Un día me convertí en una princesa – Capítulo 113

Traducido por Tsunai

Editado por Sakuya


—Princesa…

Y entonces me di cuenta que Lili tenía los puños apretados, mientras se encontraba sentada en el sofá, como si la estuvieran obligando a hacerlo. Giré la cabeza, como un robot que funciona mal.

—Así que, estabas tras la Celebración de la Fundación.

Vi a Claude, apoyando la barbilla en la palma de su mano y mirándome. En el momento en que mire sus fríos ojos, me quede congelada, como una sólida roca y sin aliento.

No… esto no puede ser verdad. ¿Es el Claude real? ¡Pero lo acabo de ver en la carroza del desfile!

Indiferente a mi sensación de bloqueo, volvió a hablar después de un silencio.

—He oído hablar de tu amistad con las sirvientas dentro del palacio. Tenía la firme sospecha de que harias una visita mientras estaba fuera.

De manera inconsciente, tartamudeé a Claude, quien claramente vio a través de mis planes.

—Y-yo… te vi, justo ahí…

—Ese era mi doble.

¿Un doble? ¿Doble?

Me quedé boquiabierta ante sus impactantes declaraciones. Ahora que lo pienso, es plenamente posible usar un doble para un evento tan importante. Además, al propio Claude no le gusta moverse por ahí. ¿Qué hago ahora?

Intenté planear que hacer a continuación, pero mi cerebro no cooperaba.

Por ahora, huyamos.

¡Chasquido!

Ahora yo… debería estar en el cañizal… ¿Cómo es que sigo aún en el palacio?

—He lanzado un hechizo contramágico.

Claude se rio con superioridad de mí, quien estaba en pánico.

¡Glup! ¿Qué pasa con esa cara de “le voy a dar una lección a esta niña”?

—No solo en el Palacio Esmeralda, ha sido lanzado en todas partes. No esperaba que la última vez aparecieras en el palacio Gannett y te dejé escapar, pero esta vez no será tan fácil.

¿Qué? No se que es eso exactamente, pero suena a una trampa en la que Lili es el cebo. ¡Qué cobarde más degenerado!

¡Fwoosh! 

Cuando Claude agitó su mano en el aire, hilos de luz surgieron del suelo. Lo que finalmente salió del suelo, fue un círculo dorado.

Chasqueé mi dedo una vez más, siendo incapaz de soportar durante más tiempo su arrogancia.

—Su Majestad, no…

¡Chasquido!

Félix entró corriendo cuando se dio cuenta de que me encontraba ahí, pero ya era demasiado tarde. Los poderes mágicos ya giraban alrededor de mi cuerpo.

Pero no pasó nada.

—¡Su Majestad!

Goteo.

No, algo sí sucedió. Me estremecí cuando vi sangre corriendo por la barbilla de Claude.

Pero él simplemente sonrio, mirando las manchas de sangre de color rojo, para despues limpiarse la sangre de la boca con la mano.

Sabía que este amuleto era una tontería, pero esta estupidez es aún más de lo que esperaba.

—¿Se encuentra bien, Su Majestad?

Los tres… Félix, Lili y yo… no podíamos contener nuestra agitación después de ver a Claude. Solo Félix era quien aún mantenía la compostura.

Mis manos temblaron cuando enfrente una vez más la fría y silenciosa mirada.

—Cualquiera puede lanzar un hechizo, sea el que sea, pero todos los efectos llegan a quien ha lanzado el contrahechizo. Fue abandonado hace mucho tiempo, debido a su absoluta inutilidad.

Podía escuchar a Félix gritar, “¡Su Majestad! ¡Deberías haberlo dicho antes!”, con frustración, pero Claude ni siquiera se molestó en girar la cabeza en dirección a Félix.

Se había fijado en mí desde que me teletransporte aquí. Yo también mantenía un contacto visual constante con él, de pie en el círculo.

—Si no te importa que escupa sangre y muera, eres libre de dejar ese círculo y atacarme cuando quieras.

Suspiré mientras él hablaba.

Por lo tanto… ¿Qué? ¿Qué pasa si no me importa una mierda y te mato de todos modos? ¿Crees que te tengo miedo?

¿Entonces que? ¿Crees que me quedaré aquí y no haré nada porque tengo miedo a que te hagas daño?

Pero para ser justos, no pude mover un músculo cuando vi la sangre correr por su boca. A medida que la sangre corría más y más, mi respiración comenzó a acelerarse. Los recuerdos de él escupiendo sangre en su cama después de haber sido atrapado en una explosion mágica, me sorprendieron.

Me mordí los labios porque estaba más asustada de lo que pensaba.

En general, actúe pensando que siempre podría alejarme de él pero, sinceramente, no podía hacerlo mientras lo lastimaba.

En otras palabras, se convirtió a sí mismo en un rehén muy eficaz contra mi.

Pero eso me hizo pensar.

Si quería atraparme y matarme, ¿por qué está haciendo todo esto en primer lugar? ¿Y por qué lanzar un hechizo contramágico, si todo lo que va a hacer es hacerle daño?

¿Estaba seguro de que no sería capaz de usar aquí la magia? Pero a juzgar por su cara, ese no era el caso, al menos por el momento. Se encontraba en una apuesta, donde lo que estaba en juego, era su propia vida.

En realidad, hay muchas maneras alternativas para atacar e inmovilizar a los enemigos, según los libros de magia que he leído en Atlanta.

Lili también miraba a Claude con una expresión de confusión.

—Pero, si desapareces de nuevo…

Un susurro hizo eco dentro de mi oído.

Los mataré a todos…

Contuve el aliento ante la horrible declaración que se produjo a continuación.

A todos… sin piedad.

Miré a Claude, con los ojos muy abiertos, mientras su espeluznante voz resonaba en mi oído. Y cuando miré el interior de sus ojos, me di cuenta de que no estaba bromeando.

¡No, espera!

¿Acabas de declarar que quieres que el Palacio Esmeralda sea el sucesor del Palacio Rubi?

¿Vas a matar a todos? ¿Incluso a Lili, Hannah, Seth, las otras criadas, cocineras y jardineros de los que me he encariñado? ¿Todo por mi culpa?

La sangrienta masacre que tuvo lugar en el Palacio Rubí apareció en mi cabeza.

¡Ruido!

Mientras mi mirada temblaba al mirar a Lili, Claude comenzó a recitar cruelmente, como si quisiera poner el clavo en el ataúd.

—Hablo en serio. Si aún quieres convertir este palacio en un cementerio gigante…

—¡SU MAJESTAD!

De repente, Félix gritó con frustración, probablemente por la actitud de Claude.

—Solo… ¿Por qué la está amenazando de nuevo? ¡Ya es suficiente!

Whoa. ¡Por fin Félix se dirige a él! Gritó a pleno pulmón, con mucha frustración y, (obviamente) Claude le devolvió una mirada feroz.

—¡Cuando habla de manera tan amenazante, incluso a mi me gustaría huir!

De hecho, esto es muy extraño…

Si Claude realmente quisiera matarme, lo habría hecho hace años. Además, Lili está ahí sentada, sin hacer nada…

Para ser sincera, pensé que al menos Lili intentaría defenderme de Claude, como ella se enfrentó a cualquier tipo de amenaza cuando era un bebé.

—¿No tiene algo que, en realidad, quiere decir?

Estaba confundida sobre si lo que dijo iba dirigido a mi o a Claude. Sonaba como si fuera una llamada de atención para que Claude fuese más responsable en sus acciones o, me suplicaba que no huyera, porque en realidad no hablaba en serio.

Claude abrió la boca con el ceño fruncido.

—Fuera. Todos vosotros.

¡Grin!

Me estremecí ante su repentina orden.

Lo mejor era seguir sus órdenes. ¿Puedo irme con Félix y Lili? Suspiro. Pero no me encontraré en la lista de “salir”…

Sin embargo, Félix y Lili se quedaron donde estaban.

—Su Alteza, si nos ordena que nos quedemos, entonces me quedaré.

—Yo también.

¡Han… han cambiado!

Me dijeron con una mirada de determinación. Sinceramente, me conmovió un poco, pero la cara de Claude se contraía cada vez más.

—¿Tengo que jurar que no te mataré?

Miré de manera mística a Claude, pero entonces, Lili y Félix se quedaron a su lado.

—Estaré bien. Gritaré cuando sienta que muero.

Uh… Uhmmm… Eso fue bastante estrafalario. Pero, finalmente, salieron de la habitación.

Click.

Finalmente estábamos nosotros dos solos en la habitación con el círculo mágico.

Claude se levantó de su asiento, con el rostro todavía arrugado desde hacía unos momentos. Le dije mientras retrocedía.

—Por favor, no te acerques más.

Detener.

El ambiente cambió de repente. Lo miré a los ojos, mientras emitía una indescriptible emoción.

E-esto es raro.

Ha mantenido el rostro frío e indiferente pero, ¿porque siento que estoy mirando a un perro callejero repudiado?

Claude se detuvo cuando le pedí que no se acercara más. Una incómoda calma nos rodeaba a los dos.

Abrió sus labios, firmemente cerrados y dejó salir con voz tranquila.

—¿Cómo has estado?

¿Eh? ¿Qué?

Murmure mientras evitaba el contacto visual, sin poder creer el abrupto cambio de actitud. La pregunta que me hizo fue de lo más desconcertante.

—He estado por ahí… ya sabes.

—¿Dónde?

—Dondequiera que me lleve la naturaleza, supongo.

—Incluso duplique las piedras de visión, pero nadie parecía saber exactamente donde estabas.

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