Traducido por Herijo
Editado por Ayanami
—Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos, señorita Azusa. Creo que la última vez fue en la fiesta —Azusa miró con incredulidad la mano extendida de la persona que estaba hablando con ella, antes de regresar el apretón de manos. Un hombre portando un elegante y costoso traje dirigió una sonrisa de corazón hacia ella y Kyouya.
Habían llegado a la escuela con una hora de antelación para saludar al director. La secretaria en la entrada los había guiado hacia los asientos dentro de la oficina, donde fueron recibidos por el hombre de gran constitución que había atormentado a Azusa durante la fiesta.
Ella se congeló por cerca de treinta segundos, después de observar la diferencia entre su aspecto anterior y el actual. E incluso la forma en que la saludo sirvió para reafirmar las sospechas de Azusa.
—¿No deberías disculparte primero, tío? —Dijo Kyouya con un tono amenazante, haciendo que el hombre comenzara a reír.
—Buen punto. Me disculpo por la forma en que actué el otro día. Quería ver que tipo de persona fue la responsable de convencer de formar un contrato a mi sobrino, viendo la forma en que negaba siquiera el pensamiento. Además de que algunos malos rumores habían estado circulando en relación con mi hermano. ¿te hice enojar con mi comportamiento impropio?
Azusa evaluó la expresión gentil del hombre y, cuidadosamente, pensó sus siguientes palabras. —Disculpe, ¿es el director?
—Lo soy.
—¿Y también eres el borracho que busco pelea conmigo durante la fiesta?
—Ese soy yo.
—Espero con ansias los años durante los cuales estaré a su cuidado…
La cara de Azusa se crispó, por finalmente comprender a qué se refería Kyouya cuando dijo que su padre y su tío eran un par de zorros astutos. Son del tipo de personas que no te gustaría tener como enemigos. El director vio su reacción entretenido, antes de colocar una bolsa llena de libros, así como su credencial escolar sobre la mesa, causando el fin de esa conversación.
—Señorita Saito, por favor, diríjase a su aula y pida al profesor que la presente con el resto de la clase. Kyouya, espera un rato aquí, ya que tengo algo que hablar contigo.
—Entendido —respondió Azusa, levantando las cosas de la mesa. Alguien la detuvo cuando trató de levantar la bolsa con los libros.
—Toma solo lo que necesites para hoy, me aseguraré de llevar el resto a tu habitación —Comentó Kyouya.
—Pero está muy pesado.
—Por eso.
—Mu-Muchas gracias —Azusa estalló en sonrisas cuando descubrió las intenciones de Kyouya. Después de confirmar su horario, extrajo los libros necesarios de la bolsa y los guardó en su bolso, antes de dar una reverencia y salir de la oficina del director.
Tan pronto como Azusa salió de la habitación, los dos hombres sentados frente a frente se quedaron en silencio. Kyouya lucía realmente incómodo.
—Por cómo se ven las cosas entre tú y Azusa, ¿debería asumir que mis preocupaciones eran infundadas?
—¿Estabas preocupado?
—Lo estaba. Ayer, la hija de los Shiranui vino a visitarme, ¿lo sabías? Solo vino para decirme que hiciera algo, ya que parecía que estabas evitando a Azusa. Puedo decir que su odio por los hombres no ha sido curado.
—No lo ha hecho…
—¿Entonces? ¿Por qué estabas evitando a esa adorable señorita?
—Por tu… —Kyouya se sorprendió y detuvo sus palabras en ese momento. Nada bueno saldría de decirlo. Su tío, sentado frente a él, había sido el catalizador del problema, pero Kyouya sabía que la verdadera causa recaía en él. Culpar a otros solo era equivalente a ladrarle al árbol equivocado, por lo que prefirió simplemente negar levemente con la cabeza.
—¿Estás preocupado por los rumores? —Su tío sonrió, acertando en lo que estaba pensando Kyouya, agitándolo aún más.
—Algo debería estar mal dentro de mí si no lo estuviera.
—Quiero suponer que te refieres al rumor de que el infame demonio rojo está enamorado de una chica humana. Los rumores están destinados a morir después de setenta y cinco días muchacho.
Kyouya chasqueo la lengua internamente, ante el hombre que estaba sentado frente a él. Está consciente de que él fue el único causante de su propia ruina al saltar de entre las sombras para salvar a Azusa de su tío durante la fiesta. El infame demonio rojo, que pocas veces participaba en los eventos, había salvado a una chica en apuros de un borracho problemático y había desaparecido galantemente con ella en brazos durante el atardecer. Las mujeres que habían presenciado la escena en persona, solo agregaron más de sus desilusiones durante los chismes que circularon las siguientes semanas. El amor de una mujer joven por una buena historia de romance era igual entre vampiros y humanos. Los rumores fueron embellecidos y exagerados mientras se difundían por todo el pueblo.
Kyouya ya había predicho este resultado antes de saltar de entre las sombras, pero no pudo abandonar a la joven en apuros frente a él.
—Haaah…
—Si ibas a dejarla que se defendiera ella sola de todos modos, debiste haberla ignorado hasta el final. Si no te conociera, hubiera pensado que habías asistido a la fiesta y permanecido oculto cuidándola, debido a que estabas preocupado por ella.
Kyouya no tenía nada que decir, su tío había dado justo en el blanco.
Estaba indeciso de si de salir o no enfrente de las personas que le temían a causa de sus ojos rojos y, por lo tanto, había decidido desde hace mucho tiempo que nunca asistiría a ningún evento que lo fuese a poner en medio de una multitud. Pudo haber asistido con sus ojos ocultos con unas lentillas, pero no era el color de sus ojos lo que asustaba a las personas, sino más bien Kyouya Doumeki quien posee ojos rojos. Por lo tanto, pocas veces iba a ese tipo de eventos donde era el centro de atención. Nadie había tenido problemas por su ausencia hasta ahora, pero esta vez era diferente. Si no asistía a la celebración de su contrato con Azusa, todo recaería sobre ella.
—¿No es algo bueno? Conforme se esparzan más esos rumores, tu terrible reputación se verá ligeramente reemplazada con la idea de que todavía hay algo de humanidad dentro del demonio rojo.
—Tal como lo planeaste. Estoy seguro. ¿No armaste todo ese espectáculo solo porque sabías que estaba presente y que no soportaría verte atormentándola?
—Entiendes rápido. Que bendición es ser joven. Tu mente trabaja con rapidez.
—Estoy feliz de que te preocupes por mi reputación, pero ¿podrías dejar a Azusa fuera de tus esquemas?
—Así que la llamas Azusa ¿eh? Bien.
Realmente, quiero golpearlo en la cara. Probablemente, sea capaz de vencerlo en lo que a fuerza se refiere. Sería una victoria sobrecogedora. Estoy seguro de que podría noquearlo en pocos segundos. Pero Kyouya dejó esos pensamientos de la bien merecida paliza a su tío para sí mismo. Pierdo la calma sorprendentemente fácil cuando es algo relacionado con Azusa.
—¿Entonces estas evitándola completamente hasta que los rumores desaparezcan?
—Así es.
—¿Cuál es el problema? ¿Qué tiene de malo el rumor de que estás enamorado de ella?
—No puedo hacerle eso. No hay necesidad de…
—No hay necesidad de arrastrarla con tu reputación, ¿es lo que quieres decir?
Kyouya observó a su tío, quien le había robado las palabras de la boca, pero a él no pudo importarle menos.
—¿Qué tiene de malo? Lo peor que podría pasar es que consideren que está respaldada por el demonio rojo y que la traten como si fuera una herida infectada y dolorosa. Tal vez, le teman o la molesten un poco por eso, pero eso es todo.
—¿Cómo que eso es todo?
Las chicas de su edad tienen suficientes problemas con los que lidiar sin contar con el hecho de que las ignoren o acosen añadido. Pensar que sería su culpa que la trataran así, hizo que Kyouya se arrepintiera de haber firmado un contrato con ella. Al menos, cuando la reconocían como la pobre chica que había sido forzada a firmar el contrato con él en contra de su voluntad, pudo haber tenido una oportunidad de ser objeto de su simpatía. Kyouya estaba clavando dagas con su mirada al hombre responsable de borrar esa opción que la había reemplazado por el miedo.
—Esa no es más que una pretensión engreída. Esos no son más que problemas que cualquier persona sin suerte tendrá que enfrentar si vive dentro de una comunidad. Sin importar si los rumores del amor entre ustedes existen o no, tendría que enfrentar la presión. Son los estudiantes quienes deciden cómo lidiar con los obstáculos y vivir su vida.
—Eso…
—Alguien como tú no puede hacer nada en relación con su vida. Es mejor que no pienses que un hombre parecido a ti puede influenciar la vida de los demás. Deja de permitir que la forma en la que el resto de las personas te ven tome control sobre ti y comienza a pensar cómo vivir tu vida. Deberías vivir de la forma que prefieras. Esas son las palabras que quería decirte desde hace años cuando te convertiste en mi estudiante por primera vez —Dijo con una sonrisa como de clérigo.
Es por esto por lo que no puedo soportar a mi tío. Kyouya se quejó internamente. Suspiró con molestia sobre cómo unas palabras tan simples habían sido capaces de disminuir la pesada carga de su corazón.