Un hombre observaba el profundo mar azul que se extendía ante él. Sus ojos eran azules, el azul oscuro de su cabello recordaba las profundidades del mar, y de su espalda se extendían un par de alas del mismo color que su cabello, lo que lo señalaba como un hombre bestia, un hombre pájaro, para ser precisos.
El hombre estaba encaramado en lo alto del mástil principal de un barco mercante, observando las olas del océano que se dirigían al horizonte. Estaba lo suficientemente alto como para que cualquiera que no fuera un marinero experimentado se quedara paralizado por el miedo, pero como hombre pájaro capaz de surcar los cielos, se limitaba a contemplar el mar sin necesidad de agarrarse a nada. Seguí leyendo “Herscherik – Vol. 5 – Anécdota: La Tempestad Azul y la Sonriente Táctica Carmesí “
