¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 52: La inclinación de la balanza

Yulan era un joven amistoso, de naturaleza amable y gentil y con una sonrisa suave, o eso creía la mayoría de la gente. Él mantenía las apariencias lo suficientemente bien como para que incluso Milania, quien conocía al verdadero Yulan, se lo creyera de vez en cuando. Si Milania no hubiera sido el mejor amigo de Klaude, seguramente no sabría de la doble naturaleza de Yulan.

En este momento, Yulan le estaba clavando una mirada desprovista de toda emoción; parecía que su agitación había alcanzado su apogeo. Milania recordaba que Yulan mantenía su fachada un poco más con él en el pasado, aunque eso fue más que nada durante la escuela media.

—Se ha vuelto bastante descuidado últimamente —le dijo a Yulan.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 51: Solo si tú lo pides

Violette tardó mucho tiempo en asimilar lo que estaba ocurriendo. Todo había sucedido en un instante, y todavía no sabía muy bien qué hacer. Se sentía arrastrada por la marea. No es que le moleste, necesariamente, pero estaba preocupada por Yulan. No quería que él soportara todo esto por ella.

Mientras trabajaba en las preguntas del examen, lo miró de reojo. Su expresión era la misma de siempre, y estaba resolviendo con diligencia los problemas de su último examen. Esa había sido su decisión, así que, aunque fuera por ella, no debía intervenir.

Quizás me estoy preocupando demasiado.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 50: Una sola norma

Estudiar con Violette, sentados uno al lado del otro mientras participaban en ligeras bromas, era una absoluta felicidad para Yulan.

Las orientaciones se daban sin ningún tipo de reparo; la mirada de Violette rozaba con gracia el papel mientras hacía su habitual gesto de colocar la punta de la pluma en sus labios. Las arrugas en su entrecejo y sus mejillas ligeramente hinchadas se transformaban en una sonrisa radiante cada vez que resolvía un problema. En estos momentos, su belleza era firme, como la inocencia de un niño que desafía un rompecabezas. Seguí leyendo “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 50: Una sola norma”

¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 49: Conciencia y prioridad

Alrededor de Violette, se escuchaba el roce de las telas, las respiraciones nerviosas y las puntas de las plumas arañando el papel. Aunque todos los sonidos eran débiles, llevaban un rato rechinando en sus oídos, haciendo que sus nervios estuvieran a punto de romperse. Su corazón latía tan fuerte en sus oídos que le preocupaba que los demás pudieran oírlo. Nadie podía, por supuesto. Seguí leyendo “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 49: Conciencia y prioridad”

¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 48: Antes del punto de inflexión

Gracias al ligero cambio de opinión de Maryjun, Violette se sintió un poco menos pesimista. Aunque la forma de pensar de su media hermana no había cambiado del todo, había aceptado que debían mantener las apariencias. Eso era lo más importante.

Sin embargo, esto no sería suficiente para cambiar la vida de Violette. Ella seguiría siendo excluida del círculo familiar, arrastrada y tirada a su antojo. Se planteó endurecer su corazón y abandonar la idea de acercarse a Maryjun. Seguí leyendo “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 48: Antes del punto de inflexión”

¡Juro que no volveré a acosarte! – Palabras del autor I

Hola, soy Reina Soratani.

Me gustaría agradecerles que hayan escogido leer este libro. Espero que lo hayan disfrutado, aunque sea un poco.

Empecé a publicar esta historia pensando que quería escribir una comedia romántica, pero de repente, se tornó seria.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 47: Un lugar donde su amor no puede ir

La habitación de Maryjun era como un mundo diferente.

La propia habitación de Violette era oscura, pintada de un color tenue y, sinceramente, parecía más una habitación de invitados que el dormitorio de una adolescente. Había sido suya desde que nació, pero a pesar de eso, nunca había pintado las paredes; no reflejaba sus gustos en absoluto. Aun así, tenía todo lo que necesitaba y era el único lugar de la mansión donde podía relajarse, así que Violette le tenía cariño.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 46: La excesiva conciencia de sí misma

Aunque Violette anunciara que estaba en casa, nadie la recibiría. A veces Marín la saludaba, pero cuando llegaba tarde como ahora, la doncella solía encontrarla más tarde en su habitación. La mansión estaba tan quieta y silenciosa como siempre; a pesar de las tres nuevas personas que vivían aquí, se sentía igual que cuando estaba sola.

Violette estaba tan alejada de su familia como cuando todos vivían en otro lugar.

—Señorita Violette, bienvenida a casa —dijo Marin—. Me disculpo por no haberla saludado en la entrada.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 45: Justificación requerida

Cuando Violette terminó de ayudar al consejo estudiantil, el cielo estaba oscuro.

Estaba tan concentrada en su trabajo que dejó que su segunda taza de té se enfriara. Se lo bebió rápidamente, no quería que se desperdiciara, pero seguía estando delicioso aunque no estuviera fresco.

—Siento haberla retenido tanto —dijo Klaude.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 44: Una cara no es toda la historia

Klaude miró hacia donde Violette trabajaba en silencio.

Su espalda, habitualmente recta, estaba encorvada, y se sujetaba el cabello con una mano mientras sus ojos escudriñaban el papel que tenía delante, sin desviarse ni una sola vez. Oyó el roce de la pluma unas cuantas veces, y una pequeña arruga apareció en su frente, haciendo que su expresión pareciera casi severa. En el pasado, él habría asumido que esto significaba que a ella no le gustaba este trabajo y que estaba de mal humor. Lo utilizaría como excusa para pensar mal de ella.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 43: El agradecimiento como disculpa

Con la petición de Klaude, la balanza se inclinó a favor de posponer el doloroso viaje de Violette a casa.

Ella no estaba enfadada con Klaude; sinceramente, le estaba agradecida. Sabía que no le gustaba, y había planeado darle el mayor margen posible para evitar que la gente hablara sobre ellos. Hasta ahora, le había costado evitarlo, y cuanto más tiempo pasaban juntos, más probable era que sus acciones pasadas y presentes se agruparan en un enorme y molesto lío. Debería alejarse de él siempre que tuviera la posibilidad.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 42: Completamente vacío

¿Qué hacían los estudiantes cuando terminaban sus clases?

Algunos se iban a casa de inmediato, otros daban un paseo, y la mayoría se ocupaba de los asuntos fuera del horario de la academia. Si tenían planes, se quedaban fuera, o se iban a casa si no los tenían. Pero ¿la renuencia a ir a casa podía contar como un plan? Violette no tenía amigos con los que salir. Yulan probablemente se quedaría con ella si se lo pidiera, pero se sentiría mal quitándole tiempo solo porque no quería ir a casa.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 41: Tú no mientes

El periodo de almuerzo se acercaba a su fin. Todavía no había sonado el timbre, pero la gente ya había terminado de comer y salía de la cafetería o se relajaba y charlaba con sus amigos. Hoy, Violette quería unirse a los que se iban. Podría haberse quedado a charlar si fuera solo Yulan, pero rodeada por Klaude, Milania y Gia también, sintió que no podía quedarse ni un momento más.

Yulan ya había terminado de comer cuando Violette tomó el último sorbo de su té negro.

—¿Terminaste? —preguntó Yulan.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 40: Como una escena de un cuento de hadas

Hoy parece tan directo… Eso es inusual, pensó Gia mientras masticaba y disfrutaba de sus enormes bocados de pan, observando a Yulan con interés. Por lo general, Yulan era un ancla firme para los altibajos de Gia. No solía ver a su amigo así, y eso le hizo replantearse un poco las cosas.

Gia aún recordaba el día en que conoció a Yulan.

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¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 39: Si eres tú…

No fue solo Violette quien se quedó helada ante la pregunta; Klaude y Milania parecían tan sorprendidos como ella. Lo más llamativo fue que el aire que rodeaba a Yulan pasó de ser rosa brillante a gris sombrío.

La pregunta había sido un poco grosera, pero Gia actuaba como si fuera algo natural. Y Violette supuso que tenía sentido que sintiera curiosidad; reconocería todos los rostros reunidos en la mesa, pero probablemente nunca los había visto juntos. Sus posiciones, sus edades, y sus géneros eran diferentes; no había un hilo conductor que los uniera.

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