Una Verdadera Estrella – Volumen 3 – Capítulo 27: Disfrutar la victoria (2)

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya


El característico aroma masculino, la persistente fragancia de baño y el sudor del ejercicio se mezclaban en el aire. La fría palma de Albert cayó sobre el cuerpo caliente y provocó una extraña estimulación. La camisa abierta revelaba un pecho firme, que subía y bajaba, reflejaba la inquietud del hombre sobre el que estaba.

No importa cuán fuerte lo intentase, Tang Feng no lograba soltar sus manos atadas con la corbata. Le dolían las muñecas.

Teniendo en cuenta que el guardaespaldas de Albert estaba al otro lado de la puerta y que el hombre que ahora le tocaba lentamente el pecho como si fuese una obra de arte lo derribó de un golpe, el actor se sintió en un terrible estado de conflicto.

En un momento estaba leyendo tranquilamente un libro como un caballero refinado, y al siguiente exponía sus colmillos demoníacos y se abalanzaba sobre él.

—Estás rompiendo las reglas, no prometí nada de esto —Con las manos atadas y los codos clavados en el suelo, Tang Feng enderezó la parte superior de su cuerpo mientras levantaba las piernas para tratar de alejar a Albert, pero se arrepintió justo antes de darle una patada.

Todo el proceso fue tan rápido que Tang Feng no tuvo tiempo de reaccionar. Para cuando lo hizo, Albert había agarrado sus piernas y puesto su mano en el lugar más vulnerable de un hombre.

Con una sonrisa aparentemente sin pretensiones, bajó la cabeza y bloqueó todo lo que Tang Feng quería decir.

El sonido de sus pantalones al ser desabrochados fue nítido y suave. La temperatura fría envolvió su punto débil y no sería un hombre si no tuviera una reacción. Instantáneamente, Tang Feng aspiró una bocanada de aire y la otra parte aprovechó su boca abierta para invadir.

No se consideraba ya un joven, pero su corazón se estremeció cuando se encontró con la boca de Albert sobre la suya, sumergiéndose en un beso que era más que un mero roce de labios.

La postura con las manos atadas detrás de él le resultaba bastante incómoda. La ligera presión parecía provocar uno de sus nervios, la sangre bajo su sien estaba agitada. Puede ser que Albert no fuese un hombre que se dejara llevar por sus impulsos primitivos, pero sin duda era un maestro en saber cómo encender a otros.

Las personas sobresalientes eran, a menudo, increíbles en muchos sentidos.

Pero esto no es algo que Tang Feng elogie, especialmente cuando la mano del rubio se estaba burlando de él acariciándolo sobre la delgada y transpirable tela negra. Le hacía querer darle una patada en la cara.

—Estás pensando demasiado, ¿por qué todavía no puedes concentrarte en un momento como este? —liberó los labios del hombre y, cuando pudo recuperar el aliento, Albert besó la mejilla y el cuello del actor con ternura—. Eres un hombre al que le gusta pensar.

—No has respondido mi pregunta hace un momento —Jadeando un poco, Tang Feng se retorcía en ocasiones ante debido a algunos movimientos de Albert, las manos a su espalda tirando de su camisa con un agarre mortal.

—¿Qué me preguntaste? —no dejó de mover las manos mientras hablaba. Levantó la vista y le sonrió al hombre, antes de bajar la cabeza y comenzar a besar el pecho y el vientre de Tang Feng.

—No… no puedes hacer esto. ¿Cuál es la diferencia entre tú y los otros?

Se preguntó si debería preocuparse por tener sexo con Albert o por lo que pasaría después, pero en este momento Tang Feng ni siquiera podía pensar en ello. Instintivamente se negaba a tener una relación complicada con este hombre excesivamente peligroso que tenía delante.

Su cerebro parecía como si tuviera un corto circuito por culpa de los instintos de su cuerpo y del intenso conflicto.

Albert frunció levemente sus labios: —Si los aceptaste a ellos, ¿por qué no puedes aceptarme? Tang Feng, ¿es esta tu respuesta? No entiendo ni comprendo, no es lo mismo porque soy yo quien realmente se preocupa por ti. Sí, me gustas ahora, pero ¿y tú? ¿No sientes nada por mí? Lo que sientes es miedo de entrar en mi mundo. Aunque parece oscuro, también tiene calor y luz —se inclinó y levantó al hombre por la cintura.

Al principio, usaron la espaciosa sala de estar para entrenar. De hecho, no estaban lejos de la habitación, pero Albert no lo llevó a la cama sino que lo puso en el sofá.

—¿De verdad quieres seguir? —Con su cuerpo tocando el mullido sofá, Tang Feng lo observó quitarse los pantalones.

Esto era muy diferente de lo que imaginó. Tang Feng nunca había pensado que el otro sentiría tanta excitación hacia él como persona. Originalmente pensó que Albert debería ser del tipo de amor espiritual con un fetiche por la limpieza, poco dispuesto e incómodo a tener algún tipo de contacto físico íntimo.

Realmente lo dio demasiado por sentado. Esta vez, se había equivocado y mucho. Sin importar lo que dijera, Albert no mostró ningún signo de retroceder o detenerse.

Respondió a la pregunta de Tang Feng con acciones, inclinó la cabeza y le besó suavemente los ojos y las pestañas. Su comportamiento gentil era inconsistente con la acción de sus manos, demasiado ásperas y directas, casi haciéndolo gritar.

—¡Sé amable! —Fue terrible.

—Soy un poco impulsivo —comentó, pero Albert no aminoró sus movimientos.

Bajo las burlas del hombre, Tang Feng comenzó a calentarse y una fina capa de enrojecimiento apareció en sus mejillas. Parecía como si hubiese sido rociado con agua de durazno rojo brillante, dando una sensación indescriptiblemente tentadora.

El ambiente rezumaba de dulzura, una que se impregnaba en las papilas gustativas desde la punta de la lengua hasta pinchar su corazón.

—¡Tú…! ¡Oye!

Los dedos de las manos atadas detrás de él temblaban un poco mientras se abrían y cerraban ferozmente en un puño. Un sonido roto fluyó desde las profundidades de su garganta cuando el rubio tocó un punto determinado, Tang Feng cerró los ojos con fuerza e inclinó la cabeza hacia arriba, su cuello se estiró en un largo arco como el cuello de un cisne.

—Ah… —entre un intermitente estremecimiento y gemidos, el actor cubierto con una fina capa de sudor se desplomó, exhausto, y tardó en recuperarse. Como hombre, estaba realmente avergonzado.

Había estado conteniendo bastante. En parte se debía a la alta tensión que había llevado durante varios días y la otra parte era por Albert, a quien consideraba un peligro de clase S.

Demasiado estímulo.

Ahora no era momento para que Tang Feng sintiera pena por su orgullo masculino, el cual cayó rápidamente en un abismo sin fondo.

Con Albert, uno nunca debe esperar poder adivinar lo que hará este hombre peligroso.

—Ja, ja —un breve sonido agudo salió de lo más profundo de su garganta, Tang Feng respiró hondo y dijo, frunciendo el ceño—: Mis manos están atadas y entumecidas.

¡Albert no fue amable! 

Como era de esperar, el rubio lo liberó y con ello llegó un ataque caótico y enfocado.

¿Cuánto tiempo hacía que no experimentaba sexo tan salvaje?

Aunque Charles era un tipo al que le gustaba tontear y Lu Tian Chen también era una bestia con traje, ninguno de ellos se compara con el salvajismo primitivo de Albert. Cada ataque y retirada parecía quemar su vida.

Era una locura. Cada embestida hacía que parte de su cordura saliera volando hasta que al final no queda nada, ningún pensamiento sobre cómo lidiar con él, ni lo que podría suceder después de que tuvieran sexo o lo que iban a hacer al respecto.

Todo lo que quedaba era el constante impacto, los gemidos intermitentes a la luz del sol refractada por las ventanas de vidrio y la reacción de los instintos de su cuerpo.

Albert era un demonio, arrastrándolo hacia abajo.

El mar a las afueras rugía y las olas golpeaban frenéticamente las rocas de la costa. Finalmente la marea retrocedió, dejando solo el sudor y el regusto persistente en las papilas gustativas.

No estaba bien, y no debía estarlo.

Tang Feng jadeó con los ojos cerrados, sus brazos cubriendo su rostro.

No era una persona conservadora, pero eso no significaba que sea alguien despreocupado. Es lo suficientemente loco como para tener haber tenido sexo con Albert, otro hombre peligroso, aun peor que Charles y Lu Tian Chen.

—¿Ese fue tu impulso? —sentía la garganta un poco seca, como si estuviera a punto de arder en llamas.

Tang Feng levantó los ojos ligeramente para ver al rubio, quien lo observaba con una mirada casual. La ropa se encontraba desordenada en el suelo. Albert no dijo nada, sino que simplemente se estiró y le acarició suavemente la mejilla, luego se dio la vuelta y se sentó a su lado, ambos desnudos.

Sin sentir ninguna vergüenza, el rubio rápidamente hizo que alguien entrara para limpiar el desastre del suelo mientras se envolvía en una toalla blanca casualmente y le preguntaba al hombre acostado en el sofá, que también estaba cubierto con una toalla: —¿Puedes levantarte?

Por supuesto, acabo de tener sexo demasiado intenso, no es como si me hubieran amputado las piernas.

—Hmm —Tang Feng asintió.

—Ve a lavarte, ya llegó el sastre —dijo Albert en su tono habitual, como si nada en particular hubiera cambiado.

Nunca se habían bañado juntos, tampoco molestaba a Tang Feng como lo hacía Charles. Cada uno fue a lavarse en baños distintos, lo que le dió al actor la oportunidad de calmarse.

Sentado en la bañera con agua tibia y frotando su cuerpo, sus ojos inevitablemente se detenían en los moretones que iba encontrando en su cuerpo.

Suspiró y luego suspiró de nuevo.


Sakuya
No se imaginan mi coraje al editar eso, hacen que vaya perdiendo mi amor por esta novela u.u Espero que este maldito tenga represalias, por que si no... u.u

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