Un día me convertí en una princesa – Capítulo 115

Traducido por Tsunai

Editado por Sakuya


Lloré incluso más fuerte, cuando un cordial calor aterrizó en mi espalda.

—P-papá…

—Sí.

—Papá…

—Aún estoy aquí.

Él, habiendo perdido la memoria, me dijo que no era mi papá. Sin embargo, seguía respondiendo a mis gritos, llamándolo “papá”.

Oh, qué tontos somos los dos…

Probablemente mi llanto no se detuvo porque había estado conteniendo las lágrimas en muchas ocasiones. Claude olía a algo muy familiar, como si me dijera con su calidez que estaba bien quedarme aquí y que me lo merecía.

Posteriormente me di cuenta de que por fin regresé, cuando lloraba en sus brazos.

Ah, estoy de vuelta en casa. Después de todos estos años. Lo eché mucho de menos.

Lloré, con sus palmaditas en la espalda de manera incómoda, hasta que no pude más.

♦ ♦ ♦

—Lili, ¿sabías algo sobre ese encantamiento?

Me prepare para acostarme en el Palacio Esmeralda, mientras Lili me ayudaba por primera vez en mucho tiempo.

Sus ojos aún estaban medio húmedos, después de hablar conmigo y llorar. Mis ojos también estaban rojos, pero fue porque comencé a llorar no mucho después de que llegara al palacio.

—Su Majestad, cada día admiraba el retrato que dibujaron juntos. —Lili sonrió mientras me tapaba con una manta—. Se mantenía encerrado en su habitación observando la Piedra de Visión durante días.

Cerré los ojos por un momento y los volví a abrir, cuando sentí su cariñoso roce. El rostro de Claude apareció en mi mente y gradualmente se desvaneció.

—No lo dijo de forma explícita, pero se arrepintió una y otra vez de sus acciones pasadas.

Lili tenía razón. Claude en realidad parecía una inestable torre de Jenga a punto de derrumbarse en cualquier momento. Además, se obligó a escupir sangre por ese estupido encantamiento… Qué idiota es.

—Por supuesto, estaba enfadada con su majestad, porque usted es la persona más importante del mundo para mí.

—No, no… Soy yo, quien de todos modos, causó todo esto.

—Padres e hijos se supone son diferentes. Puede ser porque me he atrevido a pensar en vos como si fueras mi propia hija.

Una fina risa, con un suspiro, hizo eco sobre mi cabeza. Moví la nariz, cuando sentí el tranquilo toque en mi cuerpo y escuché un susurro tranquilizador.

—Pero yo creía en que no te haría daño.

Su reconfortante voz y manos, continuaron consolándome.

Entonces, de repente, me di cuenta de que nunca había tenido una noche de sueño reparador desde que deje el palacio. Mis párpados se cerraron, mientras seguía recordando.

—Que duerma bien, mi encantadora Princesa.

Finalmente cerré los ojos, escuchando su voz angelical.

♦ ♦ ♦

—Su Alteza, ¿no quiere ir a encontrarse con Su Majestad?

Reanudé mi vida cotidiana en el palacio.

—¿Deberíamos cambiarnos?

—Ahora no.

La gente del Palacio Esmeralda me dio una cálida bienvenida. Así que estaba disfrutando de mi nueva vida, siempre tan cómoda, en el palacio gracias a su cuidado y amor.

—Su Alteza, ¿no quiere ver a Su Majestad?

—Sí, pero no ahora.

Para defenderme a mí misma, estaba pasando por una pubertad tardía.

—Lamento los problemas que mi padre y yo causamos y, estoy muy agradecida por su ayuda. Pero de ahora en adelante, creo que vamos a resolver nuestros asuntos por nosotros mismos. Por lo tanto, no tenéis porque seguir preocupándose por todo, ¿sabéis?

Lili y Félix se quedaron desconcertados, cuando salí de la habitación tras mi inesperada declaración.

Parecían preocupados por el hecho de que nunca me había encontrado con Claude, desde la emotiva reunión en el Palacio Esmeralda.

Para ser justos, probablemente esperaban que mostráramos nuestra relación padre-hija y el hecho de que Claude no me importara un comino, podría parecer un poco distante para ellos.

Pero no tenía planes de visitar a Claude como ellos querían que hiciera. Teníamos algunos asuntos que discutir primero.

—Que sabia decisión, Su Alteza.

Solo Seth apoyó mis planes.

—Los desesperados siempre ceden primero. Hacerse la dura es la clave en toda relación. Puede sonar grosero, pero creo que Su Majestad merece un poco más de sufrimiento. Incluso con sus excusas, la forma en que Su Majestad trató a Su Alteza es inaceptable…

—Pero Seth, ¿y si Su Majestad se enfada de nuevo?

—Hannah, ¿no sabes que Su Majestad ha estado buscando a Su Alteza? Y mucha gente dice que los padres no pueden vencer a sus hijos.

Pero no estaba haciéndome la difícil para vencerle.

Umm… Quiero decir, ¿puede parecer extraño? A pesar de que tenía un disfraz improvisado delante de Claude, inconscientemente estaba tratando de evitar el contacto con él.

Pero no era por las horribles experiencias del pasado ni por el llamado “hacerse la dura” lo que me mantenía alejada de Claude, no quería acercarme al hombre que, literalmente, trató de matarme.

Sinceramente, no se como describir el sentimiento que estoy experimentando en este momento. Pero, para ponerlo en palabras, de algún modo, sería mejor describirlo como “tratar de cambiar la relación entre Claude y yo.”

—¿Qué estás haciendo?

Pasaron unos días y por fin, Claude apareció en el Palacio Esmeralda.

—¡Oh, hola, papá!

Lo saludé en el Jardin Rose, donde a menudo tomábamos el té.

—¿Para qué es esa carta?

—Es una invitación a una fiesta del té.

Le dije, como si fuera un extraño que no sabía. En ese momento, Claude frunció un poco el ceño.

—Te invité a una fiesta del té y como respuesta, simplemente apareciste.

Así de sencillo.

Le expliqué todo a Claude, ignorando sus reacciones. Tenía el: “¿crees que te lo pregunté porque en realidad no lo sabía?” eso parecía, pero no podía importarme menos y le ofrecí que se sentara frente a mi.

—Por favor, siéntate. Me duele el cuello.

Claude le pidió, varias veces, a Félix que me dijera que fuera a visitarlo al Palacio Gannet, pero me quedé en el Palacio Esmeralda.

Hoy le envié una invitación y pensaría para sus adentros: “¿esta niña está jugando conmigo?” lo que podría haberlo matado un poco por dentro.

Pero la invitación decía explícitamente: “Si tanto quieres verme, ¡ven aquí tú mismo!”, así que no tuvo más remedio que hacerlo.

¡Y realmente apareció! Por lo tanto, acabemos con los innecesarios intentos de entablar una discusión y tomemos un poco de té. ¿Suena bien?

—Este lugar, no se siente tan extraño como pensé que lo haría.

Claude me miró entrecerrando los ojos por un instante y finalmente, cedió, sentándose en el asiento que le ofrecí.

—¿He estado aquí a menudo?

Una hoja verde se movió sobre mi cabeza. Le serví un poco de té a Claude, que miraba a su alrededor, mientras estaba sentado bajo la sombra de un árbol.

—Yo diría que… solías visitarme unas 3 o 4 veces por semana.

Goteo…

Un líquido transparente con un sutil aroma, se vertió en la taza de té, dibujando una fina línea sobre ella. Cuando estuve sola, la última vez, serví el té de forma bastante brusca, pero también puedo hacerlo con elegancia, ¿sabes?

—Es té Lippe. Esta vez lo preparé yo misma.

Tintineo.

Incluso coloqué la taza frente a él. Debido a una petición que hice con anterioridad, las sirvientas encargadas del té, hoy se fueron a otro lugar.

El aroma de las flores y del té llenaba el jardín, en el que solo nos encontrábamos nosotros dos, simplemente Claude y yo.

Instantes después, Claude finalmente movió su mano hacia la taza de té. Vi como su mano la levantaba y la movía frente a su boca.

Claude tomó un sorbo de la bebida que había en la taza. Empecé a hablar mientras lo observaba hacerlo.

—¿No estás preocupado? Podría haberlo envenenado.

Fue por un pequeño y oscuro impulso que hice la pregunta. Pero Claude, en cambio, se mostró muy poco alterado y me respondió.

—¿Lo hiciste?

—No, ¿por qué debería hacerlo?

—Problema resuelto, ¿eh?

“¿Problema resuelto?” ¿Qué pasaría si realmente hubiera envenenado el té? ¡Dijiste que ni siquiera me recuerdas! ¿No se supone que debes ser cauteloso y dudar de prácticamente todo lo que hago?

—Pero soy una extraña para ti, papá. ¿No crees que seria mas seguro tener un poco más de cuidado?

Debo parecer muy insensible por decirle eso a mi padre. Claude me miró sin comprender. Un rayo de sol de color amarillo brilló, contrastando con sus pupilas.

—No estoy seguro.

Me susurró al poco tiempo con voz profunda.

Su respuesta fue bastante ambigua. No era cuestión de que fuera prudente conmigo o no, o el porque hice esa pregunta en primer lugar, o ambas cosas a la vez.

A continuación, cuando escuché lo que tenía que decir, durante un momento detuve mi mano, que sostenía la taza.

—Pero lo habría bebido de todos modos, incluso si hubiera sido envenenado y fuera consciente de ello.

—¿Por qué?

—Porque me lo diste.

No supe qué decir en ese momento y Claude inmediatamente frunció el ceño, como quien se da cuenta de lo vergonzoso que era lo que acababa de decir.

—¿Qué demonios he dicho?

—Uh, yo… ¡¿No lo sé?!

Tal vez lo dijo de manera inconsciente. La cara de Claude era de disgusto, como si estuviera a punto de escuchar todo tipo de tonterías.

Pero, por otro lado, parecía que se estaba considerando a sí mismo como un completo estupido por dejarse decir a sí mismo esas increíbles palabras. Sin embargo, lo curioso era que fue el propio Claude quien habló en primer lugar de lo increíble que era.

Me quedé sin palabras, pero entonces puse la taza de té, que había estado sosteniendo sobre la mesa y la sujeté con ambas manos. Moví mis manos y le dije.

—Bien, no bebería té envenenado, incluso si fueras tú quien me lo diera.

Por supuesto, sabía a ciencia cierta, que Claude no envenenaría mi té. Pero por alguna razón, no habría podido mantener el nerviosismo en mi interior sino hubiera dicho algo así, especialmente porque lo que escuché era vergonzoso.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido