Traducido por Shisai
Editado por Lugiia
Alan nos contó la situación en la que se encontraba Jared. Gracias a las maquinaciones del marqués Randall, él estaba ahora rodeado de los secuaces del marqués, que incluso habían sustituido a sus sirvientes, por lo que no podía moverse con la misma libertad que antes.
En consecuencia, aunque lo único que deseaba era correr directamente al Ministerio para ayudarnos hoy, solo pudo pedirle a Alan que le entregara una carta explicándole que no podía hacerlo.
—Hubiera esperado que el príncipe Jared echara a esos secuaces y acudiera en ayuda de la señorita Katarina. No es habitual en él tanta moderación —murmuró Mary.
—Parece que esta vez hay todo tipo de obstáculos para ese planteamiento —replicó Alan.
La verdad era que, hasta ahora, cada vez que me encontraba en serios apuros, Jared había acudido a salvarme. Así que había esperado poder confiar en él sin siquiera pensarlo, dándolo por sentado…
Sin embargo, si lo pensaba de verdad, era increíble que un príncipe de un reino de la vida real acudiera en mi ayuda cada vez que me encontraba en apuros, aunque fuera mi prometido. Pero esta vez, Jared no pudo venir a ayudarme. Este hecho me preocupó.
—Bueno, estaremos bien incluso sin el príncipe Jared. Después de todo, la señorita Katarina, me tiene a mí, Mary Hunt. —Fue como si hubiera leído la preocupación escrita en mi rostro.
—Gracias, Mary.
Ella respondió con una sonrisa alentadora.
—Um, siento interrumpir, pero como el propio Jared no ha podido venir, ¿podrías echar un vistazo a la información que me ha confiado? —Alan volvió a hablar después de mirar a Mary.
—Ah, sí, gracias por traerla. Por favor, déjanos verla —aceptó Mary, tras una pausa.
—Claro.
Alan nos mostró entonces la carta que había llevado para Jared, la cual contenía la siguiente información sobre Fray.
Fray Randall, diecisiete años. Miembro del consejo estudiantil de la Academia de Magia. Hija de una de las amantes del marqués Randall.
Aunque ha estado comprometida varias veces en el pasado, al final el marqués Randall no encontró satisfactoria ninguna de estas perspectivas, por lo que cada compromiso se disolvió. En ningún momento se dice que Fray se opusiera.
Posteriormente, a pesar de varios intentos de emparejamiento, siguió sin encontrar a nadie satisfactorio, por lo que estos no dieron lugar a un nuevo compromiso. En estos momentos, Fray Randall no tiene prometido.
Desde que se matriculó en la Academia de Magia, de acuerdo con los deseos del marqués Randall, Fray ha pasado por otra serie de intentos de emparejamiento. Sin embargo, a partir de ese momento, se ha visto que Fray ha tenido un comportamiento sin precedentes, como rechazar a posibles maridos por voluntad propia, lo que demuestra una discrepancia entre los deseos del marqués Randall y las propias acciones de Fray.
Además, según el testimonio de los conocidos de Fray antes de que se matriculara en la Academia de Magia, Fray parece una persona diferente desde que empezó la Academia. Antes de matricularse, se la veía con una actitud vagamente sombría, sin otras emociones perceptibles, pero desde el comienzo de sus estudios, parece muy alegre e incluso ha empezado a expresar sus propias opiniones. Sin embargo, a su padre, el marqués Randall, no parece haberle hecho ninguna gracia este cambio.
Desde que comenzó sus estudios, Fray apenas vuelve a casa, a la mansión Randall. Incluso durante las largas vacaciones escolares, ha solicitado permanecer en su dormitorio de la Academia. Fray parece estar muy unida a Ginger Tucker, quien cursa el mismo año que ella y también es miembro del consejo estudiantil.
Hace unos días, Fray recibió una carta de su familia indicando que regresara a la mansión Randall. Posteriormente, sus «obligaciones familiares» parecen haber consumido más tiempo del que esperaba, porque se ha ausentado de la Academia.
Desde que Fray regresó con su familia, nadie fuera de la casa ha dicho haberla visto ni una sola vez. No hay señales de que haya salido de la casa.
Casi no sabía qué decir de esta carta. Toda la información que tanto nos había costado reunir entre nosotros estaba escrita aquí. Como se decía que Jared se había encontrado rodeado de los hombres del marqués Randall, tal vez por eso había investigado al marqués, pero aun así, esto era asombroso. Sentí un nuevo respeto por sus habilidades.
Tras leer ella misma la carta, Ginger tomó la palabra.
—Si esta información es correcta, ¿podemos suponer que Fray está dentro de la mansión Randall?
—Estos descubrimientos nos llegan de parte del príncipe Jared, un miembro de la familia real, así que creo que podemos asumir que son correctos —dijo Mary.
—Si nadie del exterior ha visto a Fray ni una sola vez, eso significa que ni siquiera ha salido al jardín. Como has dicho hace un momento, hermana mayor, tal vez la mantiene confinada en la casa. —Keith frunció el ceño.
—¿Fray está confinada en casa de su padre? —preguntó Alan, quien parecía no haber seguido bien la conversación hasta ese momento.
Después de explicarle nuestra teoría, respondió:
—Ya veo. No me extrañaría algo así por parte del marqués Randall.
Alan pareció aceptar nuestras suposiciones. Al parecer, sabía más sobre el marqués Randall que nadie en la sala.
—Disculpe, príncipe Alan. Sobre el marqués Randall… ¿Qué clase de persona es? —pregunté.
—¿Qué clase de persona…? Hmm, ¿cómo decirlo? Tiene un aire muy aristocrático, una actitud muy elitista, y le gusta especialmente adular a la familia real. Solo que sigue mostrándose totalmente hostil con cualquiera que se le oponga, así que mi hermano mayor Ian no recibe de él más que las más mínimas cortesías.
—¡Ah, es cierto, el marqués Randall es parte de la facción del príncipe Jeffrey!
—Cierto, cierto, así que tiene una mala actitud hacia cualquiera en la facción del hermano mayor Ian. Prácticamente, el único otro miembro de esa facción que muestra alguna gracia es el duque Berg, el cual ocupa una posición igual o, de hecho, superior a la suya.
—¿El duque Berg? ¿Te refieres al padre de la señorita Selena?
Selena es la prometida de Ian. Habíamos interactuado brevemente en el pasado y aún nos llevábamos bien.
—Sí, naturalmente su altanería no se extiende a los duques. Al igual que con mi hermano mayor Ian, el marqués intercambia las más mínimas galanterías con el duque Berg.
—¿De verdad…?
Así que el marqués tiene un punto de vista muy elitista, y se comporta de una manera despreciable hacia cualquier persona cuya posición social es inferior a la suya. Casi suena como, ¿cuál es la palabra…?
—Casi parece un villano —murmuré finalmente.
En el rostro de Alan se dibujó una expresión de comprensión.
—Ciertamente, emite ese tipo de impresión. Es una buena comparación.
Así que el padre de Fray es un villano. Cuanto más me entero de esta situación, peor me siento. Mary dijo que probablemente no haría nada pronto, pero aun así, no puedo evitar preocuparme…
—Acerca de este villano, el marqués Randall. He oído rumores sobre sus muchas concubinas y amantes. Si en verdad tiene tantas, ¿no tendría también muchos hijos? Yo supondría que no hay necesidad de que intente obligar a Fray, la cual ha rechazado todas las perspectivas hasta ahora, a aceptar un prometido. ¿Qué te parece? —preguntó Mary, volviéndose para mirar a Alan.
Era la primera vez que oía esta información, así que me sorprendió. Keith y Alan, en cambio, no daban muestras de haberse escandalizado, así que ya debían de saberlo.
—He estado pensando lo mismo. Después de todo, he oído el rumor de que sus concubinas y amantes son tan numerosas que no se podrían contar ni con los dedos de las dos manos.
Cuando oí esta afirmación de Keith, el indicador de villanía que llevaba para el marqués Randall en mi cabeza se disparó por segunda vez.
Bueno, ¿no es el marqués Randall un villano entre villanos? ¿No ha abarcado casi todo lo que la sociedad considera inaceptable?
—Sí, tal como dicen los rumores, tiene muchas concubinas. También tiene un sorprendente número de amantes. Dicen que también ha tenido bastantes hijos con ellas, pero… —En ese momento, Alan hizo una pausa y se rascó la cabeza. Cuando reanudó la conversación, su tono era evasivo—. No mucha gente sabe lo que voy a contarles. Quiero decir, el marqués Randall ha hecho todo lo posible para que no se sepa. Pero lo cierto es que, aunque es raro en un noble de tan alto rango, el marqués Randall no tiene poderes mágicos, así que ni siquiera asistió a la Academia de Magia.
—Vaya… Pero ¿por qué no quiere que nadie lo sepa?
A pesar de ser la hija de un duque, el límite de mis poderes mágicos era más bien el deslucido «Golpe de Suciedad», pero no era como si hubiera intentado ocultar ese hecho. Como resultado, las otras mujeres de la nobleza que habían puesto sus ojos en Jared decían cosas desagradables a mis espaldas sobre mi casi total falta de magia, pero ese era el alcance del abuso. En realidad, no me hizo ningún daño.
Keith parecía esforzarse por encontrar palabras.
—Hermana mayor —empezó, mirándome con una expresión de desesperación en el rostro.
Mira, hermanito, la verdad es que no entiendo por qué me miras con tanta lástima en los ojos.
Finalmente, Keith continuó:
—Bueno, ¿cómo decirlo? Hay algunos que piensan que la capacidad de usar la magia es la base de la nobleza. Dicen algo así como que cuanto más poderosa es tu magia, más puedes hacer valer tu peso… Aunque eso no es cierto en absoluto. Sin embargo, aunque vivimos en un mundo en el que algunas personas piensan así, también es un hecho que cuanto más alto sea el rango de los nobles, más gente con poderes mágicos encontrarás. En particular, es casi seguro que los jefes de las casas nobles puedan utilizar la magia. Como resultado, muchos podrían tener prejuicios sobre cualquiera que ostente un título sin poseer poderes mágicos.
—¿Te refieres a las personas que están cerca de la familia real a pesar de que sus poderes mágicos no son gran cosa? ¿De verdad hay gente que se preocupa tanto por la magia? —Me limité a repetir algo que había oído muy a menudo.
Alan se echó a reír.
—Ah, sí. Supongo que para ti no es para tanto.
—Sí. No es como si la gente me hubiera atacado por ello y, a fin de cuentas, solo decían la verdad. No le doy mucha importancia.
Aunque incluso yo me había sentido un poco triste cuando me dijeron que, por mucho que me aplicara en los estudios, no podía esperar muy buenas notas (aunque en realidad no me molestaba mucho cuando lo oía de gente que no me conocía bien). Aun así, cuando la gente se preguntaba cómo había llegado donde estaba, a pesar de que apenas tenía poderes mágicos, yo lo veía como la pura verdad.
No había nada que pudiera hacer como individuo para cambiarlo, así que intenté no preocuparme por ello. De hecho, no creía que hubiera necesidad de preocuparse.
Alan pensó por un momento.
—Supongo que tienes razón… No obstante, aunque la tengas, la gente con prejuicios, como dice Keith, se preocupa mucho por eso. El marqués Randall es realmente un ejemplo de libro de texto de una persona así, y se siente profundamente avergonzado por el hecho de no tener poderes mágicos. Esa es la razón por la que oculta este hecho, y por la que aparentemente no deseaba otra cosa que alguien con magia naciera en su linaje.
—¿Por eso reunió más amantes de las que se pueden contar? —preguntó Mary, que siempre era rápida de reflejos.
—Exactamente. Para su legítima esposa, parece que utilizó su riqueza e influencia para tomar a una mujer de alta aptitud mágica de la familia de un conde. Cuando Susanna nació con altas aptitudes mágicas, al parecer se alegró muchísimo, y se paseó por la ciudad anunciando su nacimiento.
—Ah, pero en ese caso, ¿por qué no vivió feliz para siempre?
Habría pensado que, a pesar de no tener magia propia, una vez que hubiera encontrado una esposa con fuertes aptitudes mágicas que hubiera dado a luz a un niño con magia fuerte, habría considerado que su deseo se había cumplido. Aunque sentía pena por la mujer obligada a convertirse en su esposa.
—No, parece que eso solo avivó la ambición del marqués Randall. Empezó a desear hijos con una magia aún más fuerte. Al parecer, después de que su legítima esposa diera a luz a Susanna, su salud se deterioró y ya no podía esperar tener hijos. Así que para su futura descendencia, el marqués utilizó su riqueza e influencia para adquirir una serie de concubinas y amantes con aptitudes mágicas.
Marqués Randall, ¿qué tan profunda es su lujuria por el poder? Cuanto más oigo hablar de ese hombre, más creo que está más allá de la redención.
—Entonces, ¿fue todo según lo planeado por el marqués Randall? —preguntó Keith, con la mayor parte de la cara contorsionada en una mueca. Mi hermano, de corazón puro, quien había crecido mientras yo le decía que se comportara como un caballero con las mujeres, probablemente veía con desprecio a los hombres como el marqués Randall, quien trataban a las mujeres como objetos.
—Por desgracia para él, parece que no fue así. Los únicos hijos que tuvo con altas aptitudes mágicas fueron Susanna y Fray. Además de ellas, había unos pocos con algo de magia, pero aparentemente la gran mayoría no tenía poderes en absoluto. Aunque no hay garantía de que la magia de un padre se transmita a sus hijos, los hijos de padres sin magia tienden a nacer sin magia, así que eso podría haberse previsto —explicó Alan.
—Eso significa que, mientras la señorita Susanna siga prometida al príncipe Jeffrey, el único hijo que el marqués Randall puede proponer con confianza a la familia real como posible novia es Fray, ¿no? —preguntó Mary.
Alan asintió.
—Sí, así es.
Ya era bastante difícil para la mayoría de los nobles presentar a sus hijas a la familia real como posibles novias, pero nadie sin magia lo había conseguido nunca. Había casos en los que se había aceptado a nobles con poca magia, como fue el caso de mi compromiso con Jared, por ejemplo. Pregunté si el marqués Randall no podría ofrecer una hija así a la familia real.
—Si va a presentar una hija en oposición a tu compromiso preexistente con Jared, difícilmente podrá ofrecer una con el mismo nivel de habilidad mágica que tú, ¿verdad? —respondió Alan.
Ya veo, así que esa es la razón… Es por eso que el Marqués Randall siente que Fray no puede ser reemplazada por una de sus otras hijas. Aunque si es así…
—Si uno de nosotros es capaz de proteger a Fray del marqués Randall, ya no podrá acercarse al príncipe Jared… Se quedará sin medios para desafiar nuestro compromiso —declaré, haciendo que todos abrieran mucho los ojos, sorprendidos. Ante ello, pregunté—: ¿Acabo de decir algo peculiar?
Keith sacudió la cabeza y luego contestó:
—No… Al contrario, me sorprende oír que has dado en el clavo de esa manera, hermana mayor.
Umm, ¿de verdad me está elogiando, o solo me está insultando?
—Así es, para los estándares de Katarina, ella realmente acaba de dar en el clavo. Tiene toda la razón. Si conseguimos liberar a Fray y ponerla a salvo del marqués Randall, ya no tendrá ninguna influencia en este asunto —dijo Alan, asintiendo con la cabeza para indicar que estaba de acuerdo.
¿Qué piensan todos los presentes de mí…?
—Sin embargo, liberar a Fray será difícil, ¿no? Si está siendo vigilada de cerca para evitar que salga de la mansión Randall, no nos será fácil llegar hasta ella —reflexionó Mary, frunciendo el ceño.
Tiene razón. Incluso podría decirse que Fray está prisionera ahora mismo.
—Pero quizá podamos encontrar la forma de rescatarla sigilosamente. Como aquella vez que rescatamos a Keith.
Esta sugerencia mía hizo que Sora, quien había permanecido callado, hablara por fin.
—La mansión en la que nos infiltramos aquella vez no tenía una seguridad tan estricta. No podemos compararla con la finca de un noble de alto rango.
Debido a su papel, y al hecho de que estaba delante de todos los demás, las palabras de Sora fueron educadas, pero me lanzó una mirada como diciendo: «¿De qué demonios estás hablando?».
—Tiene toda la razón. Intentar infiltrarse en la mansión de un noble de alto rango es una tontería —añadió Alan, dándole la razón a Sora.
Con una expresión preocupada en el rostro, Mary también pareció estar de acuerdo.
—Parece difícil.
—Hermana mayor, me temo que sí parece imposible —reiteró Keith, negando con la cabeza.
María también me miró como diciendo que dudaba que pudiera hacerse.
Sophia se limitó a repetir en voz baja una y otra vez:
—Infiltrarse en una mansión a escondidas…
A juzgar por su expresión, en realidad estaba un poco emocionada, pero seguramente solo era obra de su imaginación nerd, fruto de leer demasiadas novelas.
Parece que nadie va a apoyar mi plan. Ciertamente, incluso yo tengo que admitir que infiltrarse en la mansión de un noble de alto rango para rescatar a alguien encarcelado allí suena difícil.
—Pero ¿no tenemos hoy aquí reunidos a los mejores representantes de este reino? ¡Deberíamos ser capaces de hacer casi cualquier cosa! Además, sé dónde podemos encontrar al refuerzo más fuerte. Si puedo hablar con esa persona y conseguir su apoyo, ¿me ayudarán todos también?
Cuando solté esto con desesperación, la actitud de todos cambió, como diciendo:
—Bueno, si de verdad estás decidida, lo haremos.
—Pero ¿quién es nuestro mejor refuerzo? ¿No me digas que te refieres al duque Claes? Aunque parece dispuesto a todo para ayudar a su hija, no creo que pueda ayudarnos esta vez, teniendo en cuenta su posición —dijo Alan.
Asentí con la cabeza.
—Ya lo sé. No me refiero a mi padre.
—Entonces, ¿quién demonios…?
—Intentaré ponerme en contacto con ellos ahora. Espera aquí un momento —dije, hablando por encima de Alan, antes de salir directamente de la sala de reuniones. Mientras yo seguía caminando con paso firme tras abandonar la sala, Sora me siguió a toda prisa.
—Oye, no puedes salir corriendo así de repente. Se me hace difícil ser tu guardaespaldas —refunfuñó, caminando una corta distancia detrás de mí.
Es cierto, Sora es quien me vigila por el momento.
—Ah, perdona. Olvidé por completo que me estabas vigilando.
—Eso es lo que pensaba, pero… Entiendo que quieras salvar a tu amiga, pero no olvides tu propia situación.
—De acuerdo.
Sabía que Sora solo se preocupaba por mí, así que asentí con seriedad.
—Por cierto, ¿adónde vas? ¿Y quién demonios es ese refuerzo tuyo?
—Justo aquí. Aquí es donde voy.
Como había caminado bastante rápido, me di cuenta de que había llegado casi de inmediato.
—Pero esto es… nuestro departamento, ¿no? ¿Qué significa esto? ¿Vas a pedir ayuda a alguien del departamento?
Efectivamente, habíamos llegado al Laboratorio de Herramientas Mágicas, el mismo departamento del Ministerio donde trabajamos.
—Sí, así es. Conozco a alguien que seguro que nos echará una mano.
—¿No me digas que vas a pedirle ayuda al señor Wolt? Si no me falla la memoria, es un poco blando, así que creo que accederá en cuanto le pidas ayuda, pero aun así no creo que sea justo añadir más a su ya de por sí pesada carga de trabajo…
—Aunque ciertamente me gustaría traer a Raphael a bordo, entiendo lo difíciles que son las cosas para él ya, así que no se lo pediré.
—Entonces, ¿quién…?
—Con permiso —dije, entrando en el despacho en lugar de responder a la pregunta de Sora. Me dirigí entonces a Raphael, que era el jefe en funciones del departamento por hoy—. Perdona que le moleste mientras está tan ocupado. Me gustaría ponerme en contacto con la señorita Lahna. ¿Cómo puedo hacerlo?
—Ah, si es la señorita Lahna a quien quiere ver, está previsto que vuelva aquí dentro de un momento.
—Oh, ¿es así? En ese caso, ¿podemos esperar aquí un rato?
—Por supuesto. Y lo que es más importante, ¿está bien?
Después de pedir repentinamente permiso para ausentarme del trabajo por algo urgente relacionado con un amigo, había aparecido de nuevo en el despacho pidiendo hablar con la señorita Lahna. Supongo que esto fue suficiente para que Raphael se diera cuenta de que había problemas.
Aun así, aunque Raphael se preocupaba lo suficiente como para mostrar preocupación, sabía que no haría más preguntas si yo no le invitaba a hacerlo. Realmente era una persona decente. Por cierto, la única razón por la que no le di más detalles fue que no quería que se viera envuelto en esto. Aunque Fray era en cierto modo su junior en la Academia de Magia, cuando ella se matriculó, él ya no asistía a la Academia, así que ni siquiera se conocían.
Además, teniendo en cuenta los muchos años de tiranía que Raphael había sufrido a manos de la casa Dieke, otra familia de nobles de alto rango, no deseaba involucrarlo en este tipo de conflicto familiar.
—Muchas gracias por preguntar, pero estoy bien —respondí.
Raphael sonrió suavemente.
—Por favor, pídame ayuda si parece que las cosas pueden ponerse peligrosas.
Qué persona tan amable y abierta era Raphael.
—Sí, señor —respondí asintiendo con la cabeza. Volví a mi mesa para esperar a Lahna.
Mientras esperábamos, Sora preguntó en voz baja:
—¿La señorita Lahna es tu refuerzo?
—Así es.
Sora parecía confuso.
—La señorita Lahna se preocupa por sus subordinados, pero no creo que sea tan tonta como para enemistarse con un aristócrata importante solo para ayudar a alguien que es un completo desconocido para ella.
—Hmmm, puede que sea así… Bueno, tengo una corazonada sobre ella.
Durante nuestro intercambio, la puerta del despacho se abrió y apareció la persona que estábamos esperando.
—Ya estoy de vuelta —anunció Lahna, antes de dirigirse directamente a la mesa de Raphael y hablar con él. Probablemente, había venido a escuchar su informe sobre el trabajo del día. Cuando terminaron de hablar, Raphael debió decirle a Lahna que la estábamos esperando, porque se volvió para mirarnos antes de caminar rápidamente hacia mi mesa.
—He oído que tiene algo de lo que le gustaría hablarme. ¿De qué se trata? —Como esperaba, realmente había venido tras escuchar de Raphael que queríamos verla.
—De hecho, señorita Lahna, hay algo que me gustaría contarle sobre Fray Randall, mi amiga de la Academia de Magia.
En cuanto dije el nombre de Fray, hubo un claro cambio en la expresión de Lahna.
—Entendido. Escucharé lo que tenga que decirme, pero no aquí. Usaremos otra habitación —Lahna nos condujo a una habitación libre cerca de nuestro despacho—. Ahora cuénteme, ¿qué ha pasado con esa amiga suya del colegio?— preguntó Lahna en cuanto tuvimos intimidad.
—Sí, señora. La verdad es que… —Le conté a Lahna que Fray había empezado a presentarse como nueva candidata para comprometerse con Jared, pero sospechábamos que no lo había hecho por voluntad propia. Por el contrario, pensábamos que su padre la había obligado a hacerlo.
Además, le expliqué que, tras ser llamada a casa de su familia, Fray no había regresado a la Academia y que nadie había podido ponerse en contacto con ella. Le revelé que, dadas las circunstancias, pensábamos que lo más probable era que Fray estuviera confinada en la mansión Randall contra su voluntad, y que queríamos rescatarla. Le conté a Lahna todo lo que había hablado con mis amigos.
Después de escuchar en silencio todo lo que tenía que decir, Lahna dijo:
—Entonces, ¿qué quiere que haga?
La miré directamente a los ojos.
—Me gustaría contar con su colaboración para sacar a Fray de la mansión Randall. Si es posible, espero que nos preste cualquier herramienta mágica que crea que pueda sernos útil.
Lahna me devolvió la mirada y pensó en silencio durante un rato.
—Entendido. Los ayudaré.
La expresión de Sora era de asombro. Hacía un rato que me había dicho que no creía que Lahna accediera a ayudarnos tan fácilmente.
—Disculpe, señorita Lahna. ¿Está completamente segura? Si el marqués Randall se entera de que nos ha ayudado, existe la posibilidad de que se lo gane como enemigo.
Como si no pudiera evitarlo, Sora comprobó si Lahna estaba realmente de acuerdo.
—No me molesta —dijo Lahna sin rodeos. Al darse cuenta de que esta advertencia no la había disuadido de aceptar nuestra petición, Sora decidió no decir nada más al respecto—. Hoy tengo trabajo que hacer más tarde, así que no puedo hablar mucho. Si ha reunido algún documento sobre la situación de Fray, haga que me lo envíen. Si se lo pide a Raphael, estoy segura de que lo arreglará para usted.
—Sí, señora. El príncipe Jared tuvo la amabilidad de reunir algo de información para nosotros, así que le enviaremos una copia de su carta.
—Bien. Una vez que lo haya revisado, consideraré qué herramientas necesitamos y cómo proceder para rescatar a Fray antes de volver a ponerme en contacto con usted.
—Muchas gracias.
Me alegró descubrir que Lahna era aún más proactiva de lo que esperaba. Aunque estaba segura de que nos ayudaría, para ser sincera, no esperaba que adoptara un papel tan activo.
—Bueno, entonces, me retiro. En realidad, lo siento, pero ¿le importa si hablo con la señorita Katarina en privado, solo un momento? —pidió Lahna, mirando en dirección a Sora.
—Si está con usted, señorita Lahna, no veo ningún problema en ello. Esperaré fuera. —Sora salió de la habitación.
Cuando nos quedamos las dos solas en la habitación, Lahna me miró directamente a los ojos con expresión seria y me preguntó:
—¿Por qué ha decidido venir a contarme este problema?
—Porque estaba segura de que usted nos ayudaría a rescatar a Fray, señorita Lahna —respondí con firmeza.
—¿Pero por qué? —continuó Lahna, sin dejar de mirarme. Sus ojos mostraban que hablaba muy en serio.
Después de haber llegado tan lejos, no tenía intención de andarme con rodeos.
—Sé que se preocupa mucho por sus subordinados, señorita Lahna. Tampoco creí que abandonaría a Fray, un miembro en apuros de su familia —le respondí con decisión. Una vez hube declarado sin ambigüedades que Fray Randall era un miembro de la familia de Lahna, sus ojos se abrieron de par en par y las comisuras de sus labios se torcieron ligeramente en una sonrisa.
—¿Cuánto hace que lo sabe? —preguntó con una sonrisa casi maliciosa. Estas palabras fueron la única prueba que necesitaba de que mis sospechas eran ciertas. Por fin, había descubierto la verdadera identidad de Lahna Smith, el enigma del Ministerio de Magia, a quien nadie había logrado identificar hasta ahora.
Sin dejar de mirar a Lahna, respondí a su pregunta:
—A medida que fui pasando más tiempo con usted mientras estaba en esa otra apariencia, empecé a sentir una mayor afinidad con usted, y comencé a observarle más de cerca. Después de eso, pronto me di cuenta de dónde más le había visto.
Lahna parpadeó, sorprendida al oír mi respuesta, y luego dejó escapar un largo suspiro.
—Y pensar que se daría cuenta tan pronto, señorita Katarina. Modifiqué sustancialmente mi actitud, e incluso utilicé una herramienta mágica para alterar mi aspecto. ¿De verdad fue tan fácil darse cuenta?
Al ver que Lahna parecía un poco abatida, negué con la cabeza.
—No, definitivamente no fue fácil. Si no hubiera pasado tanto tiempo a su lado mientras estaba bajo esa apariencia, no creo que me hubiera dado cuenta. Sin embargo, reconocer a la gente cercana a mí es mi único talento.
—Ahora que lo menciona, Raphael dijo que usted también vio inmediatamente a través de su disfraz. Qué habilidad especial tan inesperada.
Lahna parecía realmente impresionada cuando dijo eso, pero ¿puede considerarse una habilidad especial? No creo que sea gran cosa. Además…
—Pero olvido rápidamente a cualquiera que no sea muy amigo mío, incluso después de intercambiar saludos con esta persona varias veces. Como resultado, no estoy muy familiarizada con la gente que ocupa puestos en la alta sociedad.
Por ello, no soy especialmente buena recordando a la gente.
—Ja, ja, ja, eso es bastante extremo. Así que en realidad solo funciona con un cierto subconjunto de personas.
—Precisamente. —Si pudiera ver a través del disfraz de cualquier persona, sería una habilidad bastante útil, pero en realidad se limitaba a las personas con las que me sentía cercana, lo que hacía que fuera muy poco útil.
Mi simple respuesta pareció hacerle cosquillas a Lahna, la cual empezó a reírse de nuevo. Cuando se le pasó la risa, dijo:
—Ahora, aunque odio cambiar de tema cuando por fin ha conseguido hacer uso de su habilidad especial, ¿podemos dejar esto entre usted y yo por el momento? Si la gente de por aquí se enterara de quién soy en realidad, causaría muchos problemas.
—Sí, señora. Eso es lo que me imaginaba, así que no se lo he dicho a nadie.
Si era un tema del que no le importaba que yo hablara, considerando su personalidad, habría esperado que Lahna fuera más franca al respecto. Que ella no lo hubiera revelado, me decía que yo tampoco debía hablar de ello.
—Ja, ja, ja, es muy perspicaz. Se lo agradezco. —Lahna volvió a reír.
—Um, parece que acerté al adivinar su otra identidad, señorita Lahna, pero me gustaría asegurarme de algo más. Al rescatar a Fray en esta ocasión estaremos desestabilizando los deseos del marqués Randall. Para ser franca, creo que lo considerará un acto hostil. Por lo tanto, ¿está segura de que aún quiere ayudarnos?
En su otra faceta, ella era la hija del marqués, y se rumoreaba que no se llevaban bien. Sin embargo, no podía confirmar hasta qué punto era cierto hablando solo con otras personas. Por eso, sentí que debía preguntarle a la propia Lahna si realmente estaba dispuesta a hacer algo que su padre pudiera considerar hostil.
Su respuesta a mi pregunta fue sencilla.
—Sí, eso no me molesta. Siempre he considerado a ese hombre como mi mayor enemigo. Aunque aún no estoy suficientemente preparada, es un adversario al que tendré que derrotar cuando llegue el momento. Enseñar los dientes brevemente ahora no será un gran problema. De hecho, estoy deseando ver cómo responde cuando alguien a quien solo consideraba una herramienta a su servicio, por fin le haga frente.
Estaba claro que aceptaba el riesgo.
Parecía que los rumores eran ciertos. De hecho, parecía que su relación no podía resumirse con palabras tan suaves como «no llevarse bien». Lahna no solo se refería a su padre como «ese hombre», sino que lo había identificado claramente como un «enemigo».
Me detuve un momento y luego dije:
—Ya veo. En ese caso, estoy deseando trabajar con usted.
Por la expresión en su rostro, juzgué que sería mejor para mí no seguir metiendo las narices en sus asuntos ni hacer más preguntas, así que me limité a inclinar la cabeza.
Lahna sonrió.
—Déjemelo a mí.
Una vez que terminamos nuestra discusión privada, Lahna volvió a su trabajo y yo me dirigí de nuevo a la sala donde me esperaban mis amigos, acompañados de Sora. Cuando llegué a la sala y anuncié que Lahna nos ayudaría, todos se sorprendieron y me preguntaron por qué. Cuando les dije que no podía decirles por qué, parecieron entender inmediatamente mi punto de vista y no insistieron más en el asunto. Estaban encantados de saber que íbamos a contar con un colaborador tan fuerte.
—Ahora que contamos con la colaboración de uno de los altos funcionarios del Ministerio, e incluso con la posibilidad de tomar prestadas herramientas mágicas, parece que no nos queda más remedio que darlo todo en este plan —gruñó Keith, sonando exasperado por este pensamiento. Todos los demás allí reunidos expresaron su acuerdo. Pasamos a concretar los detalles de nuestro plan para rescatar a Fray.
—En primer lugar, me gustaría asegurarme de que Fray está realmente dentro de la mansión —declaró Mary.
—Me parece justo. No tendría mucho sentido entrar a hurtadillas para descubrir que la persona a la que hemos venido a salvar no está allí —coincidió Alan.
—En primer lugar, aunque consigamos entrar, será imposible encontrar a Fray si registramos la mansión al azar. Si no podemos localizarla, será difícil sacarla de allí —comentó Keith.
—¿Está en la mansión o no, y si está, dónde está exactamente? Estas son las preguntas que tenemos que responder primero —declaré.
—Perdona, pero ¿podríamos pedir ayuda a ese osito para responder a esas preguntas? —sugirió María, levantando la mano.
—Por osito, ¿te refieres a…?
—Sí. Me refiero a ese osito que la señorita Lahna convirtió en una herramienta mágica.
Así que sí se refiere a ese oso que siempre adopta una actitud muy desagradable y combativa conmigo exclusivamente.
—La magia de Fray es fuerte, así que mientras tengamos un objeto al que ella le tenga mucho cariño, creo que será capaz de determinar su ubicación.
Cierto, ese oso tiene la habilidad de detectar personas con magia fuerte. Por otro lado, no puede rastrear a gente con magia más débil, pero la de Fray es fuerte.
—Ginger, ¿se te ocurre algo que posea Fray a lo que le tenga mucho cariño? —le pregunté a Ginger, quien era especialmente cercana a Fray.
—Algo a lo que le tenga mucho cariño… Con eso, ¿se refiere a algo como un objeto que aprecie mucho?
—Sí. ¿Se te ocurre algo?
—Déjeme ver. Se me ocurre algo, pero si lo llevaba consigo, no lo encontraremos en la Academia. No sé si todavía estará en su dormitorio.
—Ya veo, así que su dormitorio sigue como lo dejó. Bien, vayamos a ver su habitación —sugerí.
Keith me paró en seco.
—Hermana mayor, tienes demasiada prisa. Si vamos a la habitación de Fray, sería más eficaz llevarnos al oso. María, ¿está la herramienta mágica en tu casa ahora mismo?
—Sí. Está en mi habitación del dormitorio del Ministerio. ¿Voy a buscarla ahora?
Antes de que pudiera decir que sí, Keith volvió a cortarme.
—No, no hay necesidad de ir a buscarlo ahora —dijo, negando con la cabeza.
—¿Por qué no? Tenemos que darnos prisa —exclamé, empezando a levantarme de la silla.
Keith me miró fijamente y me amonestó con las siguientes palabras:
—Acabamos de oír que Fray es insustituible para el marqués Randall, ¿verdad? No tienes por qué preocuparte tanto. Más bien debería decir que, si actúas con prisa mientras te inquietas, el riesgo de que el marqués Randall descubra nuestro plan será mayor. Existe la posibilidad de que el dormitorio de Fray esté siendo vigilado. Entrar ahora sería peligroso.
Hice una pausa para digerirlo.
—Ya veo. Tienes toda la razón.
Había estado a punto de volver a lanzarme de cabeza. Necesitaba reflexionar sobre esta mala costumbre mía.
—Bueno, entonces parece que tenemos que confirmar si el marqués Randall tiene a alguien vigilando la habitación de Fray antes de entrar allí. ¿Le pedimos a alguien que sea especialmente bueno en ese tipo de cosas que vaya a comprobarlo? —sugirió Mary.
¿Conocía Mary a alguien que pudiera ser bueno en ese tipo de cosas?
Empecé a preocuparme por la compañía que tenía.
—No, no quiero darle al marqués la oportunidad de descubrir nuestro plan buscando a alguien fuera de este grupo. Por esa razón, aunque lamento pedir esto cuando ya estás ejecutando una petición para trabajar como guardaespaldas de Katarina, Sora Smith, ¿te importaría ir? —preguntó Keith, dirigiendo su mirada hacia Sora.
Haciendo memoria, a él se le daban especialmente bien este tipo de cosas. Aquella vez que tuvimos que rescatar a Keith, Sora había explorado los alrededores por mí.
Tras un breve suspiro, Sora respondió:
—Entendido. Como ya me han arrastrado hasta aquí, los acompañaré a todos hasta el final. Iré a confirmar si hay alguien vigilando el dormitorio de Fray Randall.
Dio la impresión de que no le quedaba más remedio que aceptar.
—Pues bien, una vez que estemos dentro del dormitorio de Fray, buscaremos algo que le guste mucho y luego haremos que el oso olfatee el olor de Fray a partir de ello para que pueda rastrear su ubicación. Cuando lo tengamos, iremos a rescatarla. Sí. Empiezo a sentir que realmente podemos hacer esto.
Después de hacer esta declaración, todos me miraron como si no estuvieran seguros de lo que debían decir.
Pero al cabo de un momento, Alan advirtió:
—Aún no sabemos si la primera parte de tu plan tendrá éxito, y el rescate en sí parece la parte más difícil. —Luego, sonrió irónicamente—. De igual manera, por alguna extraña razón, oírte decir eso me hace sentir que quizá podamos hacerlo.
Todos los demás adoptaron una expresión similar.
—Tienes toda la razón. Mientras tengamos a la señorita Katarina con nosotros, todo parece posible —declaró Mary.
—De hecho, creo que la señorita Katarina resolverá esta crisis de forma espléndida, como la protagonista de un cuento —añadió Sophia.
María asintió.
—Sí. Con la señorita Katarina, estoy segura de que todo saldrá bien.
Keith vaciló antes de contestar:
—Entiendo sus puntos de vista. Hay algo en mi hermana mayor que me hace pensar que de algún modo podremos hacerlo.
Sora se limitó a dedicarme una sonrisa maliciosa, como un niño atrapado en una travesura.
—De acuerdo, entonces, ¡hagamos todos lo posible por rescatar a Fray! —grité, levantándome de la silla y alzando el puño en el aire. Pero, por alguna razón, me di cuenta de que no tenía fuerzas y volví a sentarme en la silla.
—¡Hermana mayor! —gritó Keith.
—¡Señorita Katarina! —gritaron las otras chicas.
—¡Katarina! —gritó Alan.
Con cara de asombro, todos se amontonaron a mi alrededor.
—¿Qué te pasa?
—¿Has comido algo raro?
—¿Te duele el estómago?
¿Por qué todo el mundo da por sentado que he comido algo raro o que me duele el estómago cada vez que me encuentro mal? ¿Por qué son siempre esas sus primeras preocupaciones? Bueno, supongo que cuando era niña me hacía daño en la barriga comiendo fruta de los árboles que rodeaban mi casa, o comiendo demasiado en las fiestas de té, pero ahora he aprendido a reconocer los diferentes tipos de fruta, y a comer solo hasta estar un ochenta por ciento llena en las fiestas de té. Hoy en día, esas cosas casi nunca ocurren.
—No, no es que me duela el estómago. Es que parece que no tengo fuerzas para levantarme.
Después de informar de esto, Keith me miró detenidamente antes de poner su mano en mi frente.
—Ah, parece que tienes fiebre.
—¿Eh? ¿Fiebre? —Aunque yo no lo había notado, ahora que él lo mencionaba, me quedé perpleja al comprobar que mi cuerpo sí estaba muy caliente.
—Sí. ¿Tienes algún otro síntoma? ¿Como mareos? ¿O dolor de cabeza?
Una vez que Keith me preguntó esto, intenté prestar más atención a mi cuerpo, pero no sentí nada fuera de lo normal, aparte de que mi cuerpo se sentía muy caliente y falto de fuerza. Transmití esta información a Keith.
Después de pensarlo un momento, observó:
—Has tenido muchas cosas en la cabeza. Quizá sea el resultado de pensar demasiado. Antes solías tener bastante ese tipo de fiebre.
Ahora que lo pienso, puede que de niña tuviera muchas fiebres parecidas. En cualquier caso, como acababa de darme cuenta de que me había reencarnado en la villana de un juego otome, había tenido mucho en qué pensar.
—Ahora que lo mencionas, esto puede ser similar a los repentinos ataques de fiebre que tuve cuando aún era una niña. A menudo me sentía débil, como ahora…
Y entonces, solía darme mucho sueño.
Quise decírselos, pero antes de que mis labios pudieran formar las palabras, sentí que los párpados me pesaban mucho de repente.
—Ah, hermana mayor —oí decir a Keith sorprendido, antes de sentir que algo cálido envolvía suavemente mi cuerpo. Aunque no era suave, podía oír un agradable golpeteo. Pensé que no sería una mala manera de dormir. Cuando empecé a quedarme dormida, oí al agradable sonido acelerarse.