Vida Feliz – Vol. 3 – Capítulo 1: Trece años

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


Soyakaze
Bueno con este capítulo damos inicio al Volumen 3 de esta hermosa novela, el cual será realizado desde la light novel y no la web novel como habían venido haciendo, esto para un mayor contenido y ayudar al autor, ya que la estoy traduciendo directamente del japonés, así que tenganme paciencia (,,˃﹏˂,,) de igual forma ahora si tendremos imágenes ⸜(。˃ ᵕ ˂ )⸝ y con eso damos inicio con dos bellas imágenes en el capítulo 1, así que síganme y demos inicio a esta bella travesía (๑˃؂•̀๑)

Personalmente, para vestirme me bastan ropas como blusas y vestidos de una pieza, nada complicado. Sin embargo, no pude evitar suspirar un poco cuando sostuve la tela de mi vestido que tenía un patrón elegante.

El vestido, de color pálido, era uno habitual que deja mis hombros al descubierto y mucha piel expuesta. Y, por si fuera poco, su diseño también deja mi espalda ligeramente desnuda; con eso, mi piel queda aún más expuesta al viento. El chal que me puse sobre los hombros, al menos cubría algo más; aun así, no me hacía sentir del todo cómoda.

—¡Le queda muy bien! ¿Verdad hermano?

—Sí…, se ve muy bien.

«Si me lo dices con esa cara de pocos amigos, suena como si me lo estuvieras diciendo sólo por obligación», pensé insatisfecha ante el dudoso cumplido del joven Roland.

El joven Roland y la señorita Fiona estaban a mi lado como mis guardaespaldas. Por supuesto, ellos también vestían ropas elegantes.

Aunque la señorita Fiona me elogió, siendo honesta, pienso que ella se ve mucho más linda que yo. Lleva puesto un vestido color azul pastel con un diseño que va pegado al cuerpo, lo que la hace lucir su esbelta figura. Ese vestido le queda muy bien a la alegre señorita Fiona.

Mostré una sonrisa amarga ante el elogio del joven Roland mientras apretaba más el chal a mi cuerpo. El joven Roland tiene un tono de voz monótono, por eso, su elogio no se sentía del todo sincero.

No podía evitar sentirme insegura, a pesar de que me estaba resguardando con el chal podía sentir las miradas sobre mí. Me limité a observar todo el lugar y esperar.

Me invitaron a una fiesta nocturna, pero siendo honesta no quería venir. Sólo vine por obligación, y ya me quería ir.

Hay mucha gente que quiere entablar una relación con la familia Adelcian, así que habrá algunos que intentarán entablar una conversación conmigo primero. Como miembro de la nobleza, es mi deber afrontar ese tipo de situaciones.

Sin embargo, sería agotador para mí, si la gente que no conozco empieza a dirigirme la palabra, más aún con mi estado de ánimo actual. Para evitar eso, me gustaría quedarme en un lugar donde pueda pasar desapercibida.

 —Mucho tiempo sin verla, Lizbeth-sama.

Bueno, no hay manera de que me pueda librar de eso, de todas formas, este es el mundo de los adultos.

Después de saludar al anfitrión, me quedé parada junto a la pared en silencio, y como era de esperar, un hombre se acercó a hablarme.

La señorita Fiona, quien estaba en una posición un poco alejada, entrecerró sus ojos cuando el hombre se me acercó. Quizás, lo hizo para poder identificar de quién se trataba.

La persona que me saludo, fue uno de los que había entablado conversación conmigo en la fiesta de cumpleaños.

—Gustave-sama, veo que goza de buena salud.

—Sí, desde la fiesta de cumpleaños. Por cierto, me enteré que se vio involucrada en la rebelión… ¿Se encuentra bien? ¿No la lastimaron?

—Sí, estoy bien.

Tuvimos una afable y trivial conversación. Gustave-sama también me sonreía feliz, y yo, sin olvidarme de que soy una noble, tuve cuidado de mostrarle una sonrisa cordial y elegante siempre. Noté que su mirada se dirigía a cierto lugar extraño de mi cuerpo; por eso, me aseguré de acomodar disimuladamente mi chal para cubrirme.

—Siendo así, me alegro. Por cierto, hoy también se ve hermosa como siempre.

—¡Vaya! Es usted muy hábil con las palabras. ¿Sabe que no ganara nada adulándome?

Creo que no tiene sentido decirle a una niña que es hermosa, aunque sólo sea un cumplido por compromiso… ¡Soy una niña de trece años, por dios! Mi cuerpo está en pleno desarrollo y, aunque ya muestra algunos signos de adultez, no ha pasado de la infancia todavía. Es por eso que me siento algo incómoda con que me vea con tanta intensidad.

Sin que tuviera la menor idea de lo que yo estaba pensando, Gustave-sama siguió sonriendo. Su sonrisa hacía que me sintiera algo incómoda.

—¿Qué le parece si salimos un rato afuera a tomar un poco de aire fresco?

«¿Acaso está sugiriendo que hablemos donde nadie nos vea? ¿Con qué motivo?» Pensé, estupefacta. Es un hecho que no voy a aceptar tan dudosa invitación.

—Lo siento, pero tengo un poco de frío… —decliné, mostrándome lo más humilde posible, bajando un poco mi cabeza, sin dejar de mostrar mi sonrisa de cortesía.

Sin embargo, para no perder su oportunidad, Gustave-sama tocó mi espalda con su mano.

«¿Acaso está tratando de poner su mano en mi hombro para abrazarme y obligarme?», pensé molesta, estaba a punto de decirle claramente que odiaba a las personas arbitrarias que se imponían a la fuerza a los demás, pero no fue necesario.

—¡No toques el cuerpo de la señorita sin su permiso! —Exclamó el joven Roland, quien, valorando acertadamente la situación, actuó automáticamente y, tomando la muñeca de Gustave-sama, le torció el brazo.

Gustave-sama soltó un gemido de dolor, mostrando una cara de sufrimiento. Quizás era muy doloroso. El joven Roland parecía estar acostumbrado a todas estas cosas.

—Me tendrá que disculpar, pero a Liz-sama no le agrada que la toquen a la ligera, así que, ¿podría hacer el favor de retirarse? —La señorita Fiona, mostrando una sonrisa refrescante y con palabras educadas, le ordenó que se perdiera de vista rápidamente.

Fue un gran shock para mí escuchar tales palabras saliendo de la boca de una joven hermosa como la señorita Fiona. Al parecer, mis guardaespaldas son muy inflexibles en cuanto a trabajo se refiere. Cuando Gustave-sama se dio cuenta de eso, huyó con una cara medio oscura.

Me pregunto si la expresión que tenía cuando huía se debía al dolor, o al disgusto de no haber logrado su objetivo.

—Así que esto es lo que hace un guardaespaldas…

—Welf-sama nos ordenó que mantuviéramos alejados a aquellos caballeros que albergaran malos sentimientos hacia Liz-sama.

—Se los agradezco, pero también es necesario que socialice…

Estoy muy agradecida con ellos, pero no es bueno que exageren. Debo crear y afianzar lazos con los nobles, y para eso, hay que estar en buenos términos con ellos. Bueno, también pensé en decirle lo mismo a ese hombre, así que no puedo recriminarles nada.

—Si no elige adecuadamente, de seguro habrá una muchedumbre de caballeros alrededor suyo que no la dejarán en paz. ¿Lo ve? Ahí viene otro de nuevo.

—¿A quién llamas muchedumbre?

A quien la señorita Fiona había señalado con la mirada era a una persona de cabello plateado que me era muy familiar. Su mirada era más aguda y se veía más malhumorado de lo usual. Posiblemente era debido a lo que había dicho la señorita Fiona.

Al parecer, debido a que es el hijo mayor, vino representando a la casa ducal de su familia, vistiendo ropa elegante, pero no demasiado ostentosa.

Él, usualmente da una fuerte impresión como mago, pero cuando se viste así, emana un porte elegante distintivo de la nobleza.

Bueno, la verdad es que su apariencia habitual es elegante, pero es una lástima que su cara de pocos amigos y su misantropía influyan de mala manera en lo que emite en su entorno.

Soyokaze
Por si no lo saben, misantropía es el odio, la aversión, la desconfianza o el desprecio en general hacia la especie humana, el comportamiento humano o la naturaleza humana. Según Wikipedia

Cecil, quien protestaba, me mostraba una expresión, hasta cierto punto, gentil. Aun así su expresión mostraba algo de rigidez, o más bien era como si su rostro se hubiera puesto tenso.

—Oye Liz, ven conmigo un momento, hay algo que debo decirte.

—Algo, ¿qué decirme?

Dado que me lo pidió con una voz seria y de manera abrupta, no pude hacer nada más que inclinar mi cabeza ante su petición repentina. Me pregunto qué querrá decirme y porque está tan tenso.

—Con que sí, ¿eh? Sólo atrévete a hacer algo como el tipo de hace rato y no lo dejaré pasar, te estoy observando.

—Señorita Fiona, no es necesario que estés a la defensiva con él…

—Si quieres su atención, invítala apropiadamente —le dijo tajantemente la señorita Fiona a Cecil con una expresión que mostraba un poco de fastidio, pero tampoco parecía que tuviera la intención de echarlo.

Cecil, por su parte, se sorprendió un poco, después de que se repuso suspiró ligeramente. Posteriormente dirigió su mirada hacia los músicos del salón de baile del segundo piso, quienes comenzaron a tocar una pieza, y suspiró de nuevo. Entonces, volteó la cabeza y observó a las personas que bailaban por doquier al compás de la música.

Al verlo, se me ocurrió la idea de que, tal vez, consideró invitarme a bailar, pero lo dudo porque, que yo sepa, a él no le gusta bailar ni nada que involucre cualquier actividad social; sin embargo, contrario a lo esperado, extendió su mano hacia mí con timidez y dijo:

—Señorita Lizbeth Aldecian, ¿me haría el honor de concederme este baile?

—¿Eh? —Exclamé no pudiendo evitar sonar estúpida. Y es que no pude evitarlo, me tomó completamente por sorpresa.

Cecil permaneció con su mano extendida hacía mí; no obstante, yo no podía evitar mostrar una expresión sorprendida mientras parpadeaba varias veces, y yo, sin poder reaccionar, sólo me quedé mirando su mano.

—Debes responder apropiadamente, dado que te lo pidió de manera formal —me susurró la señorita Fiona, quien estaba a mi lado, instándome a darle una respuesta.

Fue entonces que reaccioné y respondí:

—Encantada.

Fue Cecil quien me invitó, así que no tengo por qué rechazarlo. Entonces, le ofrecí mi mano y él la tomó jalándome suavemente hacia él y hacia la pista de baile. Su rostro pareció relajarse cuando acepté su invitación.

—Aun si es algo que proviene de mi familia, ¡solo recházalo! —Me dijo de repente Cecil, mientras nos uníamos al ambiente con pasos torpes y nos acoplábamos a las parejas que ya estaban bailando.

Nos adaptamos como pudimos y por fin, de alguna manera, pudimos seguir el baile de manera decente. Una de las manos de Cecil estaba unida a una de las mías y la otra sostenía ligeramente mi cintura. Él parecía cómodo, quizás debido a que nuestra distancia no era tan cercana.

Sin embargo, parecía que lo que me quería decir no era algo fácil para él, ya que su expresión se mostró rígida cuando me hizo el comentario anterior.

—¿Ocurre algo en la casa Steinbert?

—Mi familia le ofrecerá a la tuya una propuesta de matrimonio.

—¿¡Cómo!? —Exclamé sin poder evitarlo, elevando el tono de mi voz de forma exagerada ante la sorprendente e inesperada información. Mis piernas se tambalearon por el shock y, por más que traté de evitarlo, perdí el equilibrio. Inmediatamente, Cecil giró y me abrazó para evitar que me cayera.

A pesar de evitar el desastre, mi corazón no dejaba de latir por el susto.

Que consideraran una propuesta de matrimonio entre dos familias me parecía sumamente increíble. Para empezar, todavía soy una niña, y además, los Adelcian y los Steinbert no están en buenos términos.

Por motivos políticos, es normal que dos familias acuerden un convenio de matrimonio antes de que las partes implicadas alcancen la edad de casarse, incluso desde que son niños, pero que quieran crear una unión entre estas dos familias, se me hace difícil de creer.

Por su parte, Cecil me dio unas palmaditas en la cintura, y yo, que había perdido el equilibrio y seguía impactada, reaccioné. Fue como una señal para que volviera a mis sentidos, y vaya que funcionó.

—Creo que son unos descarados. Mira que hacer semejante propuesta a alguien que intentaron dañar antes.

—Pero no es que tú seas alguien con mala intenciones, ni que estuvieras implicado, no eres como el resto de tu familia —le dije mis sinceros pensamientos, recordándole que él no estaba en el mismo molde que el resto de su familia.

—Sería más como apelar a una unión para fomentar una relación amistosa entre ambas familias. Supongo que desean un descendiente que herede tu sangre y la mía. Si todo va como quieren, no me puedo ni imaginar qué clase de niño nacería tomando en cuenta nuestras habilidades innatas.

«¡Wow! Esto es una situación muy de adultos», pensé asombrada. Cualquiera que sea la razón, no puedo estar más que de acuerdo con eso.

El rango de duque y de marqués pueden sonar iguales, pero la realidad es que la posición de duque es la más elevada en la sociedad. No obstante, si tomamos en cuenta nuestra posición actual, tal vez mi familia tenga mayor influencia, dados los hechos recientes. Para empezar, la cabeza de la rebelión pertenece a la familia Steinbert. Puede que no hayan cambiado de rango, pero su reputación no es muy buena.

Por otro lado, quien suprimió la rebelión es la persona que tiene el puesto más alto en el ministerio de magia y que además es la cabeza de nuestra familia, es decir, mi padre. Y no sólo eso, tenemos una estrecha, amistosa y favorable relación con su majestad, el rey Diaz, así que nuestra posición se elevó todavía más.

Claro que no somos monedita de oro, y siempre habrá familias que sean hostiles hacia nosotros o que nos consideren sus rivales. Eso significa que si de entre ellas, alguna nos hace una propuesta de matrimonio, eso daría pie a una reconciliación y fortalecería los lazos sanguíneos, entre otros beneficios. Además, eso no les causaría ningún daño y tendrán voz y voto en las sugerencias y opiniones con su Majestad.

Bueno, no se me ocurren otras razones aparte de esas para concertar un matrimonio político entre nuestras familias.

En lo que a mí respecta, heredé las cualidades de mis padres, poseo una gran cantidad de maná que desperdicio en exceso por no saber cómo explotarlo al máximo; por su parte Cecil es poseedor de un gran poder mágico peculiar de primer nivel que puede concentrar en un sólo punto.

Me pregunto qué pasaría si naciera un niño con ambas características. Si el compromiso va viento en popa, lo que pasaría es que nacería un niño con una magia inimaginable, que posiblemente nos sobrepasaría incluso a nosotros. Seguramente es lo que ellos esperan, puesto que esa parece ser la premisa de este matrimonio, y si llega a concretarse, el niño formaría parte del ducado Steinbert y ellos serían los más beneficiados.

—Pareciera que estuvieran planeando hacer un experimento, ¡me da escalofríos de tan solo pensarlo!

—¿Verdad que sí?

—Pero Cecil, tú no me desagradas en realidad.

—¡Pues será mejor que te desagrade!

—Si llegaras a desagradarme, entonces la mayoría de los hombres me desagradarían —le refuté al instante.

Para ser más exactos, los hombres nobles a los que no les tengo aversión, son en realidad muy pocos. Gilles es noble, pero su posición es muy baja, así que no estoy segura de que él cuente mucho.

Soyokaze
Recordemos que el padre de Gilles es un barón, el rango más bajo de la nobleza, y si tomamos en cuenta su crimen, pues su posición quedó menos favorecida.

Si lo pienso detenidamente, su Alteza, el príncipe Julis sí contaría, ¿no? Pero si tuviera que elegir entre su Alteza y Cecil, mil veces preferiría a Cecil. Digo, sería muy agobiante para mí si me llegara a convertir en la princesa heredera. Siento que no sería capaz de cumplir con las obligaciones que se me impondrían con el cargo; bueno, podría cumplirlas si le pongo mucho esfuerzo, pero aun así no me agrada para nada la idea.

—Esto sería más bien un matrimonio político, ¿no? Especialmente uno en el que ambas partes son magos.

—Eso sería lo más práctico para ellos…

—Bueno Cecil, tú serías el adecuado para esto, ¿verdad?

—Parece ser así por mi posición y habilidades…

La familia que más le convendría a la de Cecil sería la mía, aunque también podrían ser las hijas de otros marquesados; sin embargo, las hijas de otras familias bajaron de rango porque participaron en la rebelión o ya estaban comprometidas con alguien más, o de principio, ya estaban casadas.

Es por eso que yo sería la opción más conveniente para ser la elegida: nos llevamos muy bien y además tenemos la misma edad.

Debe ser por eso que, tan pronto me vio, mostró esa cara reticente y seria, ya que estaba convencido de que yo era la más conveniente para los propósitos de su familia si sólo aplicamos la lógica.

—Es un hecho…, sería objeto de mucho resentimiento si te volvieras mi prometida, Liz.

Soyokaze
De seguro Cecil se refiere en especial a Gilles, ya que está consciente de sus sentimientos por ella

—Por favor, ríndete, no los vas a hacer cambiar de opinión, así que no te estreses.

No sé si Gilles me entendería o no si llegara a pasar tal cosa.

Por cierto, Gilles me dijo hace mucho tiempo, que si no hubiera alguien digno de recibirme, él mismo tomaría ese papel y se quedaría conmigo…

«No, no, no», negué repetidamente contrariada. Sorprendida de siquiera haberlo pensado. ¿En qué tonterías estaba pensando ahora? Ni yo misma me entiendo.

Gilles es un sirviente. Sería comprensible para mí, como noble, si me llego a casar por medio de un matrimonio por conveniencia con alguien de mí mismo estatus.

Desearía poder casarme por amor, pero no habría nada que pudiera hacer si mi familia lo decide así. Bueno, eso sólo sería si no me llegara a gustar nadie en realidad.

En caso de que me llegara a enamorar, tendría que pelear a capa y espada para poder casarme con la persona que me guste. Después de todo, se trata de mi felicidad. Depende también de quien esté en contra de mi elección, esa persona tendría que ser derrotada en un duelo por la persona que ame.

Sin embargo, si la persona que está en contra resulta ser mi Padre… Probablemente sería difícil. ¡No! Si fuera así, sería prácticamente imposible.

—Eso apenas está en pláticas, ¿no? Si llegaran a solicitarlo en estos momentos, mi Padre probablemente lo rechazaría.

—Tienes razón…

—Bueno, si me llegara a casar contigo, daría a luz al niño y después te permitiría tener a la chica que te guste como concubina, ¿qué te parece?

—¡Oye! ¡Esa sería una situación muy desagradable!

Si a un noble le desagrada su esposa, era común que consiguiera una concubina o una amante. Es una práctica usual que no me agrada mucho, pero si me llegara a pasar, pasará. En verdad detesto esa costumbre, pero no es como si pudiera eliminarla sólo con desearlo.

La duda sería, si un misántropo como Cecil sería capaz de conseguir una amante. No estoy segura, pero mejor lo dejo sin comentarios.

—Sinceramente, ¿detestarías que nos llegáramos a casar, Cecil?

—No realmente…

—Je, je. Bueno, Cecil, prácticamente soy la única chica con la que puedes interactuar.

Cecil es tímido y cuando lo ves de lado, emite un aura específica al acercarse; es por eso que a las chicas les resulta difícil acercarse a interactuar con él. Además, básicamente se la pasa en el ministerio y prácticamente no hay casi oportunidad de interactuar con él. Las únicas excepciones serían la señora Caldina y los miembros de la sala de investigación, pero en su mayor parte, su interacción es puramente laboral.

Bueno, Cecil me fulminó con la mirada cuando murmuré que no me desagrada la idea de que fuera él quien se volviera mi esposo. Además, cuando me reí al ver que sus orejas se pusieron rojas, se me quedó viendo todavía más feo, así que lo mejor es que deje de molestarlo por ahora.

♦ ♦ ♦

Dimos por terminado el asunto del matrimonio, pero tuvimos que seguir bailando por un tiempo. Era una melodía bastante larga, por eso era inevitable que nuestro tiempo de baile se alargara. En realidad, no odio bailar, y como estoy con Cecil, puedo seguir bailando sin problemas, estoy más que feliz.

—Por cierto, veo que has crecido, Cecil.

Como habíamos hablado de un tema serio, esta vez traté de hablar de algo más relajado.

Estoy muy cerca de él, pero acabo de notarlo, sin duda ha crecido. Antes era un poquitín más bajito que yo; aun así, ahora es un poco más alto y eso es un hecho.

¡Y pensar que no éramos tan diferentes entre nosotros hasta que cumplimos diez años más o menos! Sólo ahora, se ha hecho más notable la diferencia de género. Tal diferencia en el periodo de crecimiento, en verdad se me hace muy injusta.

—Es porque estamos en el periodo de crecimiento —dijo Cecil—. Tú también has crecido.

En medio de la frase guardó silencio de repente, ya que pareció haberse dado cuenta de la cercanía de nuestros cuerpos, entonces su mirada empezó a deambular de un lado para otro.

Le dirigí una sonrisa amarga, quien se veía avergonzado de estarme sosteniendo por la cintura. Eso es algo que es muy de él y no cambia.

—He crecido, pero no al grado de lo que lo has hecho tú. Era de esperarse ya que eres niño.

—No eres tan bajita, más o menos una cabeza de diferencia…

—Q-que la gente se preocupe por la altura es…

Y la triste realidad es que, a pesar de que estoy usando tacones, ni siquiera con eso puedo emparejar su altura.

Estoy consciente de que estoy llegando a un tope en mi crecimiento, pero que me lo digan me causa conflicto. Lo que entendí con su comentario es que no me debo preocupar, aunque sea bajita…

Aprovechando que estamos bailando, me dieron un poco de ganas de pisarle el pie, pero me detuve, dado que es verdad que soy bajita. En lugar de eso, tengo que tomar acción, así que me pregunto si me ayudaría a crecer si comienzo a hacer ejercicio y tomo mucha leche.

Fruncí mis labios expresando mi descontento y Cecil sólo se rió de mí con una risa ahogada. Y no se detenía, él seguía murmurando muchas cosas acerca de mi altura, como comparar el tamaño de nuestras manos, entre otras cosas innecesarias.

¡Simplemente no hay forma de que pueda vencer a Cecil cuando está en su modo infantil! Incluso había una gran diferencia en el tamaño de nuestras manos. Hoy he tomado conciencia de que eso era natural por ser un niño, aunque me cueste aceptarlo.

Y así, seguimos bailando mientras nos mirábamos mutuamente en contraste con nuestras expresiones, yo con mi mirada de pocos amigos y él con su risa burlona, hasta que por fin la melodía llegó a su fin. No me disgusta bailar, pero no me agradó que estuviera mirándome de esa forma.

Cuando terminó el baile, me preguntaba si Cecil me acompañaría de regreso al primer piso para reunirme con la señorita Fiona y su hermano; sin embargo, tan pronto como tratamos de separar nuestras palmas, una nueva mano apareció ante mí:

—¿Me haría el honor de bailar conmigo también?

—Encantada…

Si hubiera sido alguien desconocido, lo habría rechazado con la excusa de que estaba cansada; sin embargo, la persona en cuestión se trataba de su Alteza, así que no había forma de que lo rechazara.

No podía hacerle un desaire, además no nos hemos visto por un tiempo, así que supongo que es importante que interactuemos en esta oportunidad.

Parece que Cecil no tiene ningún problema en cederle su posición de mi acompañante a su Alteza, así que cedió su lugar sin pensarlo dos veces.

Al momento de retirarse, Cecil me dió una palmada en el hombro y me dirigió una mirada de ánimo, como si me instara a esforzarme. Supongo que lo hizo porque se compadeció de mí, pues ya era un hecho que seguiría bailando, quisiera o no.

—Mucho tiempo sin vernos, Liz.

—Ha pasado mucho tiempo, Alteza.

Empezó una nueva melodía, y todos a nuestro alrededor empezaron a bailar al son de la nueva pieza. Nosotros también empezamos a bailar para poder seguirle el paso a los demás.

Parece que, de algún modo, somos el centro de atención, pero no le di importancia. Su Alteza y yo hemos estado interactuando desde hace tiempo, entonces tampoco creo que sea extraño que estemos bailando en estos momentos.

—Me siento solo ya que últimamente no has venido al palacio a visitarme.

—No puedo ir y venir a mi antojo a los dominios de la familia real, sería descortés de mi parte.

—Te daré un permiso especial, así que me gustaría que vinieras a verme de vez en cuando, ¿quieres?

No lo he visitado durante un tiempo, así que, de alguna manera, su Alteza se siente sólo. Parece que no podía evitar sentirse algo resentido.

Pensé en una respuesta adecuada para proporcionarle a su Alteza, quien me miraba con esos ojos azules tan suyos y con una gran sonrisa; sin embargo, al ver mi cara poco convencida, enseguida entendió mi encrucijada y me dijo:

—Siempre me mantienes alejado de esa manera. ¿Tanto así odias hablar conmigo?

—No es eso, Alteza. Para empezar, usted ya es un adulto y tiene más obligaciones, además, yo tampoco estoy en posición de poder salir a divertirme a mi antojo y menos al palacio.

Todo este tiempo, su Alteza ha crecido mucho comparado a cuando era un niño. Más o menos tiene la altura de Gilles, y además es poseedor de una belleza digna, donde la inocencia de la niñez ha desaparecido. Incluso ha conseguido un atractivo similar al de su Majestad, el rey. Su Alteza ha estado creciendo tan bien que se le puede definir adecuadamente como un “hombre extremadamente apuesto”.

Sería problemático que la hija de un marqués, que es un rango inferior comparado al de su Alteza, lo visitara cuando quisiera. No somos amigos que se están comprometiendo, y además no tengo tanta osadía como para merodear por los alrededores de los terrenos de la familia real sin tener un propósito definido.

Es decir, usualmente solía merodear por aquí cuando era más pequeña, pero si lo sigo haciendo, me da la impresión de que terminaré cavando mi propia tumba.

—¿Entonces, es imposible…? —Me preguntó poniendo cara llorosa.

—No pienso dejarme engañar con su ataque de lágrimas, Alteza.

—¡Qué lástima!

No sólo ha crecido, sino que también ha madurado. Supongo que hace mucho tiempo conseguía lo que quería cuando recurría a las lágrimas, yo también caía en eso.

Terminé por mirarlo intensamente, quien se reía a carcajada suelta, divertido; de repente fui consciente del paso del tiempo. A pesar de que su obsesión hacia mí no ha disminuido, sus acciones se han vuelto más adecuadas a su edad.

—¿Vendrás si te invito formalmente? No creo que haya problema si tomamos el té y cosas parecidas.

—En ese caso, lo conveniente para mí es que nos reunamos en un lugar público y no en privado y que sea en calidad de la hija del marqués. ¿Le parece bien?

—Sería complicado. Mi deseo es pasar tiempo contigo sin que se interpongan las limitaciones por ser la hija de un marqués.

Su Alteza se me acercó con una sonrisa radiante sin que perdiera elegancia en sus pasos de baile. Y, a pesar de que la cercanía de nuestros cuerpos podría considerarse adecuada para los estándares, no pude evitar sentir algo de presión.

—Liz, no trates de comportarte ante mí como una subordinada, me hace sentir un poco inseguro.

—Como noble que soy, mi obligación es prestar servicio a la monarquía, Alteza. Está bien si nuestra relación es de amistad, pero no si es con fines románticos.

—Son esas las líneas que me gustaría escuchar de una dama de mundo.

Su Alteza ha madurado y me da la impresión de que ya no se pone tanto de mal humor.

Es precisamente porque sabe perfectamente su situación actual, es consciente de que lo aman por su bello rostro y posición y no precisamente por él como persona. Su rostro expresa una sonrisa algo fría al recordar los chismes que circulan sobre él.

—Me gustan las mujeres que no son tan llamativas, independiente de su rango o posición.

—Aparte de mí, hay muchas otras damas dignas a las que les aplica esa descripción. Además, prefiero que la apariencia de mi compañero sea acorde a la mía.

No es que me importe mucho la apariencia, pero hasta cierto punto, es mejor que sea compatible con uno. En mi caso, si hay un caballero que realmente me llegara a gustar, la apariencia pasaría a segundo plano, así que creo que con que nos guste la otra parte, es más que suficiente. Los estándares realmente no importarían tanto.

—Entonces, eres más que perfecta para mí.

—¿Por qué ha llegado a esa conclusión?

—Porque no eres ostentosa. La prueba es que me tratas con total naturalidad.

—Me pone de mal humor que sea consciente de su buena apariencia.

—Creo que es una sabia elección aprovechar lo que poseemos para lograr nuestros objetivos.

«D-de repente ya no eres tan adorable, su Alteza…», pensé asombrada.

Desde antes pensaba que su comportamiento era como el de un adulto, pero no pude evitar preguntarme si había llegado a ese nivel de pensamiento por su comentario anterior. Seguramente, no sería así, a no ser que la familia real tuviera la suficiente determinación.

Su Alteza se reía divertido de mi cara tensa y nos detuvimos justo al terminar la melodía.

No sabía qué pensar ante ese grado de madurez, me sentía perdida. Su Alteza por su parte, tomó mi mano y me dirigió una sonrisa genuina y no una de cortesía.

—Liz, puedes sentirte segura conmigo, pues no planeo usarte para alcanzar mis propósitos.

—Me complace que así sea. A propósito…, sería diferente si me usara con el propósito de deshacerse de sus obstáculos. Ahí sí no lo vería como algo inapropiado.

De esta manera, tan solo con que conversemos amistosamente ante la vista de todos, ya con eso se puede considerar que se está deshaciendo de algunos. Bueno, como Cecil y yo hablamos de igual a igual, creo que no resultaría nada bueno hacer lo mismo con su Alteza.

Por su parte, su Alteza me miró un poco asombrado y me dijo:

—Liz, ¡eres genial!

Su Alteza me elogió, sonrió y me dió un beso en el dorso de mi mano. Su Alteza está al tanto de que debe deshacerse de los obstáculos para lograr sus objetivos y me está tomando la palabra…

—Llegará el día en que le haga una propuesta formal a Liz. Hasta entonces tengo que hacer lo que esté a mi alcance para conquistarte…

—No me lo ponga difícil, Alteza… —le respondí fríamente sin poder pedirle que se detuviera y contuve el calor que amenazaba con elevarse en mi cuerpo.

Ayanami
Y con esto damos inicio al volumen 3 de esta hermosa novela (づ ᴗ _ᴗ)づ♡ bienvenidos sean todos~♥

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