Sentido Común de una Casa Guerrera – Capítulo 53: Decepción

Traducido por Lugiia

Editado por Sakuya


El entrenamiento termina, y después de limpiar las espadas usadas en el entrenamiento, me dirijo al pozo de agua para poder al menos limpiarme rápidamente mi rostro con un trapo húmedo.

En el camino, desafortunadamente, me topo con un pequeño grupo de dos o tres caballeros. Entre su grupo está Donaldy.

Aunque su número es pequeño… no cambia el hecho de que esta situación es desagradable.

Aún más con Donaldy ahí.

Pensando que es problemático, comienzo a dar la vuelta. Justo en ese momento…

— ¡Por tu culpa…!

Una voz temblorosa, impregnada de una emoción negativa similar al odio, se dirige hacia mí.

No hay manera de que pueda olvidar una voz que he oído recientemente de cerca… pronto supe quién de los tres había hablado.

—Oye…

Una persona entre los caballeros le pide que se detenga, pero Donaldy no lo hace.

— ¡Por tu culpa…! ¡Mi honor fue completamente arruinado!

Siento una sensación de peligro debido a su preocupante expresión agresiva, y me preparo para poder sacar mi espada en cualquier momento.

Sin embargo, pronto los otros dos lo detienen fuertemente cuando intenta acercarse.

— ¡Detente, Donaldy!

— ¡Déjenme ir!

Tal vez, su ira se agita aún más al ser sujetado por los otros dos mientras me mira.

—Por favor, no intentes culpar a los demás. Este es simplemente el resultado de burlarte de mí mientras luchabas… no, para empezar, es como dijo el General, es porque solicitaste entrenar en una condición tan descuidada que este resultado ocurrió.

La razón por la que no puedo ser honestamente feliz al haber ganado el combate contra Donaldy es eso, me doy cuenta mientras digo esas palabras.

Como él era antes, hacía que mi corazón bailara mientras luchábamos. No pretendo justificar su derrota, pero esos movimientos me enseñaron bastante. Sin embargo, hoy no pude sentir nada durante el combate con él.

Con el transcurso del tiempo, siento que, tal vez, su poder se ha fortalecido un poco en comparación con lo que recuerdo, pero… eso es todo.

Esos movimientos, que no podía imaginarme viniendo de esa persona que había estado entrenando seriamente en el momento de nuestra primera batalla, causaron que mi entusiasmo se marchitara.

Al mismo tiempo, me sentí decepcionada. Ya que había estado anticipando un combate contra él después de que se había hecho más fuerte.

A mis palabras, se resiste aún más. Las otras dos personas también parecen estar sujetándolo desesperadamente.

—A pesar de que eres una mujer… ¡¿Qué lograrás entrenando de todos modos?!

Incluso mientras está siendo retenido, continúa insultándome.

Mi refutación, hace un momento, fue como verter aceite en su llama, así que se podría decir que estoy cosechando lo que he sembrado.

—En cualquier caso, sólo estás jugando, ¿verdad? Eres un monstruo…

—No estoy jugando. Si eventualmente soy revocada de mi rol de escolta y de doble, planeo entrar al Ejército y usar este cuerpo para proteger a todos. Es por eso que no hay manera de que aparezca en el entrenamiento sólo para divertirme.

En el momento en que refuto sus palabras, Donaldy comienza a reírse fuertemente a carcajadas.

Su sádica risa, llena de desdén, me hace fruncir las cejas involuntariamente.

En ese momento sentí que, aunque me quedara más tiempo por aquí, sería simplemente desagradable, y por ello comienzo a caminar de nuevo.

—Jajaja. ¡Qué risa…! ¡¿entrarás en el Ejército?! Aun cuando no puedes entrar en el ejército con el cuerpo de una mujer, ¡¿qué clase de ilusión es esa?!

Mis piernas se detienen por reflejo ante las palabras que escupe.

¿Las mujeres no pueden entrar en el Ejército…?

¿Qué está diciendo? Comienzo a preguntarme…

— ¡Estás persiguiendo un sueño que no puedes cumplir y estás haciendo un esfuerzo inútil! A pesar de eso, para que yo reciba ese tipo de trato por tu culpa… ¡No me jodas! ¡Eres un monstruo! ¡No vuelvas a asistir al entrenamiento de Gazelle-sama otra vez!

Mientras los otros dos caballeros lo arrastran, él vomita esas palabras como un comentario de despedida.

Me quedo aturdida e inmóvil, como si los estuviera despidiendo.

Tan solo… ¿Qué dijo?

Mentira, mentira, mentira…

Porque Kuroitsu conocía mi sueño y dijo que me animaría… Estoy segura que eso es una mentira que soltó desesperadamente por venganza.

De lo contrario, tal como dijo, ¡¿con qué propósito he seguido aprendiendo a usar la espada…?!

Aunque trato de convencerme de esa manera en mi cabeza, no puedo quitarme tan fácilmente la semilla de la duda que ha plantado en mí.

Estimulada por ese sentimiento sombrío, comienzo a correr para encontrar a Kuroitsu.

—Oh, Mel. ¿Qué sucede? Pareces estar en un apuro…

Cuando corro hacia el campo de práctica, rápidamente me las arreglo para encontrar a Kuroitsu.

— ¡Ah, wow!

Después de encontrarlo, inmediatamente salto hacia él.

— ¿Q-Qué sucede? Para saludarme de forma tan apasionada…

—Es mentira, ¡¿verdad?! —grito, interrumpiendo sus palabras. —Es una mentira que las mujeres no pueden entrar en el Ejército, ¡¿verdad?! Kuroitsu, dijiste que me animarías, ¡¿verdad?!

A mis palabras, su atmósfera despreocupada se desvanece… su expresión se deforma, luciendo como si estuviera soportando su lástima por algo.

—Lo lamento…

Aunque no quiera aceptarlo, la disculpa de Kuroitsu me obliga a entenderlo.

Las palabras de Donaldy no fueron… para nada, una mentira dicha por desesperación.

— ¡¿Por qué…?!

—Estabas tan obsesionada con la venganza hasta el punto de estar dispuesta a arriesgar tu propia vida… y justo cuando finalmente me contaste algunos de tus sueños genuinos para el futuro… no pude decirte que era imposible. Incluso sentí que mientras estuvieras mirando hacia adelante y enfrentando el futuro, estaría bien. Aunque sabía que sería mejor si te decía la verdad antes, fui demasiado cobarde y no pude decirlo.

¡Eso está mal…!

No quiero escuchar algo así…

— ¿Por qué…? ¡¿Por qué las mujeres no pueden entrar en el Ejército…?!

Kuroitsu no puede responder a mi pregunta. Más bien, podría ser que no hubiera respuesta.

Es como si mi destino comenzara a oscurecerse… es lo que pienso, mientras veo su borrosa expresión de arrepentimiento.

Sin embargo, ahora mismo no puedo admitir eso calmadamente.

— ¡Ah, Mel…!

Mientras lo escucho llamarme a mis espaldas, salgo corriendo de la mansión.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido