El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 78

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


—No lo creo. Yo era la más cercana a la señorita Leslie.

—¡Piensa! ¡Tiene que haber al menos un individuo! ¿Tienes idea de cuántas personas estaban empleadas y desempleadas? ¡¿No puedes pensar en una sola persona?!

Era tal y como Ria había llegado a esperar este último tiempo. Ya estaba acostumbrada a los furiosos chillidos de Eli y quería taparse los oídos. Pero no se atrevió a levantar las manos, ya que el marqués también estaba en la sala. Ria conocía demasiado bien el favoritismo del marqués por Eli y no se atrevía a insultarla delante del marqués.

—Espera un momento.

La mente de Ria corrió a recordar a alguien que pudiera haber estado en contacto con Leslie.

—¡Ah!

Ria jadeó de repente mientras sus ojos se agrandaban. Oh, ¡ya sé!

—Había una mujer… ¿Emma? Se llamara como se llamara, empezaba por “Em” o algo así. En fin, la despidieron al poco de llegar porque le dio pan, mantequilla y mermelada a la señorita Leslie.

Ria recordaba un poco a la criada porque recordaba que Leslie le había importunado un par de veces para preguntarle por su paradero. La niña había insistido y Ria le había dicho que la criada había sido despedida por su culpa. Por supuesto, para gran disgusto de Ria, la niña lloró durante horas aquel día.

—¿Es así?

Eli y el marqués sonrieron felices ante la respuesta de Ria.

—La criada, ¿eh?

El marqués se rascó bajo la barbilla con las palabras arrastrándose un poco. Luego, con brusquedad, le hizo un gesto con las manos a Ria.

—Puedes retirarte.

Eli también hizo un gesto con la cabeza, despidiendo a Ria de la sala. Sin dudarlo, Ria se levantó rápido, hizo una reverencia y salió a toda prisa de la habitación.

¿Qué está pasando?

¿Por qué querían información sobre personas cercanas a Leslie? pensó Ria con curiosidad mientras caminaba por el costoso pasillo. Entonces, sus ojos se desviaron hacia el jardín a través de una gran ventana donde muchos sirvientes y caballeros estaban construyendo un pabellón en medio de él. El jardín, antaño hermoso, era ahora un caos. Los macizos habían sido volcados, los árboles y las flores estaban desarraigados o pisoteados, y el feo armazón metálico de la extraña estructura llenaba la escena.

¿Por qué construyen eso ahí? Ria estaba confundida y era incapaz de comprender lo que estaba ocurriendo. Pero pronto, su mente volvió a sus anteriores pensamientos soñadores. Esta era su oportunidad de una vida mejor con Leslie en el Ducado.

Nuestra partida había sido bastante desagradable, pero me alegro de que las cosas se solucionen.

Ria tarareó con alegría una canción mientras bajaba las escaleras de vuelta al lavadero.

♦ ♦ ♦

—Ah.

Leslie parpadeó, tumbada en la cama. Estaba despierta de su sueño.

La noche anterior se había acostado muy temprano y estaba muy emocionada. Sus clases con Konrad se reanudarían hoy, por lo que se despertó demasiado temprano.

Incluso después de que el hermano pequeño de Konrad se recuperara por completo, las clases habían sido esporádicas debido a sus deberes de paladín. Había estado muy ocupado desde que se decidió el primer examen para la candidatura de Arabella. A medida que se acercaba el día del examen, los paladines de Tesentraha también se agitaban.

Dijo que los paladines protegerían a los candidatos.

¿La estará protegiendo cuando vaya al templo Shinraph? Leslie intentó imaginarse a Konrad como su caballero guardián, protegiéndola de sus enemigos con su brillante espada, pero le resultó difícil.

Konrad siempre había sido su tutor, desarmado y erudito. Además, también había un conflicto con sus rasgos amables y suaves que se interponían en su imaginación.

De todos modos, eso no es lo importante.

Leslie se acercó a una ventana que daba al centro. Las clases de hoy serían allí en vez de en la finca del Ducado.

Esta era otra de las razones por las que Leslie se había emocionado como una niña. Hacía tiempo que no visitaba el centro. La única y última vez que estuvo allí fue con Bethrion y Madel.

Dijo que me llevaría a una gran tienda de postres.

Batha era un chef fantástico pero no un pastelero, por desgracia.

Sus postres son maravillosos, pero quiero probar más variedad.

Leslie se relamió al pensar en muchos tipos diferentes de delicias dulces. Pero también sintió una punzada de culpabilidad al no poder evitar pensar que buscar otro chef o pastelero era un acto de traición.

Leslie se levantó despacio y salió de la cama, con la mente aún vagando por los postres que probaría hoy más tarde.

Ya que se había levantado temprano, pensó que podría bajar al campo de entrenamiento y empezar el día temprano. Leslie se apresuró a ir al gran vestidor y eligió la ropa adecuada: pantalones negros, camisa blanca y chaleco de cuero. Luego, se deshizo las trenzas, dejando que sus deliciosos y largos mechones plateados cayeran en cascada por su espalda en perfectos rizos y los recogió en una apretada coleta. Cuando estuvo lista, corrió hacia el campo de entrenamiento.

Leslie rió jovial cuando sus botas altas de cuero marrón hicieron un ligero golpe sobre las piedras de los pasillos principales.

—¡Bwa, ja, ja, ja!

Cuando estaba cerca de los campos de entrenamiento, oyó una carcajada como un rugido resonante en el aire.

Padre también debe de estar allí.

Leslie también se rió a carcajadas y dio pasos aún más rápidos.

Se apresuró a bajar los escalones, sin querer perderse a su padre ni, de seguro, a su hermano Bethrion. Sairaine y Bethrion rara vez se veían durante los entrenamientos matutinos. Sairaine solía estar fuera del Ducado por negocios como apoderado de la duquesa. Bethrion acudía al palacio de madrugada para cumplir con sus obligaciones como Gran Maestre de los Caballeros Imperiales de Rinche.

—¡Buenos días!

—¡Buenos días a usted también, señorita Leslie!

Leslie gritó emocionada en cuanto entró en los límites del campo de entrenamiento, y muchos gritos de bienvenida vinieron a recibirla. Los caballeros dejaron de calentar y miraron a la pequeña.

—¡Leslie! ¡Mi niña bonita!

Sairaine detuvo el rugido de su risa de oso y se dio la vuelta, acercándose de inmediato a su hija. A su alrededor había un puñado de caballeros, sosteniendo porras de entrenamiento. Bethrion salió de detrás de él para saludar también a Leslie.

—¿Has dormido bien, hermanita?

—Pero, ¿por qué te has levantado tan temprano? ¿Has tenido una pesadilla?

Sairaine se acercó rápido a Leslie, con el rostro lleno de preocupación. Leslie sacudió la cabeza con una sonrisa mientras miraba el bastón. Pensó que si asentía, él vencería todas sus pesadillas con el mismo bastón que sostenía.

Pero hoy no era ese día. No tenía ninguna pesadilla, así que sonrió deslumbrante y miró a su padre.

—Hoy voy al centro.

—¿Era hoy?

Leslie asintió emocionada. Mientras Leslie y Sairaine conversaban, Bethrion se acercó, se puso al lado de Leslie y le dijo algo que la hizo extra feliz.

—Has crecido y estás más sana, Leslie.

—¿De verdad?

Los ojos de Leslie brillaron de alegría. ¡Había crecido! Leslie estaba muy orgullosa de sí misma.

Seguía deseando ser tan alta como su madre. Pero cada vez que se miraba al espejo, se desilusionaba al verse todavía diminuta. Así que fue una gran noticia saber que había crecido y que los demás lo notaban.

Leslie sonrió con alegría.

—¡Esto es solo el principio! ¡Voy a crecer incluso más que tú, hermano!

Emocionada, Leslie dio una patada con los pies en el sitio y agitó las manos por encima de la cabeza en un intento de medir la altura. Todos los caballeros asintieron, algunos de ellos vibrando de afecto ante el adorable gesto de Leslie.

—Por supuesto. No estoy seguro de cuándo, pero estoy deseando que llegue ese día.

Bethrion acarició la cabeza de Leslie y dijo con un deje de risa en la voz, una clara máscara de provocación.

—Oh, ocurrirá muy pronto. Por favor, ten paciencia, hermano.

—Pero, ¿no crees que seré aún más alto?

La sonrisa de Bethrion se ensanchó al oír la voz contrariada de Leslie.

—Mientras tú creces, yo también podría crecer, Leslie.

Los ojos de Leslie se agrandaron ante su afirmación. Pero ya tiene veinte años. ¿No se detiene el estirón a esa edad? Pero supongo que podría, ya que tiene la sangre de los Salvatore.

Leslie se lo pensó con seriedad. Pensó en su madre y en lo alta que era y luego miró la estatua de su padre mientras parpadeaba despacio. Luego, corrió hacia su padre, que acababa de terminar de hablar con Hart.

—Padre.

Leslie abrió los brazos y los extendió hacia Sairaine, que tomó a la niña con demasiada naturalidad. Aunque Leslie ya estaba bien sujeta por encima del suelo en el brazo de su padre, aún no llegaba al mismo nivel que su hermano. La sonrisa de Bethrion se hizo aún más amplia.

Leslie hizo un mohín. Sairaine, que al principio no entendía lo que pasaba, se echó a reír al ver el intercambio entre su hija y su hijo.

—¡Arriba!

En un instante, su estatura cambió. Era más alta que los árboles, que cualquiera de los presentes e incluso que Bethrion. Si exageraba un poco, le parecía que era incluso más alta que la mansión que se veía a lo lejos.

Leslie estaba sentada sobre los hombros de Sairaine. Levantó a la niña para llevarla a caballito. Leslie tragó saliva ante la altura que superaba con creces los dos metros y se agarró con más fuerza a los brazos de Sairaine, que se sujetaban con firmeza a las piernas de Leslie.

¿Y si me caigo? Aunque el agarre de Sairaine era seguro, el miedo a caer seguía siendo fuerte.

—¡Señor, es peligroso!

Exclamaron sorprendidos un par de caballeros e intentaron que bajara a Leslie. Pero Sairaine se limitó a sacudir la cabeza y soltar una carcajada.

—¿Qué te parece, Leslie? ¿No es estupendo no tener nada que se interponga en tu camino?

Leslie asintió. El mundo parecía muy distinto cuando ella estaba tan arriba. Le gustaba en especial el hecho de que ahora podía mirar a Bethrion desde arriba. Una sonrisa incontenible se dibujó rápido en los labios de Leslie.

Al percibir su sonrisa, Sairaine corrió por el campo de entrenamiento. Leslie parpadeó ante la repentina carrera, pero no tardó en soltar una carcajada encantada al sentir la refrescante brisa invernal zumbando junto a sus mejillas. Por supuesto, también le divirtió la velocidad y las muchas caras de sorpresa o nerviosismo que pasaron borrosas.

Los sonidos claros y melodiosos de la risa de una niña llenaron el aire de Ducado. De hecho, era tan fuerte que incluso Ruenti saltó alarmado del estudio, donde había permanecido despierto toda la noche, y corrió hacia los pasillos principales.

—¿Qué es todo este ruido…?

Cuando salió de la mansión y llegó por fin al campo de entrenamiento, frunció el ceño al ver a Leslie subida a cuestas sobre su padre.

—¡Hermano Ruenti!

Leslie sonrió con alegría a Ruenti, con el pelo desordenado, las gafas resbalándose con torpeza por la cara y el torso envuelto en un cálido y mullido chal. ¿Por qué se había emocionado tanto? Ruenti suspiró, pero ahora tenía la misma sonrisa en la cara.

—¡Mira! ¡Puedo mirar desde arriba al hermano Bethrion!

Ni que decir tiene que el entrenamiento de la mañana no se llevó a cabo porque, al ver lo contenta que estaba Leslie, todos se turnaron para llevarla a caballito. La mañana pasó así, y pronto ella tenía que prepararse para su reunión con Konrad en el centro.

Dos caballeros Salvatore recibieron la orden de escoltar a Leslie. Sir Lesso, un hombre rubio que ya había ayudado a Leslie antes, y Sir Vant, un hombre moreno de ojos amables y caídos. Todo era perfecto aquella mañana. Iba al centro a encontrarse con una de sus personas favoritas en todo el mundo, había empezado bien el día y había tomado un desayuno excelente.

Por supuesto, jugar y entretenerse con sus hermanos y su padre era lo mejor de todo. Así que hoy iba a ser un gran día.

—Señorita.

Y no será extraño encontrarse de casualidad con alguien que le había regalado un recuerdo entrañable en su antiguo hogar infernal.

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