Villana mimada por el príncipe vecino – Capítulo 115: La disculpa de Saravia, y una propuesta

Traducido por Sharon

Editado por Yonile


Después de la charla con la Salamandra, Tairarose se despidió de Pearl y regresó a su cuarto. Aquasteed la estaba esperando; ya que eran esposos, compartían habitación.

—Bienvenida de regreso, Tiara. No luces bien…

—Sir Aqua…

Tiararose pensó en lo que había escuchado de la Salamandra y se contuvo. No era algo de lo que pudiera hablar con facilidad.

Pensar que el rey Saravia morirá si regresan mi poder mágico…

Eso era algo que nunca podría aceptar, y tenía tanto miedo que no podía hablar del tema. Al ver el comportamiento de Tiararose, Aquasteed sintió que algo había sucedido.

No intentó presionarla, y en su lugar la levantó en sus brazos.

—¿Debería hacer que Philiane nos prepare unas bebidas y bocadillos? Debes estar cansada después de hablar con las damas, ¿no?

—Sí… Es cierto, ¡los dulces son lo mejor cuando uno está cansado!

Aquasteed tocó la campana, y le pidió a Philiane algunas bebidas y bocadillos ligeros. Una vez que ambos se acomodaron en el sillón, la sirvienta les preparó un té negro, además de sandwiches de vegetales, y algunas fruatas. De postre había algunas gelatinas, magdalenas y galletas preparadas especialmente para Tiararose.

Lo primero que ella comió no fue el sándwich, sino la magdalena. Estaba tan cansada que decidió ir directamente a por los dulces, adoptando la estrategia de postre, bocadillo, postre, sandwich.

—Desde que te volviste una niña, tu amor por los dulces se amplificó aún más, ¿no crees?

—Ugh… Es probable que sea el caso. Comparado con otros días, me es difícil controlar mis emociones.

A pesar de que Tiararose concordó con las palabras de Aquasteed, su sonrisa amarga indicaba que, después de todo, en su interior era una adulta.

La reina cortó la magdalena y extendió su mano para tomar la crema batida y el sandwich de fruta. La combinación de la dulzura y la acidez de la fruta hicieron que disfrutara mucho de su comida. Estaba tan feliz, de hecho, que Aquasteed no pudo contenerse y puso un dedo en la mejilla de su esposa.

—Está en tu rostro —dijo, limpiándole la crema que había terminado allí.

—¡Ah! Muchas gracias.

—No es nada —sonrió él, mirándola fijamente.

Es un poco difícil comer así…

—Sir Aqua, ¿no estás observandome demasiado?

—¿Es así? Estuvimos separados por mucho tiempo, así que no puedo contenerme.

Tiararose no encontró manera de responder a estas palabras. Después de todo, ella se sentía de la misma manera.

Aun así, no pudo evitar pensar que era demasiado astuto de su parte decirlo de esa forma.

—Yo también. Me sentí muy sola estando separados, sir Aqua.

—Sí.

Tiararose bajó el sándwich al plato, y miró a Aquasteed con el rostro rojo. Como se había vuelto una niña, sus ojos estaban a diferentes alturas, por lo que la perspectiva era algo diferente.

Incluso desde abajo, sir Aqua luce genial…

Sin darse cuenta, quedó encantada por él, y en un intento por ocultar lo que estaba pensando, abrazó la cintura de Aquasteed con fuerza, gesto que él devolvió de inmediato. Tiararose estaba tan feliz que no podía dejar de sonreír.

—A pesar de que te encogiste, sigues siendo muy linda, Tiara. Hay un dicho que dice que no es doloroso tener fragmentos de seres queridos en los ojos de uno, y creo que es cierto.

—Me avergüenzas cuando dices esas cosas.

Aquasteed tocó sus coletas gemelas de manera juguetona, haciendo que sus dedos formaran bucles con su cabello rosado mientras sonreía.

—Esto es nuevo.

—¡Las hizo Philiane! Pensé que era algo infantil…

—Philiane es muy habilidosa. Eres una niña ahora, así que te quedan muy bien.

—¿E-Es así?

Tiararose estaba un poco avergonzada, pero al ser elogiada, no pudo evitar que un sentimiento de felicidad la recorriera, causándole timidez. En ese momento, se paró del sofá, agarrando los bordes de su vestido para dar una vuelta.

Por supuesto, Aquasteed no pudo contener la sonrisa al verla haciendo un gesto tan adorable.

—Este vestido del mar lo preparó Pearl.

—¿Pearl? Es cierto, no es un tipo de vestimenta que se encuentre en Sandrose.

Tiararose volvió a sentarse al lado de Aquasteed, sintiéndose algo tímida por su comportamiento. Por otro lado, Aquasteed no podía evitar pensar que era adorable, por lo que frotó su cabeza a la vez que decía:

—Buena niña.

Sintiéndose extremadamente cómoda, ella no pudo evitar cerrar los ojos del gusto.

Quiero un beso.

Era inevitable que terminara pensando de ese modo. Aquasteed siempre la besaba cuando tenían este tipo de interacciones.

Habría sido más extraño si no lo quisiera, pensó.

—Hablando de eso, el rey Saravia dijo que vendría más tarde.

—¿Eh?

El cambio repentino de tema la sorprendió.

¿No va a besarme?

Por supuesto que no quiso preguntárselo directamente. De esta manera, Tiararose terminó asintiendo mientras contenía sus sentimientos.

—¿Por qué vendrá? ¿De qué hablaste con el rey Saravia después de que dejara el cuarto con la Salamandra?

—Intercambiamos saludos y hablamos de nuestros planes durante la estadía en su país. Ya había escuchado la situación de Keith, así que no teníamos mucho de qué conversar.

—¿Es así…? —preguntó, aún más confundida después de escuchar su respuesta, pero en ese momento se escuchó un golpe en la puerta.

—Parece ser que ya han llegado. Iré a buscarlo, Tiara, puedes quedarte donde estás.

—Entendido.

Tiararose continuó bebiendo de su té negro mientras miraba cómo Aquasteed se ponía de pie. La atmósfera por fin se había vuelto buena, así que se sentía algo decepcionada.

Por supuesto, si Saravia tenía algo que decir, debía estar relacionado con el incidente, así que no podían darse el lujo de hacerle esperar.

Aquasteed volvió poco tiempo después con Saravia.

—Hey, gatito. Tuviste una pelea de damas con la Salamandra, ¿verdad? ¿Cómo fue?

—Eso no fue lo que sucedió… O mejor dicho, ¿tienes alguna noticia?

—Bueno… —Saravia miró a Tiararose fijamente, y sin previo aviso, se inclinó a noventa grados—. No pude dejar de pensar que todo esto es mi culpa. Definitivamente convenceré a la Salamandra para que te regrese tu poder mágico. Por favor, no te preocupes.

—Rey Saravia… Es demasiado repentino…

Unos momentos antes, Aquasteed había propuesto un plan de acción. Tiararose miró a Saravia con preocupación, pero lo único que recibió en respuesta fue una sonrisa.

Si hacemos eso, ¿no terminará muriendo el rey Saravia?

Este hombre estaba diciendo que se encargaría de todo, aún cuando era consciente de las consecuencias.

Tiararose miró fijamente los ojos rojos del hombre, pero fue incapaz de leer sus emociones. No, lo más probable es que él estuviera ocultándolas.

Eran los ojos de un hombre que estaba decidido.

—Gatito, verte pelear contra la Salamandra para proteger a Aqua… me hizo reflexionar. Debería ser yo quien se esfuerce mucho. Debo lucir patético, ¿verdad? —Y de esta manera, Saravia estableció que se encargaría de todo por su cuenta.

—Bueno, en primer lugar era un problema de Sandrose, así que no nos opondremos… Pero si necesitas ayuda, no dudes en pedirla.

—Tus palabras son suficientes. Te lo agradezco, Aqua.

Aquasteed no sabía sobre la situación del poder mágico, así que no dudó en acceder a la petición del otro rey. Sin embargo, Tiararose sí lo sabía.

Como Saravia había nacido con poco poder mágico, si intentaba usar su poder para hacer dormir a la Salamandra una vez más… este desaparecería, y él terminaría muriendo.

No, para ser exactos, esa era la situación con más posibilidades de suceder, o por lo menos, eso es lo que le dijeron a Tiararose, pero para ella era lo mismo. El hecho de que estaría en peligro no cambiaría.

Si mostraba su acuerdo ahora, Saravia probablemente se prepararía para morir y le daría todo su poder a la Salamandra.

Sabiendo eso, no hay manera en que pueda acceder.

Intentó pensar en una manera que pudiera salvar a todos, pero no tenía demasiado tiempo. Dentro de cuatro días tendría lugar el Festival de fuego y Agua, y luego, la Salamandra regresaría a dormir. Eso es lo que le dijeron en la anterior conversación de mujeres.

Por ello, declaró con una voz temblorosa:

—¡Estoy en contra! Busquemos una manera en que pueda regresar a la normalidad sin recuperar mi poder mágico de la Salamandra.

—¿Huh?

Saravia nunca se habría esperado esta respuesta. Sus ojos abiertos parecían estar preguntándose en qué estaba pensando la reina del país vecino.

Por su parte, Aquasteed cubrió su rostro con su mano y soltó un largo suspiro.

♦ ♦ ♦

La estatua de la diosa en el Castillo había sido construida en el pasado por la Salamandra. Se les había dicho a todas las generaciones de la familia real de Sandrose que podrían pasarle su poder a través de ella. En ese entonces la familia era algo numerosa, pero ahora solo quedaba Saravia.

Había pasado algo de tiempo desde la conversación de las damas entre el espíritu y Tiararose. Esta noche, ella decidió permanecer despierta una vez más.

—Recibir mi poder mágico, ¿huh…? —murmuró la Salamandra, sentada sobre la estatua y recordando lo que Saravia le había dicho antes.

—¿Tanto odias mi poder mágico, Salamandra?

—¡Saravia!

—Hey. ¿Estabas viendo las estrellas? Es verdad, hoy el cielo está despejado —rió Saravia—. Debe ser tu protección divina lo que permitió que hubiera un buen clima estos últimos días.

El agua salpicó por todas partes cuando el rey caminó hacia la estatua de la diosa en donde estaba sentada la Salamandra. Él se acercó con pasos ligeros, y el silencio inundó el lugar.

Los dos miraron hacia el cielo nocturno sin decir nada más. Pasó un largo tiempo antes de que Saravia decidiera hablar.

—Tiararose me rechazó.

—Sobre darme tu poder mágico, ¿verdad? Bueno, habrías terminado muriendo, ¿no deberías estar agradecido con ella?

—Antes que nada, soy el rey de Sandrose. ¿No es indecoroso de mi parte que no pueda cumplir con mi propio deber?

Al ser regañado por Tiararose, pudo ver un poco de lo genial que era ella. De alguna forma le era vergonzoso el tener que recurrir a una reina extranjera para darle poder mágico a la Salamandra. Pensó que, siendo este el caso, sería mejor arriesgar su propia vida.

Sin embargo, para la Salamandra eso no tenía sentido.

—No digas algo tan estúpido, por favor. Creo que así es mejor. Es cierto que eres el rey, pero no deberías intentar morir.

—Salamandra…

—Definitivamente no te lo permitiré. Está bien usar algo que está disponible, incluso si es de otro país. No hay otra persona además de esa chica cuya frecuencia mágica sea igual a la mía. ¡Ese simple hecho ya es un milagro!

Solo los miembros de la familia real de Sandrose poseían poder mágico con una frecuencia similar al espíritu de fuego de la Salamandra. La posibilidad de que existiera alguien más con esta condición era casi nula.

—Por favor, no mueras. Mi deseo es que no mueras. Saravia… quiero que vivas —gritó el espíritu mientras contenía las lágrimas, esperando que él pudiera entender sus sentimientos.

La Salamandra se había agitado tanto que se bajó de la estatua, se acercó a Saravia y lo empujó hasta que cayó en la fuente. El agua salpicó por todas partes, pero a ella no le importó.

Saravia estaba sorprendido por sus acciones, pero no planeaba cambiar de idea. Sacudió su cabeza, e intentó expresarle su deseo de continuar con su plan, pero en ese momento, pequeñas gotas comenzaron a caer en sus mejillas.

—Salamandra, tú…

—Por favor. Aunque tengas que sacrificar a Tiararose, vive. Por favor, no te sacrifiques por mi bien.

De los ojos de la Salamandra estaban cayendo lágrimas. Era una joya rara que no podía verse con facilidad. Incluso en el castillo de Sandrose, la única gema había sido enviada a Tiararose como regalo.

—Es la segunda vez que lloro. Supongo que ya entiendes a qué me refiero con esto, pero… Saravia.

—Sí… Soy muy consciente. Salamandra, te gusto mucho, ¿verdad? Estoy feliz… —dijo Saravia, y extendió sus manos hacia el espíritu, que estaba encima de él. Tocó sus ojos llorando antes de continuar—: Tus lágrimas son hermosas.

Era varias veces, no, cientos de veces más que la joya que había cuidado desde su nacimiento. No podía apartar la mirada, al punto en que no pudo evitar pensar que no quería ver otra cosa por el resto de su vida.

Sin embargo, la respuesta de la Salamandra superó cualquier expectativa que Sararvia podría haber tenido.

—No seas tan egocéntrico. Es cierto que eres hermoso, pero a mis ojos, solo eres un niño.

—¿Qué…? ¿Estás bien con Aqua pero no conmigo?

—Por supuesto. Ese hombre es totalmente diferente a ti, Saravia.

—Ya veo…

Saravia había pensado que el espíritu estaba confesándole su amor, pero al parecer estaba equivocado. Se rascó la cabeza, y la ayudó a ponerse de pie.

—Por ahora, el gatito rechazó mi idea. Intentaré pensar en alguna manera en la que no tenga que morir. Sino, Izzet también me regañará.

—Tienes un buen ayudante, ¿verdad?

—Es cierto. Es probable que no haya sido bendecido con familia, pero tengo fe en las personas que me rodean —dijo, y con una sonrisa gentil, añadió—: Estoy muy agradecido por eso.

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