Traducido por Den
Editado por Meli
—Regresemos al salón de banquetes. —Marie se dio la vuelta y se topó con una persona inesperada—. ¿Señor Kiel?
Hizo una leve reverencia a modo de saludo al guardia imperial, de cabello plateado como la seda y cuyo rostro escultural agitaba tu corazón con solo mirarlo.
—Hola. ¿Su alteza Oscar estuvo aquí?
—Ah, sí. Acaba de irse.
Kiel volvió la cabeza y observó al príncipe que corría a lo lejos. Sus ojos estaban llenos de calidez y, al mismo tiempo, de lástima por él. Pronto, cuando la silueta desapareció por completo, actuó de forma inesperada.
—¿S-Señor Kiel?
—Gracias… por cuidar de su alteza Oscar. —Inclinó ligeramente la cabeza para expresar su gratitud.
—E-Está bien. No hice nada en especial… —Marie agitó las manos, perpleja.
¿Cómo puede un miembro de la guardia imperial, una persona noble, inclinar la cabeza ante una doncella?
Desde que la ayudó la última vez en el Jardín de los Cisnes sintió que no era un noble corriente. Era demasiado amable y educado.
Kiel sonrió. Su sonrisa tan pura era mala para el corazón de una chica.
—Llevo pensándolo desde hace un tiempo… Que la señorita Marie es muy amable y linda.
¡No digas eso con una cara tan inocente!, se ruborizó por el halago. Sabía que él lo dijo sin segundas intenciones, pero su corazón se aceleró.
—Como sabes, Su Alteza es una persona solitaria. —Cambió de tema.
—Ah… Sí.
—Por eso te lo agradezco mucho. Nadie excepto yo lo toma en serio.
¿Cómo es que el señor Kiel es tan cercano a su alteza Oscar?, se cuestionó en silencio.
Había notado que el príncipe confiaba en él, lo trataba con gran familiaridad. Recordó todas las preguntas que se había hecho acerca de él y formuló una hipótesis.
Es posible que… Tal vez no es un escudero…
Tragó saliva y miró al hombre. Con su rostro escultural, la observaba con unos ojos puros e inocentes.
—¿Señorita Marie?
—Si no es descortés de mi parte, ¿puedo preguntarte una cosa, señor Kiel?
—Pregúntame lo que quieras.
—¿Cuál… es tu nombre completo? —dijo con rostro serio.
—Me llamo… —titubeó por un momento—: Kielhan de Saton.
Marie se puso pálida.
No había ni una sola persona en el imperio que no conociera ese nombre. El marqués Kielhan era el comandante de la guardia imperial, el caballero más fuerte del imperio y el margrave [1], la segunda fuerza militar más poderosa después de la Casa Imperial.
¡Dios mío! ¿Qué? ¿El señor Kiel es el marqués Kielhan?, sorprendida, permaneció en silencio.
—Lo siento —se disculpó—. No era mi intención ocultártelo.
—Saludos al marqués Kielhan, el escudo del imperio. —Marie se arrodilló—. Por favor, perdone mi insolencia hasta ahora.
—Señorita Marie, perdóname. —Kiel negó con la cabeza ante su postura rígida—. Me equivoqué al ocultarte mi identidad. Y… ¿no somos amigos? Me gustaría que volvieras a sentirte igual de cómoda que antes.
¿Quiere que vuelva a ser como antes? ¿Se siente cómodo con una doncella?
—No podemos —dijo con firmeza.
Se había sentido a gusto con su relación y deseaba tener un amigo como él. Sin embargo, era imposible. No tenía sentido que una doncella y el marqués Kielhan de Saton, uno de los nobles más importantes del imperio, fueran amigos.
—Consideraba a la señorita Marie una amiga… —declaró con tristeza y una expresión dolida.
¿De verdad cree que podemos ser amigos?, sacudió la cabeza en un intento de reafirmarse y no flaquear.
—Lo siento, milord.
—Ya veo. —Kiel sonrió con amargura ante su firme actitud—. Si sigo insistiendo, solo pondré a la señorita Marie en una situación delicada.
Marie no lo negó. Él guardó silencio por un momento, parecía estar contemplando qué hacer.
—Entonces, hagamos esto. Para ser honesto, no quiero arruinar mi relación contigo.
—¿Por qué?
—Eres linda y amable… Sobre todo, porque cuanto más te veo, más a gusto me siento —respondió con una sonrisa—. Tengo la extraña sensación de que puedo entenderme bien contigo. Aunque nos hemos visto pocas veces, es como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo.
Marie creyó que era extraño que él también se sintiera bien con ella.
—Pero no quiero importunarte con mis deseos egoístas. Así que haré esto.
—¿Qué?
—Consideraré a la señorita Marie una amiga en mi corazón. —Los ojos de Marie temblaron un poco—. Así que, aunque sea difícil sentirnos igual de cómodos que antes, ¿podrías considerarme un amigo en tu corazón? —Kiel le tendió la mano.
Marie se mordió un poco el labio. La invadió una emoción desconocida. Incluso en el castillo real de Cloyan, jamás fue tratada así.
—Sí, milord… —Tomó la mano luego de contemplarla por un largo momento.
Imaginando los años de duro trabajo que habían quedado grabados en las ásperas, pero suaves y pequeñas palmas de las manos de Marie, Kiel sintió nostalgia.
—Señorita Marie.
—¿Sí?
—Cuando estemos solos, ¿por qué no me llamas Kiel?
♦ ♦ ♦
En otro lugar del apartado jardín, se encontraba el príncipe heredero, con su máscara de hierro puesta.
—¿De qué demonios están hablando? —dijo con voz disgustada al ver a Kiel y Marie.
¿Por qué continúo enfadándome tanto?, suspiró, frunciendo el ceño.
No es que los estuviera espiando. Se había sentido molesto durante el banquete y decidió dar un paseo por los alrededores del recinto. Fue entonces que vio, sorprendido, a la doncella Marie haciendo un espectáculo de magia.
¿Esa chica hace magia? Es increíble. Casi parece una profesional. Ladeó la cabeza.
La magia era algo que podías hacer si practicabas, pero una sirvienta y la magia no cuadraban en absoluto.
También es una cocinera asombrosa.
Cayó en la cuenta de que no hace mucho preparó alimentos como una chef profesional en el Palacio de los Lirios.
—Es muy talentosa. Es una pena que sea solo una simple sirvienta —murmuró para sí mismo.
¿Tal vez esa doncella sea el músico o el escultor de esa ocasión?, recordó los incidentes donde la guardia real nunca encontró al responsable.
Estuvo presente en ambos casos, negó con la cabeza ante lo absurdo de sus pensamientos.
A menos que lo vieras con tus propios ojos, sería imposible imaginar que una doncella común y corriente hubiera expresado semejante música y escultura propias de un ángel.
Absorto en sus pensamientos, frunció el ceño cuando vio al marqués Kielhan acercándose a Marie.
¿Por qué ese tipo está con ella?
Pensó que se trataba de una coincidencia, pero no lo parecía. La forma en la que hablaban se veía muy amigable.
Apretó el puño sin darse cuenta. La desazón de antes crecía y se intensificaba cada vez que ella le sonreía al hombre.
—Me molesta… —murmuró, sorprendido de sus propios sentimientos.
Desconocía el motivo de su enojo, pues no había razón para que se sintiera así, no debía importarle con quien hablaba o a quien le sonreía.
¿Qué estás haciendo, Rael? —Sacudió la cabeza—. ¿Por qué los espías? Es desagradable. Volvamos.
Justo cuando estaba a punto de regresar al salón de banquetes, sus ojos temblaron.
Kielhan le tendió la mano a Marie, arrodillada frente a él y vio que ella la aceptaba.
Rael se mordió los labios rojos con fuerza, tiñéndose de blanco por un momento.
Despierta, Rael. ¿Por qué estás molesto?
Un apretón de manos era algo común incluso si no se hallaban en una relación especial. No había ningún motivo para que se sintiera molesto. No, incluso si había algo especial entre ellos, nada tenía que ver con él.
Sin embargo, la misma emoción incomprensible que sintió la última vez que Marie estuvo con el emperador Johan penetró en su corazón.
—Supongo que bebí demasiado hoy… Debería volver y descansar —declaró, pero no se movió, en cambio, siguió observándola hasta que se separó de Kielhan.
La opresión en su pecho creció aún más.
♦ ♦ ♦
—Je, je —rio con alegría.
—Marie, ¿pasó algo bueno? —preguntó Jane, su compañera de habitación.
—¡N-No! No es nada, solo dormí bien.
Jane ladeó la cabeza. A diferencia de lo habitual, Marie parecía muy emocionada, se veía de muy buen humor.
Por primera vez, el asunto relacionado con su sueño acabó sin problemas. Había estado preocupada por convertirse en una maga, pero, por suerte, todo transcurrió sin incidentes.
Solo le mostró al principito su magia y no llamó la atención de nadie.
Si es este tipo de cosas, entonces, está bien hacerlo diez veces.
Y la segunda cosa agradable que había sucedido era…
«Cuando estemos solos, ¿por qué no me llamas Kiel?».
¡Tenía un amigo!
Aunque, claro, es difícil considerarlo un amigo corriente, pensó con una sonrisa.
Había una diferencia de estatus entre ellos como el cielo y la tierra. No podían ser tan íntimos, pero no por eso dejaban de ser verdaderos amigos. Estaba contenta de ser cercana a alguien tan agradable y amable como Kiel.
Ojalá todos los días fueran como hoy.
Con eso en mente, cerró los ojos. Se sentía tan bien que creyó que podría tener un buen sueño esa noche.
¿Fue porque quería tener un buen sueño que soñó? Sin embargo, estaba lejos de ser el encantador y dichoso sueño que deseaba.
♦ ♦ ♦
—Watson, mira esto.
—¿Qué es esto?
—Es la bufanda que encontramos en casa de la víctima.
♦ ♦ ♦
¡Se convertiría en un detective!
Solo había sido feliz por un día y ahora soñaba que investigaba un crimen violento.
Desesperada, se preguntó qué sucedería en su vida esta vez.
♦ ♦ ♦
—¿Qué puedes hallar en esta bufanda, Watson?
—Pues… es una bufanda normal. Si sale a la calle, encontrará cien parecidas.
—No… —Negó con la cabeza—. Esta bufanda nos brinda mucha información valiosa. Nos revela que el crimen fue accidental y que el criminal vive solo, es zurdo, muy obeso, y trabaja al aire libre.
—¿Cómo sabe eso? —preguntó Watson sorprendido tras escuchar el «perfil».
—Es sencillo —declaró el detective mientras tragaba el humo del cigarrillo—. Si hubiera sido un crimen premeditado, no habría dejado la bufanda. Fue un accidente y entró en pánico. Y, a pesar de que esta bufanda es vieja y está desgastada, no hay señales de que alguna vez la hayan lavado. Si alguien viviera conmigo, como mis padres o mi esposa, es poco probable que hubiera dejado una bufanda tan sucia y vieja —expuso sus conjeturas una por una—. Todas las pistas se pueden hallar a partir de la observación. Es algo sencillo que cualquiera puede hacer.
—No cualquiera puede hacerlo. —Watson meneó la cabeza y agregó—: Es posible porque usted es…: Sherlock Holmes.
♦ ♦ ♦
Marie se despertó sorprendida.
¿Qué clase de sueño es este? —Su rostro se puso serio—. El sueño de un detective. ¿Pasará algo en el salón de banquetes?
El sueño anterior, el del campo de batalla, le dio más miedo, pero este tampoco era agradable.
De ninguna manera. Hay muchas personas de rango alto ahí. Los caballeros de la escolta real lo custodian estrictamente. —No, negó con la cabeza—. Por muy minuciosa que sea la escolta real, pueden ocurrir accidentes.
Estaba contenta antes de acostarse, pero de repente su corazón se sentía pesado.
¿Qué debo hacer?
Estaba preocupada. Sin embargo, como siempre, era difícil lidiar con eso por adelantado.
Siempre que tenía un sueño, sucedía algo relacionado con este, pero no podía determinar con seguridad que se tratara de un crimen accidental.
No podía figurarse con qué clase de incidente estaba asociado, como el sueño del mago de ayer. No tenía que ser un crimen, podría ser algo completamente inesperado.
Aunque no puedo quedarme tranquila. No sé dónde y qué va a pasar, pero no puedo esperar de brazos cruzados.
Suspiró. Era frustrante.
Primero, echemos un buen vistazo al salón de banquetes en busca de personas sospechosas o indicios extraños.
Habiendo tomado esa decisión, se dirigió al salón de banquetes.
El Salón Gloria se encontraba en pleno apogeo antes del clímax del festival, el gran banquete.
El festival terminará después del gran banquete de hoy y el baile de máscaras de dentro de dos días.
Suspiró.
Para otros sería una lástima que acabara, pero para las doncellas era diferente. Había pasado por momentos muy difíciles durante el festival, así que quería terminar rápido y descansar.
—De todos modos, no me invitarán al baile de máscara, así que estaré mejor después de hoy —murmuró para sí misma—. Por favor, que el festival concluya sin incidentes.
Seguía pensando en el sueño de anoche y se sentía ansiosa, pero no había indicios de que algo fuera a suceder. De hecho, se cernía un ambiente tranquilo y alegre en el salón de banquetes.
Primero, preparémonos para el gran banquete. Hay mucho que hacer.
Y cuando estaba ocupada preparándose… una voz alegre la llamó.
—¿Señorita Marie?
Cuando giró la cabeza, se topó con un joven amable, que sostenía una vara de madera, sonriéndole. Era el maestro Bahan de la orquesta imperial.
—¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Cómo has estado? —dijo con una sonrisa como si estuviera contento.
—¡Ah, bien! ¿Cómo has estado, maestro?
—He estado bien.
Se encontraban después de mucho tiempo, por lo que hablaron un rato.
—Escuché que eres oficialmente el director. Felicidades.
—Gracias. Aunque estoy avergonzado. Esa persona debería ser el director y no alguien incompetente como yo.
Ante las palabras apesadumbradas de Bahan, Marie forzó sonrisa.
Bahan, que se dedicaba en cuerpo y alma a la música, parecía seguir buscando al músico desconocido que completó la sinfonía del campo.
«Definitivamente lo encontraré y haré que me enseñe».
Al recordar sus palabras, comenzó a sudar frío. Bahan nunca habría imaginado que el artista era la doncella frente a él.
—¿Tocarán en el gran banquete?
—Sí, comenzará pronto, por lo que me estaba preparando.
Las canciones de baile o la música de fondo en los banquetes era una tarea importante de la orquesta de la corte. Y hoy también se iba a encargar de la música del gran banquete.
—Entonces, ¿dónde están los otros miembros?
—Fueron a buscar los instrumentos. Ya deberían haber llegado, pero se están retrasando un poco. Quizás están en camino.
Marie asintió.
—Marie, ¿puedes traerme los manteles del tercer piso? —le pidió una superiora.
—Ah, ¡sí! —Marie hizo una reverencia ante Bahan—. Entonces, esperaré con ansias tu música en el gran banquete de hoy, maestro.
—Sí. Cuídate, señorita Marie.
♦ ♦ ♦
Marie subió al tercer piso por las escaleras en la esquina del salón de banquetes.
Ugh, está oscuro.
El Salón Gloria albergaba un gran salón de banquetes en la primera planta. La segunda y tercera planta lo rodeaban de tal modo que podían observar, desde arriba, el espacio central del salón de banquetes. [2]
Además, el balcón del segundo piso se usaba como un lugar de descanso durante la fiesta.
Por otro lado, al tercer piso solo se podía acceder por las escaleras y se utilizaba para almacenar artículos necesarios para el banquete. Era un lugar muy oscuro porque no llegaba bien la luz.
¿Dónde están los manteles? Me dijo que estaban en medio…
Halló un objeto inesperado.
—Vaya, ¿son las máscaras que se usarán en el baile?
En un rincón se agrupaban unas máscaras con hermosa decoración. Por lo general, los invitados traían sus propias máscaras. Pero si lo deseaban, el palacio imperial les proporcionaría una.
—Vaya, esta solo cubre los ojos. Es un poco atrevida.
Marie admiró las máscaras con curiosidad. Había muchos tipos diferentes: algunas cubrían toda la cara y otras solo una parte; hechas de cuero; con estampados animales y decoradas con joyas.
—Ah, aquí también hay un piano.
Era viejo, a diferencia del piano en el salón. Probablemente lo trasladaron ahí cuando trajeron el nuevo.
¿Funcionará?
Presionó ligeramente una tecla y se sobresaltó ante el sonido, fue más fuerte de lo que esperaba.
Tiene un volumen muy alto.
Debido a la estructura del Salón Gloria, el sonido se concentraba en el techo. Por eso, si tocara allí, se propagaría por todo el salón de banquetes.
Marie examinó el instrumento con interés.
Es viejo, pero creo que se podría utilizar sin problemas.
¿Aún quedaban restos de la energía de «Mozart», con quien había soñado? Porque, sin darse cuenta, contempló el piano durante mucho tiempo. Cuando sintió que quería tocarlo, sacudió la cabeza.
Qué tontería. Encontremos rápido el mantel y bajemos.
Tras encontrar el mantel en un rincón, bajó al primer piso. Eran las 5:50 p.m. En diez minutos comenzaría el gran banquete, por lo que el salón estaba lleno de aristócratas.
—Aquí está el mantel. —Marie se lo entregó a su superiora.
—A-Ah.
Sin embargo, la expresión de la doncella era extraña. Parecía preocupada por algo.
—¿Señora?
—Tenemos serios problemas, Marie —dijo con apremio—. ¡Hubo un incendio en el almacén y todos los instrumentos de la orquesta se quemaron!
Abrió los ojos como platos ante la noticia inesperada.
¿Qué quería decir eso?
—Por fortuna, se descubrió el fuego antes de que se propagara a otros lugares, por lo que no hubo víctimas. Sin embargo, todos los objetos quedaron obsoletos.
¿Por qué de repente hubo un incendio en el almacén de los instrumentos? Justo antes del comienzo del gran banquete.
Un incendio podía producirse en cualquier momento. Sobre todo, porque se usaban lámparas y velas como iluminación. Pero ¿se debía al sueño que tuvo anoche que le resultaba extraño?
Los candeleros del almacén están fijos para prevenir el riesgo de incendio. Entonces, ¿cómo se inició el fuego?
Las doncellas también se encargaban de supervisar las lámparas de las habitaciones, y así evitar un incendio.
¿Fue causado por una negligencia? O… —Lo meditó a fondo—. Quizás… ¿fue intencional? —Negó con la cabeza—. No, no he visto ninguna evidencia, por lo que no debería saltar a conclusiones.
Ni siquiera había visto el lugar del incendio ni conocía más detalles sobre el origen del fuego.
Si los instrumentos están dañados, ¿qué pasará con el gran banquete?
Un banquete sin música… ¡Ay! Eso era un disparate.
Marie observó a la orquesta. Algunos, incluido el director Bahan, estaban pálidos y desconcertados.
—¿U-Un incendio? ¿Tan de repente?
—El banquete empezará pronto. ¿Cómo…?
El conde Gilbert, el director general del palacio, se puso furioso.
—¿Qué vais a hacer ahora? ¿Cómo diablos cuidáis vuestros instrumentos? Hoy es el día del gran banquete, por lo que no solo asistirán los nobles del imperio, sino también delegados extranjeros.
—Traeremos otros instrumentos guardados en otro lugar.
El director Bahan agachó la cabeza, pálido. No era su culpa que se iniciara un incendio, pero, como el director, debía asumir la responsabilidad de todo lo que ocurriera en la orquesta.
—¿Traer otros instrumentos? ¿Cuánto tardaréis?
—Está un poco lejos, así que tendremos que esperar entre veinte y treinta minutos.
—¿Cuánto…?
El conde Gilbert se enfadó aún más, como si hubiera dicho una estupidez.
—Necesitamos inaugurar el banquete ahora mismo, pero ¡¿tardaréis de veinte a treinta minutos?! ¡Qué tontería es esa!
—L-Lo siento. Si pudiéramos retrasar un poco el inicio del banquete…
—¿Retrasarlo? ¡¿Acaso crees que esta es una fiesta de té de barrio?!
El director Bahan cerró los ojos con fuerza. El director general del palacio tenía razón.
Era el día del gran banquete del Festival del Aniversario del Imperio. Aparte de que el prestigio de la familia imperial quedaría dañado frente a numerosos invitados distinguidos, se habían planificado muchos itinerarios detallados que se llevarían a cabo durante el evento, por lo que era imposible cambiar la hora de inicio. Debía comenzar a la hora prevista.
—Milord, pronto serán las seis. ¿Qué hacemos? —preguntó preocupado un sirviente.
Al conde Gilbert se le crispó la cara.
A las seis en punto, la orquesta anunciaba el inicio del banquete tocando un breve preludio. Acto seguido, procedían con la canción de baile y los presentes bailaban al son de la pieza. Así, empezaba oficialmente el banquete.
—Milord, esperamos sus órdenes…
Gilbert se enfadó cuando el sirviente insistió.
—¡Cállate! ¡Espera un momento!
¿Qué hacemos? Hoy su alteza el príncipe heredero llegará temprano al salón de banquetes. Dios, ¿por qué me pones esta prueba?, pensó, tirándose del pelo.
¿Qué podían hacer si no tenían instrumentos con los que tocar la música que marcaba el inicio del banquete?
Cuando la fiesta no comenzó a la hora indicada, los asistentes empezaron a sospechar.
—Ya es hora de que empiece. ¿Qué está pasando?
—¿Qué sucede?
El murmullo creció gradualmente y Gilbert y el director Bahan estaban inquietos al no saber qué hacer. ¡El gran banquete, el clímax del Festival del Aniversario del Imperio, debería comenzar sin la música de la orquesta! Era la primera vez en la historia que ocurría algo así.
¿Cómo se supone que debo hacerme responsable de esto?
El director Bahan cerró los ojos con fuerza. Su orquesta arruinó el inicio del evento más importante del año. Era una gran responsabilidad.
—¡Solo empezad! ¡Cualquier cosa está bien, así que tocad lo que sea!
Ante el grito de Gilbert, Bahan se mordió el labio y miró a la orquesta.
Por fortuna, algunos miembros tenían sus instrumentos.
Hay un violín, una viola y un violonchelo. No funcionará.
La música de un banquete era diferente a la de una silenciosa sala de conciertos. El ambiente era bullicioso, por lo que necesitaba un volumen alto y variado. Por eso toda la orquesta tocaba en el banquete.
Con esos instrumentos a duras penas podemos interpretar la canción de baile, pero no es factible el preludio que anuncia el inicio del banquete. Si vamos a tocar, debe ser un sonido que pueda reemplazar el magnífico volumen de la orquesta.
¿Qué clase de música podían ejecutar? No existía ninguna forma a menos que ocurriera un milagro.
¿De verdad arruinaremos el inicio del banquete así? Dios, por favor, haz un milagro. Bahan rezó desesperado.
En ese momento… una nota alta resonó desde algún lugar. Procedía de un gran piano.
—¿Qué? ¿Ese sonido viene de arriba? —La multitud murmuró sorprendida.
Antes de que el murmullo se acallara, el violento sonido de las teclas retumbó en el lugar. Fue como una trompeta que propagaba la alegría de la fiesta.
¿Qué es este sonido?
El director Bahan apretó los puños sin darse cuenta. ¿Dios escuchó sus plegarias?
Una melodía hermosa descendió. Como si la tocara un ángel del cielo.
¿Quién demonios…?
Bahan se abstrajo de su alrededor.
La melodía que celebraba el inicio de la fiesta se volvió tan suave como la brisa. El alegre sonido, con un profundo significado, repetía el sujeto en forma de fuga. Poco a poco, se propagó y condujo a los oyentes a la felicidad celestial.
La música parecía decir que el gran banquete sería placentero y que todos los asistentes serían bendecidos.
—Es hermoso.
—¡Qué preludio!
Todos escucharon la música fascinados. Enmudecieron y se sumergieron en la pieza, como si estuvieran en una silenciosa sala de conciertos.
—¿Un ángel vino a este gran salón de banquetes?
Todos asintieron en consonancia ante el murmullo.
La melodía era brillante y alegre, como si se estuviera celebrando un festival, pero eso no era todo.
A medida que se repetía el sujeto, el tono que ascendía gradualmente producía en los oyentes una gran sensación de exaltación, como si Dios les estuviera dando la bendición.
—Es increíble escuchar esta clase de música como el preludio del banquete.
—Cierto. He oído mucha música en mi vida, pero nunca una tan hermosa y conmovedora.
Los nobles asintieron con la cabeza, maravillados. El príncipe heredero con la máscara de hierro también estaba sorprendido.
¿Quién es? ¿Quién puede crear esta clase de música?
El príncipe Rael estaba de pie en la entrada del salón de banquetes, escuchando la música. Llegó al Salón Gloria a tiempo, ya que era el día del gran banquete, pero se detuvo en seco y prestó atención a la música de hermosa melodía.
¿No es… similar a la interpretación que escuché en el Palacio de Cristal?
Recordó la música que antes había oído. Una pieza que te hacía sentir tranquilo como si estuvieras en el campo. Había una extraña semejanza entre la actuación de ahora y de aquella cuyo artista al final no pudo encontrar.
Nadie más podría notarlo, pero él sí porque era muy versado en música.
Había una similitud entre la pieza del paisaje del campo de ese entonces y el preludio de ahora.
¿Quizás el músico de ese momento está aquí?
Bajo su máscara de hierro, el príncipe miró hacia el lugar de donde procedía la música. Venía del cielo, no, del tercer piso justo debajo del techo.
♦ ♦ ♦
En el tercer piso, una chica pequeña presionaba las teclas del piano, moviendo frenéticamente las manos.
A pesar de que estaba creando música que parecía descender del cielo, su rostro estaba pálido.
¡Estoy loca! ¿Qué estoy haciendo?, —gritó por dentro—. Tocar el piano en un lugar tan concurrido… ¿Qué haré si me descubren?
Le entraron ganas de llorar. En realidad, no tenía intención de interferir, no tendría manera de escapar si la atrapaban. Sin embargo, cuando vio el rostro angustiado del director Bahan, quien siempre había sido amable con ella, no pudo darle la espalda, además, había tenido la suerte de encontrar el piano en el tercer piso.
¡Terminemos rápido y bajemos! El maestro Bahan interpretará la próxima canción de baile, que no necesita una entonación fuerte, con los pocos instrumentos que cuenta. El preludio suele durar entre tres y cinco minutos, ¡así que puedo terminar antes de que lleguen los demás!
Movía las manos, mientras su corazón latía con tanta fuerza, como si fuera a explotar.
Era poco probable que alguien apareciera, pero estaba preocupada.
¡Rápido! ¡Termina lo antes posible!
El tempo de la actuación aumentó gradualmente hacia el final, quizás porque los sentimientos de Marie se reflejaron en ella. De allegro [3] a vivace [4] y de vivace a vivacissimo [5].
Tocó el piano de forma virtuosa y la pieza concluyó con excelente técnica.
—¡Bravo!
—¡Maravilloso!
Los delegados de la península itálica exclamaron con pasión. Estaban admirados.
Pronto resonaron aplausos en todo el salón de banquetes, era algo inaudito, los presentes nunca aplaudían tras el preludio. Sin embargo, Marie no se quedó a oír la ovación del público.
¡Debo irme rápido! —Se levantó apresurada y corrió hacia las escaleras—. Solo tengo que ir al segundo piso y fingir que he estado sirviendo ahí todo este tiempo. Así nadie lo sabrá.
Al cabo de poco, el maestro Bahan recobró el sentido y comenzó a dirigir la canción de baile. No obstante, los presentes ni siquiera pensaron en bailar, sino que siguieron aplaudiendo. Nadie podía escapar de la sensación persistente dejada por la actuación de Marie.
Vamos. ¡Ya casi llegas!
Suspiró de alivio cuando llegó a las escaleras, pero cuando estaba a punto de poner un pie en el primer escalón…, oyó un sonido que le encogió el corazón: el crujido de las escaleras de madera que conducían al tercer piso.
Alguien estaba subiendo.
Palideció mientras miraba hacia abajo: una máscara de hierro que cubría la mitad de su rostro. Quien subía era el príncipe heredero Rael, a quien más temía en el mundo.
♦ ♦ ♦
Rael llegó al tercer piso y miró a su alrededor.
—¿Tocaron ese piano? —Se acercó al instrumento en la esquina y presionó las teclas—. Están rígidas y, aun así, tocó de esa manera. ¿Dónde está el músico?
Escaneó el lugar. El tercer piso contaba con una barandilla alrededor del borde del gran espacio central con vistas al primer piso. Así que no podía ver nada de un vistazo.
—¿Aquí?
Se dirigió hacia el otro lado. Frunció el ceño cuando llegó a la barandilla opuesta, atravesando los objetos apilados.
—¿Qué? ¿Por qué no está? ¿No fue por aquí?
Ladeó de la cabeza y volvió a revisar la barandilla del otro lado. Pero no había nadie.
—¿Ya bajó?
Estaba confundido, subió tan pronto como escuchó la música, pero el músico ya no estaba.
Comprobó si había otro camino, pero no. La única forma de subir o bajar del tercer piso eran por las escaleras de madera desgastadas.
¿Cómo?
Examinó una vez más el sitio. Estaba ocupado con demasiadas cosas almacenadas: ropa, mesas, sillas, cajas, etc.
¿No lo vi porque se escondió entre los objetos?
Recorrió nuevamente el tercer piso, revisando cada rincón.
¿P-Por qué no se va?, pensó Marie y tragó saliva.
Estaba de cuclillas escondida en el compartimento de abajo de un armario que había en una esquina [6]. Esperaba a que el príncipe heredero, que no la había encontrado, se fuera, pero él revisaba minuciosamente todos los lugares.
A medida que el príncipe se acercaba a ella, el corazón de Marie se aceleraba más.
Por favor, señor, ayúdame. Por favor, por favor.
Era cuestión de tiempo que la descubriera. No había escapatoria.
A pesar de su ferviente plegaria, el príncipe heredero se detuvo frente al mueble donde se escondía, ella palideció.
P-Por favor… ¡Por favor, vete! Por favor…
Él levantó despacio la mano. Marie se cubrió la boca con las manos. Sentía que iba a oír sus palpitaciones ensordecedoras.
—Nada —murmuró el príncipe.
Abrió el compartimento que había justo encima de donde estaba ella.
Marie respiró con dificultad por la tensión. El príncipe chasqueó la lengua.
—No es un ratón, así que es imposible que se esconda en un compartimento tan pequeño como este. Me equivoqué. ¿Realmente bajó un ángel del cielo? No entiendo nada —musitó.
Por más que he buscado, no lo encuentro. ¿Dónde está?
Sacudió la cabeza mientras intentaba abrir el siguiente compartimento. El armario tenía más de diez compartimentos y era demasiado pequeño para que entrara un adulto, incluso si era una mujer pequeña.
Además, ¿por qué un artista que realizó una actuación tan fenomenal se escondería en un armario? No planeaba castigarlo, sino recompensarlo.
No lo entiendo. —Reflexionó por un momento y tuvo una idea para encontrar al músico—. ¿Quizás…?
Dio media vuelta y se alejó del armario. Luego, descendió las escaleras y desapareció del tercer piso. Marie salió del mueble y se agarró con fuerza el pecho, estaba a punto de estallarle el corazón.
—¿Se fue? —preguntó con voz débil.
B-Bajemos rápido. Antes de que alguien más suba.
Se arregló el cabello y la ropa, y bajó las escaleras a toda prisa. Por suerte, nadie más subió, así que regresó al salón de banquetes sin problemas.
—Marie, ¡¿dónde has estado?!
—L-Lo siento. Tuve que atender unos asuntos por un momento…
—¡Date prisa y ve a trabajar!
Aunque la doncella principal estaba enfadada, Marie se sentía agradecida de haber podido escapar sana y salva.
Cuando el príncipe heredero extendió la mano hacia el compartimento, creyó que era su fin. Fue un milagro que no la descubriera.
Sin embargo, había algo que no sabía, cuando bajó las escaleras, el Príncipe Cruel Rael la había observado, escondido detrás de las escaleras.
—¿Por qué esa doncella de nuevo? —se cuestionó confundido.
♦ ♦ ♦
Tras este angustiante incidente, el gran banquete concluyó.
Una vez terminada la actuación de Marie, el director Bahan dirigió la canción de baile. No fue fácil, porque había muy pocos instrumentos disponibles, pero en el lugar aún persistía el ánimo causado por el preludio, por lo que pudieron continuar sin muchos problemas.
Después de un tiempo, la orquesta llegó con los instrumentos que habían almacenado por separado y el banquete prosiguió sin ningún contratiempo. Sin embargo, los presentes tenían curiosidad por el músico desconocido.
—¿Quién tocó el preludio? —se preguntaban, ladeando la cabeza.
—Te entiendo. La música de la orquesta imperial no es mala, pero me gustaría volver a escuchar al pianista.
—¿Tal vez es el ángel de los rumores? —dijo una de las damas.
—¿Un ángel?
—Ah, ¿no has oído los rumores? Últimamente, se dice que un ángel baja del cielo al palacio imperio para otorgar su bendición.
—Ah, eso es absurdo. No bromees —se burló otra mujer.
—Hablo en serio —declaró la otra con seriedad—. ¿Has visto la estatua de su majestad la tercera emperatriz en el Jardín de las Rosas?
—Ah, sí. Por supuesto que sí.
La estatua impresionaba a todos por su belleza, era un monumento que conmovía el corazón de quien la observaba.
—La estatua se completó en un día lluvioso en el que nadie la tocó.
—Imposible…
—Sí, se dice que un ángel descendió del cielo, arregló la estatua y se marchó. Y eso no es todo…, la «Sinfonía del Campo» de la función de la orquesta imperial también fue acabada por el mismo ángel.
—Por eso hoy también voy a rezar. Quién sabe, quizás el ángel venga a nuestra mansión también.
—Aquí están sus bebidas —les anunció Marie, que sudaba frío tras escuchar la conversación.
—Ah, gracias. Por lo tanto, el ángel…
Ay, Dios mío, un ángel. —Suspiró Marie— ¿Qué habría pasado si me hubieran descubierto hoy?
Recordó el momento en que el príncipe heredero extendió la mano frente al compartimento donde se escondía. Entonces reflexionó, desde que regresó al banquete, el príncipe heredero la había estado observando.
P-Por favor deje de mirarme, suplicó para sus adentros.
—Marie —la llamó el príncipe, cuando hubo un breve momento de calma en el banquete y no había nadie a su alrededor.
—¿Me llamó, Su Alteza? —inclinó la cabeza, todavía sorprendida—. ¿Necesita algo?
—No necesito nada.
—¿Entonces…?
—¿Cuál es tu horario de mañana?
—¿Perdón? —estaba confundida.
—¿Hay algo a lo que debas asistir?
—Ah, no. —Negó con la cabeza.
—Ya veo. En ese caso, ven mañana al Palacio León.
—¿Qué…? —Estaba atónita.
—Tengo algo que decirte.
♦ ♦ ♦
Como era el clímax del Festival del Aniversario del Imperio, el gran banquete finalizó muy tarde.
Marie volvió al dormitorio al amanecer, cuando los primeros gallos cantaban. Aunque había sido un día muy duro, no podía dormir.
—¿Por qué al Palacio León? ¿Qué tiene que decirme? —murmuró, sin poder entenderlo.
Al principio palideció por el miedo y el desconcierto, pero con el transcurso del tiempo, pudo tranquilizarse y pensar con calma.
No ha descubierto mi identidad. Si hubiera sabido que soy la princesa Morina, no me habría citado al Palacio León tan tranquilo. Me habría metido en prisión.
Temía al príncipe heredero, porque si la atrapaba, sería arrastrada a la guillotina.
—Entonces, ¿por qué me llamó? —Entonces se percató de algo extraño—. Jane no viene. ¿Aún no ha terminado? Qué raro. Ayer no tenía turno de noche, ¿no? ¿Dónde estaba trabajando estos días?
Aunque compartían la misma habitación desde hace tres años, desde que Marie se convirtió en una doncella de rango medio, su horario cambió, por lo que no sabía dónde trabajaba Jane.
Volverá pronto.
Pensando así, levantó su pesado cuerpo y se dirigió al comedor de las doncellas para desayunar. Pero cuando llegó, se enteró de algo inesperado.
—Jane… ¿fue encarcelada?
Susan, su anterior jefa, asintió.
—Supongo que aún no te has enterado.
—¿De qué? —preguntó confundida. Su compañera era incapaz de cometer un crimen.
—¿Escuchaste que ayer hubo un incendio donde se almacenaban los instrumentos de la orquesta?
—Sí…
Por un momento, le vino algo a la mente.
—Imposible.
—Sí, así es. Jane estaba a cargo de supervisar las lámparas del almacén. Asumió la responsabilidad del incendio de ayer y fue encarcelada —explicó Susan, apenada—. Aunque no fuera intencional, iniciar un fuego en el palacio imperial es un delito grave. No creo que salga bien parada.
[1] Margrave es el nombre en español dado al título germánico Markgraf, equivalente a marqués. Originalmente, fue el título medieval del gobernador militar asignado para mantener la defensa de una de las provincias fronterizas del Sacro Imperio Romano Germánico o de un reino. Ese cargo se convirtió en hereditario en determinadas familias feudales en el Imperio, y el título llegó a ser asumido por los gobernantes de algunos principados imperiales hasta la abolición del Imperio en 1806.
Por otro lado, la mayor exposición de una provincia fronteriza a la invasión militar obligaba a dotar al margrave de fuerzas militares y de una autonomía de acción (tanto política como militar) mayor que la concedida a otros señores del reino. Como gobernador militar, la autoridad del margrave se extendía a menudo sobre un territorio más amplio que el de la provincia propiamente dicha, debido a la expansión de las fronteras tras las guerras reales.
De este modo, el margrave mantenía las mayores fuerzas armadas y fortificaciones necesarias para repeler las invasiones, lo que aumentaba su fuerza política y su independencia con respecto al monarca. Además, un margrave podía ampliar el reino de su soberano conquistando más territorio.
[2]
[3] Allegro es un término musical que hace referencia a una indicación de tempo (velocidad a la que se ejecuta una pieza musical) equivalente a deprisa.
Normalmente va seguido de otro término en italiano que da más precisión sobre cómo debe ser el carácter de una obra y la velocidad de la interpretación, como Allegro molto, que significa muy rápido, Allegro ma non troppo, no demasiado rápido, o Allegro assai, bastante deprisa, entre otros.
[4] Vivace es un término musical que hace referencia a una indicación de tempo rápido que coincide con la del allegro molto.
[5] Vivacissimo es básicamente el superlativo de vivace, por lo que hace referencia a un tempo muy rápido, pero sin preceder al presto (tempo que equivale a muy deprisa).
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De verdad admiro su trabajo y la pasión que le ponen a sus traducciones las explicaciones son impresionantes. Mil gracias quedo atenta al siguiente capitulo.