Sentido Común de una Casa Guerrera – Capítulo 113: Una escena en la alta sociedad

Traducido por Lugiia

Editado por Sakuya


Por fin, ha llegado el día en que los archiduques del Principado de Rinmel vendrán a visitar el reino de Tasmeria.

Mientras que todo el reino se sentía listo para darles la bienvenida, el interior del palacio se sentía más tenso que nunca.

Como se esperaba de una academia para la nobleza, también daban vacaciones para ocasiones especiales como esta.

Usando el vestido que le pedí a la señora Créjour que me confeccionara, me dirigí al salón con Louis.

Era un vestido blanco con escote y pliegues de color amarillo pálido que se dejaban caer sobre mis hombros. Los pliegues estaban bordados con gemas, y tanto ellos como el vestido estaban envueltos en un elegante encaje con un nivel de detalle nunca antes visto en sus costuras.

La parte de atrás de la falda estaba abultada con un cojín de tela que era fácil de desmontar.

Cerca de mi pecho había un encaje con perlas alrededor de un metal en forma de V, formando la parte superior de mi escote.

Para complementar mi apariencia, un juego de pendientes de perlas y un brazalete envuelto en capas de perlas alrededor de mi muñeca.

Todos estos accesorios fueron regalos de Louis.

Él también llevaba una corbata del mismo amarillo pálido de mis pliegues. Caminando sujeta a su brazo, llegamos al recibidor del salón, que era considerado el más espacioso del castillo.

Aquellos de estatus menor ingresaban primero, así que cuando llegó nuestro turno de entrar, el lugar estaba casi repleto con todos los invitados.

Aunque Louis aún no había heredado su título, ya se había decidido que él sería el próximo duque Armelia, así que no hubo problemas al entrar en el salón.

Varios candelabros extravagantes colgaban del techo, iluminando el hermoso piso de madera pulida, así como varios pilares de mármol se alineaban a intervalos fijos a lo largo del salón.

Como si fuera un concurso de belleza, las damas llevaban magníficos vestidos. Los caballeros, en cambio, tenían una leve sonrisa en sus rostros, haciéndolos ver más inalcanzables de lo usual.

Aunque había visto esta escena innumerables veces, siempre la contemplaba con detalle.

De repente, la música se detuvo.

—Su Majestad, la reina y el príncipe Edgar, están entrando al salón —exclamó un hombre y todos bajaron la cabeza.

Entonces, en el estrado que estaba en la parte posterior del salón, aparecieron la reina Ailea y el príncipe Edgar.

Cuando los dos terminaron de sentarse en el trono, todos elevaron sus cabezas.

Y entonces, una vez más, el hombre, que acababa de declarar la llegada de la familia real, volvió a captar la atención de todos los presentes.

—Su Excelencia, el duque Chester Crow, proveniente del Principado de Rinmel, está entrando al salón.

Todos le dieron la bienvenida al hombre con aplausos.

La puerta se abrió y un hombre delgado entró al salón.

—Su Excelencia, el duque Dennis Baskar, así como su hijo, el joven Corin Baskar, ambos provenientes del Principado de Rinmel, están entrando al salón.

El hombre tenía un cuerpo robusto, pero, en lugar de ser músculo a causa de entrenar, daba la impresión de ser una persona de huesos grandes.

Caminando a su lado, su hijo parecía dar la misma impresión que su padre.

—Su Excelencia, el duque Bruno Ferring, así como su esposa, la señora Kelly Ferring, ambos provenientes del Principado de Rinmel, están entrando al salón.

Un hombre de apariencia intelectual con anteojos y una mujer con un aura gentil, entraron por la puerta.

—Su Excelencia, el duque Curtis Sligar, así como su hijo, el joven Miles Sligar, ambos provenientes del Principado de Rinmel, están entrando al salón.

Si recuerdo bien, la casa ducal Sligar debería tener dos hijos… Siendo el joven Miles el menor.

¿No pudo venir el hijo mayor, el joven Cordis? Después de haber obtenido de Louis información previa sobre ellos, quería conocer a todos los miembros de la casa ducal Sligar…

Cuando observo cuidadosamente al duque Sligar, su mirada penetrante que se asomaba a través de su cabello negro azabache, envió un escalofrío a lo largo de mi espalda.

—Su Excelencia, el duque Maurice Grindal, así como su esposa, la señora Linette Grindal, ambos provenientes del Principado de Rinmel, están entrando al salón.

El último en entrar fue un hombre que su ropa no podía esconder por completo sus músculos.

Juzgando no sólo por su complexión corporal, sino también por sus movimientos meticulosos, pude suponer que sería un fuerte oponente en el campo de batalla.

El delgado cuerpo de la señora Linette se destacaba aún más en contraste con su esposo Maurice, haciéndome pensar que se rompería con solo tocarla.

Los cinco archiduques se turnaron para intercambiar apretones de manos con la familia real.

Ante tal escena, Louis dejó escapar un ligero suspiro.

Estoy segura de que se siente aliviado por haber llegado finalmente a este momento…

Cuando terminaron, la música comenzó a sonar, y las parejas comenzaron a dirigirse al centro del salón.

Louis y yo no fuimos la excepción. Siendo escoltada por él, llegamos al centro y comenzamos a bailar.

—Realmente has mejorado…

Las palabras que susurró en mi oído causaron que las comisuras de mis labios se levantaran involuntariamente.

—Me alegro de escuchar eso, Louis.

Y entonces, cuando la canción terminó, me separé de él.

—¿Le gustaría bailar conmigo?

La mano extendida ante mí pertenecía al joven Corin Baskar.

—Sería un honor, joven Corin.

Tomo su mano y, una vez más, comienzo a bailar.

—El reino de Tasmeria está lleno de jóvenes hermosas… Sin embargo, entre ellas, su belleza es descomunal. Me alegro de haber visitado su país.

—Oh, Dios, qué halagador. Aunque el encanto de una flor varía según el país, me alegra saber que a usted, joven Corin, parecen gustarle también nuestras flores.

Decidí dejar a un lado su comentario sobre mí y, en su lugar, le agradecí por sus elogios a las mujeres del reino de Tasmeria.

Intenté no percibirla, pero la avaricia que emanaba su mirada me dio escalofríos.

Aunque lo único que podía pensar era cuánto le quedaba a la pieza para que terminara, nunca dejé de mostrar una sonrisa en mi rostro.

Cuando terminamos, bailé con mi siguiente pareja de baile.

El joven Miles Sligar.

Él bailaba de forma bastante desinteresada, y era evidente que solo pensaba en bailar lo suficiente como para no parecer descortés.

Aun así, este tipo era mucho mejor que el joven Corin.

De repente, miré en dirección al príncipe Edgar.

Antes, había sido atrapado por la señorita Elia para que bailara con ella. Ahora, estaba bailando con Sharia.

Espera… ¡¿Sharia?!

No pude ocultar mi sorpresa y, mientras tenía mucho cuidado de no parecer descortés ante mi pareja de baile, no pude evitar mirar en dirección a Sharia.

¿Por qué razón el príncipe le pediría un baile a Sharia?

Sharia no tenía ninguna conexión política. Además, esta era una fiesta oficial, con menos razón debería estar bailando con ella…

Sharia también tenía una ligera expresión de desconcierto y, al otro lado del salón, pude ver a la señorita Elia mirándolos con una mirada lo suficientemente aguda como para hacerme sentir miedo.

El baile con el joven Miles terminó, y me excusé temporalmente de la pista de baile.

Luego, me encontré con Louis y empezamos saludar juntos a los invitados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido