La gota de esperanza – Capítulo 20

Escrito por Grainne

Asesorado por Maru

Editado por Sharon


Gina no paraba de observar con cierto rencor a su padre mientras esperaba que Guillermo explicara el nuevo trabajo y viaje. En cambio, Larry desvió su mirada para no involucrarse ya que era un tema personal sobre la vida de David.

—Bueno, como decía antes, se irán a un viaje a Italia. Una mujer conocida de David, nos mandó el dinero para los boletos de avión, además de los pasaportes —explicó Guillermo mientras aclaraba su garganta y bebía un poco de agua debido a la tensión entre padre e hija que emanaba en el lugar.

—Me gustaría saber las razones del viaje, y quién es esa conocida. Claro, si puede decírnoslo ¿no? —dijo Gina con ironía mientras se cruzaba de brazos y su cola se movía a un lado a otro como gato enfurecido. Aún así, decidió volver a su forma normal para no hacer alguna torpeza con su cola, dejando los restos en el suelo.

Guillermo soltó un suspiro mientras Bianca iba a levantando los restos.

—No es necesario, tranquila —le dijo Gina con amabilidad y una sonrisa. La albina obedeció sin dejar de mirarla. Guillermo las miró negando con la cabeza, y aclaró su garganta para proseguir la explicación.

—Investigué con Larry sobre una especie de esencia espiritual en los humanos. Al parecer, es bastante poderosa y solo ciertas personas pueden hacerlo. No llegamos a saber mucho. Por lo que tengo una hipótesis de que esa esencia es como aquella magia, de la cual tanto se cuestiona la humanidad. Larry podría explicarlo mejor que yo —señaló al joven con la mirada.

—Pues, estuve investigando sobre la vida que nos dio Dios como la agilidad de pensar y dudar… Todo eso es gracias a una esencia lumínica. Adam y Lilith fueron creados por barro y luz. Esa luz, la tenemos gracias a nuestro primer poblador y reproductor, Adam, ya que Eva solo venía de su costilla. Sé que puede sonar trillado, pero esa esencia se propagó en todos nosotros. Antes pudo haber tenido gran potencia, y como evidencia de ello, están las pirámides, por ejemplo. No se sabe el origen de su construcción a menos que haya sido por una gran fuerza de antigravedad. Y aquí viene la idea de la magia… —hizo una pausa con una enorme sonrisa en sus labios debido al gran interés que mostraba sobre el tema. Gina no pudo evitar mirarlo con una mirada dulce—, una esencia poderosa que está escondida en nuestro interior y es capaz de poder hacer cosas maravillosas. Por supuesto, está su contraparte. Los demonios y la esencia oscura —suspiró al ver los rostros de sus compañeros completamente confundidos—. A ver, para ser más directos. Nos contactó una mujer que sabe del tema y nos ha explicado un poco. La idea es que vayan con ella para que Gina y David puedan sacar a flote esa esencia que puede ser de utilidad. Guillermo les explicará—. Volvió a sentarse en su sitio, agarrando la mano de Gina en modo de apoyo. Ella le sonrió y entrelazó sus dedos.

—Una mujer llamada Florencia nos contactó cuando descubrió algunos de nuestros comentarios en su web. Es una página que tiene la fachada de pertenecer a una vidente de bajo costo, y donde escribe sobre datos extraños sobre herbología y algunos datos espiritistas —explicó mientras sacaba de la carpeta algunos periódicos, categorizados como noticia mundial. En este mostraba el caso de pequeño Eduardo y fotos filtradas de Gina con su padre subiendo a la camioneta.

La pelirroja agarró el periódico, observando un pedazo de esos días que la hacía sentir pequeña y vulnerable. Abrió la boca para poder decir algo pero no pudo, el nudo en la garganta que sentía al volver a ver al niño parecía haber atado sus cuerdas vocales. El español se acercó, abrazándola por los hombros mientras Bianca se dirigió del lado izquierdo de su amiga para abrazarla y consolarla. En cambio, David agachó la cabeza en silencio, rascándose la nuca y con la mirada en suelo.

—Intenté que no las vieras por si te afectaba, pero Florencia logró contactarme al ver las noticias y sus esfuerzos. No puedo decir mucho, solo deben preparar sus maletas con buenos equipos y ropa de pelea. Probablemente, sea el último viaje que tendrán… —dijo Guillermo mientras dejaba la carpeta con información en manos de Gina y David.

—¿Iremos solamente nosotros dos? —preguntó David al ver solo dos boletos y dos pasaportes entre los papeles. Su voz era seca y sin ganas, se lo notaba aislado con sentimientos de melancolía pura en un corazón ni negro ni blanco, sino destruido.

Un corazón marchito, el cual nunca volverá a su estado original de inocencia como cuando fue joven. Se sentía lejano a su hija, a Larry, e incluso… de esa mujer llamada Florencia. La conocía tan bien, que verla de nuevo le hacía sentir un sentimiento de culpa. No pudo verla durante mucho tiempo, y desde que se independizó, tampoco logró contactarse con ella. La pena y la vergüenza eran los sentimientos que su alma guardaba, pero que nunca expresaba por fuera. Su rostro, sin embargo, no denotaba ninguno de estos sentimientos y permanecía serio.

Gina se dio cuenta al sentir la fuerza sentimental que los unía, tanto por su relación estrecha como por ser híbridos. A pesar de haberlo percibido en tan solo segundos, lo sintió como si fueran largos minutos de un agujero negro que se acercaba en el corazón de su padre. Una sensación tan extraña de la que nunca se había percatado antes, era como una presión en el pecho que le producía una enorme preocupación. Sintió que se hundía en ellos, cuando sus pensamientos fueron cortados como un hilo cuando Guillermo volvió a hablar.

—Si, Larry se quedará conmigo para tener la información posible en nuestras manos. Además, debido al poco presupuesto que tengo, no puedo pagar otro viaje. —Bebió una pastilla que le pidió a Bianca, y volvió a su forma humana.

Gina, desilusionada y con la mirada agachada, agarraba la mano de su pareja, entrelazando sus dedos con fuerza. Sintió un sentimiento lleno de calidez que provocaba el latir de su corazón, reconfortando su tristeza. Estaba intentando superar el recuerdo de los sentimientos llenos de soledad que su padre parecía llevar, y estar con Larry era el mejor remedio para ello.

El amor incondicional que el español parecía profesarle quitaba su mente de la oscuridad y la llevaba hacia la luz, donde la calma y el cariño de él la rodeaban y la tranquilizaban.

Sin embargo, una vez más perdió ese estado de paz gracias a Guillermo, quien le dirigió palabras llenas de molestia a su secretaria.

—Bianca, ordena un poco aquí. Iré a mi oficina a hacer una llamada —dijo para después dirigirse al segundo piso de la casa.

Ella obedeció sus órdenes, siendo ayudada por David, quien necesitaba hacer algo para no hundirse en sus pensamientos. La albina le sonrió, agradecida, y ambos se retiraron para arrojar la basura.

En la habitación, Gina había quedado en silencio e inmóvil ya que un pedazo de los pensamientos de Guillermo le habían alcanzado. Al escuchar el eco, alzó la ceja, confundida, e intentó concentrarse para escuchar con más claridad.

Sé que no he sido la mejor persona, Muriel, pero espero me sigas viendo como un buen nieto… O hijo. Intento lo que puedo con todo este plan tan grande… 

Se desconcertó al escuchar que pensaba en su difunta abuela, y sin darse cuenta, se levantó para seguirlo.

—Hey… —le dijo Larry agarrándola de la mano para detenerla, ya que quería pasar tiempo con ella.

—Tengo que decirle algo, luego hablamos —respondió dedicándole una sonrisa con pocas ganas. Luego, se dirigió a las escaleras para poder hablar con su jefe.

Caminó directamente hacia la oficina del segundo piso. Era hora de que los dos tuvieran una conversación adecuada.

—Lo siento Guillermo, pero… No entiendo nada, ni siquiera estoy conforme con este viaje —dijo con impotencia y entrando sin haber tocado la puerta.

Guillermo abrió los ojos por la sorpresa, y su expresión seria, la cual mantuvo hasta el momento, desapareció completamente. Sus manos que estaban ordenando carpetas con documentos se detuvieron por unos instantes.

—Gina… —comenzó mientras dejaba todo sobre su escritorio, pero fue interrumpido por la joven.

—Fitzgerald, sea más sincero, por favor. Usted y mi padre saben más de lo que dicen. Y yo simplemente… estoy confundida, con miedo, perdida. No entiende todo lo que he llegado a sentir al haber asesinado, o al intentar salvar a alguien.

Un golpe en la mesa la dejó callada.

—Señorita Leone, ya he contado una de las tantas desgracias de mi vida. Sé lo que un híbrido debe pasar cada día. Yo sigo con miedo a día de hoy, creo que este desastre le muestra cómo esta mi cabeza ahora mismo —dijo abriendo sus brazos señalando con la mirada la cantidad de libros mal ordenados y su escritorio llenos de papeles. La pelirroja suspiró intentando buscar las palabras adecuadas—. ¿Sabes por qué decidí contactarme con ustedes?

—Porque somos los únicos vivos entre todo este desastre… —bajó la mirada hacia el suelo.

—Sé algo sobre sus vidas, como también tengo ciertas especulaciones de dónde vienes. Puedes parecer una joven con muchísimas debilidades, pero no debes comprimirlas ni reprimirlas. Tienes mucho más poder que tu padre, y aún así te sientes debajo de su sombra. ¿Y por qué? —frunció las cejas, esperando una respuesta.

Gina se encogió de hombros sintiéndose como una niña siendo regañada pero Guillermo colocó una mano sobre su hombro.

—Ese respeto y cariño que le tienes a tu padre, se nota a larga distancia. No lo juzgues, no lo regañes y tampoco esperes mucho de él. Debes entender que la gente no es blanca ni negra…

—Eso ya lo sé.

—No, no lo sabes. Sientes el rencor y el odio hacia esas personas que te dijeron monstruo, pero no puedes destruirlas como también evitas odiarlas…

La pelirroja asintió con el peso de sus hombros y sus tormentos internos. A punto que las lágrimas caían solas.

Guillermo había logrado que la joven se de cuenta de sus sentimientos, desviando los suyos a un lado. No quería que ella se entrometiera en sus pensamientos, ya que los reprime para que no ningún híbrido lo escuchase. Pero sabía que ella era fácil de influenciar por su enorme empatía. Y finalmente le respondió con pena.

—Lo que te falta por aprender… —acarició su espalda para mostrar cercanía.

Ella simplemente escondió su rostro entre sus cabellos rojos.

♦ ♦ ♦

—¿Por qué le escondes cosas? Sé que tienes un pasado… tormentoso, pero ella sabrá entenderte mejor que cualquier otro —preguntó Bianca tirando las bolsas de basura a los enormes basureros.

—Larry me preguntó lo mismo, pero solo me evita como cobarde que es. —Cerró la pesada puerta del basurero luego de soltar las bolsas dentro, provocando un estruendo cuando el plástico chocó con otra bolsa.. Observó cómo desde la ventana lo vigilaba Larry preocupado, quien desapareció al sentir la mirada intimidante de David.

—Mientras ella sea feliz con él… —respondió Bianca.

—Lo sé, espero lo mejor para ambos. No veo la hora de que todo salga bien en este trabajo, para que ellos se vayan juntos y hagan su vida…

Bianca sintió un poco de pena por él, y le dio unas pequeñas palmadas en la espalda.

—Eso no quiere decir que ella no te necesite. Por algo quiere saber más de ti, entenderte, ayudarte… Deja esa faceta de lobo solitario, eres más un perro entre lágrimas esperando un dueño —le dedicó una sonrisa burlesca entre sus amplios labios. Él frunció el ceño.

—¿Y ahora dices tal cosa? Deberías verte en un espejo y ver lo falsa que eres. Haces esto por conveniencia

—¿Por qué crees eso? —levantó una ceja.

—Intentaste meter a mi hija en peligro, y lo único que haces para ella, es charlar y alardear sobre su corta relación con ese idiota

—Hey, calma —le hizo una seña con sus manos para que se relajara.

David solo rodó los ojos mientras se dirigía a la parte de atrás de la casona.

—¿A dónde vas?

—¿Qué te importa? —le contestó con brusquedad. Tomó un bolso con armas del taller, y se dirigió a las amplias calles que daban al campo de entrenamiento.

Bianca lo observó partir y soltó un largo suspiro. Sin dejarse intimidar por su actitud, decidió acompañarle.

—¿Qué mierda esperas de nosotros? —preguntó David al escuchar los pasos de la albina.

—¿Esperanza? ¿Salvación?

—Creo que te refieres a Gina

—¿Ah? ¿De qué carajo estás hablando?

Este suspiró dándose la vuelta mientras tiraba el bolso al suelo sin ganas.

—¿Quieres saber de qué mierda estoy hablando? Sé el plan de Guillermo, sé el plan de Florencia, sé perfectamente el final de mi pequeña… —exclamó con ojos cristalinos a punto de soltar algunas gotas que contenía a pura fuerza de voluntad. Instantáneamente, se limpió los ojos con molestia.

—Martín…—agarró su muñeca intentando razonar con él—. Tengo fe en ambos…

—Bianca, ve a hacerle compañía a mi hija. La suficiente como para disfrutar su amistad este día… —le dio la espalda, soltándose de ella. Luego agarró su bolso negro para continuar su camino.

La albina lo observó por unos minutos y decidió volver a la casona. Desde donde se encontraba, se dirigió directamente a las escaleras, y se asomó a la oficina de su jefe. La pelirroja ya no estaba allí. Entonces, se acercó a la puerta de la habitación de esta.

Volvió a soltar un suspiro al escuchar ruidos que provocaban incomodidad. Además las letras escritas sobre la puerta eran obvias: “no pasar” decía entre relieves bruscos en cada letra, dando a entender que fueron hechas con garras afiladas. Y como Larry tampoco estaba cerca, era una obviedad lo que la pelirroja hacía en su habitación cerrada en llave.

—Aish, siempre me quedo sola para hacer más tareas. Genial —se dijo a sí misma, dirigiéndose hacia su taller.

♦ ♦ ♦

Larry se acostó a un lado de la pelirroja mientras respiraban acelerados y cansados.

—Wow… no pensé que…

—¿Qué te dejara tan rápido entrar? Bueno, tenía ganas de dejar de llorar y…. bueno, eso mismo que acabamos de hacer —dijo mientras miraba el techo entre su respiración entrecortada del cansancio.

—A veces dudo de si sufres de personalidad múltiple o bipolaridad…

—Bueno… soy un híbrido, no sería raro que así fuera —le respondió mientras lo miraba a los ojos—. No entiendo, Larry… —El joven la miró con una ceja levantada y ella se explicó—: ¿Por qué yo? ¿Por qué tengo que estar rodeada de tanta mierda y a la vez, de gente tan buena como…

—Gina, siempre preguntas lo mismo. Deberías darte cuenta que estamos de tu lado por una razón… Sé que soy un chico torpe y tonto que no se expresa lo suficiente, pero desde la primera vez que te vi, me di cuenta que serías la chica más hermosa que he visto. —La pelirroja soltó una carcajada.

—¿Hermosa? ¿Dónde? Soy un puta enana que se convierte en monstruo, asesina otros monstruos, y ahora… iré a un maldito viaje para terminar con el sufrimiento de los demás.

—¿Y eso no era lo que querías? —le preguntó sin dejar de mirarla mientras empezaba a acariciar su mejilla. Ella lo miró de nuevo, contemplando esos hermosos ojos de color miel.

—Yo quería… una vida simple, con mis padres normales, haber tenido estudios universitarios, casarme, formar una familia normal. Y ahora, no quiero ni siquiera dar una vida si sale igual a mí… Y tú, ¿qué quieres en este mundo? Eres de un país primermundista, con buenos ingresos… y yo…

—Que venga de un país primermundista, no quiere decir que tenga la vida hecha. Todo se cae en pedazos con estos demonios que siguen apareciendo… y me metí en la teología para entenderlo todo y ser útil para un mejor futuro

—No sabemos mucho sobre uno del otro a pesar de haber tenido sexo hace unos minutos… —respondió burlona mientras bajaba su mirada.

—Solo puedo decir algo con mucha seguridad, y es que te aprecio. —Acercó una de sus manos hacia uno de sus mechones rojizos para despejarlo de su pálido rostro.

Ella logró sonreír mientras se acercaba al rostro del joven para darle un cálido beso.

2 respuestas a “La gota de esperanza – Capítulo 20”

  1. Grainne-sama tus historias son geniales~ soy una fiel seguidora, solo que u las imágenes? las vi en Face pero no en los capítulos, que raro, tal vez, deba volver a revisarlos o aun no es tiempo de ponerlas?

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