Traducido por Nidhogg
Editado por Sharon
En la casa del General, en el Pabellón Hua Ting (el Salón de las Flores), un hombre vestido con un uniforme de eunuco azul marino se detuvo en el escalón delantero del vestíbulo central. Quizás fue por costumbre, porque quería aprovechar la oportunidad de estar frente a Generales prominentes, o porque en esa habitación, la atmósfera era un poco extraña, pero de todas formas, el eunuco inclinó la cabeza y anunció respetuosamente:
—¡Decreto del emperador! Mañana, el hijo del emperador cumplirá su primer mes. Todos los ministros y cortesanos están invitados. ¡Por favor, General Su y Qing Mo, diríjanse al palacio para un festín!
Gu Yun estaba de pie junto a Su Ling. Su rostro no tenía expresión alguna pero el aura que emitía decía “no te metas conmigo”. Su Ren y Han Shu estaban de pie en la puerta. El emperador ya había aprobado el informe que el General había enviado, y habían discutido los preparativos militares para la guerra, los cuales estarían listos para partir en tres días. Sin embargo, no sabían que un eunuco del palacio anunciaría un decreto imperial de repente, solicitando que Qing Mo en específico asistiera a la celebración.
Todo el pabellón Hua Ting estaba ahora inundado con el aroma de la pólvora. Gu Yun sostenía a Bing Lian y estaba lista para irse. ¡No podían esconderse de ella, ni siquiera en un punto a lo lejos!
—Entendido. Mañana estaremos allí —le dijo Su Ling, acercándose—. Puedes regresar e informar que has completado tu misión, ¿de acuerdo?
—Si, este esclavo se despide. —Aprovechando la situación, se retiró de inmediato.
Han Shu y Su Ren se miraron el uno al otro y consideraron desaparecer por un tiempo, pero antes de que pudieran, Gu Yun se adelantó e intentó irse. Antes de que pudiera hacerlo, Su Ling la agarró de la muñeca y la detuvo, aunque ella no lo miró.
—¿Aún estás enojada? —Estaba preocupado por la seguridad de Su Yu y había dedicado grandes esfuerzos a dar con su paradero. En estos días, había estado ocupado con asuntos militares. Ella parecía incluso más ocupada que él, practicando todos los días. No solo no le había mencionado de nuevo que quería acompañar al ejército, ni siquiera lo miraba.
—Estoy ocupada, si quieres seguir hablando acerca de no dejarme ir al mar con el ejército, puedes detenerte. Has dejado tu punto lo suficientemente claro —le dijo con frialdad, resistiéndose a su agarre.
—¡Qing Mo!
El bajo gruñido detrás estaba lleno de frustración y molestia, pero ella no le escuchó pues ya había dejado el pabellón Hua Ting.
—General, ¿Qing Mo de verdad aceptó el no acompañar a la armada al mar? —preguntó Han Shu en un susurro, escuchando sus pasos hacer eco al alejarse.
—No lo creo —comentó Su Ren, regresando al escritorio.
—¡Ah, también creo que Qing Mo no es alguien que se rinda tan fácilmente! —concordó Han Shu. Dirigieron su mirada a Su Ling, cuyo rostro ya estaba cerca al color del hígado. Ambos cerraron la boca para intentar evitar que el General desahogara su enfado en ellos.
♦ ♦ ♦
En Qiong Yue no hacía frío durante el invierno. El banquete se celebró en el jardín del palacio imperial. El jardín real, incluso sin el color de las flores de primavera y verano, el lugar no lucía desolado. En cambio, los frondosos árboles de hoja perenne agregaron gran vitalidad al invierno. Esta noche, muchos ministros de tercer rango y superiores fueron invitados a la fiesta. Entre ellos estaban el ministro, su esposa e hijas. Esa escena era como tener una perspectiva amplia del pasado al ver los magníficos cambios en sus ropas. Su Ling y Gu Yun se ubicaron en el asiento principal a la derecha. Frente a ellos, estaba Lou Xi Yan y Zhuo Qing. Los dos hombres asintieron para saludarse y apartaron la mirada, mientras que Gu Yun y Zhuo Qing mantenían una expresión de aburrimiento.
—El emperador ha llegado.
Pronto se escucharon los gritos agudos de los eunucos desde la distancia. El clamor en el jardín se calmó de repente. Los ojos de Gu Yun se entrecerraron en dirección a la mujer junto a Yan Hong Tian. Lucía como si hubiera sido mimada toda su vida, adornada con joyas, con una tez nacarada y un rostro arrogante. La Consorte Imperial y Qing Feng caminaban detrás de ellos, al final de la fila.
La mujer junto a Yan Hong Tian debía ser la emperatriz viuda. De acuerdo con Su Ling, era la reina madre, Lou Su Xin.
—Larga vida a Su Majestad. Larga vida a la emperatriz viuda. Que la emperatriz y la concubina imperial Qing vivan felices y seguras.
Yan Hong Tian y el grupo de ministros caminaron hacia el asiento de honor. El grito sincronizado de todos los ministros asustó a Gu Yun. Había varios cientos de personas en el jardín, pero hablaban con una sola voz, lo que demostraba que habían sido bien entrenados de manera regular.
—Todos de pie. —Yan Hong Tian estaba de excelente humor el día de hoy. Con un movimiento de su mano, se sentó.
—Agradecemos al emperador.
Y todos volvieron a sus asientos. Gu Yun buscó a Qing Feng en medio de la familia real. La emperatriz viuda y la emperatriz estaban sentadas a los lados de Yan Hong Tian, mientras que Qing Feng estaba sentada al lado de la emperatriz. El niño estaba en brazos de una nodriza, quien no estaba ubicada detrás de Qing Feng, sino que junto a la emperatriz viuda. Ella jugaba de vez en cuando con el pequeño príncipe y Qing Feng solo podía mirar desde lejos.
Gu Yun la había visto hace un tiempo. En sus recuerdos, ella era alta y delgada, con un porte terco y arrogante. Ahora que había dado a luz, había ganado peso. Su rostro afilado se había vuelto un poco redondeado y no tan mordaz, si no que tranquilo en general.
—Hoy es el primer mes del hijo del emperador. Hemos organizado una fiesta para los ministros. No necesitan estar de pie para una ceremonia. Acompáñenos a beber esta copa.
Yan Hong Tian levantó su copa, y todos los presentes siguieron el brindis.
—Que el emperador se llene de alegría, que la Concubina Imperial Qing se llene de alegría. ¡Saludos al tercer príncipe!
Era una felicitación sacada de un molde de galletas. Gu Yun no sabía si a Yan Hong Tian le preocupaba o no, pero ella ya estaba cansada de escucharlos. Había pensado que podría ver al niño y charlar con Qing Feng, pero parecía que sería imposible.
—¿Cuándo podemos irnos? —preguntó en un susurro después de tragarse el vino de un sorbo. Él cortó con calma un pedazo de pastel del plato frente Gu Yun antes de contestarle.
—Aún es temprano. —Pensaba que él era impaciente, pero nunca pensó que ella estaría aún más cansada de ese tipo de socialización.
Gu Yun maldijo en voz baja, agarró la botella de vino y se sirvió otra copa.
—Bebe menos, el vino es fuerte —le advirtió Su Ling con su voz profunda. Sus manos se detuvieron por un momento, pero de todas maneras siguió bebiendo. El ceño de Su Ling se frunció, pero no la detuvo. Había estado molesta lo suficiente, no lo había mirado por seis días y su indiferencia le estaba dando una sensación de frustración sin precedentes.
Pese a que se bebió esa copa de vino, no volvió a llenarla. Al otro lado, el Primer Ministro Lou Xi Yan hablaba en susurros con su hermana. Gu Yun bajó su copa y apoyó la barbilla en sus manos, luciendo muy aburrida. Delante del jardín había un área con un gran lago. La superficie del agua brillaba a la luz de las linternas junto al lago. Las criadas colocaron pequeños barcos de papel con velas encendidas en cada uno y los pusieron a navegar. Los botes zarparon lentamente, alejándose un poco de la orilla a causa del empuje de las pequeñas olas. El parpadeo de las velas encendidas en el agua, creaba una escena muy hermosa.
—Recientemente, la piratería en el mar del este se ha descontrolado. El General Su enviará un ejército para sitiar a los bandidos. Tomaremos prestado el banquete de hoy para despedirnos del General hasta que regrese triunfal, entonces, daremos otro banquete en su honor.
Gu Yun estaba perdida en sus pensamientos mientras veía los barcos moverse en el lago. Al escuchar el repentino anuncio de Yan Hong Tian, Su Ling se levantó de inmediato.
—Gracias, Su Majestad.
—Le deseo respetuosamente al General Su una rápida victoria. —Las miradas se enfocaron en Su Ling y la pequeña mujer a su lado. Gu Yun podía sentirlas venir de todas direcciones. Debía sentarse derecha e inclinar ligeramente la cabeza, fingiendo no notar todas las miradas extrañas.
—El General Su partirá hacia la guerra; la señorita Qing probablemente también viajará con el ejército durante la expedición. Qué armonioso matrimonio. Es realmente envidiable —exclamó con voz clara y fuerte Xin Yue Ning.
La clara voz femenina resonó de repente y todos los asistentes quedaron ligeramente aturdidos. Los ministros se miraron los unos a los otros, pero nadie se atrevió a responder. Desde la antigüedad, no había precedentes de que las mujeres siguieran a sus esposos a la batalla, pero la persona que había hablado era la emperatriz. Los ministros que brindaban decidieron sentarse en silencio y observar.
Yan Hong TIan sirvió más vino. Sus ojos oscuros observaban a Su Ling con un poco de interés y placer. El siniestro rostro de Su Ling comenzaba a lucir hostil e inclinó su cabeza hacia Qing Mo. Lou Xi Yan y Zhou Qing alcanzaron a verlos y se mostraron contemplativos.
En ese grupo de personas, la parte más afectada no era la persona involucrada, sino Qing Feng, quien estaba sentada junto a la emperatriz. Su hermana menor siempre fue muy delicada. ¿Cómo podía sobrevivir el viaje con el ejército? Para que la emperatriz dijera de repente esas palabras, seguramente albergaba malas intenciones.
—Esto es ridículo, emperatriz, ese comentario es simplemente escandaloso. ¿Cómo podría una mujer seguir al ejército a la batalla? —intervino entonces Lou Su Xin con un ligero tono de reproche en el silencioso jardín. Xin Yue Ning, en lugar de detenerse, duplicó su comentario inicial.
—Madre imperial, el emperador ya ha prometido permitir el matrimonio entre el General Su y Qing Mo. Como su esposa, seguirlo a la batalla contra enemigos comunes, será legendario. —El momento en que aquellas palabras salieron, los funcionarios tuvieron que reprimir su sorpresa. Lou Su Xin estaba molesta y miró directamente a Yan Hong Tian para interrogarlo.
—Su majestad, ¿a qué se refiere con el permiso de matrimonio?
Su Ling tenía un gran poder militar. Solo podía casarse con una princesa del Palacio Imperial o una infanta [1], ¡no una mujer extranjera!
Yan Hong Tian levantó ligeramente su copa y el eunuco se adelantó de inmediato para servirle más vino. El monarca agitó el líquido dorado dentro con una sonrisa.
—Su Ling y Qing Mo están enamorados, y los ancianos del Clan Su se mostraron a favor. El General Su es el pilar del país, es natural que seamos nosotros quienes le otorguemos su matrimonio.
¿Los ancianos de la familia Su también estaban satisfechos con ella? Lou Su Xi por fin miró hacia el lado, donde estaba la cabeza de la mujer. Era demasiado delgada y tenía dos cicatrices en la mejilla al igual que sus hermanas. Dado que los ancianos de la familia Su la reconocían como nuera, no tenía nada que decir.
—Incluso si ella es la mujer del General, desde la antigüedad no ha habido razón para que una esposa siga a su marido a la batalla —repitió con orgullo—. Si ella puede, ¿las esposas de los soldados también lo harán? ¡Eso causaría caos, en especial si se trata de una mujer físicamente débil!
—Hay muchas cosas que no sabes, madre —intervino Xi Yu Ning con una sonrisa misteriosa—. Qing Mo no es una mujer ordinaria. Es diferente.
Lou Su Xi frunció el ceño.
—¿Cómo? —Era tan delgada. ¡Qing Ling y Qing Feng tenían mejores cuerpos!
—Qing Mo está familiarizada con el arte de la guerra y las artes marciales, por lo que no solo no arrastrará al General Su; ella puede ayudarlo. Si no fuera porque Qing Mo dirigió el rescate, el oficial Gao no habría sido capaz de escapar. —Y entonces se giró para palmear el dorso de la mano de Qing Feng. Xin Yue Ning pretendía quejarse—. En realidad es tu culpa. Si tu hermana menor tenía ese tipo de habilidades, ¿por qué no lo explicaste antes?
El rostro de Qing Feng lucía un poco pálido. Así que fue por el incidente de rescate de Gao Hong. Solo había escuchado que un grupo de bandidos habían retenido a la familia de Gao Hong en el patio y amenazado con cambiar su vida por la de Qing Mo, pero el General Su se rehusó a entregar a su hermana pequeña y los bandidos habían asesinado a la segunda amante. La emperatriz siempre había sido mezquina y de mente estrecha, no era de extrañar que intentara avergonzar a la hermana pequeña.
Aunque no sabía que había pasado, Qing Feng se obligó a sí misma a calmarse antes de responder.
—La elogia demasiado, hermana. Qing Mo no practica artes marciales, pero ha estado activa desde pequeña. Las patadas floridas y el boxeo no pueden ser llamados artes marciales y ella no comprende las estrategias militares. Tal vez sea debido a su afición al ajedrez, pero esa es la única forma en que puede unirse a las reuniones. Le gusta mucho hablar y decir cosas, pero es joven, no conoce la etiqueta y no sabe acerca del ejército. Así que, por favor, la emperatriz viuda y la emperatriz no deberían tomarlo como ofensa.
—La hermana menor es sumamente modesta —dijo Xin Yu Ning, soltando un ligero resoplido—. Su Majestad y yo hemos visto las habilidades de la señorita Qing con nuestros propios ojos. ¿Estás diciendo que el emperador está equivocado?
Qing Mo era una mujer de naturaleza tímida. Su cuerpo era delicado y no había aprendido sobre artes marciales o armas de ningún tipo. Viendo a su hermana menor tan asustada que ni siquiera era capaz de levantar la cabeza, una ola de ira se elevó dentro del corazón de Qing Feng.
—No me atrevería… —dijo mientras rechinaba los dientes.
La conversación de estas dos personas estaba produciendo un oleaje feroz, pero Lou Su Xin las detuvo con un movimiento impaciente.
—Está bien. Una mujer joven debería estar componiendo poesía y pintando, practicando la cítara y jugando go o ajedrez. ¿Por qué una chica blandiría una espada o una lanza para competir con un hombre?
Qing Feng estaba secretamente aliviada. Dejó salir un suspiro de alivio, pensando que el asunto había concluido. Quién pensaría que Xin Yue Ning tenía un corazón de hierro y se rehusaría a dejar ir a Qing Mo.
—Madre imperial, la joven Qing Mo es una mujer, pero sus habilidades superan las de un hombre —insistió, acurrucándose contra Lou Su Xin con amabilidad—. De lo contrario, ¿por qué el General Su estaría encantado con ella y le tendría un profundo afecto? Hoy es un día alegre, siendo el primer mes del tercer príncipe. ¿Por qué no dejamos que Qing Mo le haga una presentación a la Madre Imperial más tarde?
Una mujer que era mejor que un hombre. Lou Su Xin miró su frágil figura, incapaz de creerlo, pero la emperatriz parecía tener gran estima por esa chica.
—Bueno, también quiero saber como se destaca frente a sus colegas masculinos —le dijo a Qing Mo, dejándose convencer.
Con la aprobación de la emperatriz viuda, el emperador no tuvo motivos para negarse. Xin Yue Ning estaba orgullosa y feliz.
—Escuché que las técnicas de lucha de Qing Mo eran sorprendentes y que ni siquiera siete u ocho hombres fuertes podrían acercarse a su cuerpo.
En el bosque, la familia Su había defendido a Qing Mo, pero hoy, en este palacio, no se atreverían a oponerse a los funcionarios del gobierno.
—¿No bromea? —dijo Lou Su Xin, sintiéndose inusualmente motivada—. ¡De verdad quiero verlo!
—Entren —susurró Xing Yue Ning con suavidad, y ocho guardias fornidos dieron un paso adelante. Al pelear con ellos, incluso un hombre recibiría algunos golpes. ¡Mucho menos una mujer! ¡La emperatriz quería tomar la vida de su hermanita! Qin Feng no podía lidiar más con eso. Se levantó y caminó frente a la madre imperial, medio arrodillada para interceder.
—¡Qing Mo es solo una adolescente, ¿cómo podría resistir tal combate?!
Lou Su Xin en ese momento también dudó, pero antes de que pudiera abrir la boca, Xin Yue Ning ya había intervenido.
—Hermana menor, ¿por qué estás tan preocupada? Mira como está de compuesta tu hermana. Tú, como la hermana mayor, no debes ser tan modesta —la consoló, tomando su brazo.
Qing Mo mantenía su cabeza abajo. Para Qing Feng parecía estar asustada. A los ojos de Zhuo Qing, Gu Yun debía tener otros planes, por eso no hablaba mucho. Qing Feng le lanzó una mirada pidiendo ayuda, pero Zhuo Qing simplemente negó, esperando que pudiera calmarse.
Conocía las habilidades y destrezas de Gu Yun, pero Qing Feng no. Al ver que incluso la hermana mayor se negaba a ayudar, Qing Feng no tuvo más opción que apretar los dientes para buscar ayuda de ese hombre… Aquel que siempre hacía todo lo posible para hacerla admitir la derrota y rogar por piedad. Yan Hong Tian.
Soltó la mano de Xin Yue Ning y caminó hacia él, y con una respiración profunda, se arrodilló.
—Su majestad…
Lamentablemente, solo había abierto la boca cuando el emperador estiró su brazo y rodeó su cintura, atrayéndola a su cuerpo.
—También queremos ver la astucia de una mujer, en especial su elegancia y belleza. Amada Concubina, no necesitas estar tan ansiosa.
Quería saber hasta dónde sería capaz de ir Su Ling por Qing Mo, además de cuáles eran las habilidades de esa delgada mujer.
Ocho musculosos guardias imperiales ocuparon el espacio vacío en el centro del banquete. Lucían como si pudieran romper el brazo de una persona sin quererlo, y todos tenían la mirada fija en Qing Mo. El corazón de Qing Feng dio un salto, pero Yan Hong Tian la estaba agarrando con fuerza. Ignorando el dolor en su cintura, luchó desesperadamente, queriendo acercarse a Qing Mo antes de que muriese.
¡Esto estaba yendo muy lejos! Su Ling de repente se levantó molesto, pero la mano fría y delgada que estaba a su lado tiró de su muñeca. Miró a Gu Yun quien estaba en silencio a su lado y la vio levantarse junto a él. Su cabeza, que había permanecido abajo, también se levantó lentamente.
Su pequeña figura de pie junto a Su Ling la hacía ver aun más débil. Su rostro con dos cicatrices que no solo no la hacían lucir horrible o aterradora, si no que más bien causaba lástima. Que la emperatriz dejara que una mujer tan pequeña luchara con ocho guardias fornidos era demasiado cruel. Pelear era la norma para las mujeres en el harén, pero tomar a la hermana de alguien más para desahogarse era excesivo.
Después de ver la delgada figura de Qing Mo, Lou Su Xi también pensó que le sería imposible enfrentarse a esos guardias. Estaba a punto de cancelar aquella competencia, pero vislumbró algo que no debería estar en el cuerpo de una escuálida mujer, algo que la sorprendió: un par de ojos determinados que parecían ver el interior del alma de las personas. Cualquiera quedaría impresionado ante su actitud imponente que era capaz de enfrentarse a la voluntad de otros y aplastarla.
Una mujer no debería tener una mirada así.
Los fríos ojos de Gu Yun se dirigieron a los ocho guardias que esperaban en la distancia. La comisura de sus labios se elevó en una sonrisa sátira. Al mirar el asiento de honor, cada uno tenía una expresión diferente. Rompió en carcajadas.
—Como dice la hermana mayor, Qing Mo no entrenó con ningún maestro —dijo con una sonrisa y voz clara en el silencio resonante—. Simplemente se trata de patadas floridas y boxeo sin ninguna base. Antes, rescatamos al oficial Gao debido a que la armada de la familia Su está bien entrenada. Su Ling nos dio una buena orientación. Una mujer nunca podría sobresalir contra un hombre.
Qing Feng suspiró en secreto. Era bueno que su hermana estuviera en la Oficina del General. Durante este último año, había desarrollado el valor para hablar frente a muchas personas con elocuencia.
Sin embargo, el hombre al lado de Gu Yun solo podía sentir un mal presentimiento al escuchar su humildad. Tal y como pensaba, ella cambió de tema y miró fijo a los enigmáticos ojos de Yan Hong Tian para provocarlo.
—Hay un plan de expedición para el ejército, sin embargo, si hoy fuera capaz de probar que no soy una mujer físicamente débil, ¿Su Majestad sería tan amable como para permitirle a esta Qing Mo que los acompañe?
Yan Hong Tian rió.
—¡Si eres capaz de ganarle a los ocho guardias con un cuchillo, te permitiré ir con el ejército!
No carecía de fuerza en sus brazos, le sería imposible ganar. Si recordaba bien, hace un poco más de un mes ella casi había muerto. Sabía de esto porque los médicos del Palacio habían visitado la mansión de Lou Xi Yan. Dando sus heridas, además de la diferencia de poder entre un hombre y una mujer, si ella de verdad les ganaba, entonces la dejaría ir.
Buen intento. Eso quiere decir que si no derroto a los ocho hombres, igual perderé.
—¿Es un trato? —preguntó con una risa indiferente.
—¡Las palabras del emperador deben tomarse en serio!
Gu Yun asintió con satisfacción, pero cuando se levantó para caminar en dirección a los fornidos guardias, su muñeca fue sujetada con una fuerza igual a la de unas tenazas de hierro. Al girar la cabeza, se topó con los ojos de águila de Su Ling que ardían por la ira.
—No te preocupes, no seré tan estúpida como para competir con ellos —le susurró al oído después de soltar un suspiro—. Déjame ir. Si estuviera en peligro, puedes venir a salvarme a tiempo.
Gu Yun estaba llena de confianza. Los oficiales civiles y militares, sin excepción, estaban mirándolos, por lo que incluso si Su Ling estaba molesto, solo podía soltar su mano. Sería mejor que no se lastimara, o de lo contrario, la encerraría en la Mansión del General y ni siquiera la dejaría dar dos pasos por la puerta principal.
Gu Yun le dio una mirada de advertencia y solo entonces Su Ling soltó su mano.
Se levantó y caminó hacia el espacio vacío. De pie junto a los ocho guardias imperiales, su delgada figura apenas llegaba a sus pechos. Gu Yun asintió hacia ellos con calma y una actitud tan educada, que los hombres no pudieron evitar sentirse avergonzados. Los ministros habían comenzado a reunirse conmocionados. ¿Cuál era la competencia? Ni siquiera se comparaban. Si cada uno de los guardias le lanzaba su puño, ¡la pequeña chica tendría una vida menos!
Gu Yun se paró frente a los guardias, sin prisa por comenzar. Allí, se dio la vuelta para ver a la gente en los asientos principales.
—Hoy es la celebración del primer mes del tercer príncipe. Hay muchas mujeres presentes, y matar no es bello. Además, ocho de ellos juntos sería injusto y uno a uno llevaría demasiado tiempo. Tengo una mejor propuesta que me permitirá competir con todos a la vez y demostrar que no soy una mujer débil y sin fuerzas para luchar.
Con una mano alrededor de la cintura de Qing Feng y el vino en la otra, Yan Hong Tian sonrió.
—¿Cómo te gustaría competir?
Señalando el lago con las pequeñas lámparas de bote alejándose, esparcidas en la superficie del lago, Gu Yun comenzó a explicar su idea.
—Las lámparas que iluminan el lago son bonitas. Sería mejor competir con los ocho guardias en tiro con arco. Estaré sola contra ellos. Tomaremos el asiento de honor como línea media. Asigne a alguien para que ponga cien faroles a cada lado del río, con un cuarto de varilla de incienso encendida como tiempo límite. Ganará el lado que cuente con menos lámparas encendidas. ¿Qué piensa el emperador?
—¿Ocho personas juntas? ¿Estás segura? —Él había sido testigo de su habilidad con el tiro con arco al rescatar a Gao Hong y jamás había visto nada parecido, ¿pero su habilidad le permitía desafiar a ocho guardias imperiales? Esto divirtió a Yan Hong Tian. No creía que hubiera alguien capaz de tener tal capacidad en la arquería.
El corazón de Qing Feng estaba acelerado y no tenía un solo momento de tranquilidad. Al final, sería una competencia de arco. Incluso si no lograba ganar, no saldría herida, ¿pero por qué tenía que desafiar a los ocho guardias juntos? Su hermana pequeña era extraña y no lograba entenderla.
Su insolencia despertó la curiosidad de Yan Hong Tian. Gu Yun ya había calculado que el emperador estaría de acuerdo con su propuesta.
—Ciertamente, pero estoy acostumbrada a manejar una ballesta con flechas cortas. Puede distinguir entre las flechas cortas para ballesta y las largas para arcos, por lo que será más fácil ver al ganador. Su Majestad, ¿podría prestarme la ballesta que el General Su Ling le trajo hoy al palacio?
Su Ling había enviado la pequeña ballesta que requería menos esfuerzo y que una mujer podría utilizar. Como no se oponía a ello, dio su orden sin problemas.
—Ve, trae la ballesta del estudio hasta aquí.
—Si. —Un guardia corrió rápidamente en dirección a la biblioteca real.
Los ojos de águila de Su Ling estaban brillando. Su boca que se había mantenido apretada hasta ahora por fin dejó ver una muy superficial sonrisa. No era de extrañar que hubiera bajado la cabeza sin decir nada frente a las acusaciones de la emperatriz. Todo este tiempo había estado pensando en qué contramedidas tomar.
Con las ráfagas de la ballesta corta, sus posibilidades aumentaban considerablemente. Era una buena estrategia, tanto para resolver el problema de la emperatriz como para lograr viajar con el ejército. Su pensamiento calculador había valido la pena.
—¡Pongan las lámparas! —Yan Hong Tian dio la orden a las sirvientas que sostenían las linternas en la distancia para que las colocaran a ambos lados del lago en igual cantidad. Después de un rato, podían verlas balanceándose en el agua, pero la ballesta no llegaba y las luces comenzaban a alejarse de la orilla.
Mientras tanto, Gu Yun estaba disfrutando de la belleza del lago. La ballesta le permitiría un alcance mayor que el arco, por lo que era más ventajoso si las linternas se alejaban. Por otro lado, las expresiones de los guardias se volvían cada vez más serias.
—Su majestad, la ballesta y las flechas ya están aquí. —Después de un rato, el guardia regresó sosteniendo una bandeja, en la cual había una pequeña ballesta de unos diez centímetros de largo y un largo cinturón de tela. En otra bandeja había filas de flechas plateadas cortas, de más de cinco centímetros de largo.
—Entrégaselos a ella —ordenó Yan Hong Tian con un movimiento de su mano, y el recién llegado corrió frente a Qing Mo. Ella tomó el cinturón sin decir nada para colocárselo en la cintura, e inspeccionó la ballesta.
—Estoy lista, comencemos.
Los ocho guardias también recogieron sus arcos y flechas. Llevando un carcaj, se alinearon del lado derecho del lago, mientras que Gu Yun estaba sola en el izquierdo.
—¡Será un cuarto del incienso! —La pequeña mano de un eunuco que sostenía un incienso corto lo levantó lo suficientemente alto para ser visto por los maestros en los asientos principales.
Tras encenderlo, los ocho guardias rápidamente tomaron sus arcos y flechas y comenzaron a disparar feroces a las linternas en el río, que habían flotado ya a varios metros de distancia. Las flechas salpicaron contra el agua; era obvio que no estaban golpeando contra muchos objetivos.
Gu Yun hábilmente sacó las flechas cortas de su cintura, y colocó las siete con cuidado en la ballesta. Elevó el arma y sus ojos apagados se entrecerraron un poco.
Los espectadores solo escucharon el sonido de algo rozando contra el aire, antes de que la flecha atravesara el aire nocturno. Casi al mismo tiempo, siete luces se apagaron. Todo sucedió tan rápido, que los ministros no eran los únicos que se quedaron sin palabras; los guardias compitiendo también abrieron sus ojos. ¡Esa ballesta sí que podía disparar!
Gu Yun buscó más flechas, y sacó otras siete de su cintura. Con un movimiento, otras siete luces desaparecieron del lago. Disparar objetos en movimiento por la noche era una de sus especialidades. Algo como esto no era nada difícil.
Las habilidades de pelea de estos guardias podrían no ser malas dado sus cuerpos grandes, pero si se trataba de disparar de noche, su enemigo no tenía oportunidad de ganar. ¡Ella ganaría este juego!
El lago en la noche de invierno era persistentemente ventoso. El pequeño incienso no tardó en quemarse.
—¡Incienso terminado! —anunció el eunuco.
Cuando sonó el grito, Gu Yun aún tenía tres flechas en la ballesta que no habían sido disparadas, pero bajó su mano de inmediato. Aún así, al mirar el lado izquierdo del lago, mucho más oscuro que el derecho, era claro quien era el ganador.
—Veintiocho restantes a la izquierda.
—Cuarenta y uno restantes a la derecha.
El resultado era más que claro. Qing Mo no solo había vencido contra ocho guardias imperiales, sino que lo había hecho maravillosamente.
Gu Yun sostenía la ballesta en su mano mientras todos la miraban. Observando los profundos ojos negros que se entreverraron en dirección al asiento principal, le dirigió una sonrisa a Yan Hong Tian.
—Su majestad, ¿he ganado contra los ochos?
En el gran jardín, más de cien funcionarios estaban sorprendidos y admirados. No solo miraban el lago, sino que también a la pequeña figura que estaba en la orilla. Incluso la emperatriz viuda sonrió con satisfacción.
—¡Efectivamente, una mujer es mejor que los hombres!
Xin Yue Ning casi aplastó sus garras de plata. ¡Su intención esta noche había sido dejar a esa mujer en ridículo, no ayudarla a lucirse! Al ver el creciente interés en los oscuros ojos de Yan Hong Tian, se quejó.
—Su majestad, su arma y la de los guardias imperiales no es la misma. ¿No es injusto? —¡Si no fuera por aquella extraña ballesta, no podría haber ganado!
¿Justo? ¡Ella y su justicia!
—Para hacer un buen trabajo, primero hay que refinar las armas —dijo Gu Yun con sarcasmo, mirando los brazos de los hombres que eran más gruesos que sus muslos y sus piernas que eran el doble de su cintura—. Es un prerrequisito del campo de batalla. El Palacio tampoco puede pedirle a sus enemigos que elijan sus armas. Aun así, uno siempre busca pelear con las mejores herramientas, ¿verdad? Solo elegí la mía con cuidado. Además, se dijo al comenzar la competencia que aquel que logre derribar más linternas ganaría. Esa regla no requiere que los guardias imperiales usen arcos. ¿O a los ojos de la emperatriz es justo que ocho hombres fuertes vayan contra una mujer pequeña?
Con este comentario, los funcionarios que observaban comenzaron a discutir en sus asientos entre ellos, mirando de reojo a los hombres parados junto a Qing Mo. El zumbido generado por las voces casi la ahogaba. Al comparar esta diferencia, la palabra “justo” se convirtió en símbolo de broma de inmediato. Xin Yue Ning estaba tan avergonzada que no podía respirar, por lo que decidió no seguir atacando. Solo podía mirar con saña a las pocas personas que estaban junto a Gu Yun, un montón de perros lacayos.
La mayoría de los presentes estaban maravillados con sus increíbles habilidades de arquería. Yan Hong Tian estaba más interesado en el arma que sostenía.
—Esta nueva arma, la ballesta, ¿pertenece al ejército de Su? —Hace unos días, cuando Su Ling había presentado el informe, mencionó casualmente que la familia militar Su había construido una nueva arma, y había enviado una copia al palacio esa mañana. Solo le había dado un vistazo superficial, pensando que se trataba de una ballesta más pequeña, ¡pero resultaba ser un arma poderosa!
—Si, lo es —respondió Gu Yun, mirando a Su Ling con indiferencia.
La leve astucia presente en sus ojos sorprendió al General, quien había vacilado en entregarle más de cien de esas ballestas porque estaban hechas con una piedra especial llamada Feng Xi. Era muy rara, por lo que si quería usarla en tanta cantidad, necesitaba del permiso del emperador. Siempre podían reciclarlas, pero necesitaba el poder de una fuerza nacional para buscarlas. Por eso le había presentado la ballesta a Yan Hong Tian. Siendo así, ¿había elegido este método de competencia para mostrarle al emperador el poder de la ballesta corta, y así hacer que él los ayudara a conseguir las piedras Feng Xi?
Si era así, entonces su mente era mucho más astuta y meticulosa que la suya.
—¡Por mi orden, Qing Mo participará en la batalla naval del Mar del Este, durante el asedio y aniquilación de los piratas, como estratega militar! —anunció una vez dejó de reírse. Gu Yun notó que tenía un brillo especial en sus ojos.
—¡Su Majestad!
No solo Xin Yu Ning y Lou Su Xin habían gritado en estado de shock, sino que todos los funcionarios presentes jadearon sorprendidos. Enviar a Qing Mo a la guerra como consejera era demasiado ridículo. Desde la antigüedad, nunca existió alguna mujer estratega. ¡Esto no tenía sentido!
Toda la noche, Lou Xi Yan había mirado los procedimientos desde un lado, pero ahora no pudo evitar levantar una ceja. Era claro que Su Ling estaba enfrentándose a otro tipo de rebelión. Si él hubiera querido que Qing Mo acompañara al ejército, no necesitaba decirle a nadie sobre ello. Dado que ella le pidió al emperador su permiso, eso quería decir que Su Ling le había prohibido seguirlo. Ahora, el monarca la había apuntado como estratega militar.
Su Ling, que tenía sentimientos contrarios durante todo el procedimiento, ahora mismo estaba observando a Yan Hong Tian con ojos que escupían fuego.
Por su parte, el emperador parecía acostumbrado a ser cuestionado por sus oficiales.
—Las palabras del emperador no pueden ser rotas.
Todas las bocas se cerraron con esta declaración. Una promesa del monarca no era algo que tomarse a la ligera.
—Le agradezco al emperador —respondió Gu Yun espléndidamente. No solo podría acompañar al ejército, si no que también había ganado el título de estratega militar.
♦ ♦ ♦
Al final del banquete en el palacio, Qing Feng regresó a su patio en el palacio mientras pensaba en todo lo que había ocurrido esta noche, aún confundida. ¿Qué podría haber sucedido durante este último año?
Qing Ling, su hermana mayor, que siempre odiaba ver la sangre, de repente se volvió famosa por ser una experta en autopsias en la División Criminal. ¡Ahora, su hermana menor tan delicada y débil se volvió una consejera militar!
Habían crecido juntas como hermanas por más de diez años. En su corazón, comenzó a crecer un sentimiento de miedo y duda que no podía contarle a nadie. De todas formas, seguían siendo su única familia cercana.
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Fuera de la fuera del palacio, dos elegantes figuras caminaban lentamente en la noche.
—¿Eres realmente tan valiente? —rió Zhuo Qing. Tenía suerte de haber entrenado su corazón para que fuera fuerte y valiente—. La emperatriz debe odiarte hasta la médula de sus huesos.
El incidente de Gao Hong había sido un malentendido, pero la manera en que se había vengado esta noche era demasiado inocente para Gu Yun. Ella no la odiaba, solo sentía que era extraña.
—No me importa —respondió ella con apatía, encogiéndose de hombros—. No puede hacerme nada, pero imagino que la vida de Qing Feng en el palacio no debe ser sencilla.
Era obvio, porque no había sido capaz de sostener a su hijo en toda la noche. La emperatriz se había mostrado hostil hacia ella, y a la emperatriz viuda ni siquiera le importaba.
—Bueno —replicó Zhuo Qing con exasperación—, Yan Hong Tian es bastante bueno con Qing Feng en este momento, pero supongo que es por el niño. Su vida en el palacio es más difícil y peligrosa que la nuestra.
—¿Puedes curar las cicatrices en su rostro? —le preguntó de repente, recordando algo. Qing Feng era muy hermosa, pero las cicatrices estropeaban su cristalina belleza. Si pudieran ser curadas, definitivamente superaría a las mujeres del harén. ¿Qué hombre no amaba a una belleza?
Incluso si el interés de Yan Hong Tian en ella disminuía, no podría dejarla ir. Aunque ambas menospreciaban la idea de depender de la carne para mantener una relación, en medio de las hermosas mujeres del harén, la apariencia era el activo más importante de una mujer.
—Si estuviéramos en la era moderna, un injerto cosmético de piel aún sería posible, ahora… —suspiró Zhuo Qing.
—Hagamos algo al respecto. —Es probable que no pudieran curarla, pero podrían hacer algo para que fuera menos obvio, ¿verdad?
—Bien. —Era muy tarde. Lou Xi Yan y Su Ling las estaban esperando en la distancia desde hace mucho tiempo.
Esta batalla naval era muy peligrosa, por eso Su Ling no quería dejarla ir. Zhuo Qing no podía expresar sus miedos; solo pudo palmear el hombro de Gu Yun.
—Vuelve pronto. Ten cuidado.
—No te preocupes, lo haré —sonrió Gun Yun, sintiendo algo cálido en su corazón.
No dijeron nada más, Zhuo Qing subió al carruaje con Luo Xi Yan, Gu Yun dio la vuelta a su caballo y se marchó junto a Su Ling.
Algunos sentimientos y preocupaciones no necesitaban ser dichos, porque cada uno ya los atesoraba en su corazón.
[1] Infanta: mujer nacida dueña de una región o Nación.