Vida feliz – Capítulo 76 – Historia extra 5: El sufrimiento de Gilles

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


Cuando quiero ir a alguna parte, si Gilles es el que viene conmigo, puedo ir a prácticamente cualquier lugar. Hay algo que quiero hacer, así que tuve que traerlo conmigo.

—Señorita Elsa, ¿todavía tienes de los caramelos que comí antes?

Soyokaze
se refiere a los caramelos que la hicieron crecer temporalmente en el extra 2 del tomo 1

Para lo que quiero hacer, tuve que ir a la tienda de instrumentos mágicos que no había visitado desde hace mucho tiempo. Ahí se encontraba el hermoso rostro de la tendera, sentada en su lugar habitual en la penumbra.

La hermosa mujer, cuyo cabello rubio cenizo le caía por la espalda y parecía emitir un tenue brillo, mostraba una encantadora sonrisa y no parecía sorprendida por mi llegada.

No lo había expresado antes, pero siento una inmensa curiosidad por su edad; y es porque se ve exactamente igual de hermosa a como se veía hace cinco años que la conocí. Es como si los años no hubieran pasado por ella. ¡Es un misterio sin resolver!

—Sí tengo, pero, ¿para que los quieres?

—Quiero usarlos para algo en específico.

—¡Ajá! Quieres acercarte al joven Gilles, ¿verdad? Pero él es muy huraño, así que lo que debes hacer es asestarle un golpe directo al corazón para ganártelo.

—Por favor, deje de decir tonterías señorita Elsa o me voy a enojar.

¡Oh, vaya! Las mejillas de Gilles se están tensando. Los músculos de su rostro temblaron y se vió como la mitad de su boca se elevaba al mismo tiempo que el ojo de ese mismo lado de la boca se arrugaba. Al parecer Gilles no estaba de humor para soportar esos comentarios.

—Gilles…, ¿estás de mal humor?

—Parece que le sangró la nariz cuando te vio desnuda. Me pregunto si no habrá pensado en tocar descuidadamente el pecho o alguna otra parte del cuerpo de la señorita cuando la estaba sosteniendo en aquella ocasión.

—¡Ya basta, señorita Elsa!

—Gilles, por favor no te molestes, es sólo una broma.

Por lo molesto que se veía, era ilógico que Gilles hubiera pensado hacer eso. Para empezar, no sería emocionante tocarme el pecho pues casi no tengo. Si él me lo tocara, ni siquiera llenaría su enorme palma. No cabe duda, que cualquier hombre varonil encontraría más atractivo un cuerpo mejor desarrollado que el mío.

♦ ♦ ♦

Con una sonrisa que se volvió amarga, le supliqué a la señorita Elsa que no lo molestara demasiado, ya que ella no parecía haber reflexionado ni siquiera un poco y era un hecho que le divertía molestarlo.

Era un hecho que quería seguir molestándolo todavía más, pero pareció comprender que si seguía con eso, Gilles se enojaría en serio; así que lanzó un suspiro, se sentó, nos lanzó una mirada y regreso al punto principal:

—¿Así que quieres esos caramelos?

—Sí. Traje suficiente dinero para comprarlos.

—¿Hum? Si los quieres, te los daré. No es necesario que me los pagues.

La señorita Elsa levantó su mano y agitó su dedo índice. Sólo con eso pareció haber activado algún tipo de magia y, desde la estantería, llegó volando una pequeña botella que fue a parar a mis manos, la cual contenía las píldoras azules que había visto en ese entonces.

Al verla, por un instante, se me pasó por la cabeza si no habían caducado ya, pero como es una herramienta mágica, supongo que no hay de qué preocuparse.

—La puedes consumir cuando quieras, son seguras, así que no tienes que preocuparte.

Al parecer, mi rostro reflejó preocupación y la señorita Elsa, al verme, se echó a reír para ahuyentar cualquier ansiedad que me quedara.

Parece que al tratarse de una herramienta mágica, ésta no caducaría ni perdería su efectividad.

—Pero…, ¿no te importa dármelas?

—No te fijes, me parece más divertido dártelas a ti que conservarlas.

—Divertido dices…

—Para mí es un placer ayudar a que pasen cosas divertidas. Es mi entretenimiento personal el imaginar cómo terminará todo.

Gilles frunció el ceño y entrecerró los ojos murmurando que la señorita Elsa tenía aficiones cuestionables. Tal vez, él sería el que se convertiría en el principal sacrificio, así que posiblemente por eso puso esa cara.

Esta vez no planeo causar ningún alboroto en particular. Solamente quiero usarla para algo que tengo en mente, nada peligroso.

—Hazme saber cómo terminó todo, la próxima vez que vengas, ¿de acuerdo?

Algo me dice que la señorita Elsa espera que pase algo inusual, ¡qué miedo!

♦ ♦ ♦

—Liz-sama… ¿qué planeas? —Dijo Gilles frunciendo el ceño desconcertado, ante mi evidente alegría de haber conseguido lo que quería. Después, con una mirada apremiante, casi como una súplica, agregó: —¡Te lo pido por lo que más quieras! Compórtate y no vayas a hacer nada innecesario.

¿Soy tan poco confiable para él…? Pensé contrariada.

Gilles es grosero, no confía en mí. Esta vez no planeo causar ningún alboroto. Sé muy bien lo que va a pasar una vez que use las píldoras, así que no las tomaré imprudentemente frente a Gilles.

—Es un secreto…

—Será mejor que te las confisque….

—¡No puedes, son mías! ¡Ella me las dio a mí!

Si me las quita, no podré lograr lo que quiero. Que sea yo quien las haya recibido, no quiere decir que haré algo peligroso. ¡Gilles no tiene derecho a confiscarlas!

Él movió ligeramente sus cejas cuando abracé, con fuerza, la bolsa donde se encontraba la pequeña botella, negándome a soltarla.

Estoy convencida de que no tiene la intención de quitarme la bolsa a la fuerza, pero seguramente me la confiscará sin dudarlo en caso de que haga algo que él considere inapropiado. Parece que su lema es arrancar de raíz los problemas para evitar riesgos innecesarios.

Y es que a veces hace cosas demasiado extremas… ¿O será porque hay ocasiones en las que se pone en un plan sobreportector?

—¡Ni siquiera pienses en quitármelas! Si lo haces, haré que tomes tres y que envejezcas.

—No lo hagas por favor. Todavía no quiero ver como luciría de viejo.

—Pensándolo bien… también sería interesante ver a un Gilles dandy de mediana edad. Sería muy difícil deshacerse de alguien con esa imagen.

—¡Ya entendí, ya entendí! ¡Así que deja de decir cosas escalofriantes!

Gilles siempre ha sido muy guapo, por eso no puedo evitar preguntarme cómo evolucionará su belleza a medida que vaya haciéndose mayor. Guilles me regresó una sonrisa crispada cuando me vio sonreír concentrada con el hecho de imaginarlo de grande. Es lógico que no se le haga nada gracioso.

Pero no creo que deba preocuparse tanto.  Estoy más que segura de que seguirá siendo muy guapo a medida que vaya haciéndose mayor. Su belleza se adaptará a su edad, sin duda.

Bien, no me tengo que preocupar, Gilles ya no dijo nada más y renunció a confiscarme la bolsa cuando enfaticé un posible futuro cercano nada agradable para él.

¡Lo conseguí: pude proteger las píldoras! ¡Con esto estoy más cerca de alcanzar mi objetivo…!

♦ ♦ ♦

Al día siguiente decidí hacer una prueba.

Lógicamente, no pensaba cometer el mismo error de aquella vez, por eso me dirigí a mi habitación y, después de pedir ropa prestada a mi Madre, me dispuse a tomar una píldora. Madre está enterada de lo que pienso hacer, así que tengo su permiso.

En cuanto a Gilles… bien, él permaneció cauteloso, seguramente para vigilar que no haga nada fuera de lugar, aunque no tengo intención de hacer nada inapropiado.

Es un hecho que él no cree en mí.

Finalmente, puse la pastilla en mi boca y se derritió enseguida, entonces, mi cuerpo emitió un brillo y empezó a crecer. Por cierto, me encontraba desnuda en mi cuarto, ya que tenía que enfrentar la posibilidad de que, como consecuencia de algún fenómeno misterioso, mi ropa desapareciera en cuanto creciera, así que tenía que tomar precauciones de antemano.

Cuando todo terminó, comprobé mi estado físico abriendo y cerrando la palma de mi mano, y no parecía haber ningún problema con mi movilidad en general. No sentí nada fuera de lo común, quizás sea porque mi cuerpo actual no pareció sufrir un gran cambio, después de todo, mi cuerpo no pudo haber crecido demasiado.

Posteriormente me apresuré a ponerme la ropa interior, después me puse la ropa prestada por Madre y enseguida me paré frente al espejo. Me di cuenta de que, en realidad, no había crecido tanto. Entonces, me tuve que enfrentar al hecho de que ya no me faltaba mucho para terminar mi crecimiento, por lo que no pude evitar sentirme un poco decepcionada…

♦ ♦ ♦

Calculo que mi cuerpo actual es aproximadamente de unos veinte años o más.

Mis rasgos faciales definitivamente son más maduros y, aunque todavía hay rastros de candidez en ellos, no es para nada infantil. Sencillamente sigo siendo adorable aún después de haber crecido. ¡Esto se debe, sin duda, a la herencia de los genes de Padre y Madre!

Aunque mi cuerpo es… relativamente pequeño, también es esbelto. Mi apariencia se asemeja a la de mí Madre de cuando me dio a luz, ya que su belleza actual es más apacible que en aquella época, no me podría comparar con su apariencia de ahora.

Siendo así, es seguro que no levantaré sospechas, ni me van a mirar por encima del hombro cuando entre al lugar donde quiero cumplir mi propósito.

—Hermana mayor, hermana mayor, ¡vamos al jardín! —Me dijo Ruby, corriendo alegremente hacia mí.

Cuando estaba asintiendo, satisfecha ante el éxito de mi desarrollo, fue cuando una voz me llamó a mis espaldas. Quise decirle que no estaba bien que se abalanzara contra mí, pero decidí no hacerlo. Al contrario, pensé que quizás era el momento ideal para sorprenderlo, así que no lo detuve.

Con un poco de expectativas, volteé justo hacia el lugar dónde Ruby se iba acercando. Se impactó conmigo y me abrazó fuertemente, enterrando su cara en mi pecho. Entonces, al sentir que algo era diferente, separó su cara para, un instante después, volverla a enterrar. Bueno… supongo que es normal, después de todo mi pecho ahora es bastante diferente al de mi yo de doce años, así que no es de extrañar que se sienta algo raro.

—¿Eres mi hermana mayor…?

—¿Ves a alguién más además de tu hermana?

—No hermana mayor. Es sólo que… ¡engordaste!

Soyokaze
Ja, ja. Ella esperaba sorprenderlo y Ruby le sale con eso

Me dieron ganas de llorar cuando recibí esas palabras punzantes que atravesaron en lo profundo de mi corazón.

Quise decirle a Ruby que estaba equivocado, no era que haya engordado, sino que había crecido.

Bueno, admito que engordé solo un poquito, a diferencia de mi apariencia de doce años, mi trasero aumentó de tamaño. ¡Pero de ningún modo estoy gorda! ¡No, señor!

—¿Te desagrada mi apariencia…?

—Para nada. ¡Estás más bonita que nunca!

—Ruby…

Esas palabras me consolaron, no quiso decir que estaba gorda, así que no me importa lo que dijo antes.

Así es… ¡Definitivamente no estoy gorda!

—Así que sí te tomaste la pastilla, ¿eh? —. Dijo Gilles, suspirando.

Mi corazón dio un vuelco ante sus palabras, pero me arme de valor y recuperé la compostura.

No tiene de qué preocuparse, ya que no pienso hacer nada inapropiado, hoy sólo tengo el propósito de pasar el rato con Ruby.

—Si eso es lo primero que dices cuando ves a una persona…

—Es que ya de por sí Liz-sama es hermosa, ahora más. Si es tu deseo, te alabaré tanto como quieras.

—Oh… hum… Gilles es muy bueno seduciendo a la gente. Ruby, no vayas a ser así cuando crezcas, ¿entendiste?

—No entiendo bien, ¡pero te prometo que no seré así!

Ruby se parece a mí Padre, así que no hay duda de que será muy guapo. Si le dice tales palabras dulces a las niñas sin pensar, va a tener muchos malentendidos innecesarios.

Ahora que lo pienso, en ocasiones, Padre dice cosas como esas… Suele decirle a las personas sin tapujos cosas como: “Ese adorno para el cabello combina con el color de tus ojos, te queda bien.” O cosas como: “Hoy te ves hermosa como siempre”, entre otras frases por el estilo. En este sentido Padre es muy descuidado y no mide las consecuencias de su atractivo.

Por supuesto, eso se los dice sólo por cortesía, pero eso suele ocasionar que a las mujeres no les importe que Padre sea un hombre casado, lo cual hace que surjan revuelos y malos entendidos. Eso ocasiona que Madre se enoje mucho cada vez que eso pasa.

No quiero que Ruby se vea envuelto en ese tipo de conflictos, así que planeo educarlo adecuadamente desde ahora, para que sepa cómo comportarse.

—¿Lo entiendes Ruby? Halagos y palabras dulces sólo se los debes decir a la persona que sea especial para ti. Por eso, no vayas a seguir el ejemplo de Padre y Gilles.

—¿Por qué me incluyes a mí? —Replicó Gilles.

—Entonces, si eres tu hermana mayor, ¿puedo decirte cosas dulces? ¡Mi hermana mayor es dulce!

Ruby no me entendió lo que le quise decir, pero no me importa porque es muy lindo. Voy a ir enseñándole poco a poco hasta que lo comprenda. Lo abrazo con cariño, pero luego veo a Gilles malumorado. Seguramente le molestó lo que dije de él hace rato.

Pero… ¿no tiende a decir halagos por doquier? Suele decir esas cosas seguido como si nada. ¡Precisamente eso es lo que no quiero que haga Ruby!

♦ ♦ ♦

Después de que me quedé observando a Ruby ir al jardín hasta que lo perdí de vista, me acerqué al malhumorado Gilles.

En estos momentos estoy junto a él… pero si lo veo de reojo, supongo que nos vemos como dos adultos, ¿no? Bueno, objetivamente, mi cuerpo actual tiene más edad que el de Gilles.

—Por favor no te molestes, Gilles…

—No es que esté molesto, es sólo que me puse a reflexionar sobre la opinión que tienes de mí, Liz-sama.

—Es que te ves malhumorado, por eso pensé que estabas enojado.

Su rostro no muestra su expresión serena habitual, así que me giré hacia él y envolví sus mejillas con las palmas de mis manos. Es una lástima que no haya crecido demasiado, mi altura es casi la misma. Pensé que al crecer estaría más a su altura, pero inesperadamente no hay mucha diferencia.

—Es que me halagas demasiado.

—Eso es normal, ¿no?

—¡Pero es demasiado! A lo mejor me entenderías si yo te atosigara con muchos elogios, no lo sentirías normal.

Al menos para mí, me es incómodo y me siento avergonzada de que me digan muchas palabras dulces y me elogien sin parar. No puedo evitarlo. Siento que es muy problemático y, a lo mejor, él no lo nota porque está acostumbrado a decirlas.

Rodeé el brazo de Gilles con mis manos mientras tosía disimuladamente; entonces, me le quedé viendo sugestivamente.

Si me hubiera dicho esos halagos cuando era un niño, no me hubiera importado, es más, hasta se hubiera visto lindo. Pero ahora que es un adulto muy atractivo, esas palabras suenan a las de un playboy experimentado.

—Gilles… estee…

—Ni te molestes…

—¡Qué rudo!

Soyokaze
Por si no se entendió, Liz estaba tratando de elogiarlo, y Gilles notó lo que intentaba

¡A-alabar a alguien es muy complicado!

Es que, de por sí, tratar de elogiar a alguien para hacer que se sienta tímido es muy difícil, y más aún si se trata de Gilles.

—Es que Gilles… ¡tienes tantos puntos buenos que no se ni siquiera como empezar a enumerarlos! Eres amable y me mimas, pero eres estricto cuando debes; además, no eres prepotente ni presumido, a pesar de tu buena apariencia. Y por si fuera poco,eres muy fuerte, a pesar de tu físico esbelto. Eres el tipo de hombre ideal que cualquier mujer soñaría, ¿no crees? ¡Tienes muchos buenos atributos que son dignos de elogio!

Hay tantas cosas buenas que podría nombrar hasta el cansancio. Su único fallo es que cuando entra en modo guardián, exagera y se vuelve muy sobreprotector, pero dejando eso de lado, no se puede negar que tiene muchas cualidades. ¡Demasiadas para ser un simple sirviente!

—Por favor…, no digas nada más, ¿de acuerdo? —Suplicó Gilles murmurando con un tono algo incómodo.

—¿Eh? —Dije sorprendida, levantando la mirada para verlo mejor.

¡Y lo que vi fue algo increíble! Su cara estaba un poco sonrojada y su mirada estaba desenfocada mirando hacia otro lado.

Desde mi punto de vista, era evidente que Gilles se sentía avergonzado.

—¡Eres demasiado inconsciente, Liz-sama! Por favor, ¡ni se te ocurra alabar a otros de esta manera!

—Gilles… ¿No eres tú el que se pone a elogiar a diestra y siniestra?

Me pregunto cómo podría, yo, elogiar a otras personas que ni siquiera conozco. Pero pensándolo bien, la excepción sería Cecil, de él podría decir muchas cosas buenas… Sin embargo, dada esta situación, pienso que es mejor no mencionarle esto a Gilles.

Dado que parece haberse puesto de muy buen humor, será mejor que guarde ese pensamiento para mí. Y es que… ¡lo más seguro es que mañana se ponga de mal humor!  Así que pienso que lo mejor será mantenerlo contento por ahora.

No es que vaya a querer molestarlo a propósito, pero con lo que pienso hacer, de seguro se va a enojar, lo quiera yo o no.

Aunque no lo parezca, lo que pienso hacer será también por Gilles. No quiero ni imaginarme lo malhumorado que se pondrá mañana, así que me disculpo con él en mi interior.

Bueno, mañana afrontaré lo que tenga que pasar. Mientras, ahora que puedo, me río disimuladamente de la apariencia tímida de Gilles, a pesar de que también me siento tímida en estos momentos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido