Traducido por Lugiia
Editado por Yusuke
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Estaba desayunando con mi padre cuando llegó el rostro ya conocido del mensajero del palacio. Como el príncipe heredero no estaba aquí, me pregunté por qué me buscaría el emperador. Como había pensado que, de todos modos, debía visitarlo para presentarle mis respetos pronto, acepté dócilmente la invitación.
—Arista La Monique saluda al Único Sol del Imperio, Su Majestad.
—Oh, señorita Aristia, ha pasado tanto tiempo. ¿Ya está de vuelta para siempre?
—Así es.
—Es un alivio. Entonces, ahora también puedo ver al marqués a menudo.
—¿Perdón?
Al inclinar la cabeza, el emperador se rió con ganas y dijo:
—Me refiero a cuando estabas en la casa de campo de tu familia. Tu padre, que no había pedido ni una sola vez vacaciones desde que entró en la política, pidió todos sus días de vacaciones pospuestos.
—Ah.
Ahora que lo pienso, mi padre se había tomado un mes de vacaciones cuando había ido conmigo. Después de eso, bajaba una vez al mes y pasaba uno o dos días antes de regresar. El viaje entre la capital y la finca duraba unos dos días, así que se tomaba una semana de vacaciones al mes. Mientras ponía cara de extrañeza, el emperador me miró y sonrió.
—No es necesario que pongas esa cara. La verdad es que hasta el malhumorado marqués quiere a su hija hasta tal punto. Es un alivio. Creía que había perdido toda emoción tras el fallecimiento de su esposa… —Al observar mi expresión, el emperador añadió con rapidez—: Bueno, supongo que aunque ahora parezca eso, una vez se le llamó un romántico sin esperanza. Incluso hizo un juramento de amor.
¿Un romántico sin esperanza? ¿Mi padre? Parpadeé ante la sorprendente idea. El emperador volvió a sonreír y levantó su taza de té.
—Entonces, ¿Ruve pasó por allí? Oí que hizo una parada en la casa de campo de los Monique.
—Sí, nos visitó.
—Ya veo —respondió en voz baja y guardó silencio. El emperador miró por la ventana como si estuviera perdido en sus pensamientos, mostrando algún tipo de emoción insondable—. Pronto será invierno.
Para no perturbar sus pensamientos, había estado levantando en silencio mi taza de té, pero me sobresaltó oír su repentina voz. Al levantar la cabeza, vi que el emperador agarraba su taza de té con las dos manos, sin dejar de mirar por la ventana.
—Señorita Aristia, ¿le gusta el invierno?
—Sí, me gusta, Su Majestad.
—¿De verdad? Entonces, es todo lo contrario.
—¿Perdón, Su Majestad? ¿Lo contrario?
—No, no es nada. —El emperador despegó sus ojos de la ventana y dejó su taza de té antes de hablar—. Entonces, ¿cómo van tus lecciones con la espada?
—Es factible mi enseñanza ya que todavía ando en etapas iniciales.
—Hmm, ¿es así? Dada la personalidad de tu padre, no te dejará tranquila solo por ser su hija. Parece que lo estás haciendo bien, más de lo que esperaba. Es admirable.
¿Qué estaba pasando? Me llené de ansiedad, pensando que podría decirme que dejara de recibir lecciones para ser la próxima heredera y que entrara al palacio de inmediato. Aunque tenía mis dudas, levanté mi taza de té y conversé en lugar de mostrar mi preocupación.
Una vez concluida la larga hora del té, me dirigí al edificio del segundo escuadrón de caballeros para reunirme con mi padre. Saliendo del palacio interior, me dirigí hacia el exterior y recordé algo que había dicho el emperador.
Hmm, ¿acaso mi padre estaba siendo benévolo conmigo? Eso es extraño. No es alguien que sea indulgente conmigo en asuntos oficiales solo porque soy su hija.
Mientras caminaba, sumida en mis pensamientos, llegué al edificio del segundo escuadrón. Respondiendo a los caballeros que me saludaban aquí y allá mientras caminaba por el pasillo, me topé con una cabeza pelirroja que me resultaba familiar. ¿Podría ser Carsein?
—¿No es usted la señorita Aristia? Ha pasado mucho tiempo.
El pelirrojo no era Carsein, sino su hermano mayor, Kaysian de Rass. Aunque sentí una extraña mezcla de felicidad y decepción, traté de ocultar mis emociones al saludarlo.
—Ha pasado mucho tiempo, señor Rass.
—Ha pasado medio año desde la última vez que le vi. ¿Cómo estuvo su visita a la casa de campo, señorita?
—Estuvo bien. Gracias por su preocupación.
—¿Va a ver al comandante?
—Sí. ¿Y usted?
—Sí. ¿Puedo acompañarla?
—Por supuesto. Gracias.
Al ver su intenso cabello rojo, seguí pensando en Carsein. No era que hubiera pasado algo, ¿verdad? En el campo, y también durante mi último encuentro con él, parecía muy diferente a lo habitual de alguna manera.
—¿Le va bien a Carsein?
—¿Está preguntando por Sein? Hmm, no estoy seguro de poder decir que lo está.
—¿Qué? ¿Le ha pasado algo?
—Bueno, no está enfermo, pero actúa diferente de alguna manera. Aunque todavía se pasa todo el día entrenando su habilidad con la espada, parece un poco diferente de antes. ¿Debería decir que parece muy apresurado?
Apresurado. Cuando intentaba evitar convertirme en concubina, lo había sido, pero ¿por qué Carsein estaba tan apurado en su entrenamiento? Siempre había sido relajado en lo que respecta a su manejo de la espada.
—Entra, Tia. Veo que el señor Rass también está aquí.
—Oh, señorita Aristia, ha pasado mucho tiempo.
Al entrar en el despacho, una voz familiar me saludó. El duque Rass también estaba aquí. ¿Por qué lo estaba cuando debería estar con el primer escuadrón de caballeros? Aunque estaba desconcertada, primero agaché la cabeza en señal de saludo.
—Ha pasado mucho tiempo, Su Excelencia. ¿Ha estado bien?
—Sí, he oído su visita a la casa de campo. Debe haber regresado entonces.
—Sí.
—Eso es un alivio. Tu padre había estado tan preocupado por ti todo este tiempo, que era doloroso verlo. Me dio envidia por tener una hija.
—Arkint.
—Está bien, está bien. Lo dejaré.
El duque Rass sonrió al ver la expresión de mi padre. Me senté con cuidado, y mi padre habló después de intercambiar miradas con el duque.
—Tia, ¿conoces las características y la organización de cada escuadrón de caballeros?
—Sí, las conozco.
—En ese caso, entonces debes saber que el comandante del primer escuadrón de caballeros proviene de la casa Rass, mientras que el comandante del segundo escuadrón proviene de nuestra familia.
—Sí, por supuesto.
—Entonces, es más fácil para mí explicarlo. Tradicionalmente, para que los próximos comandantes sepan cómo funciona el otro escuadrón, trabajan como escuderos del comandante ajeno. Por eso, el señor Rass está trabajando como mi escudero en este momento. Así que…
—Entiendo, papá.
—Como hasta ahora no teníamos un heredero en la familia, no podíamos llevar a cabo esta tradición. Pero ahora las cosas son diferentes, ¿no?
Mientras asentía levemente con la cabeza, el duque Rass me habló:
—Creía que era una broma, pero Keirean me ha dicho que has estado tomando clases para convertirte en la heredera. He oído que el emperador también está de acuerdo. Así que, si te tomas en serio lo de convertirte en la sucesora, deberías empezar a aprender poco a poco los deberes de comandar un escuadrón de caballeros.
»Si te parece bien, me gustaría que te convirtieras en mi escudera la próxima primavera. ¿Qué te parece?
—Pero aún no soy ni siquiera aprendiz de caballero…
—Escuché de Sein que tienes las habilidades para ser una. Si haces la prueba, ese problema se resolverá fácilmente.
—En ese caso, haré lo que dice.
—Muy bien, entonces. Si hay algo sobre lo que tenga curiosidad, puede preguntarle a este chico. Será de gran ayuda.
El duque sonrió mientras palmeaba el hombro del señor Rass.
—Lo haré. Señor Rass, espero que pueda enseñarme muchas cosas.
—Por supuesto, señorita.
—Entonces, está decidido. Ejem, Keirean, me iré primero. Tengo mucho trabajo que resolver.
—Claro. Hasta luego.
Después de despedirme del duque Rass, quien asintió ligeramente, eché un vistazo a lo que estaba haciendo el señor Rass y anoté las cosas que tenía que hacer como escudera.
Había mucho que hacer. Aunque suspiré al ver el montón de trabajo, me alegré al pensar que poco a poco estaba creando una vida diferente a la de mi pasado.