Él tomó su mano y, en un tono suave, dijo: —Si no puedes hablar con Marianne sobre algo, no dudes en preguntarme, —Eugene finalmente levantó la vista de sus cavilaciones y percibió un sentimiento extraño en su estómago.
No quería decepcionarlo, perder su favor. En este punto, ella deseaba estar de su lado bueno para asegurar su supervivencia, pero las cosas eran mucho más complicadas de lo que pensó originalmente.
La piel contra sus palmas se sentía caliente, pero reconfortante.
Ella sabe que no puede contarle lo que vio en su sueño, él no lo entendería. Y por mucho que quisiera sacarle las respuestas a Jin, casi se había retirado de su mente, dejando solo su cuerpo con Eugene dentro.
—Si no es mucha molestia, me gustaría volver a la ciudad, ya que no pude echar un buen vistazo, —dijo Eugene, humedeciendo sus labios. —También me gustaría que solo Sven me acompañara esta vez. —Se preguntó si se había excedido en sus límites. Kasser parecía estar pensándolo un poco antes de asentir.
Sven era un buen, leal y fuerte soldado. Hizo lo que se le ordenó con pocas quejas, fue disciplinado y entrenado a la perfección. Sabiendo esto, debe ser la razón principal por la que Verus lo usó para vigilar de cerca lo que sucede en el palacio, y espiar a la Reina.
—Sin embargo, un guardia no es suficiente, —le dijo a Eugene, y ella asintió.
—Sí, lo sé. —Eugene dijo. —Es por eso que puedes decirle que reúna a un pequeño grupo de guardias para que nos acompañen, no protestaré. —Ella manifestó: —No conozco a ningún otro soldado aparte de él, por lo que sería el mejor curso de acción.
Kasser ladeó la cabeza, observando el repentino cambio de opinión. Antes había sido tan inflexible con que no necesitaba guardias, llegando incluso a insistir en que solo necesitarían uno.
—Necesitarás al menos cinco, —añadió, y Eugene asintió obedientemente.
—Por supuesto. —Sonrió Eugene.
—¿Por qué el repentino cambio? —Kasser le preguntó, su confusión se incrementó.
—No es que haya cambiado de opinión, —corrigió Eugene rápidamente, —es solo que, ahora que fui, me di cuenta de que tenías razón, —dijo.
Eugene sabe ahora que fue infantil de su parte pensar que estaría bien ir a la ciudad sin vigilancia. Fue un error de novata. Ahora no solo era Eugene, sino Jin Anika, la esposa del Rey del Desierto, Kasser.
No podía ir a ninguna parte sin una escolta. Especialmente no en el período activo, y con los Larks, que podrían atacar en cualquier momento. Era hora de ponerse seria, no podía permanecer en su mentalidad de civil.
Era hora de ser y comportarse como la reina.
♦ ♦ ♦
Cuando Kasser finalmente salió de los aposentos de la reina, se llevó las manos a la barbilla y acarició su ligera barba. Se quedó allí durante algún tiempo, sumido en sus pensamientos.
No era la primera vez que esto sucedía. No era la primera vez que Jin se retractaba de sus opiniones y ofrecía un compromiso como forma indirecta de disculpa. Al igual que aquella vez cuando se produjo un desacuerdo con Marianne sobre el castigo de un sirviente.
Sabe cómo retirarse, y dejar que surjan mejores soluciones en lugar de la que ella quiere.
Pero este no fue un tipo de cesión forzosa, no. Esto se derivó principalmente de comprender cuán defectuosa era su forma de pensar. Lo cual mostró una gran madurez al retroceder.
Anteriormente, nunca se había sentido tan alegre con cada acuerdo al que habían llegado. Fue algo agradable.
Siendo honesto, Disfrutó bastante de la discusión que tuvieron de ida y vuelta sobre los guardias. Era algo trivial; y a él realmente no le había importado quién ganaría el debate, por lo que simplemente continuó hablando con ella. La encontraba divertida, más aún cuando estaba nerviosa, como un niño haciendo una rabieta.
No podía esperar hasta su próxima discusión. Sería divertido ver a su esposa enfadarse.