Solo soy la hija “normal” de un duque – Capítulo 47: Tengo una hija ☆

Traducido por Lugiia

Editado por Yonile


Cuando regresamos a la aldea de los Elfos, los encuentro a todos celebrando un festival.

¿Cómo pudo suceder esto en tan poco tiempo?

Bueno, según ellos, es su forma de agradecer.

Ya que los elfos no eran capaces de notar la maldición de Yggdrasil, estuvieron días inquietos por su fenómeno anormal. Este festival es la consecuencia de ello. Se sintieron aliviados de que viniera aquí, así que no se puede evitar.

Pero, aunque estar de buen humor está bien, ¡tienen que dejar de cargarme sobre sus hombros! ¡Por favor, no me eleven! ¡No sabía que esto también era algo normal en este mundo! ¡Da miedo! ¡Demasiado alto! ¡Voy a caer!

Cuando busco ayuda con lágrimas en los ojos, Kou me atrapa en el aire con su boca. Aunque, en efecto, me ayudó, el miedo que sentí cuando lo hizo fue tan grande que preferí que los aldeanos me lanzaran al aire de nuevo.

Sin embargo, por ahora, decido observar la situación desde la espalda de Kou.

—Kou, gracias por salvarme.

Je, je, de nada~ —responde, encantado de ser acariciado. Su alimentación ha sido buena últimamente, ya que sus escamas se volvieron completamente resbaladizas y sin asperezas. Ahora son tan hermosas que ponen a los rubíes en vergüenza.

Ah, Dirk parece estar frustrado, pero no se puede evitar, ¿verdad? Ya que sabía de antemano los peligros de este festival, le pasé la Magchelia. Le di la custodia de la misma porque confío en él, así que, por favor, cuídala con cuidado.

El aldeano, cuyo ánimo sigue elevado, consigue un nuevo sacrificio.

—¡Oye! N-No, deténganse.

Mis condolencias, Sugar. No tengo la intención de dejarme atrapar por ellos de nuevo.

Mientras pienso si debería salvarla, Sole se une al grupo, y lanza a Sugar una y otra vez. ¿Eh? Myrha y Binet están tomando distancia para no involucrarse.

Kou amenaza a todos los que tratan de acercarse para atraparme, así que nadie lo intenta más.

—Jovencita, fue usted quien salvó a Yggdrasil, ¿verdad? —me pregunta un atractivo y amigable elfo de mediana edad.

—Haa, bueno…, creo que el 90% del logro se lo lleva la Magchelia.

—¡No se preocupe por cosas insignificantes! La aldea está llena de poder mágico gracias a usted. Este es mi agradecimiento, ¡come! —exclama mientras me obliga a comer un gran número de pinchos de carne.

Espera… Estos son productos para la venta, ¿no es así?

—El dinero…

—No se preocupe por eso. Yo invito como agradecimiento —responde, revoloteando mi cabello. Decido probar un bocado de esa carne jugosa y noto que tiene un sabor increíble.

—Muchas gracias. Es muy delicioso.

Cuando le doy las gracias, las personas en sus puestos de venta me acercan sus productos, uno tras otro.

Intento rechazar su amabilidad, pero me dicen que devolver los regalos es malo después de haber comido los pinchos…

¿Eh? ¡No lo sabía! Los elfos hacen todo a la fuerza, ¿no? ¡Pensaba que solo eran personas bellas que hacían cosas increíbles!

Cuando se lo cuento a Myrha, me dice que tengo razón en cierta parte, pero que el ánimo de los elfos aparentemente aumenta cuando se trata de aquellos a los que tratan como sus parientes.

Le doy la mayor parte de la comida a Dirk, y guardo todo lo que no sea comida en mi bolso.

Por cierto, hay tres tipos de flores que son una especialidad de la aldea de los Elfos. También, la mayoría de los juguetes aquí están hechos para niños. Cosas como: libélulas de bambú, pequeños carruajes y marionetas…

Sus otras especialidades son los bálsamos, jabones y perfumes. Al parecer, estos no se encuentran mucho en los mercados fuera de las aldeas de los elfos.

Me pongo nerviosa cuando, más tarde, encontramos varias herramientas mágicas caras entre el equipaje.

Los festivales son divertidos, ¿verdad?

Kou, quien está disfrutando del festival, sonríe de oreja a oreja. Ya que los pinchos de carne están sabrosos, está de buen humor.

Delante de mí está Sui, completamente agotado, y una Sugar con ojos llorosos regañando a Sole, quien estaba arrodillado frente a ella. Después de todo, participó en lugar de ayudar…

Cuando veo a mi alrededor, encuentro a los otros miembros de Viento Libre sonriendo con ironía. Esto parece ser algo habitual para ellos.

Lo siento, Rosarin… —dice Sui, agotado.

—No se puede evitar —respondo. En ese momento, el abuelo elfo, con muy buen humor, se acerca a nosotros.

—Pequeña Rosarin, ¿te estás divirtiendo?

—Sí. He recibido la amabilidad de todos e incluso sus regalos.

—Hmm, deben estar encantados porque hoy es un día muy afortunado.

—Ah, eso me recuerda… Apareció algo similar a un huevo en la Magchelia. No es una enfermedad, ¿verdad?

Le muestro al abuelo la maceta de la Magchelia que Dirk sostiene en sus manos. Estoy preocupada de que se haya exigido mucho y enfermado a causa de ello. Sin embargo, el abuelo abre mucho sus ojos al verla.

—¡Es realmente un día afortunado! ¡Tenemos que celebrar! ¡Alcohoool! Festivaaal!

¡Viejo, déjalo ya! Ahh, felicidades, Rosarin. Te has convertido en madre.

Interrumpiendo los gritos del abuelo, Sui echa un vistazo a la Magchelia y sonríe amablemente.

El huevo de la Magchelia rebosa de una luz del color del arco iris, y una adorable hada sale de él.

Cabello negro, ojos rojos y un pequeño vestido brillante del color del arco iris con un par de zapatos a juego.

Aquella pequeña hada me mira fijamente y sonríe con alegría.

—¡Mamá!

¿Ja?

Me llamo Rosarin, tengo siete años y, aunque todavía no estoy casada, tengo una hija.

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