Traducido por Kavaalin
Editado por Nemoné
—Muy bien caballeros, terminemos con la sesión de burlarse del humano, nos llegará el mediodía si no nos vamos ahora.
El elfo saltó a lomos del caballo, extendiendo la mano para ayudar a subir al enano. Pero, a diferencia de ayer, el enano no tomó su mano, sino que retrocedió unos pasos, con el rostro rojo.
El elfo lo miró un poco confundido.
— ¿Julian?
—Po-Por favor, déjeme caminar.
— ¿Qué pasa?
—En todo caso, viajaremos sólo durante medio día, lo que quiero decir es que… —El enano se volteó para mirar al caballero y volvió a bajar la cabeza para seguir murmurando—. Es que… no puedo… no debería…
—Ah… ¿No estás acostumbrado a viajar con alguien? —El elfo asintió—. Lo siento, no me di cuenta. —Saltó del caballo y le devolvió las riendas al enano—. No te preocupes, era tuyo originalmente. De todos modos, camino rápido.
—Ellen.
El elfo volteó la cabeza, el caballero ya había posicionado su caballo a su lado y dio unas palmaditas en la parte delantera de la silla.
—Sube.
— ¿Estás seguro…? —El elfo miró su armadura completa—. No causará ningún tipo de tragedia donde el elfo termina aplastando al caballo, ¿verdad?
—No quedan muchas raciones y la mayoría de las cosas están en los otros dos caballos —Sonrió el caballero, extendiendo una mano hacia él—. De todos modos, no es como si nunca te hubiera tomado en brazos, no eres tan pesado. Sube.
—No es mi culpa —se quejó el elfo en voz baja, agarrando su mano y montando sobre el caballo—. Pasar trescientos años subsistiendo a base de la energía de la luna hicieron que perdiera gran parte de mi fuerza.
—Entonces, se un poco más cauteloso —El caballero le rodeó la cintura y se aferró a las riendas—. Si quieres puedes dormir un poco más.
El sireno le guiñó un ojo al enano, con una expresión que decía mira, qué dije.
—Ahora, no seré pateado por un caballo. —murmuró quedamente el enano mientras su rostro volvía a ponerse rojo.
— ¿Julian? ¿Qué sucede?
—Nada en absoluto, señor Frank —El enano asintió con entusiasmo—. Sólo estaba hablando conmigo mismo.
Su destino era el pueblo indicado en el mapa con el nombre de Gnomos. Aunque era pequeño, había existido desde antes de la Era Legendaria. Casi todos los grupos que viajaban desde la capital hasta la Academia de Magos, pasaban por allí para reponer sus suministros. No había más pueblos en el camino, sólo cerros y bosques.
El elfo aún recordaba cuán grandiosa era la Villa en esa época, si es como había dicho el caballero, que la Academia de Magos había perdido su antigua gloria, temía que esta no fuera como en antaño.
—Ellen —dijo la voz del caballero junto a sus oídos—. El carcaj y el arco están bloqueando mi visión.
—Ah, lo siento —El elfo se quitó el arma de la espalda un poco avergonzado—. No puedo creer que me haya olvidado de eso.
—Nunca supe que los mapas fueran tan fascinantes —sonrió el caballero—. ¿No me digas que hay un tesoro escondido de hace trescientos años?
—He estado en la Villa de los Gnomos en el pasado —dijo el elfo—. Me pregunto qué aspecto tendrá ahora.
—Ahh… —La sonrisa del caballero se atenuó.
—No lo malinterpretes —El elfo detectó la preocupación en su voz e inmediatamente se volteó para mirarlo—. No me siento mal, sólo un poco… nervioso. Es como si me fuera a reunir con un amigo al que no he visto en muchos años. No puedo evitar pensar en cuánto habrá cambiado, si seré capaz de reconocerlo…
—Lo familiar está obligado a permanecer así.
—Incluso si ha cambiado, eso no sería malo —sonrió el elfo—. Es sólo que los ancianos prefieren la nostalgia.
—Ancianos…
—No, ¿debería decir elfos ancianos?
—Como una raza que vive durante aproximadamente mil años —Sonrió el caballero—. Cuatrocientos años es ciertamente viejo. Proporcionalmente hablando, deberías estar pasando por el final de la pubertad.
—No —dijo el elfo molesto—. La pubertad de la raza élfica comienza alrededor de los doscientos años. Después de los cuatrocientos se te considera adulto.
—Eso significa que dormiste durante toda tu adolescencia. ¿Qué se siente despertarse como un adulto, niño elfo?
—No está mal —El elfo se dio la vuelta sonriendo, extendiendo la mano para acariciar al caballero en su casco—, niño humano.
—Je… Te atreves a hacerme eso mientras montas en mi caballo —El caballero tiró con fuerza de la capa del elfo, cubriéndole la cara y atrapó al elfo entre sus brazos para hacerle cosquillas—. ¿Crees que tienes oportunidad de ganar? ¿Mmm?
—Oye, deja de bromear, ¿qué pasa si hay una emboscada? Nnnn…
—Admite la derrota, si lo haces te dejaré ir.
—En tus sueños… Nnn… Aah… ¡déjame, me sofocaré!
Al observar al caballero y al elfo mientras jugueteaban montados en el caballo, el sireno suspiró como si fuera un anciano.
—Ah, la juventud.
—Dios… —El enano extendió una mano, tratando desesperadamente de cubrirse la cara—. No puedo seguir mirando, mi corazón no puede soportarlo.
—Te acostumbrarás —dijo el sireno reconfortantemente.
Llegaron a la Villa de los Gnomos poco después del mediodía. Mirando a su alrededor, los terrenos circundantes estaban compuestos principalmente de granjas. Casi era temporada para la siembra de primavera, pero por alguna razón no se veía ninguna plantación.
—Por cierto, con Gnomos se refiere a los espíritus terrestres, ¿cierto? —dijo el enano vacilante—. ¿Las hadas elementales que son buenas en la agricultura?
—Sí —sonrió el elfo—. Originalmente, muchos Gnomos y humanos vivían juntos aquí, por eso se llamaba la Villa de los Gnomos.
—Lástima que ya no podamos verlos —suspiró el enano—. Tengo muchas ganas de volver a la Era Legendaria.
Antes de que terminara de hablar, pudieron ver cómo a lo lejos, a un grupo de granjeros con azadas.
— ¡Ah, alguien viene! —El sireno habló alegremente—. ¡Oigan! ¡Hola!
Al escuchar el saludo, los granjeros se dieron la vuelta y algunos incluso respondieron felizmente. Se quedaron parados, esperando a que el grupo se acercara.
—Parece que realmente es un pueblo muy tranquilo —sonrió el caballero.
—Sí… —Asintió el sireno—. ¿Podríamos almorzar algo que no fueran raciones secas?
Pero cuando el grupo se acercó lo suficientemente como para poder verse claramente, las sonrisas de los granjeros desaparecieron repentinamente. Uno de ellos levantó bruscamente una mano, señalando al enano y gritó.
—Oh, Dios. ¡Gnomo! ¡Un gnomo gigante!
Seguidamente todos levantaron sus azadas, acercándose a ellos visiblemente enojados.
— ¡Rey Gnomo! ¡Sal de este pueblo!
— ¿Ah? —exclamó el enano—. ¿Rey-Rey Gnomo? ¿Yo?
El elfo frunció el ceño y extendió una mano para agarrar el arco que colgaba del caballo, pero el caballero lo detuvo.
—Espera, él puede manejar esto. Julián —El caballero se quitó el casco y se lo arrojó al enano junto con el escudo—. El entrenamiento de combate comienza ahora.
— ¡Oh, entendido! —El enano se puso el casco, saltó del caballo y corrió hacia el centro del camino sosteniendo el escudo.
— ¡Vengan, humanos! ¡Demuéstrenme lo fuertes que son!
— ¿Los está… provocando? —Los ojos del elfo se abrieron de par en par cuando se volteó a mirar al caballero—. ¿Tú le enseñaste eso?
—No —El caballero sacudió la cabeza con sinceridad—. Si se lo hubiera enseñado yo, ¿crees que sería tan gentil?
—Mmm… Cierto —El elfo giró la cabeza, mirando un poco preocupado mientras el enano se acercaba a los granjeros—. ¿Julian… estará bien?
—No te preocupes —sonrió el caballero—. Si realmente no puede con ello, te mostraré una verdadera provocación.
— ¡Julian, tú puedes! —El sireno observaba atentamente, mientras sacudía el puño en el aire.
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