Ya no te amo – Capítulo 35

Traducido por Melin Ithil

Editado por Sakuya


Fue un gran placer ver que los rostros de los nobles, cuyos nombres fueron llamados, en un instante se volvieron blancos. Ella nombró cinco familias más después de eso.

—Se rieron abiertamente de mí cuando fui nombrada por mi padre hace un momento. ¿No lo escuchó? Se burlaron con malicia.

Era obvio que se habían escuchado risas, pero no había sido claro si ese era el trabajo de los nobles que acababa de llamar. Naturalmente, ella estaba mirando a Vetrlang en ese momento, por lo que cuando nombró a los nobles, sólo había mirado hacia la izquierda. No importaba si ellos se habían reído realmente de ella.  No era muy diferente de la broma infantil de los niños que arrojaban piedras a una rana. Esto se lo habían hecho ellos mismos. Por su puesto, como nadie protestó, parecía que no estaba tan mal. Era divertido ver que tenían miedo de una maza que estaba por caer.

—Pero, ¿cómo podría condenarlos? —Volvió a mirar a Vetrlang y arqueó sus cejas. Él fingió una expresión llena de resentimiento—. Aunque padre ha anunciado a una nueva hija de la familia imperial.

Vio sus ojos lucir distorsionados, no fue intencionalmente, pero los ojos de Valor, que habían estado endurecidos como una piedra pómez de red, ahora estaban cerrados. ¿Está asombrado? No es que le importara realmente. Volvió a bajar su mirada.

—Nadie aplaudió para rendir homenaje. —Tenía una voz llena de resignación, como si estuviera suspirando. Volvió deliberadamente su cabeza al suelo, tratando de parecer lamentable—. Si todo el mundo es así, entonces, ¿cómo puedo elegir a alguien? —Deberían haber tratado con otro camino, no podrían ganarle de esa manera, casi habían gritado que se burlarían de ella, quizás debieron haber tratado con el pescado que comió basura. Arrogantes.

—Ah, hija mía. —Ahora en el suelo, suspiró exageradamente y la hizo mirar hacia arriba. Siendo un emperador, tenía la experiencia de superar sus errores rápidamente. Nada menos que de una manera que alentara a la joven—. Todo esto es mi error, ya no me quedaré sentado, golpearé los bolsillos de todos para que nadie pueda mirarte de nuevo, anunciare que el emperador así lo quiere.

—Es demasiado inmerecido para mí, que soy tan débil.

Fingió responder con humildad. Sin embargo, a Vetrlang no le importó e incluso la abrazó del hombro.

—No es demasiado, no debes olvidar que eres hija del emperador y mereces todas estas cosas, entiende que tu padre tratará de poner alfombras en todos los caminos por los que vas.

Menos de 10 minutos después de conocer a su hija, su padre, Vetrlang, interpretó al padre más amoroso del mundo. Era abominable, pero silenciosamente apoyó la frente en su hombro.

Cuatro días hasta que tenga que partir. Durante esos cuatro días, podría anunciar que estaba en la cima del mundo social como la mujer más noble de Thierry. Aun así, la razón por la que no sintió ningún alivio fue porque el período de cuatro días era demasiado corto.

O quizás se debía al hecho de que nada había cambiado realmente.

♦ ♦ ♦

Niveia regresó a Solen con Rubiel antes del atardecer. Habiendo recibido el apellido del emperador, su residencia ahora era el castillo imperial, no Solen. Estaba pensando en empacar su equipaje antes que fuera el toque de queda y las puertas del Palacio Imperial se cerraran.

Rubiel estaba de buen humor por alguna razón y canturreo como una alondra todo el camino de regreso, pero ninguno de los sonidos llegó a los oídos de su hermana. Fue producto de la confusión. Ella no se consideraba una buena persona, pero tampoco una mala. No había tenido la intención de matar a los que la rechazaron después de todo.

Sin embargo, tampoco era que su tristeza fuera tan pequeña como para sentir la emoción de apenas estar de pie encima de sus cabezas.

En un momento de su pasado, había prometido venganza con un pensamiento jovial, una promesa que quizás solo la chimenea conocía. Cuántas listas no había escrito y quemado, siempre pensando que más tarde, si Valor estaba de su lado, atraparía a todos estos tipos y se vengaría.

El día en que le vertieron té en la cara después de ir a una fiesta de té, lloró con desprecio y tomó una decisión. Anotó a la persona que lo hizo, la persona que la obligó a verterlo, la persona que se rió de ella desde un costado y los sirvientes que no le dieron nada para limpiarse. No sabía el nombre del asistente, así que esbozó su cara. Luego, a la mañana siguiente, frotó su cara hinchada y la arrojó a la chimenea. Días como ese se amontonaron y amontonaron, ahora se sentía avergonzada sin importar el desprecio que había sufrido.

¿Significaba eso que sus lágrimas se llevaron sus emociones?

No es eso.

Probablemente se había engañado porque tendría que vivir con eso. No podía contener el agua derramada, así como no se puede volver a colocar un vidrio roto.

Con la barbilla en su palma, miró de reojo a Rubiel, golpeando con la punta de sus pies como si tuviera un xilófono al frente. Lo odiaba, era bonita, era preciosa y quería empujarla. Todas esas contradicciones eran suyas. Después de cerrar sus ojos para esconder su desordenado interior, el carruaje se detuvo, quería tomarse un descanso, pero el momento ya no la ayudó. Siempre era así.

Se rindió y salió del vagón, Rubiel, que bajó primero, inclinó la cabeza.

—¿Por qué la casa esta ruidosa?

Ante las palabras lanzadas como un diálogo interno, sus ojos se abrieron como platos. En eso escuchó el sonido de un árbol rompiéndose, seguido del sonido de rocas siendo destrozadas.

Parecía que destruían la casa, en su mente, algo embonó. Podía sentir el sonido estremeciéndola desde el interior, no desde fuera. Ni siquiera pensó en agarrar su vestido y corrió hacia la puerta.

La tierra volaba, no era un espectáculo digno de ver en un jardín bien organizado. Había trabajadores, era un caos que no representaba a un noble marqués. Incluso sin la luz de la mañana, la dependencia en la que se había quedado fue derribada. Era un anexo de solo dos pisos y sin cariño, pero el significado de destrozar el lugar donde se hospedaba estaba claro. Querían sacarla de Solen por cualquier medio.

¿Cómo es posible que la gente no cambie?

Comenzó a caminar con destino a la mansión. Mientras subía las escaleras y abría la puerta más familiar, el marqués Solen se sentó. La persona culpable estaba bastante tranquila como si no tuviera nada que ver con el alboroto.

Pensar en discutir con ella le daba una paz extraña. Sabía lo feo que era gritar calurosamente como un cerdo mientras ella lucía tranquila en cada ocasión, por lo tanto, esta vez no podría levantar la voz.

A diferencia de las ruinas del interior, surgió una voz suave.

—Estás derribando el anexo. —Había omitido el llamarlo padre, pues ahora ya no lo era.

—No me gusta, así que lo voy a re construir. ¿Está relacionado contigo?

—Lo estaba, ya no es mi hogar. —Miró por la ventana y luego miró hacia atrás—. Hay muchas residencias, no te preguntaré por qué eliges y destruyes esa, pero ¿sabes? Mi padre me consiguió una para mí en Gauren con la dote del novio.

Los ojos del tranquilo marqués de Solen cambiaron. Esto se debió a que la principal fuente de ingresos de Solen era la minería.

—Estaba buscando una familia adecuada para gestionarlo, pero parece que no le había llegado la noticia al marqués.

 —Escuchándote hablar, ya lo sabías…

—Sí. —De hecho, lo sabía desde ayer y respondió con descaro—. Ya no importa, no será el marqués.

Hace un momento, vio el final de un papel arrugado en la mano del Marqués Solen, a quien le había devuelto el ridículo que había planeado, pero no se atrevió a continuar. Cansada de regatear, volvió la cabeza y miró por la ventana para mirar la residencia que se estaba cayendo a pedazos.

—Hay tres residencias en la tierra del marqués, así que ¿sabes por qué elegí esa? —Probablemente ni siquiera estaba interesado, pero continuó—. Escuché que quien fue mi padre también era despreciado por mi abuelo, tanto que, si actuaba de manera un poco diferente, le daba una paliza de inmediato. Entonces, iba a las residencias donde la gente rara llora, mi madre, que era la sirvienta más joven, le siguió con un pañuelo—. Eran recuerdos de su madre, la marquesa. Con mentalidad vanidosa, le gustaba dar discursos sobre cómo logró seducir al Marqués de Solen, lo que la ayudó a memorizar su biografía más rápido que los libros para niños.

Esa fue la primera historia que le contó.

Siempre golpeado por su padre, violento y descuidado, solo una joven sirvienta comprendió su situación. También dijo que pudo formar rápidamente un vínculo con el ahora marqués porque su padre, que vivía en el alcohol, la vendió a Solen y tuvo que vivir como sirvienta de por vida desde temprana edad. Nunca supo si la pareja realmente se amó. De todas maneras, ya no quería saber mucho. Aun así, lo cierto es que el marqués de Solen también tuvo un pasado de abusos.

—Entonces, desde que era joven, quise ir ahí, aunque fuera una vez, solo quería tener algo en común. Ya no tengo curiosidad por eso, me alegra haberlo hecho antes de que colapsara.

3 respuestas a “Ya no te amo – Capítulo 35”

  1. Lo del té es un montón, le quemaron la cara y el otro no hizo nada. Posta aguantó demasiado.
    Graciasss por la traducción 💖💜🤗

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