Un día me convertí en una princesa – Capítulo 108

Traducido por Dalia

Editado por Sakuya


Y, como si mi suposición fuera correcta, la voz de Jennette continuaba temblorosa e impregnada de emotividad, como si estuviera empapada en lágrimas.

—Desde el día en que escuché por primera vez la triste noticia de que la condesa Rosaria se encontraba en estado crítico, hasta esta mañana, he explicado de manera clara y reiterada para que sea comprensible. Insistir así no te ayudará.

—Pero…

—Mira. Incluso ahora, no puedes controlar tus emociones en lo más mínimo. Entonces, ¿a dónde crees que vas a ir siguiéndome mientras derramas lágrimas tan fácilmente?

—Es mi tía, es mi familia, ¿por qué…?

—Bien, pero ¿no sería obvio que, si tuvieras el ataúd de la condesa Rosaria frente a ti, mostrarías una apariencia mucho más devastada que esta?

En ese momento, respiré profundamente en silencio.

¿Qué? ¿La condesa Rosaria ha muerto? ¿La tía de Jennette?

Quedé estupefacta por algo que nunca podría haber imaginado. ¿No es la condesa Rosaria la persona que debería trabajar arduamente detrás de Jennette para convertirla en la heredera al trono?

Pero en la novela, ¿murió tan repentinamente? Hasta donde sé, estaba viva hasta que Athanasia desapareció de la trama.

Parece que fue ayer cuando Jennette estaba feliz de que la condesa Rosaria viniera, pero ¿qué diablos sucedió?

—Iré al funeral con Ezekiel. Entonces, tu Jennette, debes recomponerte en tu habitación.

El duque Alpheus habló con voz determinada hasta el final. Su rostro y tono de voz mostraban una fuerte determinación de que Jennette no podía ir a la conmemoración de la condesa Rosaria.

Aun conteniendo la respiración, vi cómo las lágrimas transparentes caían por la barbilla de Jennette, reveladas bajo el velo negro.

Finalmente, Jennette se dio la vuelta y se alejó sollozando, sin poder llevar a cabo su discusión con el duque Alpheus.

—Padre, iré a verla un momento.

—Claro.

Después de que Ezekiel siguiera los pasos de Jennette, el profundo suspiro del Duque Alpheus resonó en mis oídos.

—Haré mi mejor esfuerzo para consolarla. Puedes ir tranquilo, padre.

—¿Cómo pasó esto…?

Dejando atrás al duque Alpheus, quien suspiraba, y a la duquesa consolándolo, me levanté sigilosamente del árbol.

Fue sencillo utilizar la teletransportación, ya que había notado el rostro lloroso de Jennette a través de la ventana del segundo piso y rápidamente cerró las cortinas, lo que me dio la ubicación de su habitación.

—Jennette.

Ahora, dentro de la mansión, me encontraba oculta en la esquina del pasillo del segundo piso, observando cómo Ezekiel tocaba la puerta.

Aunque me encontraba agachada detrás de una maceta y utilizando la magia de invisibilidad en ese momento, me preguntaba por qué estaba adoptando esta postura.

Admito que es de mal gusto espiar a ambos de esta manera, pero a pesar de ese pensamiento en mi mente, no me moví de mi lugar.

—Jennette, tengo que irme pronto hacia la mansión de la condesa Rosaria.

A pesar de que Ezekiel tocó la puerta varias veces, no hubo respuesta de Jennette. Entonces, él comenzó a hablar hacia la puerta cerrada.

Mientras permanecía inmóvil con las piernas cruzadas detrás de la maceta, escuchaba atentamente lo que tenía que decir.

—Antes de irme, por favor entrégame lo que estabas sosteniendo antes. Me asegurare de entregarlo por ti.

¿Qué? ¿Antes?.

—Jennette.

La voz baja de Ezekiel llamó una vez más el nombre de Jennette. Después de eso, un incómodo silencio llenó el espacio por un momento.

Ezekiel se mantuvo de pie frente a la puerta con una expresión desconcertada en su rostro, sin saber qué pensar. Después de un rato, la puerta se abrió con un suave clic.

Jennette, quien finalmente apareció, tenía un rostro repleto de dolor.

Su rostro ya estaba empapado de lágrimas cuando se quitó el velo negro, como si acabara de vislumbrarlo por la ventana. Al ver a Ezekiel parado afuera de la puerta, Jennette simplemente lloró en silencio. Quizás fue su conversación con el duque Alpheus lo que la hizo darse cuenta de que era inútil decir algo más.

—Jennette.

Tras observarla por un momento, Ezekiel levantó lentamente la mano.

—Está bien.

Sus brazos extendidos rodearon sus delicados hombros, que temblaban ligeramente.

Observé con gran expectación cómo Jennette era acogida en los brazos de Ezekiel.

—Es normal llorar.

Los sollozos de Jennette no parecían detenerse.

—Es natural sentir tristeza cuando alguien querido desaparece para siempre ante tus ojos.

El susurro suave de Ezekiel y el leve sollozo de Jennette se desvanecieron en un tranquilo silencio.

—Pero el hecho de que no puedas hacer nada solo aumentará tu dolor

—Sob…

En mi mente, revivió la imagen de dos personas que vi hace unos años en un invernadero, donde las rosas blancas florecían en plenitud.

Ezekiel estaba a punto de partir hacia Atlanta y Jennette se aferraba a él, llorando y suplicándole que no se fuera.

Incluso en aquel entonces, él la abrazó y la consoló, sollozando como lo hacía ahora. Con una mano un tanto torpe, intentaba reconfortar su hombro tembloroso.

—Jennette, no creas que no entendemos tus sentimientos.

Sin embargo, la forma en que Ezekiel consolaba a Jennette en ese momento era mucho más hábil que en aquella época.

Entre sus brazos, Jennette lloraba sin cesar. Sus lágrimas fluían mientras se aferraba a la espalda de Ezekiel, tan triste que incluso como testigo tenían ganas de llorar…

—Umm… ¿Puedes…?

Finalmente, Jennette soltó su voz entre sollozos.

—Esta flor… ¿puedes entregarla?

—Está bien.

—La quería mucho… Sob..  Aún la quiero mucho…

—Si, puedo hacerlo.

—Cada vez más… la extrañaré mucho más, por el resto de mi vida… Por favor, podrías decírselo…

Después de pronunciar esas palabras, Jennette volvió a sollozar, abrumada por la emoción. Fue entonces cuando noté una flor blanca en la mano de Jennette, que ella tenía envuelta alrededor de la espalda de Ezekiel.

Ah, claro. A Jennette no se le permitió ofrecer ni una sola flor en el último viaje de su difunta tía.

—Está bien. Se lo diré.

Ezekiel susurró al oído de Jennette, quien continuaba llorando.

Me encontraba ahí, empapada de una emoción desconocida, observando a ambos. Después de un tiempo, sintiéndome un poco agobiada, me alejé silenciosamente.

♦ ♦ ♦

Cuando abrí los ojos, me encontraba una vez más en el campo de juncos. Aparentemente, si utilizas la teletransportación mientras estás mentalmente agitado, aumenta la probabilidad de ser transportado a este campo de juncos. En términos de juegos, ¿qué sería esto, un punto de control?

—Aaaaa…

De todas formas, dejé escapar un suspiro contenido mientras me tumbaba sobre los juncos. No, ¿por qué todas estas cosas suceden una tras otra? Claude tiene amnesia y la Condesa de Rosaria ha fallecido.

Observé las nubes que pasaban sobre mi cabeza, sin palabras por un momento. Las hojas de los juncos de un suave tono marrón se mecían sin rumbo en mi campo de visión, balanceándose una contra otra.

Las imágenes de Ezekiel y Jennette, que acababa de ver antes, seguían reproduciéndose en bucle. Todo se complicó en mi cabeza.

Ah, de repente quiero ver a Lucas. Lucas resoplaría y se reiría de mí. Como si todas estas cosas no fueran nada. Como si no hubiera nada de qué preocuparse, nada en qué pensar.

—Ah, el desarrollo de repente se vuelve extraño.

Por supuesto, nunca quise que la historia siguiera la forma en que fue escrita. ¡Por supuesto! No quiero que me incriminen por la obra de envenenamiento como en la novela, y no quiero que Claude me mate.

Así que, en cierto modo, podría decirse que la muerte de la condesa Rosaria es algo bueno para mí.

Sin embargo, a pesar de que no lo sabía, después de recordar a Jennette, mi corazón dio un vuelco.

Aunque la condesa Rosaria no era una persona que me agradara, era la única tía de Jennette. Sinceramente si yo fuera más joven y Jennette estuviera triste o no, no tendría mucha importancia para mí.

Aun así, me sentía perdida sin razón aparente, quizás debido al afecto que había desarrollado a través de nuestras reuniones de té y las cartas.

Así que aquella noche me infiltré nuevamente en la mansión del duque Alpheus. Incluso en la oscuridad de la noche, el aura sombría que rodeaba la residencia del duque Alpheus era palpable, al igual que durante el día.

La causa principal de esta atmósfera sombría era Jennette, quien había perdido a su tía, y el duque Alpheus, cuyos planes futuros se habían arruinado.

Por supuesto, no sé qué trama ese hombre, pero, de todas formas, debe haber estado conspirando con la condesa Rosaria a su manera.

Oh, al observar más detenidamente, parece que los planes de Roger no están saliendo tan bien como en la novela.

Parece que los engranajes están bien colocados aquí y allá, pero aún surgen variables inesperadas. Claude, que se suponía que sería mi aliado, pierde la memoria y se convierte en un tirano, y la condesa Rosaria, que era aliada de Jennette, muere repentinamente.

Entonces, Roger, deja de usar a otras personas como instrumentos y toma las riendas de tus acciones con tus propias manos, ¿de acuerdo? ¡Estás disfrutando de una buena vida! ¿Por qué desearías más? ¡Si sigues estresándote por ese tipo de cosas, terminarás perdiendo todo tu cabello!

Por un momento, sentí tristeza por el cabello del hombre y luego canalicé poder mágico en la punta de mis dedos. La nota que tenía en la mano salió volando y aterrizó en la terraza de la habitación de Jennette.

Se escuchó un golpe.

Esta vez, luego de tomar una fruta verde e inmadura de un árbol cercano, la hice volar usando mi poder mágico.

Luego, siguió otro sonido de golpe seco.

Después de repetir esto un par de veces más, empecé a percibir una ligera presencia junto a la ventana. Finalmente, las cortinas de la ventana se corrieron.

En ese momento, su rostro se iluminó pálido bajo la luz de la luna, pero sus ojos todavía estaban enrojecidos e hinchados, como si hubiera estado llorando durante mucho tiempo después de la partida de Ezekiel.

Jennette, quien abrió las cortinas y miró a su alrededor como si algo fuera extraño, finalmente encontró una nota en la terraza y abrió la puerta. Yo la observaba desde lejos.

“En tres días, a esta misma hora, vendré a verte. De parte de tu amiga. “

Los ojos de Jennette se abrieron al tomar la nota y verificar su contenido. Examinó su entorno con mayor atención que antes, pero finalmente regresó a sus aposentos sin notar mi presencia.

Finalmente observé cómo Jennette cerraba la puerta de la terraza, antes de alejarse en silencio a la residencia del duque Alpheus.

♦ ♦ ♦

—Disculpa.

Como había previsto, tres días después visité la habitación de Jennette. Me preocupaba que le hubiera revelado a alguien, al duque de Alpheus, sobre la carta que le había enviado, así que estuve vigilando sus movimientos durante todo ese tiempo. Afortunadamente, no había señales de que lo hubiera hecho.

Como si estuviera dando la bienvenida a mi visita, entré por la puerta de cristal abierta de par en par de la terraza.

—Hola, señorita Magritta. Ha pasado un tiempo desde nuestro último encuentro.

Tan pronto como puse un pie en el suelo bañado por la luz de la luna, divisé a Jennette parada en medio de la habitación. Verla sola en la tranquila oscuridad… hace que parezca un fantasma errante o una diosa nocturna. Pero, de todos modos, voy a admitir que ahora estoy un poco asustada.

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