Traducido por Maru
Editado por Nemoné
Para su yo más joven, esa persona era todo su mundo. Nunca creyó que fuera a irse un día.
Aunque ella no estuvo allí desde un principio, al menos, fue su guardiana absoluta desde el momento en que nació, hasta que se dio cuenta de las cosas que lo rodeaban. Ella lo encontraría cada vez que se escapaba llorando, y lo alabaría cuando hiciese algo bueno. Si él extendía su mano, ella lo abrazaría. Ella era una gran existencia, mejor que él en todo.
Así era como se suponía que tenía que ser un padre
Toma mi mano. De lo contrario, no puedo caminar. Mírame. No puedo vivir sin que me vigiles. No vayas a ningún lado. Esta responsabilidad está sobre ti.
Quienes fueran los suficientemente malvados para engañar a esa persona y robarla de su vida cotidiana, eran criminales que deberían ser juzgados, demonios que habían destruido su mundo. Aún más, tener tales intenciones depravantes era un pecado en sí mismo.
Después de haber dejado de contemplar la puerta, que no haría ningún sonido de nadie volviendo a casa sin importar cuánto tiempo pasara, llegó a despreciar todo lo que había hecho que se derrumbara. Él nunca sería engañado, siempre sería contrario a los demás. Y él nunca sería dejado de lado. Tal fue su profanación contra su antiguo yo, que había llorado mientras miraba a esa puerta.
Él creía ser ese tipo de persona aceptable.
♦ ♦ ♦
Eustitia era una ciudad reconocida como la capital de la astronomía. Estaba situada en una cordillera de baja inclinación. Sus habitantes, que viven a 1500 metros sobre el nivel del mar, eran observadores encantados por las estrellas del cielo nocturno. El centro de Eustitia, construido a través de la erosión de la montaña, era su Observatorio, una construcción de piedra densamente congregada a su alrededor.
La única forma de llegar a la ciudad, que brotaba prácticamente de la extensa tierra, era viajar en tren hasta la base de las montañas y, subir en un teleférico que crujía con fuerza mientras se levantaba.
A diferencia que otras metrópolis de varios cientos de kilómetros brillando con luces de neón, era un mundo bajo un cielo impregnado de colores producidos por humanos, envuelto en un velo negro azabache natural.
Por un lado, se llamaba la “Capital de la Astronomía” debido a su superioridad en la observación astronómica, pero, también se podía decir que la característica más notable de la ciudad, era ser el hogar de uno de los principales institutos de investigación astronómica del mundo.
Dicho instituto, había sido nombrado después de un rey de navegación marítima que había logrado obtener enormes cantidades de riqueza durante su vida, Shaher. Los observatorios, que se habían establecido en muchos lugares bajo la influencia de los pasatiempos del difunto Shaher, todavía existían, como cortesía del continuo sustento de su grupo familiar.
El Instituto de Investigación del Observatorio Astronómico de Shaher aseguró una gran variedad de actividades; descubrir nuevas estrellas, investigar cualquier cosa relacionada con la astronomía y fabricar telescopios.
Ahora, en cuanto a lo que se hacía en la sede de Shaher en Eustitia. Su personal gestionaba libros sobre todas las estrellas conocidas, recopiladas de todo el mundo. Siendo establecido como el anexo de los observatorios astronómicos, dicho cuartel general salvaguardó una biblioteca gigantesca que podía hacer que los adictos a los libros, salivasen y se desmayen, con solo una mirada.
Por supuesto, cada uno de los libros trataba sobre las estrellas y mitos relacionados con ellas. Pero aun así, la cantidad de obras que poseía era abrumadora.
En la sala del atrio, una escalera de caracol de hierro negro que se extendía servía de puente para cada piso, mientras que un candelabro de oro hecho a medida formaba la imagen de una estrella que descendía desde el techo. No se podía detectar el más mínimo espacio entre los libros de los estantes. Muchos escritorios y sillas se encontraban dispersos por todo el lugar, pero los sofás estaban en mayor número. Desde las lujosas cubiertas de tela, hasta las adorables patas de gato, los sofás, de muchas formas y calidades diferentes, eran el apoyo para los investigadores.
Las personas que trabajaban ahí se encargaban de diversas tareas, como organizar clasificaciones, dar asistencia a los visitantes y descifrar la escritura antigua de piezas de literatura extranjera. Entre ellos, el que se decía que era el trabajo menos atractivo estaba en el departamento de manuscritos, que conservaba libros tan antiguos que estaban al borde del deterioro. Al igual que el nombre indicado, era el departamento donde los manuscritos ya publicados se transcribían a formato de máquina de escribir.
Aunque la gente de dicho departamento trabajaba constantemente en los manuscritos a un nivel asombroso todos los días, actualmente se encontraban en medio de una crisis. La causa era que una gran cantidad de libros de astronomía habían sido seleccionados de una amplia colección literaria comprada en el almacén de cierta familia influyente.
La gran cantidad de volúmenes era un problema, pero más el conservarlos, dado el estado en el que se encontraban. Los textos eran apenas legibles y muchas páginas se rompían cuando se giraban. Lo único que se podía hacer, sin dañar los libros, era abrirlos. Además, el número de personas en el departamento de manuscritos era de ochenta empleados. Incluso sin días de descanso durante un año entero, aún no se harían todos los manuscritos que habían traído.
Teniendo en cuenta la condición de los libros, se requirió con urgencia que todos los volúmenes se transliteraran simultáneamente. Fue entonces cuando esas personas tuvieron la oportunidad de entrar en contacto con profesionales de un campo de experiencia completamente diferente: los que no tienen comparación en los trabajos de mecanografía, las Muñecas de Recuerdos Automáticos.
♦ ♦ ♦
El teleférico se sacudió inquieto. Caminando en fila a través de la puerta abierta, había varias mujeres bien vestidas de edades dispares. Desde damas con gafas para leer hasta niñas en su adolescencia, vestidas con ropas de estilo occidental u oriental, de diferentes razas y colores de ojos. Todo de cada una de ellas era digno de notar. Y lo que tenían en común, era que todas habían sido contratadas por la empresa más grande del mundo, Shaher.
La última que había saltado al teleférico llevaba botas tejidas de marrón cacao. El verde esmeralda del broche de su pecho brillaba junto con su cabello dorado y sus maravillosos ojos azules. La cinta de color rojo oscuro que decoraba su cabeza emitía un brillo suave, y su vestido, de una sola pieza con un lazo blanco, resaltaba de manera calculada su refinamiento femenino. Su chaqueta azul prusiana combinaba muy bien con su aire tranquilo y digno, resaltando el color blanco lechoso de su piel.
Fijó su agarre en la bolsa del carrito, y la sombrilla de encaje de rayas blancas y azul cian, dándole la vuelta y levantando la cara.
Arreglada con un mini kimono colorido, una Muñeca de Recuerdos Automáticos oriental de cabello pelirrojo, que había montado en el teleférico con ella, susurró a una compañera:
—En mi país, a la gente así se le llama lirios caminando sobre peonías.
Una flor única que se destacó más que cualquiera de las mujeres de la ciudad. Sin duda, era exquisita. Su belleza era la que hacía difícil acercarse o hablar con ella. A diferencia de los demás, que se llevaban bien y conversaban entre sí, ella simplemente marchaba por el camino empedrado hacia su destino.
Un joven observaba la ciudad a través de un pequeño telescopio desde una de las habitaciones de la sede Shaher. Como las horas de trabajo todavía no habían empezado, llevaba la camisa descuidada y medio desabrochada y unos pantalones, mirando alegremente la vista desde la ventana al lado de su cama.
—Ey, León. Ven a echar un ojo. Las chicas que “corren a cualquier lugar en cualquier momento” han llegado.
— ¿Qué tal si te cambias? Ya que las copistas llegarán aquí pronto. —contestó el otro joven llamado León con el ceño fruncido.
Ojos almendrados de aspecto inquieto podían ser vistos tras las gafas de montura delgada que llevaba. Sus jóvenes rasgos y aún en desarrollo indicaban que estaba en su adolescencia. Su largo cabello era de un raro color verde mar y su piel, que era así desde el nacimiento y no producto de una quemadura solar, era de un hermoso moreno.
A diferencia de su compañero de cuarto, él ya se había puesto la corbata y abotonado los gemelos.
—Muñecas de Recuerdos Automáticos, eh. ¡Son mujeres hermosas que usan bonitas palabras para escribir a sus clientes! ¿No son dignas de ser reverenciadas?
—Son como prostitutas, ¿verdad? —replicó León por lo bajo al hombre que era cinco años mayor que él—. He oído que el objetivo es conseguir que los hombres ricos se casen con ellas.
— ¿Quién te dijo algo así? No se lo digas a la cara. Estás equivocado, después de todo… Y las mujeres dan miedo cuando se enfadan. Especialmente las que trabajan así. Puede que haya mujeres como las que dices, pero estas han venido hasta aquí para ayudar a los ciudadanos comunes como nosotros. Muestra algo de respeto.
—La Asociación de Shaher les pagará, ¿no? Si ese es su trabajo, no es una razón para mostrar respeto. Como iban a ser pagadas de todos modos, el alquiler no tenía que ser de muñecas humanas. ¿Por qué tenemos que dejar entrar a un montón de mujeres a nuestras oficinas?
— ¿Te refieres al otro invento de su creador, el profesor Orland? Parece que la sugerencia ya se había hecho. Se ha discutido mucho, pero no podíamos permitirnos alquilar ochenta para tener una máquina por persona. Son muy caras. Y no hay muchas empresas que hagan negocios al alquilar cosas como esas. También es fácil juntar una gran cantidad de muñecas cuando tienen una relación tan cercana con las compañías postales.
Aunque a León le disgustaron esas palabras, las entendió.
Los asuntos postales variaban en todo el mundo según cada continente, pero las entregas de artículos postales de su propio continente no siguieron los patrones, ya que fueron dirigidas por empresas privadas.
Se decía que era el maestro de la aberración de las agencias postales de la generación actual, donde los usuarios tenían que elegir una agencia postal en función de los límites potenciales de las distribuciones y tarifas para que sus artículos se entregasen. Sin embargo, las Muñecas de Recuerdos Automáticos tenían una asociación comercial paralela con el servicio postal local.
Daba la impresión de ser un uso exclusivo de alto nivel para las clases más ricas, pero los planes de pago eran muchos. Más aún, el cuidado modesto de aquellas mujeres bien entrenadas y seleccionadas con cautela, a menudo un mismo usuario las solicitaba más de una vez. Su presencia en el mercado no fue descomunal, pero de ninguna manera fue pequeña.
—No podemos extender demasiado sus horas de trabajo, pero si el precio es más asequible, está bien si contratamos muñecas humanas bellas. Las cosas son mejor de este modo. Incluso hacen correcciones en los textos. Además, León… si los que vinieran fueran hombres, no habrías pronunciado ni una sola queja, ¿verdad?
Silencio.
—Pienso seriamente que tu odio hacia las mujeres es desproporcionado. No sé la causa… pero creo que te curarás si te enamoras. Te pierdes mucho por no experimentar el romance.
León parecía que estaba reprimiendo su cinismo. Aunque no le gustaba que le dijeran que su rostro de disgusto le sentaba bien, su expresión actual coincidía con su apariencia general.
— ¿Por qué todos dicen que es extraño no estar enamorado?
Parecía que era algo que estaba acostumbrado a escuchar.
—No, no estoy diciendo que sea raro. Es solo un desperdicio. ¿Para qué vives si no?
— ¡La gente puede vivir sin eso! Me encanta mi trabajo, y me gusta este lugar. Es por eso que estoy decepcionado de la decisión de Shaher. ¿No ves que estamos exponiendo nuestro sagrado trabajo a algo inapropiado? ¡Dejar que las mujeres entren en una estación de trabajo llena de hombres siempre termina en…!
—Sagrado… trabajo, eh…
—No es algo que pueda hacer cualquiera. Tú y yo estamos aquí porque hemos sido elegidos. Las técnicas de descifrado de documentos requieren aprender todo tipo de idiomas. Nosotros, el departamento de manuscritos, somos hombres con un talento excepcional.
—Pero, es aburrido. Hombres por todas partes. Sin embargo, tenemos algunas mujeres a cargo de colecciones de literatura en relación con las flores… Ah, pero podrían ser mayoría en la sección de referencias. Desearía haber sido reclutado allí.
León permaneció en silencio mientras observaba a su compañero de habitación sonreír ampliamente a las mujeres que se acercaban. Se puso la chaqueta de trabajo, que usaba normalmente sobre su camisa, y salió de la habitación de inmediato. Aunque escuchó que lo llamaban desde atrás, lo ignoró.
Los pasillos estaban envueltos en un suave ambiente mañanero. Desde las ventanas, los primeros rayos de sol brillaban intensamente, mientras se vertían en los oscuros pasillos y se podían escuchar cantos de pájaros. También pudo ver a un miembro del personal que escribía las palabras “Bienvenidas, Muñecas de Recuerdos Automáticos” en una pancarta.
Las caras de los hombres, con los que se cruzaba en el dormitorio, parecían algo tontos. Incluso aquellos que generalmente no se molestaban en afeitarse la barba ahora mostraban su piel lisa, mirándose en los espejos de mano con frecuencia.
—León, ¡buenos días! Hombre, finalmente ha llegado el fatídico día, ¿eh?
— ¿Por qué está haciendo una cara tan aterradora? Aunque es la misma de siempre.
Pasó por el lugar sin saludar a sus burlones compañeros.
—Todos están entusiasmados por las mujeres y el amor. ¿No es patético? —Al ver que se repetían constantemente las mismas cosas, en el silencio de la encantadora mañana, León chasqueó la lengua y pateó la pared con su bota de cuero pulido—. ¡Al infierno con el romance!
Los pájaros de fuera reaccionaron al momento al violento sonido; todos los que se asentaban en los árboles cercanos salieron volando. Su pie dolía por la patada, y León dejó escapar un gemido después de caminar unos pasos.
♦ ♦ ♦
El vestíbulo de la sede de Shaher, en el que había dibujadas constelaciones y personajes míticos en su techo en forma de cúpula, era donde las Muñecas de Recuerdos Automáticos se habían reunido. Sus constantes conversaciones reverberaban como ondulaciones. Entre sus coloridas figuras, había un miembro del personal del departamento de manuscritos de Shaher, que llevaba un vestido negro de aspecto cómodo conocido como “vestimenta académica” y un ribete con una borla, dejando escapar lo que sonaba como una tos intencional.
Tras una señal de su mano, otros miembros con el mismo atuendo aparecieron en fila. Aunque había varias mujeres, los hombres eran más numerosos. Entre ellos, León parecía ser el más joven. Su juventud era evidente entre tantos adultos, ya que cada uno de ellos se tensó con la rígida inteligencia típica de un grupo de especialistas que habían venido de otros países.
—Para las Muñeca de Recuerdos Automáticos aquí reunidas, sentimos enormemente por la larga espera. Soy el gerente del departamento de manuscritos, Rubellie.
La charla murió inmediatamente cuando habló el primero hombre que había aparecido. Como si estuvieran sincronizadas, las Muñecas de Recuerdos Automáticos se inclinaron elegantemente de varias maneras, convirtiéndose su voz en una.
—Nos alegra conocerlo, Maestro.
El coro era alegre, incompatible con el viejo vestíbulo.
Poco después, las mujeres se miraron entre sí y se echaron a reír. Aparentemente, saludar al mismo tiempo era algo que nunca se había hecho antes. De hecho, toda ellas eran rivales de negocios que habían sido despachadas por muchas organizaciones amanuenses diferentes. Y a las mujeres comercializadas como Muñecas de Recuerdos Automáticos, se les exigía que recibieran una matrícula de alto nivel con respecto a los detalles de su muy antigua profesión. Por lo tanto, responder con gracia a las contrapartes era para ellas una regla común.
Aunque halagado, Rubellie tosió una vez más.
—Su contrato es para el periodo de un mes. Mientras tanto, haremos copias de cientos de piezas de preciosa literatura. El número total de miembros del personal en nuestro departamento de manuscritos es de ochenta personas. Mis respetadas Muñecas de Recuerdos Automáticos, el objetivo de progreso de la transcripción de manuscritos de este mes es del 80%. Si fuera completamente honesto, me gustaría que pudieran quedarse más tiempo, pero la disponibilidad máxima para contratar mujeres tan ocupadas como ustedes es solo de treinta días. Otra razón es que los copistas cuyos esfuerzos habíamos querido utilizar en este tiempo limitado son frecuentemente convocados por los militares. Todos los del departamento de manuscritos hemos esperados desde el fondo de nuestros corazones. Estaremos bajo su cuidado.
Cuando se quitó el sombrero y se inclinó, los otros miembros lo siguieron. Nada había comenzado todavía, pero ya había brotado algo cálido en el corazón de dichos expertos, que se encontraron en presencia de un milagro.
♦ ♦ ♦
Después de las introducciones, el trabajo pronto se convirtió en el tema principal.
Los manuscritos debían ser trabajados en parejas. Rubellie anunció los dúos uno por uno, y las personas llamadas fueron enviadas a la sala de trabajo. Alineado con todos los demás en el pasillo, León esperó que su nombre también fuera anunciado.
Parecía que su compañero de cuarto había sido emparejado con una Muñeca de Recuerdos Automáticos que llevaba un kimono. Mientras la acompañaba, se giró hacia atrás y le mostró a León un puño firmemente cerrado.
—Siguiente, León Stephanotis. León, por favor, avanza. Tu pareja es… del Servicio Postal CH, la señorita Cattleya Baudelaire. Señorita Cattleya Baudelaire, por favor, adelante.
Los miembros del personal del departamento de manuscritos contuvieron el aliento frente a la mujer que se habría paso entre las restantes. Tenía unos rasgo faciales y cuerpo real de muñeca, su aura insinuaba que su atractivo no era su único regalo.
— ¿E-Eres la señorita Cattleya Baudelaire?
La muñeca giró un poco su cabeza hacia Rubellie, cuya garganta se había secado por un segundo. Con orbes azules acuosos, y largas pestañas rubias que proyectaban sombras entre ellos, la mujer le dirigió una hechizante mirada que, sin duda, podía desconcertar a cualquiera.
—No, he venido aquí como sustituta de Cattleya. Me apresuro a cualquier lugar que mis clientes deseen. Soy del servicio de Muñeca de Recuerdos Automáticos, Violet Evergarden.
Su voz fue suficiente para cautivar a todos y tomar el control del lugar.
—Soy de la misma agencia postal que ella. Estaba programada para dos trabajos al mismo tiempo por error, por lo que me han enviado a este. Su periodo de ausencia será de una semana, y después de eso, vendrá la Muñeca de Recuerdos Automáticos originalmente contratada, Cattleya. Sin embargo, se suponía que ya se había entregado el mensaje de disculpa de nuestro presidente…
Una joven, que parecía ser una secretaria, se paró al lado del desconcertado Rubellie.
—Lo siento mucho. Ahora que lo pienso, recibimos una llamada hace tres días. Dado que el único cambio que se hizo fue en el nombre de registro, pensé que podría hacerse más tarde y… mmm…
Rubellie hizo un gesto con la mano a la desconcertada chica.
—No, bueno… Está bien siempre y cuando su lugar no esté vacante. Ahora, señorita Evergarden, le dejaremos trabajar con nuestro gruñón León. León, tu compañera ha cambiado repentinamente, pero un caballero brillante como tú no tendrá problemas con eso, ¿verdad?
Con toda la atención de la habitación sobre él, León permaneció en silencio, sin pronunciar una sola respuesta.
— ¿León…?
Miró Rubellie su rostro desde un lado.
Aun para un espectador, era como si el tiempo se hubiera detenido. Incluso se olvidó de parpadear y respirar. Una anormalidad que León nunca había sentido antes, se alojó en su pecho.
Mi corazón… está latiendo con fuerza. ¿Qué es esto…? ¿Qué es esta mujer? ¿Qué me ha hecho?
Sus ojos estaban bien abiertos, su boca abierta, sus orejas enrojecidas. Tales reacciones las provocó esa exótica belleza frente a él.
—León. Ey, ¿León?
Ni siquiera las palabras de su superior pudieron alcanzarlo.
Un extraño sentimiento… arde dentro de mi cuerpo.
Violet inclinó la cabeza ligeramente cual resplandor, tan ardiente que casi podía hacer que se derritiera.
— ¿Maestro? —Le disparó.
León Stephanotis. Dieciséis años. Nacido y criado en los brazos del monte Eustitia, siempre había contemplado el cielo nocturno, llevando una vida de adicción a la astronomía. Su tiempo estaba dedicado a las estrellas, sin aberturas en su rutina para que los forasteros se infiltraran. Así era como se suponía que las cosas fueran, incluso ahora.
Hasta el momento presente, nunca había conocido el amor romántico, pero esta era la primera vez que su misógino corazón estaba siendo tocado por alguien más.
[Nota: Misógina/no: Que odia a las mujeres y siente un gran rechazo hacia ellas. ]
♦ ♦ ♦
—Ahora empezaré a escribir las palabras que me recite el Maestro sin fallos. Sobre los gráficos en este libro, si lo desea, más tarde podría hacer una copia perfecta de ellos. También he oído que se suponía que todo estaba escrito a máquina. ¿Está bien si el dispositivo que uso es mío? ¿O hay uno de los suyos a mano?
La sala de trabajo del departamento de manuscritos de Shaher estaba llena de ruido. Varios libros yacían en los sofás alineados. El lugar estaba atestado de gente trabajando de lado a lado, apartando los libros y diagramas para descubrir espacio libre para que las máquinas de escribir pudieran instalarse. Eso era lo esperado al duplicarse el número de personas.
León y Violet se sentaron en unas sillas, una al lado de la otra. El espacio entre ellos era tan pequeño que sus rodillas podían tocarse en cualquier momento.
—Usa la que está frente a ti. Todos los dispositivos modernos de Shaher están unificados por una contraseña común. No la filtres.
—Por supuesto, cualquier cosa relacionada con el trabajo del Maestro es confidencial.
Sin sentirse intimidada por un dispositivo con el que no estaba familiarizada, Violet comenzó a tocar la máquina de escribir. Los ojos de León continuaron atraídos por su perfil.
Esto es extraño… Justo como pensaba, estoy enfermo.
León luchó con la misteriosa palpitación sin tener idea de cuál podía ser la causa. Sería una desgracia para él, como parte del departamento de manuscritos de Shaher, enfermarse en un momento en el que todos trabajaban correctamente.
Y así, sin informar su situación a nadie, intentó desesperadamente actuar como su yo normal. Sin embargo, la forma en que la gente los veía…
—León… se está sonrojando.
—Oh… es definitivamente ese tipo de cosas, ¿no es así? Está cayendo por ella, ¿verdad?
—Así que tenía interés en las mujeres. Estaba tan seguro de que…
—Ah, ¿tú también? También solía pensarlo.
—Cierto. Quiero decir, nunca lo hemos visto salir con nadie.
—Aaah, me siento como un padre viendo a su hijo crecer.
Los amables colegas mayores de León se apresuraron a notar su cambio de expresión y se habían preocupado, pero terminaron vigilándolo desde sus distantes asientos como si se divirtieran.
Su título era el de los astrónomos más jóvenes con conocimientos suficientes como para estar en el departamento de manuscritos. Un miembro joven que fue reconocido por su jefe, probablemente sería visto como una molestia, pero los hombres del personal lo trataron como a un hermano pequeño.
Las miradas curiosas hicieron agujeros en la espalda de León, pero aunque los había notado, se conformó con no decir nada, lanzándoles miradas asesinas. Los que estaban frunciendo el ceño simplemente se rieron y volvieron a sus deberes.
Aún con las manos en la máquina de escribir, Violet asintió levemente y fijó nuevamente su mirada en León.
—No hay problemas con el método de operación. Ahora, Maestro, por favor empiece a recitar.
—Lo primero que haremos, es una descripción escrita en Lengua Franca sobre un cometa de hace doscientos años, llamado Alley. Te lo advierto: soy rápido traduciendo. Normalmente, cuando formamos parejas en este departamento, uno hace la traducción y el otro escribe. Si no puedes mantenerte a mi ritmo, eres un peso muerto innecesario.
[Nota: Una Lengua Franca/Lengua Vehicular/Lingua Franca es un idioma adoptado de forma que puedan entender personas que no tienen la misma lengua materna.]
—Soy consciente.
La breve respuesta golpeó a León como un signo de actitud demasiado confiada. Un deseo de romper ese orgullo burbujeaba en él.
—Entonces, déjanos ver tus habilidades. —Con cuidado volvió a la página del libro que estaba a punto de desmoronarse con un pincet—. Una flecha de luz que corta a través de los cielos oscuros cosechó el cuello de Santa Barbarroja con su larga cola de arrastre. Para citar a la difunta astróloga Ariadna, la Flecha de Luz es un mal presagio. Después de que el brillo de dicha luz se desvaneció, una plaga se extendió y el reino se hizo eco con las noticias de muerte del monarca. Se dice que la Flecha de Luz también disparó a Santa Barbarroja, que destrozó su cuerpo y alma. Ha habido varias apariciones de la Flecha de Luz en el pasado. Se dice que la razón de la existencia de la Flecha de Luz es el secuestro de una esposa del Rey Reinhardt del País de las Hadas. En esa ocasión, murió un noble. Sin embargo, el hecho de que la mujer se convirtiera en la esposa de Reinhardt mientras se ofrecía a su antiguo novio como sacrificio en un banquete no es una tragedia. Revivió con un nuevo cuerpo en el País de las Hadas, ubicado en la brecha entre la vida y la muerte, con su alma preservada para la eternidad.
León recitó sin problemas, sin equivocarse ni una sola vez, y sin dejar de mirar a la que escribía. Podía escuchar los sonidos al teclear mientras hablaba, preguntándose qué tan lejos había llegado. Una vez que se detuvo a comprobar…
—Maestro, por favor, continúe.
…Violet acababa de copiar su discurso. Se sorprendió por un segundo.
Podría escribir más rápido que yo.
En lugar de asombro, sintió frustración.
—Parece que puedo ir más rápido. —León se aclaró la garganta, dejando atrás los nervios y comenzando de nuevo la traducción—. De una forma u otra, la muerte del noble impactó a los campesinos. Muchas personas se vuelven locas después de ver la Flecha de Luz. Algunos se tirarán al lago mientras buscan su reflejo y se ahogarán, otros la perseguirán y nunca volverán. También hay muchos que se vuelven débiles de espíritu después de verla. Además, la Flecha de Luz no es un signo de mala suerte solo en nuestro país. Un trovador informó una vez que, en Oriente, existe una leyenda de cuando la Flecha de Luz prendió el cielo al pasar. La gente de esa tierra llenó bolsas de aire para respirar hasta que desapareciera. Se ha escuchado que también hubo quienes deambulaban vendiendo dichas bolsas llenas de viento de la montaña. Sin embargo, en medio de la desesperación al ver cómo esa entidad quemaba todo a su paso, las personas, indefensas, solo podían mirar. Las cosas grandes siempre comienzan y acaban en lugares que no podemos alcanzar. Si llega el fin, seguramente será algo tan brillante como eso.
Ni siquiera se detuvo para respirar. Exhaló pesadamente después de hablar y se dirigió a Violet apresuradamente para mirarla.
— ¿Maestro? —Ya había terminado de escribir, tras haber transcrito perfectamente las representaciones de documento.
La frustración que había reprimido antes se fusionó con irritación. De alguna forma no podía soportar verla tan tranquila.
— ¡No seas engreída!
Los dedos de Violet se movieron rápidamente sobre el teclado.
— ¡No! ¡No escribas eso! ¡No estaba recitando!
—Mis disculpas.
—Maldita sea… Ganaré sin importar qué… ¡No! ¡No escribas eso tampoco!
—Mis disculpas de nuevo.
♦ ♦ ♦
Después de varias horas repitiendo el mismo proceso, los dos estaban muy por delante de otras parejas con su cantidad de trabajo.
Mientras revisaba los documentos copiados, Violet miró de reojo a León, el cual se agarraba la garganta dolorida por leer demasiado.
—Hoy pudimos hacer el equivalente a tres días de trabajo. Maestro, es digno de admiración.
—Ah, ¿es así…? —Superado y con un sentido de derrota, León no se regocijó mucho.
Su velocidad de escritura era una habilidad muy notable incluso en el departamento de manuscritos. Independientemente de ser especialista, había perdido ante una forastera, lo que lo molestaba.
—Supongo que fuimos el doble de rápido que los otros socios. ¿Esto no quiere decir que si continuamos a este ritmo, habremos terminado todos los manuscritos a la mitad del periodo de contrato?
—Eso es… imposible. —dijo León mientras escaneaba la tabla de progreso colocada en una de las paredes de la sala de trabajo. El nombre de cada pareja y los avances hasta la meta y los logros se registraban en ella, y cada pareja presentó números mucho más avanzados de lo previsto.
Fue entonces cuando León miró a las otras Muñecas de Recuerdos Automáticos aparte de Violet. Aunque ese fue su primer descanso después de trabajar durante ocho horas, todo eran sonrisas, conversando amistosamente entre ellas. En contraste, al igual que el propio León, los hombres del departamento de manuscritos estaban agotados. Podría ser una exageración describirlos como un montón de cadáveres, pero no solo uno o dos de ellos se habían derrumbado en los escritorios cercanos.
— ¿Cómo… las chicas pueden ser tan enérgicas?
—Por enérgicas, se refiere…
—Cualquiera se cansaría después de hacer tantas transcripciones… normalmente.
Violet parpadeó varias veces, interrogante.
—La escritura rápida requiere concentración y resistencia, pero eso no causa mucha fatiga en comparación con viajar.
—Viajar dices… ¿Quieres decir donde están tus clientes?
—Sí. Es parte de nuestro trabajo como Muñecas de Recuerdos Automáticos ir a cualquier lugar en el que un cliente nos necesite. Aun si eso resulta ser el interior de una densa jungla inexplorada o una gran nación escondida detrás de docenas de montañas, podemos soportar tomar cualquier medio de transporte, mientras no llevamos nada más que nuestras bolsas durante todo el año.
— ¿Aunque sean mujeres?
—La mayoría de Muñecas de Recuerdos Automáticos son mujeres.
—Bueno… aun así… hay lugares peligrosos, ¿verdad?
—Eso es correcto. ¿Pero no todos tienen un mínimo de fuerza física y técnicas de defensa personal? Desde que forma parte del Servicio Postal CH, también me asignan zonas conflictivas. En esos casos, llevo un arma de fuego conmigo, lo que agrega un poco de peso extra. Escribir durante unas horas es…
Aparentemente ella había querido decir “nada”. León sintió que la irritación se arremolinaba en su pecho de nuevo. Pero al mismo tiempo, su mente cambió un poco la forma en la que veía a las Muñecas de Recuerdos Automáticos.
Desde el punto de vista de una persona común, una Muñeca de Recuerdos Automáticos era una profesional especial, cuyos servicios solo podían ofrecerse a la alta sociedad.
Pensé que eran artistas para hombres ricos, pero…
Una postura inalterada incluso después de largas horas de esfuerzo. La compostura de un asistente. Condiciones de trabajo severas que no parecían incluir días libres definidos. Agendas que exigían ir a lugares peligrosos. Si alguien le preguntara si podría hacerlo todo, la respuesta sería que no.
— ¿Por qué estás… haciendo un trabajo tan duro?
No es el tipo de cosa que uno podría lograr simplemente queriendo casarse con un hombre rico.
—Es el papel que me fue dado. —respondió Violet suavemente.
— ¿Por tu compañía?
—Eso… también. Pero, ninguna vez pensé que fuera algo difícil. Creo que… llegar hasta mis clientes y mostrar sus sentimientos, como si estuvieran recibiendo los pensamientos de alguien que tenía un cuento antiguo escrito en su mente, y dándoles forma, es extremadamente… único… y maravilloso.
Sus palabras hicieron desaparecer al instante el cansancio de León.
Entiendo. Lo comprendo perfectamente.
En el lejano pasado, alguien solía observar las estrellas e investigarlas como lo hacía ahora, y León podía sentir un sentimiento romántico cada vez que esa persona hablaba de ellas.
La empatía, admiración y miedo que sentía por esa persona que ya no estaba, así como la sensación de haber descifrado un manuscrito por primera vez, eran bastante excepcionales.
—Tienes razón…
Era realmente maravilloso.
—Aunque eres una mujer… lo entiendes.
— ¿Ser mujer… tiene algo que ver con eso?
—Bueno, no… no lo tiene…
Al ser elogiada por ese Maestro por primera vez, Violet dejó que las comisuras de sus labios se curvaran un poco hacia arriba cuando él no estaba mirando.
♦ ♦ ♦
Las Muñecas de Recuerdos Automáticos, que habían sido apodadas como “asistentes de penalización del departamento de manuscritos”, continuaron trabajando a plena potencia los días siguientes.
El comportamiento y la manera en que actuaban las damas bien educadas no sólo era atractivo para los hombres, sino que también era complementado por otras mujeres. Entre ellas, la que más destacó fue la socia de León, Violet Evergarden. Su encanto con clase era una de las razones, pero lo que también atraía a los hombres era su comportamiento genial; por lo que comenzó a ganar admiradores.
—Ten cuidado. La gente te envidia.
Aunque fue advertido de inmediato y al principio no lo entendió, más tarde, León se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Aun después de terminar de buscar materiales o escribir manuscritos, los dos siempre caminaban juntos alrededor del edificio.
León, que era malo con las palabras y malo con las mujeres, y Violet, que, casi como una muñeca real, hablaba en su mayoría de forma robótica, no se suponía que fuera un dúo de aspecto alegre. Sin embargo, la lógica no alcanzó a aquellos cuyos ojos estaban nublados por el amor. Y los que eran más celosos eran hombres fuera del departamento de manuscritos.
—Bueno, ¿de qué querías hablar?
Habiendo golpeado un muro con la traducción, León se había dirigido a la biblioteca en busca de un diccionario. Como el que había deseado estaba en un lugar tan alto que tenía que subir a una escalera, había dejado a Violet esperando en una silla cercana. Cuando regresó sintiéndose triunfante como un buscador de tesoros tras conseguir el libro, encontró a Violet rodeada de tres jóvenes de la sección de referencias, que le sonrieron de oreja a oreja.
—Solo que es una pena que tengas a León como compañero. Tiene una desagradable personalidad.
—Cierto. A pesar de que es un huérfano que no podría haber llevado una vida decente si no fuera porque Shaher se lo llevó…
—Una flor en un precipicio como tú se desperdiciaria con él. Si se vuelve aburrido, ven a la sección de referencias. ¿Te gusta hablar sobre las estrellas? Somos mejores que esos chicos del departamento de manuscritos.
Violet escuchó inexpresiva todo lo que decían.
Ridículo.
León chasqueó la lengua. Aunque era fácil enfadarse, había recibido tantas atenciones que sinceramente, estaba acostumbrado. En lugar de furia, no tenía nada en mente más que una parte de sí mismo que preguntaba en tono divertido: ¿Esto de nuevo?
Era más que consciente de sus orígenes, de su carácter perverso, el hecho de que era más joven que todos los demás y que muy pocas personas lo querían. Posiblemente se debía a su trato hostil hacia personas de otros departamentos. Su reputación con ellos no era muy positiva. Es posible que ni siquiera se hubiera reconocido su trabajo en el departamento de manuscritos si no hubiera llamado la atención de su jefe, Rubellie. Sin embargo, León llevó un estilo de vida en el que no buscó el afecto de los demás, y por lo tanto, nunca se molestó por ese tipo de difamación. No se ofendió en lo más mínimo.
—Yo también soy huérfana. —Las palabras de Violet rompieron el silencio de la biblioteca al transmitirse con impacto.
Habían considerado su voz bonita antes, pero era la primera vez que sonaba tan pura.
—Verdaderamente no he tenido la vida satisfactoria en la que parecen estar implicados. —La frase impetuosa resonó de forma casual.
Está… mintiendo, ¿verdad?
Era lo que pensó León, pero podía ver su actitud serena y franca desde el espacio entre las espaldas de los hombres.
—Solo han pasado unos años desde que aprendí a leer. —Aunque su corazón no estaba dañado por nada respecto a sí mismo, el dolor lo asaltó ante la confesión de Violet—. Y, perdónenme… por devolverles sus palabras pero… como mínimo, las personas del departamento de manuscritos son más felices y hábiles que yo cuando se trata de conversaciones. —Violet, tan hermosa como siempre, sin pretensiones sobre sí misma—. Si lo que desean es discutir sobre lugares de nacimiento o infancia, ¿les importaría si no participo?
—E-Esto está mal. No eres… así. ¿Verdad?
—Nada está mal. Comparada con el Maestro León, soy la que tiene la vida más privativa… Puedo afirmarlo incluso sin su confirmación.
—Su-Su madre era una vagabunda.
—Ni siquiera conozco la cara de mis padres. Además, yo misma soy una vagabunda. Soy una Muñeca de Recuerdos Automáticos, después de todo. Si pretenden abogar solo por mí, sus comentarios son muy contradictorios.
—Estás… diciendo esto para encubrir a León porque es tu compañero, ¿cierto?
Violet se volvió hacia el hombre que lo había dicho con su cara roja como la remolacha.
—Solo estoy diciendo la verdad… sin embargo… eso podría ser correcto.
Sus pestañas doradas temblaron mientras sus rojos labios esperaban a que sus pensamientos tomasen forma.
Es posible que Violet no fuera del tipo que retrocede, no importa cuánto le hayan instado otros.
—Mi contrato puede haber sido sellado por la gerencia de Shaher, pero mi único maestro en este momento es el Señor León Stephanotis. Si intentan hacerle daño, lo protegeré con todo lo que tengo. Esto podría ser una desviación de mis deberes profesionales… Sin embargo, es mi naturaleza como una muñeca.
Los jóvenes, que fueron despedidos por completo, no tuvieron idea de cómo refutarla.
—Vámonos, nuestras palabras no le llegan. —Con esa única afirmación, al final, los tres se alejaron rápidamente de Violet.
De hecho, el mundo en el que ella vivía era muy distinto al de ellos. Aun siendo compañeros humanos, aun mientras hablaban la misma lengua, esa verdad se mantuvo sin cambios. Era como si se enfrentasen desde orillas opuestas; sus palabras no encajaban. Tal era la desafortunada realidad, pero muchos no se darían cuenta de lo triste que era.
Un espectador preguntó en voz baja sobre lo que había sucedido y se le contó acerca de Violet en susurros.
— ¿Qué pasa con ella? Hablando de esa forma solo porque es bonita… ¿Quién se cree que es?
—Parece que es una huérfana…
Cotilleando sin sentimiento de culpa. La gente comenzó a charlar lo suficientemente fuerte como para que solo las personas con oídos dañados no pudieran escucharlo. Aun así, Violet se sentó con una buena postura y siguió esperando a León. Ella esperaba su regreso, nada más.
Para León, su figura era insoportable por alguna razón. Era digna. Cuando la conoció por primera vez, también pensó que tenía una belleza digna. Sin lugar a dudas, era más deslumbrante que cualquier otra mujer que hubiera conocido. La nobleza de su calibre era admirable. Sin embargo, ella acababa de mostrar un singular tipo de encanto.
Algo… algo diferente. Algo limpio e inmensurable. Algo…
Parecía aún más deslumbrante ahora. Le dolía el pecho.
León volvió a chasquear la lengua y caminó despacio, extendiendo su mano hacia Violet.
—Maestro. —Violet levantó la cara.
Al mismo tiempo, León se aferró a su brazo y la hizo ponerse de pie. Se abrieron paso a través de la biblioteca a un ritmo acelerado. Sus zapatos temblaron contra el suelo.
—Maestro, ¿ha encontrado lo que buscaba?
—Aquí está.
—Eso es bueno.
—No lo es.
— ¿Qué quiere decir?
— ¡No es bueno en absoluto!
¿No es culpa mía que la gente empiece a pensar mal de ti?
El tema no fue más allá que eso.
— ¿Es así? Por cierto, ¿esta biblioteca tiene libros de departamentos distintos al de manuscrito?
— ¿Ah? Por supuesto… Hay toneladas de libros sobre constelaciones. ¿Hay alguno que quieras leer?
—Sí. Para alguien que viaja a menudo, es útil recopilar información. —Violet actuó como si la perturbación anterior no la hubiera afectado en lo más mínimo.
Su objeto de interés era una pila de libros cercana. Ni siquiera el calor excesivo de la mano de León en su brazo la había frenado. A pesar de que había querido irse lo más rápido posible, se detuvo de su trayectoria al instante.
—Entonces elige algunos ahora mismo. Necesitas una tarjeta para pedir prestados libros. Sería un dolor hacer una para ti, así que actuaremos como si fuera yo el que los toma prestados.
—Pero… estamos en medio de horas de trabajo…
León, una vez más, sintió un indescriptible picazón por la moderación de Violet.
—Es solo cuestión de elegir algunos de ellos, ¿verdad? Además, te hice esperar, así que esto es una compensación. Eres modesta sobre algunas cosas raras, aunque siempre dices lo que quieres…
—Mis disculpas.
—No estoy enfadado, así que no te disculpes.
— ¿No lo está?
No importaba cómo se mirase, el rostro de León denotaba disgusto.
—No. Esta es solo la cara que tengo.
Con los labios apretados como si estuviera enfurruñada, Violet entrecerró un poco los ojos.
—Suelen decirme que soy inexpresiva. Tal es la cara que tengo. —Lo dijo de una forma similar a la de él—. Nos parecemos un poco.
A León le resultó difícil soltarla.
♦ ♦ ♦
—Entonces dije: “Esto da miedo, eh.” ¿Y qué crees que dijo ella? “¡Eres adorable!” Aaaah, no pude manejarlo. Ella es la única adorable, ¿verdad? Oye, ¿estás escuchando León?
Habían pasado tres días desde el inicio del trabajo colaborativo. Como normalmente, su compañero de habitación balbuceaba sin parar en lugar de cambiarse el pijama. Había estado hablando de las Muñecas de Recuerdos Automáticos desde temprano en la mañana, pero León había parado de escucharlo a la mitad. Mientras se abrochaba la corbata, algo más estaba en su mente.
—No. Tu historia no importa. No puede pensar en nada que no sea la observación del Cometa Alley que sucederá en cuatro días.
—Como pensé, no eras… —Suspiró—. El Cometa Alley tiene un ciclo de 200 años, ¿no? Bueno, si nos lo perdemos no estaremos vivos para la próxima.
—Me pregunto cómo puede ser tan hermoso.
—La cola de luz que se crea cuando pasa el cometa es muy fantasiosa. Y estoy pensando en invitar a mi pareja. Ahora que lo pienso, ¿tu súper hermosa no va a quedarse por cuatro días más?
—Mi pecho… duele despiadadamente cuando la miro.
— ¿Por qué no intentas invitar a esa linda chica, Violet? Y oye, ¿qué dijiste ahora? ¿No estábamos hablando del cometa?
Solo cuatro días más, eh…
La observación del Cometa Alley era un gran evento para el personal de Shaher. Solo personas nacidas dentro de los años del periodo de visita de los cometas de ciclo largo podrían verlo. Era una oportunidad milagrosa. Sin embargo, aunque el cometa ocupaba la mente de León, Violet también.
Desde que había venido, después de cada día de trabajo, contaba las horas restantes que podía pasar con ella. Al amanecer, se encontraba pensando en cosas como qué decir al acercarse a ella, o por qué siempre estaba ausente a la hora del almuerzo. Al hacerlo, aliviaba el dolor punzante de su pecho.
—Volviendo a mi tema… es inútil, no importa cuánto te guste. Es una Muñeca de Recuerdos Automáticos. Desaparecerá pronto en algún lugar. Bueno, las mujeres son normalmente así. Justo cuando crees que todo va bien, antes de que te des cuenta, están presentando su carta de divorcio y se termina. Luego se enfadan diciendo que se han estado conteniendo todo ese tiempo y se van. Es cuestión de no guardarse las cosas y hablarlas.
No quiero… apegarme a ella de esa forma. No quiero. No quiero.
Sacudió su cabeza para dejar de pensar en ella y fallar. Como para reprocharse a sí mismo, León sujetó su corbata más fuerte intencionalmente. Era como si su cuello estuviera a punto de torcerse. Pero en realidad, había sido difícil respirar durante mucho tiempo, desde que conoció a Violet.
♦ ♦ ♦
Era costumbre en Shaher que todos detuvieran sus actividades a la hora del almuerzo. El director Rubellie diría que era por la calidad del trabajo.
Dentro de la sede de Shaher estaba la cafetería que podía acomodar no sólo a los visitantes, sino también a todo el personal del cada departamento. Había comidas que podías comprar para llevar. Era un espacio libre.
León normalmente estaría en dicha cafetería, pero hoy, había rechazado la invitación de sus compañeros de sentarse juntos, caminando por los pasillos después de haberse comprado una barra de pan con bacon y una bebida.
¿Dónde está?
Encontró a la persona en cuestión sin muchos problemas.
Se puede acceder a un balcón a través de las escaleras de emergencia que apenas se usaban. La estatua de una majestuosa diosa estrella estaba sobre la barandilla de piedra. Violet se sentó en ella como si estuviera acurrucada en la diosa.
Con su bebida en la mano, alimentó con trozos de pan a los pájaros. Su brillante cabello dorado emitió un brillo suave y la hizo lucir aún más parecida a un Dios.
Los pájaros se fueron volando una vez que León abrió la puerta.
— ¿Odias… que te vean comer?
Como si hubiera estado tomando nota de sus pasos, sin asustarse lo más mínimo, Violet asintió.
— ¿Por qué? —preguntó León sentándose a su lado.
Violet desvió la mirada, sumida en sus pensamientos.
—Cuando como o duermo, estoy indefensa. No puedo reaccionar adecuadamente si ataca un enemigo.
—Enemigo, dices… Aun si eres una mujer que viaja sola, ¿de verdad ocurren cosas peligrosas?
—Es solo un hábito. Fui soldado en el pasado.
— ¿Qué? ¿Tú?
—Sí. ¿Es raro?
León se estremeció cuando Violet giró su cuello para mirarlo. Cuando sus ojos se encontraron con su cabello verde mar, se estrecharon ligeramente ante el exceso de luz.
—E-Es… Quiero decir… No importa cómo lo mires, solo eres una mujer.
— ¿Solo…?
Durante el trabajo, había descubierto que sus brazos eran prótesis. Pensó que había sido el resultado de un accidente, pero después de decir que ella fue soldado, lo entendió todo. Los soldados discapacitados no eran una rareza. Hubo una guerra entre grandes países, conocida como La Guerra Continental, hasta hace unos años.
Pero incluso después de escuchar dicha revelación, León, que no sabía nada del pasado de Violet, solo podía ver su yo actual.
—Eres… solo una mujer…
Para él, la primera ”mujer”.
Una vez más, Violet tuvo una expresión pensativa por un momento.
—El Maestro es único en su clase.
—Eh, ¿cómo?
—Dondequiera que voy, generalmente me dicen que soy extraña.
— ¿No es por tus ropas? Son pomposas y parece difícil moverse con ellas.
— ¿No es aún más complicado con el vestido académico del Maestro?
—Lo es. La gente ni siquiera usa nada debajo durante el verano, porque se pone mohoso.
—Sería terrible si el viento soplase en esas ocasiones.
Al comentarlo tan seria, León sonrió.
—Por cierto, Maestro, ¿tenía algo de lo que hablar?
—S-Sí… No es mucho, sin embargo. En tu último día, el Cometa Alley está llegando. Y, esto… va a ser realmente un problema, así que vine a contártelo…
—El cometa Alley es… el que se mencionaba en el manuscrito, ¿no?
—Eso es. Tiene un ciclo de 200 años, por lo que no podremos volver a verlo en esta vida. Bueno, ¿quieres verlo?
Mientras preguntaba, León rezaba internamente porque dijera que sí.
—Sí, me gustaría verlo. —Asintió.
León apretó su puño, aplastando la barra de pan que estaba sosteniendo.
— ¿Es así? Supongo que es un hecho dado que somos socios. No había necesidad de invitarte.
— ¿Me está invitando? ¿O no es así?
—¡L-Lo es! Estás invitada. La observación es antes del amanecer, por lo que estaremos listos para las dos en punto. Probablemente tengas sueño para cuando tengas que irte… ¿Está bien?
—No hay problema. Solo dos horas de sueño son suficientes para mí.
—Consigue más que eso… Entiendo. Solo tienes que esperar a que llegue el día. Seremos los que prepararemos cualquier cosa que pueda ser necesaria. Nos vemos. Perdón por entrometerme.
Bajando de la barandilla, León se alejó.
Después de doblar algunas esquinas en los pasillos, apoyó la espalda contra la pared y se agachó en el lugar. Sus mejillas estaban manchadas de carmesí, el sudor viajaba por su frente. Cuando una mano se dirigió a sus labios, se dio cuenta de que estaba sonriendo. La respuesta de Violet se repetía en su cabeza constantemente.
—Aaaah… Jajajaja —Era bueno que nadie estuviese por ahí cuando estalló en carcajadas, volviendo bruscamente en sí mismo unos segundos después. Se levantó apresuradamente, alisándose la ropa y limpiándose el sudor—. Soy… Esto es raro… ¿Qué es esto?
Todavía sin saber el nombre de su peculiar enfermedad, León dejó escapar una voz miserable y se cubrió la cara con ambas manos.
Violet, a quien había dejado atrás, estaba observando lo que le había pasado a la baguette olvidada en la barandilla.
♦ ♦ ♦
El Observatorio de Eustitia estaba equipado con un enorme telescopio astronómico, que era considerado el más grande del mundo. Aparte de eso, el Observatorio tenía innumerables telescopios más pequeños que podían ser prestados y configurados. Como el lugar era el mejor para observar los cuerpos celestes en Eustitia, se podía ver el cielo desde cualquier lugar que quisieran, ya que no habría ninguna diferencia siempre y cuando tuvieran las herramientas adecuadas.
En la oscuridad de la noche, todavía demasiado oscuro como para poder ver algo, León se encontró con Violet después de reunir las piezas para el telescopio, junto con mantas para los dos y otros artículos.
—Maestro, voy a llevar esto.
—Está bien.
—Pero, parece pesado…
— ¡Está bien!
Violet caminó detrás de León, lejos del paisaje urbano de piedra. Aunque era una estación cálida, en una ciudad ubicada dentro de las montañas, la frialdad era todavía suficiente para arañar la piel por la noche. Además, ambos se dirigieron al monte.
Una vez que llegaron al lugar deseado, sus cuerpos estaban rígidos.
—Aquí, cúbrete con esto. Y bebe sopa. Pondré el telescopio.
Podían verse otros observadores por aquí y por allá en el área que León había elegido. A simple vista, parecía un espacioso campo abierto, pero solo un poco más adelante había un precipicio.
Aún así, no había obstáculos en la línea de visión de nadie, y los altos árboles de los alrededores creaban una buena resistencia contra el viento. Era el mejor día para que una estrella volviera después de 200 años.
—Maestro, ¿es el Cometa Alley? —preguntó Violet al ver un pequeño bulto en el cielo.
—Se verá más bonito dentro de poco. Cuanto más cerca esté el cometa del sol, más se evapora con el calor, y eso es lo que crea su cola y hace que tome la forma que la gente conoce como “estrella fugaz”. Los momentos en los que es visible son cuando el sol se pone al oeste o a la derecha antes de que se levante por el este. Tomará algún tiempo pero la espera vale la pena. Aquí, siéntate.
Violet fue rodeada gradualmente por las cosas que León había traído: una estera que se había desgastado del uso, cojines donde podrías estar sentado durante horas, una manta suave y tibia y una deliciosa sopa que calentaba el cuerpo de adentro hacia fuera.
— ¿Todavía tienes frío? Las mujeres se congelan tan fácil que es un dolor. ¿Quieres una capa más? Póntela.
Aunque tenía una forma de hablar grosera, era un niño cariñoso.
—El Maestro es… muy amable. —susurró Violet.
—N-No digas tonterías. No soy amable. Y no soy bueno con las mujeres. Las trato con desdén.
— ¿Es así? Me parece que es muy amable. Sin embargo, parece que al Maestro no mantiene conversaciones con los miembros del personal femenino…
Parecía que no tenía interés en los demás.
—Honestamente, odio a las mujeres…
Después de soltarlo, buscó la reacción de Violet.
Ella simplemente esperó a que él continuara.
—N-No es como si las odiase a todas… Es solo que esto es como una maldición… No importa qué, cada vez que hay mujeres alrededor, termina siendo algo malo para mí de alguna forma. Sé… que hay buenas mujeres ahí fuera.
—Alguna vez alguna mujer… ¿le ha hecho algo malo?
La respuesta a la pregunta de Violet era una cicatriz en el corazón de León que ni siquiera había compartido con sus colegas.
Ella… se irá pronto de todos modos. Independientemente de lo que diga, no volveremos a encontrarnos jamás. Entonces, ¿no está bien… ser honesto frente a alguien por primera vez en mi vida?, pensó León mientras miraba los ojos de esa hermosa mujer.
Afortunadamente, ella era una taciturna de cordones rectos. Definitivamente no seguiría cotilleando sobre el pasado de un joven que había conocido en las montañas. Incluso si lo hiciera, el daño que podía causar era mínimo.
— ¿Me puedes prometer… que no se lo dirás a nadie?
León, que no podía abrirse sin precauciones, soltó el telescopio que acababa de terminar de preparar y se aferró firmemente a sus dos manos.
—Como desee.
Sus manos, que estaban gélidas por el viento nocturno, ahora estaban tensas y sudorosas en la cima de su nerviosismo.
—Yo… nací y crecí en esta ciudad. Tú… escuchaste mucho sobre eso en la biblioteca, ¿verdad?
— ¿Estaba escuchando…?
—Sí. Es como ellos dijeron. Mi madre era una vagabunda; una gitana. ¿Sabes lo que son los gitanos? Son gente que visitan muchos lugares y hacen representaciones, como bailar, cantar y hacer manualidades, promoviendo así sus propias obras… Son similares a ti, las Muñecas de Recuerdos Automáticos.
Mientras hablaba, León comenzó a recordar a los padres que ya no estaban a su alrededor.
—Muchas gitanas son mujeres de espíritu libre. Hay quienes se juntan con hombres donde quiera que vayan, y otras que se enamoran y persiguen a uno solo. Normalmente son uno de esos dos tipos. Mi madre no era una excepción, se enamoró de un hombre de esta ciudad, dando a luz a un niño. Ese era yo.
La madre de León le había dicho que su color de cabello era extremadamente raro. Era una mutación nacida de la abrupta mezcla genética de múltiples razas. Por eso era tan especial y precioso, solía decir ella; porque era el resultado del amor de muchas personas.
Su madre tenía el cabello rubio, que siempre olía dulce. Ya que ella había vivido sin teñirlo a pesar de haber sido objeto de burlas, sus palabras tenían un gran peso. No importaba lo extraño que fuera, ella nunca había dejado de verlo como una bendición.
En realidad no tenía muchos recuerdos de su padre, que a menudo no estaba en casa. Este último trabajaba en el departamento de colección de literatura de Shaher. Tenía una barba gris y hombros caídos. No podía decirse que fuera una buena persona, pero la madre de León había estado completamente enamorada de él.
—Mi madre hizo que mi padre se casara con ella preguntándole directamente. —Sus palabras sonaban oscuras, pero era la verdad.
No entendía por qué su asombrosa madre se había enamorado de un hombre reservado que pasaba la mayor parte del tiempo mirando las estrellas. Del mismo modo, no entendía por qué su padre la había aceptado. Solo que, los dos siempre parecían llevarse bien. Cada vez que su padre oía a su madre cantando alegremente mientras leía su periódico en el sofá, la invitaba a bailar con él, se obligaba a ponerse de pie y ejecutar los pasos de manera deficiente, sin siquiera tratarla bruscamente. Su hijo estaría leyendo libros ilustrados de estrellas cercanas, escuchando su risa detrás de su espalda. Así era su vida.
Creía que eran una buena familia.
Se decía que la relación entre las parejas casadas a menudo se manchaba debido a problemas con sus hijos, pero en su hogar, no había nada de eso. Después de todo, el objeto del afecto de su madre era principalmente su padre, y él no era más que el resultado de ello. Por esa razón, era obvio que su madre habría dejado de perseguir a su padre cuando este último no regresó de una búsqueda de colecciones literarias.
Al contactar con el departamento de colección de literatura, le habían dicho que había ido a unas ruinas abandonadas que solían ser la base de un antiguo reino. El imperio subterráneo se había derrumbado debido a la hambruna después de que consecutivos desastres naturales destruyesen el magnífico bosque sobre él. como el lugar se había convertido en un cementerio abandonado, estaba ocupado por ladrones y bestias salvajes.
Se rumoreaba por todas partes que la persona que iba a ese sitio era maldecida para no volver con vida, pero la tarea de descubrir la verdad detrás de la desaparición de seis investigadores, sin dejar tan siquiera sus cadáveres, era demasiado importante como para ignorarlo. Sin embargo, al final, los que fueron con el propósito de dar con ellos regresaron sin ninguna pista sobre el paradero del primer grupo.
El personal del departamento de colección de literatura era explorador, y perecer durante los viajes no era infrecuente. La madre de León había estado preparada para que algo como eso sucediese al casarse con su padre, pero aceptarlo y poder soportarlo eran cosas distintas. Su hijo o su esposo más querido: al poner a ambos en una escala, ella decidió finalmente a cuál de los dos quería más.
La última vez que la vio fue cuando ella estaba abriendo la puerta de la casa con la intención de aventurarse en un mundo lleno de luz. Antes de hacerlo, había empacado su equipaje en silencio, le había dado suficiente dinero a León para sobrevivir unos meses, había cocinado suficiente comida para varias semanas y le había contado a otros adultos en los que podía confiar en caso de que le pasase algo, desechando así su papel de madre, después de darle una palmadita en la cabeza por última vez.
En el momento en que se dio la vuelta, simplemente era una mujer que iba en busca de su marido. La suya era la silueta de alguien que había sido bautizado por personas que hablaban del amor a la ligera.
Durante ese tiempo, por supuesto, estuvo triste al ser abandonado por su madre. La parte más difícil se ignoraba después de haberla llamado con voz grave y llorosa, como si suplicara. Aunque su madre supuestamente lo había escuchado, ella había abierto la puerta sin dudarlo.
—Volveré pronto.
Lo había dejado con una cruel mentira a cambio de una despedida y desapareció, sin regresar nunca desde entonces.
Desde luego, los tiempos que los tres estuvimos juntos no volverán tampoco.
¿Planeó dejar a su hijo y huir a algún lugar? O tal vez, fue la conclusión que menos le gustaba imaginar, que ella, que había vivido por amor, podría haber muerto por ello. Y León, que se odiaba a sí mismo por querer seguir vigilando esa puerta incluso ahora.
Las mujeres son egoístas… Pronto se obsesionan con el romance y el amor sin pensar en los problemas que causan a su alrededor. Mientras las cosas no sean buenas para ellas, no les importa nada más. El amor es lo que hace que los tontos sean menospreciados por otras personas. ¿Está bien que un padre haga algo así?
¿Dónde se supone que iban los sentimientos de su yo infantil? ¿Qué estaba bien y qué estaba mal? A medida que la vista de sus recuerdos seguía repitiéndose en su cabeza, también lo hicieron las preguntas de “¿por qué?” Y “cómo”, varios cientos de millones de veces. ¿Cómo se suponía que las heridas de perder a esa persona y de extender su mano al pasado sanarían?
Para su yo más joven, esa persona era todo su mundo. Nunca creyó que fuera a irse un día. Aunque ella no estuvo allí desde un principio, al menos, fue su guardiana absoluta desde el momento en que nació hasta que se dio cuenta de las cosas que lo rodeaban. Ella lo encontraría cada vez que se escapaba llorando, y lo alabaría cuando hiciese algo bueno. Si él extendía su mano, ella lo abrazaría. Ella era una gran existencia, mejor que él en todo.
Toma mi mano. De lo contrario, no puedo caminar. Mírame. No puedo vivir sin que me vigiles. No vayas a ningún lado. Esta responsabilidad está sobre ti.
Así era como se suponía que tenía que ser un padre.
Es lo que solía pensar.
Después de terminar de revelar su historia personal, León se frotó el pecho al sentir que los latidos de su corazón se intensificaban. A pesar de que simplemente había hablado del pasado, su corazón reaccionó con franqueza, lo que afectó a todo el cuerpo.
Soy un idiota, aunque ya no sea un niño.
Tuvo una infancia insatisfactoria, pero no es como si no hubiese tenido suerte. La fundación Shaher lo admitió como huérfano después de que se notificara que había sido abandonado y que sus familiares se habían ido, criándolo sin tregua hasta que pudo convertirse en un ciudadano independiente de Eustitia.
Más tarde se las había arreglado para conseguir el trabajo de sus sueños. Era plenamente consciente de que guardar rencor eterno hacia su madre por dejarlo era irracional. Pero, aun así…
Aun así, mi triste pasado no desaparecerá.
Para calmar los latidos de su corazón, León inspiró profundamente. Violet se sentó en silencio a su lado. El viento sopló más allá del área, sacudiendo los árboles con su bamboleo. Los sonidos de los insectos resonaban suavemente, el cielo se llenó de innumerables estrellas y un cometa. Quizás ese no fuera el mejor tema para discutir en una noche tan perfecta.
Los labios tranquilos de Violet se abrieron inesperadamente.
—Maestro… su honorable madre fue muy importante para usted, ¿verdad?
Habló de una forma tan casual, pero la forma en que había pronunciado “importante” sonaba como si hubiera sido ensalzada de algún modo. Sus palabras no parecían tener sus verdaderos sentimientos correctamente impresos.
León miró a Violet.
—Realmente no estoy… seguro de eso, pero probablemente sea cierto. Debo haberme sentido antes así, ya que era mi familia… ¿Qué hay de la tuya?
—No tengo familia de relación sanguínea. Estuve en el ejército desde que era pequeña, y el tipo de familia de la que habla el Maestro… siento que por fin tengo una vaga idea de eso. Solo… había alguien que me acogió cuando era niña. —Violet se volvió para mirar a León, que no había dejado nunca las montañas, con sus ojos azul océano. Su mirada mientras miraba su cabello verde, que se decía que era el resultado de un amor maravilloso, era excepcionalmente solemne por alguna razón.
— ¿No te sientes sola separada de esa persona?
Por un segundo, todos los movimientos de Violet se detuvieron por completo. Sus pupilas temblaron implacables, lo que indicaba que estaba perdida. Sin saberlo, una mano alcanzó su broche esmeralda.
—Decir eso… podría ser visto como una descalificación de mí como muñeca. Sin embargo, para decir verdad, no puedo distinguir… sentimientos como la soledad, la tristeza o el amor. Sé cuáles son esos sentimientos. Pero no sé si puedo sentirlos. No estoy mintiendo. Realmente no lo sé… Aun así, solo por no saberlo, podría ser… que ahora esté verdaderamente sola.
Él podría haber negado esas palabras si las hubiera dicho alguien más. Sin embargo, había un sabor de verdad en la forma en que hablaba la enigmática mujer. Era como si la hermosa Muñeca de Recuerdos Automáticos tuviera el cuerpo y la mente de un títere. Sin embargo, León grabó sus desconcertantes palabras en su mente.
En la oscuridad de la noche, Violet parecía más pequeña que durante el día. Aunque parecía una muñeca, no lo era de verdad. Era un ser humano, una chica envuelta en una manta.
—Te… dedicas demasiado a tu trabajo. Aun si te llamas a ti misma Muñeca de Recuerdos Automáticos, eres una mujer normal en todo momento. No una muñeca. Definitivamente… te debes sentir sola. Incluso yo tengo momentos en los que me siento solo. A-Aunque raras veces, sin embargo. ¿A veces… no piensas en esa persona?
—Lo hago.
— ¿No te duele mucho el corazón cuando pasas muchos días lejos de ellos?
—Lo hace.
— ¿No te sentirás mejor cuando los veas de nuevo?
Violet cerró los ojos, su largas pestañas se tocaron. Tal vez estaba pensando sobre la persona en cuestión. Tras un tiempo, sus orbes azules se abrieron ampliamente.
—Parece que lo haré.
Ante aquella reacción que recordaba a la de un niño, León rompió a reír.
—Jaja, tú… ¿en realidad no tienes una edad mental menor? Esa es la sensación que me da cuando hablas.
— ¿Es así? ¿No entiendo las cosas… porque soy demasiado infantil?
— ¿Quién sabe? Es algo que solo se reconoce con el instinto. Y sobre tu persona… ¿cómo está ahora? —Violet se sorprendió y se perdió en esas palabras por un segundo
—Estamos separados de momento, pero siempre siento que estoy a su lado.
Fue una respuesta rotunda. La forma en que Violet hablaba de su benefactor hizo que León se imaginara a un anciano como su guardián legal. Seguramente era una persona estricta para criar a una mujer como ella.
—Si… supieras que esta persona se encuentra en una situación peligrosa en el otro lado del mundo… mientras todavía estás en periodo de contrato conmigo, ¿qué harías? No sabes si podrías salvarlo incluso si fueras a donde estuviera. Podrías morir. En una situación como esa, ¿abandonarías el trabajo e irías por él?
El interrogatorio podría verse como un poco duro. Era obvio que iría a salvar a alguien que era como un padre para ella, León había creado leves expectativas. En cualquier caso, Violet solo parpadeó en silencio.
—Lo siento. Eso estuvo mal. Pregunté algo raro. Es problemático de responder, ¿no?
—No, no lo es. Al contrario. —respondió Violet, frotándose el pecho justo como León había hecho antes—. No tengo otra respuesta que ir a salvarlo, y sigo pensando en cómo disculparme con el Maestro… Abandonar una misión no está permitido, pero estoy segura en que iría a salvar a esa persona. Daría mi consentimiento para cualquier forma de humillación y castigo después. Para mí, esa persona es como el mundo mismo… Si falleciera, preferiría estar muerta.
León perdió la voz, boquiabierto ante la respuesta que había dicho tan suavemente.
— ¿Maestro?
—Ah, no es nada… solo… no pareces ser el tipo de persona que diría algo así… M-Me sorprendió.
— ¿Es así? No me entiendo muy bien.
—No… Mmmm…
—Maestro, perdóneme por interrumpirlo. Ese cometa… siento que su cola se está volviendo muy grande.
Al decir eso, León movió rápidamente el cuello para mirar hacia arriba. En lo alto de un mundo de oscuridad absoluta, algo grandioso brillaba intensamente. La ilusión de una bola de luz atravesó el cielo con una larga cola que se extendía en un débil resplandor. Su radiante forma era un emisario de luz que destrozó el mundo de la noche.
Se podía ver con solo una mirada que todos los presentes temían la existencia del cometa, ya que todos, al igual que cuando se enamoraban, habían olvidado parpadear o respirar. El ladrón fantasma de arriba lo robó todo, incluso las emociones y el tiempo; tal era el encanto de los cuerpos que residían más allá del cielo.
Cuando León se apresuró a echar una ojeada al telescopio, pudo comprobar que se trataba de la entidad que tanto había anticipado.
— ¡Violet! Echa un vistazo también. —Sin tener en cuenta que acababan de discutir, León se sintió abrumado por el esplendor del cometa.
Violet cambió de lugar con él y también echó un vistazo. Su boca se abrió ligeramente con un grito de admiración.
—Es la primera vez que veo una estrella tan de cerca.
— ¡No es una estrella! ¡Es un cometa! ¿Estás buscando correctamente? ¡Esto es algo que solo ocurre una vez cada 200 años! No volveremos a verlo de nuevo. ¡Esto es una vez… un encuentro de una sola vez!
—Sí, puedo verlo. Es maravilloso… las cosas tan bellas realmente existen.
— ¡Está bien! Increíble, ¿verdad? ¡Es por eso que la investigación astronómica es tan genial!
Se escuchaban sonidos de risas y de botellas de vino siendo abiertas en los alrededores. Incluso los miembros del personal que no conocía celebraban el cometa juntos. Violet soltó el telescopio y contempló el cielo y el espacio en el que se encontraba en ese momento. Debajo de los cielos, justo antes de la salida del sol, sobre las montañas encerradas en silencio, la gente simplemente disfrutaba el momento hasta satisfacer sus corazones.
La vagabunda Muñeca de Recuerdos Automáticos entrecerró los ojos suavemente ante la escena.
— ¿Estás sonriendo ahora mismo?
Prolongando la vista del cometa, sin responder realmente a la pregunta, Violet dijo con una voz animada:
—Maestro, las observaciones astronómicas son realmente maravillosas, ¿no es así?
La única noche cada 200 años fue magnífica y elegante.
♦ ♦ ♦
En el mediodía posterior a la observación del Cometa Alley, León acompañó a Violet hasta el teleférico después de haber solicitado a Rubellie con anticipación un breve descanso. Habían tenido conversaciones intermitentes el día anterior, pero ahora ambos estaban completamente mudos.
El teleférico ascendía lentamente desde abajo. Una vez que llegara, definitivamente nunca se volverían a ver. Sin embargo, León no hizo nada más que frotarse el pecho. Le dolía terriblemente. Un dolor sombrío parecía atravesarlo, encendido y apagado.
—Maestro, muchas gracias por ayudarme con el equipaje. Puedo llevarlo sola desde aquí.
Incluso cuando Violet dijo eso, se encontró incapaz de entregarle la maleta trolley. Ella inclinó su cabeza hacia él.
—Oye, tú, tú… —León comenzó con voz ronca. Podía decirse que su rostro estaba cada vez más sonrojado.
Ni siquiera sabía qué quería decir exactamente. Si ella fuera un hombre y si los dos hubieran entablado una amistad con el tiempo, podría decirle que viniera a visitarlo nuevamente. Sin embargo, ella era la mujer que se suponía que debía detestar y en cambio, se había apegado a ella.
La mujer llamada Violet difería de cualquier otra que hubiera conocido. Los sentimientos que albergaba para ella también fueron diferentes desde el principio. Nunca había aprendido la forma de despedirse de alguien como ella.
Si mamá… todavía estuviera aquí, ¿lo habría copiado de ella?
Era un hábito de León asociar la pérdida de su madre con cualquier cosa. En ese tiempo, que ni siquiera había abierto la boca, llegó el teleférico.
—Maestro, parece que es la hora. Aunque fue por corto tiempo, gracias por cuidarme.
—Ah, no…
Vaciló demasiado para decir lo que realmente importaba. Varios sentimientos giraron desordenadamente dentro de la mente de León. Dolor, frustración, resentimiento y un indicio de alivio en lugar de ira.
Mientras le pasaba en silencio la maleta, Violet se inclinó cortésmente en agradecimiento. Luego se giró sobre sus talones y se alejó de él.
No… nos volveremos a encontrar.
Los pliegues blancos de su falda se balancearon, su cinta se tambaleó, sus botas hicieron un ligero sonido.
No… podré mirarla de nuevo.
El azul marino de sus ojos, los labios rubí y el cabello dorado era algo que solo había visto en los libros.
Yo… nunca la volveré a ver.
El vacío de su pasado ser, que había sido dejado atrás con el clic de una puerta cerrada, asaltó su cuerpo incluso ahora.
Yo… ¡no quiero seguir esperándola aquí…!
Cuando León se dio cuenta, había agarrado los hombros de Violet justo antes de que se fuera y la obligó a enfrentarlo.
— ¿Maestro?
Sus orbes como gemas reflejaban sus rasgos tristemente distorsionados por la amargura.
—Violet…
Un poco de fuerza vino naturalmente a sus manos mientras se aferraba a ella. Los brazos protésicos emitieron un ruido agudo, que se fusionó con sus propios latidos.
¡Ten valor… por una vez en tu vida!
La primera persona que había deseado darle la bienvenida a su corazón fue una Muñeca de Recuerdos Automáticos, una ex soldado, y una belleza absoluta. Tal vez ella era una mala pareja para él. Sin embargo, fue exactamente porque ella era como era, que él se había encariñado con ella.
Este amor que no pude reunir de mi boca…
—Violet, sé que te molestará si digo algo así, pero… quiero decirlo ahora.
… mi corazón, mis emociones y yo… al diablo con todo.
—Me gustas.
Al infierno con todo.
—Me he enamorado de ti. En el sentido romántico.
Era mucho mejor que soportar la soledad de guardárselo para siempre.
Se produjo un silencio. El arrepentimiento comenzó lentamente a arder dentro de todo el ser de León desde sus pies hacia arriba. Ella estaba preocupada. Eso estaba claro.
Si es posible… habría querido despedirme… sin ser odiado.
Con eso, ¿se convertiría en uno más de los numerosos hombres a los que habría golpeado?
—Maestro… —El tiempo de Violet pareció moverse más lento debido al ataque sorpresa—. Maestro… yo… —A pesar de tener generalmente una postura tranquila, su voz se atascó extrañamente.
¿Qué está mal? Déjame.
Había tenido que lidiar con el flirteo de tantos hombres durante su estancia. Probablemente era lo mismo allá donde fuera. Estaría bien si ella usaba una actitud distante, como una muñeca, como siempre.
—Yo…
Sin embargo, Violet no lo hizo. Su mirada vagó, se volvió a León, luego a sus propias manos, y finalmente, se agarró el broche esmeralda. Como si confirmara la existencia de algo, lo agarró con fuerza.
—Yo… cuando el Maestro me enseñó las estrellas, sentí que era un momento magnífico. —Su tono era diferente al usual—. Estoy segura de que eso es “divertirse”, y estoy extremadamente agradecida al Maestro por habérmelo concedido.
La mujer llamada Violet Evergarden era casi como una muñeca inorgánica, una flor inalcanzable.
—Tuve la sensación de volar… de que me estaban tratando como a una chica.
Era el tipo de mujer que diría que no entendía los sentimientos del todo, y luego se iba a algún lugar.
—Sin embargo…
Pese a todo, en realidad, eso no era definitivamente cierto.
—No me siento como si quisiera estar con el Maestro de la misma manera. Como describió el Maestro, soy una niña… sin experiencia como ser humano… sin idea de si alguna vez me enamoraré de aquí en adelante. Soy ese tipo de mujer. Sin embargo, si alguna vez volvemos a encontrarnos, deseo pasar más tiempo con usted. La forma en que quiero hacerlo, puede que sea diferente a la suya, pero eso es lo que estoy pensando. —Afirmó Violet con firmeza—. Esa es la verdad.
León exhaló el aire. Su cabeza se inclinó agudamente.
— ¿Es así…?
Fue un rechazo mucho mejor de lo que había imaginado. Podría permanecer sin llorar debido a su alto autoestima también.
—Mis disculpas…
Al pedirle perdón, León sacudió la cabeza ligeramente para no dejar que las lágrimas salieran.
—No eres culpable de nada. Soy… el que tiene la culpa. Me puse en tu camino cuando te ibas.
—No.
—Te causé problemas.
—No, no hubo tal cosa… Yo… ahora mismo, estoy segura…
Violet aparentemente intentó decir algo tremendamente importante. Suponiendo que así fuera, León forzó sus ojos, estrechándose para mirarla. Ante su visión borrosa estaba su primer amor.
—En este instante…
De pie justo ahí.
—Creo que estoy muy feliz.
Con la misma expresión de una chica de la misma edad que él, que aún conserva huella infantiles.
¿Qué, entonces tienes sentimientos después de todo?
Sintió gana de reír, pero parecía que sus lágrimas se derramarían si lo hacía. Ella, que desde el principio hasta el final no mostró mucha emoción, le había dicho eso. Aun así, ¿no era mejor de esa forma? Su corazón dolorido podría levantarse de nuevo.
—Violet.
— ¿Sí?
—Yo… yo… soy parte del departamento de manuscritos en este momento, pero… la verdad es que quería estar en la colección de literatura, como mi padre.
Violet escuchó sin rechazar el súbito y extraño cambio de tema.
—Esperaba que mi madre volviera con él si esperaba aquí… y me encerraba en este lugar sin explorar el mundo hasta que me volviese viejo. La posibilidad existía quedándome aquí, así que seguí deseándolo. Pero ahora… —hablando irregularmente, León de alguna manera logró continuar—. Ahora, he tomado mi decisión. Exploraré todo el mundo como tú.
Como se reflejaba en los ojos de Violet, no se veía sereno en lo más mínimo.
Era vergonzoso mostrar un lado de su carácter a una dama. Esa parte no era realmente él mismo. Mientras pensaba en ello, continuó hablando.
—Podría involucrarme en situaciones peligrosas. Tal vez pierda la vida sin siquiera dejar un cadáver como mis padres. Pero… pero… está bien. Creo que voy a elegir ese camino.
Violet aceptó sus palabras sin molestar.
—Sí.
El pecho de León crujió ante su sincera respuesta.
—Y entonces, algún día, podríamos encontrarnos de nuevo bajo el cielo nocturno en algún lugar. Somos compañeros gitanos. Cuando eso suceda… ¿quieres…
… ver la estrellas conmigo de nuevo?
Antes de que León terminara, Violet asintió.
—Sí, Maestro.
Sus ojos se estrecharon de la misma forma que cuando comentó lo maravillosas que habían sido las cosas.
Las entrañas de León, antes intensamente palpitantes, se calmaron inmediatamente mientras miraba lo que normalmente no se consideraría una sonrisa. Ya nada duele.
—Lo estaré esperando.
Ya no sentía ninguna tristeza.
Qué… entonces esa vez también…
Si bien el hecho de despedirse no podía cambiarse, debería haber hecho que esa persona se diera la vuelta, aunque fuera a la fuerza. Había lamentado considerablemente su falta de iniciativa durante mucho tiempo.
León se alejó un poco de Violet. Justo antes de que se cerrara la puerta, ella susurró con voz dulce.
—Maestro, trabajo para el Servicio Postal CH. Me apresuro a cualquier lugar que deseen mis clientes. Sin embargo, por la noche, cuando todos están dormidos, yo soy, como dice, solo una mujer. Solo Violet Evergarden. Si alguna vez me ve bajo el cielo estrellado, por favor llámeme. Hasta entonces, intentaré memorizar los nombres de unas pocas estrellas.
Tan pronto como la puerta se cerró con un chirrido, el teleférico comenzó a descender. La mano que había estado sujetando el pecho de León se movió en el aire mientras saludaba con torpeza. Violet se lo devolvió ligeramente.
Cuando su figura no era más que un punto en la distancia, León se alejó de la plataforma y se dirigió a su puesto de trabajo. Mientras lo hacía, estaba pensando profundamente.
La otra Muñeca de Recuerdos Automáticos a la que Violet había estado reemplazando llegaría esa tarde. Tenían un montón de trabajo que hacer.
Su solicitud de transferencia no sería respondida a corto plazo. Para empezar, una vez que se aventure al mundo exterior, que él y Violet se encontrasen en algún lugar de la forma en que ella había descrito; y que él quería que fuese una oportunidad sideral, tan poco común como un cometa que pasaba cada 200 años. Sin embargo, no sintió temor, solo exaltación. Seguramente ya no menospreciaría a nadie por cerrar una puerta a su espalda.
Ese era el resultado de hacer una promesa a esa mujer.
♦ ♦ ♦
En cierta noche, tiempo después de ese día, bajo el cielo estrellado en una tierra desolada de la que ni siquiera sabía el nombre, un erudito errante divisó a una persona con cabello dorado que brillaba a la luz de la luna. Cuando él, vacilante, la llamó, ella se dio la vuelta y murmuró con una voz dulcemente sonora:
—Ha pasado un tiempo.
Había soñado con ese día, siempre pensando en qué decir si alguna vez se volvían a ver. Si se encontraran bajo un cielo nocturno sin nubes, podrían hablar de su belleza. Si fuera un día lluvioso, podrían hablar de los mitos relacionados con las estrellas. Si fuera un día como el del cometa de 200 años, podrían hablar sobre le pasado en el que lo habían visto juntos. Sin embargo, no importaba cuán lejos se presentara esa ocasión o cuánto cambiase hasta entonces, era consciente de que los sentimientos que albergaba por esa persona no cambiarían.
— ¿Has memorizado los nombres de al menos unas pocas estrellas?
Lo que había salido de su boca era una línea diferente de las que había planeado de antemano, pero la persona asintió, como si estuviera feliz. Esa reacción espontánea y natural vino de alguien que una vez había afirmado no entender los sentimientos. Fue un acto tan simple, pero causó que el interior de su pecho se desbordara con una cantidad de afecto insoportable, así como de un dolor molesto.
—Violet, tú…
León apuntó con su dedo índice hacia los cielos. En el desierto del cielo nocturno, un brillo similar al de las joyas brillaba deslumbrante, muy apropiado para un día de reunión.
Dejemos de lado el hecho de que todavía te amo. Por ahora, solo…
—Si tienes tiempo de sobra, ¿no lo pasarías conmigo…? —preguntó a la joven y al cielo estrellado.