Apaga las Luces – Capítulo 18 (II)

Traducido por Shiro

Editado por Sakuya


Unos días atrás, cuando Mason bajó del yate de Noah y fue a Westwood Village cuando aún llovía. La prima de Haley, Joy, vivía ahí.

Fue ella quien tomó la fotografía de Mason y Noah entrando a una habitación de hotel, y fue Sandra la primera en publicarla en Twitter. Después de eso, Anna, Jason, Colin y todos los demás la compartieron también añadiendo: «Jódete». Si Noah no hubiese hecho la locura de tomarlo de la mano e invitarlo a una cita a la mañana siguiente, Mason habría estado realmente jodido.

Aunque se culpaba por haberse descuidado aún sabiendo que Joy lo estaba siguiendo, las cosas no iban a terminar con él aplaudiendo y diciendo: «Me jodiste, ¡asombroso!»

Primero fue a un centro comercial y compró ropa, una gorra, un par de guantes, un impermeable y un cuchillo de cocina de aspecto aterrador. Era más fácil asesinar con una pistola, pero no había nada mejor que un cuchillo para asustar a una persona.

Mason se puso la ropa negra y la gorra debajo del impermeable y fue a la casa de Joy. Como era un condominio bastante bonito, había instalado un circuito cerrado de televisión, con cámaras en muchos lugares distintos. Sin embargo, parecía que no habían sido instaladas por un profesional ya que había muchos puntos ciegos.

Entonces, presionó el timbre y esperó, pero no se escuchó sonido alguno en el interior durante largo rato.

¿Acaso sabía de antemano que vendría y se escondió? ¿O estará fingiendo no estar en casa?

—Joy no es tan inteligente —murmuró Mason, y giró el picaporte sin pensarlo. La puerta se abrió con facilidad, frunció el ceño.

Esto no estaba en su agenda. Con cuidado, miró por la ranura y luego abrió la puerta de par en par, listo para enfrentarse al caos. Entonces observó detenidamente el interior. Podían decir que era el trabajo de un ladrón, pero Mason sabía que no era así. No había manchas de sangre ni marcas de cuchillos o balas en ninguna parte. Pero los armarios estaban vacíos y la caja fuerte estaba abierta. Si bien estaba hecho un lío, el lugar no había sido saqueado.

Escapó.

Mason parpadeó y lamió sus labios. Seguramente estaba asustada por el problema que había ocasionado, pero ¿en lugar de contratar a un guardaespaldas, prefirió escapar? Era extraño que empacara sus cosas en un apuro y se hubiera ido.

Con una sensación inquietante, abandonó el lugar y fue a casa de Anna, la cual queda a cuatro manzanas de distancia, solo para encontrarse con la misma situación. Jason, Jordan, Sandra y todos; nadie contestaba sus llamadas. Para ser más precisos, sus números de teléfono habían sido cortados.

Mason pensó un poco al respecto y decidió llamar a Pitzroy Greenham, ahora detective privado en Los Ángeles, pero alguien que había trabajado junto con él en Zii tres años atrás

—¿Qué? —preguntó de nuevo a Pitzroy.

Joy Clank fue primero a casa de su amiga en Santa Mónica. Cerca de dos horas después, fue echada de ahí por alguien. Entonces fue a un motel y abandonó ahí a sus dos niños. Ah, los niños serán enviados a un refugio mañana. Después de abandonarlos, fue vista dejando el motel y siguiendo a un grupo de personas vestidas de negro y… desapareció. Desde entonces no se sabe de ella. Podría estar en cualquier parte.

Mason frunció el ceño. Le había pedido a Pitzroy que encontrara a Joy, Anna, Jason y los otros.

—¿Qué significa eso?

¿Piensas seguir preguntándome? Si lo vas a hacer, voy a tener que buscar una grabadora. Así no tendré que seguir repitiendo la respuesta. —Sonaba molesto, y Mason se dio cuenta que no era un símil o una metáfora lo que decía. Todos los rastros habían sido eliminados, habían «desaparecido», por lo que Pitzroy ya no podía seguirles la pista.

—¿Todos?

Ahora sí estamos hablando. ¿Son buenas personas? —le preguntó—. Percibo una situación peligrosa. Será difícil para ti encontrarlos. Tendrá que darme más dinero para esto. —Lamió sus labios.

—No, está bien —contestó Mason con resolución después de pensarlo un poco.

¿Está bien? ¿No los buscarás?

—No. Solo los buscaba porque soy alguien cercano a ellos. —Solo quería comprobar si planeaban ocasionar más problemas o si tenían los medios para hacerlo.

Caray, qué frío —dijo y dejó escapar un silbido—. Esas personas podrían estar muertas.

—¿Y? —añadió con indiferencia—. ¿Por qué debería preocuparme por ellos? —No eran sus familiares, y tampoco le importaba que tuvieran un nexo sanguíneo.

La otra persona lamió sus labios, sabía que había perdido una oportunidad de hacer dinero.

Cierto. También me pareció que era un trabajo peligroso. Es bueno parar aquí, pero… —continuó murmurando con enfado. Parecía dudar, como si sintiera que debía terminar el trabajo que había comenzado—. Ah, pero tú… ¿Quién te recomendó que me contactaras? Fue Mason, ¿cierto? Hablaste como ese hijo de…

—Buen trabajo. Depositaré el dinero al número de cuenta de siempre —interrumpió a la otra parte y colgó después de hablar.

Ese hijo de perra siempre había sido rápido. Por supuesto, si no lo fuera, sería difícil ganarse la vida investigando la vida de otras personas en secreto. Siempre hablaba en exceso, pero era bueno en lo que hacía y parecía seguir siendo el mismo.

Mason clavó su mirada en el auricular del teléfono público durante un rato antes de suspirar, colgar y darse la vuelta.

—¿Terminó sus asuntos? —Phil, quien se encontraba a unos pasos de distancia detrás de él, preguntó. Mason lo vio mirar su reloj con rostro indiferente.

Tenía una vaga idea. Parecía que todos ellos habían desaparecido debido a las palabras de este hombre o, para ser más precisos, las de Noah.

No era fácil para una persona desaparecer de repente sin dejar rastro alguno, y si eran más de dos, se hacía más difícil. Quien podía hacer eso era alguien poderoso o con mucho dinero. Pero, para una persona que tuviera ambos, era muy sencillo.

—No veo al Sr. Raycarlton. ¿Está ocupado? —preguntó en lugar de: «¿Qué le hicieron a mis parientes?».

—Siempre está ocupado —contestó con frialdad y levantó su cabeza.

Mason rió por lo bajo ante su penetrante mirada.

—Parece que no le agrado.

Cualquiera era libre de sentir aversión por él, pero Phil era terrible controlando su expresión facial, especialmente siendo el secretario de «Noah». Por supuesto, también podría estar pensando que no valía la pena el esfuerzo.

La pregunta lo tomó desprevenido, y frunció el ceño.

—Solo me pregunto… qué estará pensando el Sr. Raycarlton. No logro entenderlo.

—Ah, me pasa lo mismo. ¿Quién no siente curiosidad? —dijo Mason sin gracia, y Phil suspiró y se alejó caminando para abrir la puerta del auto como si le estuviese diciendo «cállate y entra».

Después de que Mason cerrara su boca y entrara al auto, Phil cerró la puerta y se subió al asiento del pasajero. Entonces arrancaron sin problemas y los autos de la empresa de seguridad rodearon el área. Los paparazzi que los estaban esperando, obviamente los siguieron.

Mason dejó escapar un largo bostezo y miró por la ventana. Los paparazzi tocaban la bocina, cambiaban de canal de manera peligrosa y a veces hasta lanzaban latas en su dirección para llamar su atención. Solo había sufrido esto durante tres días, pero sentía que ya los odiaba tanto como al jefe de Zii, Beretta. Estaba a punto de desviar la mirada, cuando…

Sobresaltado, Mason trató de levantarse y terminó golpeando su cabeza contra el techo del vehículo.

Ugh.

Sosteniendo su frente, siguió mirando por la ventana.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien? —preguntó Phil, sorprendido.

—¡Detén el auto! ¡Rápido! —gritó Mason en lugar de contestarle.

El estridente sonido de los frenos se escuchó tan pronto Phil levantó su mano, y Mason se bajó y miró hacia donde había estado mirando hace unos momentos.

—¿Haley? ¿Sucede algo malo? —insistió Phil al ver su expresión tan seria, pero Mason mordió su labio y dirigió una mirada fulminante hacia donde se encontraban reunidos los reporteros en la calle.

No vi mal. Sin duda, bajo el farol, esos dos estaban ahí de pie con cámaras. Aaron y Ashley… estaban escondidos entre los reporteros buscando a alguien.

♦ ♦ ♦

Mason clavó su mirada en Noah, el cual se encontraba sentado opuesto a él en la mesa cortando su bistec. Como el joven maestro educado y adinerado que era, no había error alguno en sus modales. Usaba el tenedor y el cuchillo en el orden correcto, sostenía la copa con cuidado, cortaba la carne y la masticaba. Sus movimientos no eran forzados. Eran naturales y exudaban una dulzura, lo cual era característico de Noah Raycarlton.

Mason, siendo tan solo un mercenario, desgarraba la carne como le placía y la consumía, mientras veía a Noah cenar como si formara parte de una película.

—¿Estás viendo a un mono comerse una banana en un zoológico? —inquirió Noah con tono apático al alzar la cabeza, tras lo que colocó el tenedor sobre el plato.

—Por favor, coma más —le contestó Mason en lugar de refutar sus palabras, y empujó la ensalada en su dirección.

Noah sonrió con satisfacción y tomó las pinzas de la ensaladera.

—¿Estuvo ocupado hoy? —preguntó Mason mientras masticaba el filete.

Eran pasadas las once de la noche cuando regresó a casa y, debido a eso, estaban cenando casi a la medianoche. Noah, quien estaba aderezando la ensalada, ladeó la cabeza con curiosidad y sonrió.

—¿Por qué? ¿Te decepcionó que enviara a Phil en mi lugar?

—¿Eh? Ah, claro —contestó de paso, mientras que el otro seguía sonriendo con dulzura, como un verdadero amante.

—No fue nada urgente —dijo después de reír por lo bajo—, mis padres me llamaron. También tenía tiempo sin visitarlos. —De manera desafiante, apoyó el brazo en la mesa y lo agitó mientras decía—: Ser un hijo es muy agotador.

—Puedo ver por qué… —Asintió, sintiendo compasión por la Sra. y el Sr. Raycarlton, los cuales debían estar conmocionados a causa del escándalo de su hijo. Si los medios, siendo estos irrelevantes, actuaban como locos, ¿cómo se sentirían los padres? Su precioso hijo se involucró con el infame y vulgar drogadicto.

—Dijeron que querían conocerte en alguna oportunidad.

—¿A mí? ¿Por qué? —preguntó, desconcertado.

—¿Probablemente porque eres la persona con quien estoy saliendo? —inquirió a su vez Noah, y siguió comiendo ensalada.

Los labios de Mason estaban crispados mientras observaba al otro comer.

—Entonces, ¿les explicaste que no es cierto?

—Les dije que luego te presentaría. ¿Puedes darme una fecha en la que no estés filmando? —le preguntó, sonriendo con dulzura.

—Ah, la ensalada de hoy está muy fresca. —Cambió de tema.

Noah se encogió de hombros y llevó la copa a sus labios para beber un sorbo. Solo se escuchaba el sonido metálico de los utensilios a la mesa en la que se encontraban ambos comiendo.

Mason elevó de nuevo su mirada y vio a Noah masticando con expresión reservada.

No hacía mucho, de camino de regreso a la mansión de Noah, Mason había visto a Aaron y Ashley en la calle. Holgazaneaban a un lado, mezclados entre los paparazzi como si buscaran a alguien, y luego desaparecieron. Era obvio que la persona a quien buscaban era Noah.

Por fortuna, hoy no fue así, pero ¿qué habría pasado si Noah hubiese ido a recogerlo como había sucedido durante los últimos días? Probablemente no habrían podido hacer mucho en medio de la multitud de guardaespaldas y docenas de cámaras, pero nadie sabía lo que harían por estar arrinconados y sin poder hacer nada. Ya de por sí era inusual que aparecieran donde lo hicieron.

—Oh, ¿le han estado acompañando sus guardaespaldas recientemente? —Mason miraba las mejillas limpias de Noah cuando, de repente, preguntó eso como si justo lo hubiese recordado en ese momento.

—Usualmente lo hago. ¿Por qué? ¿Alguien está tratando de lastimarme de nuevo? —Noah usó la misma excusa que Mason le dio en la habitación de hotel unos días atrás.

Tragándose su respuesta afirmativa, Mason cortó la papa, impasible.

—Porque los paparazzi han estado muy violentos.

—Eso es cierto. —Chasqueó la lengua, indicando que Mason se estaba preocupando innecesariamente.

—Hasta he recibido amenazas terroristas —dijo después de beber un sorbo de agua—. No está de más ser cuidadoso. —Trató de hacerlo pasar por un comentario casual, pero estaba bastante preocupado.

—¿Estás preocupado por mí? —Noah tragó el vino y preguntó ladeando la cabeza.

—Pues…

—¿Pues…? —Como Mason trató de restarle importancia de nuevo, Noah lo animó y entrecerró los ojos.

Que si estoy preocupado… ¿Qué está diciendo? Su cuerpo está saludable y tiene dinero y poder suficientes como para hacer desaparecer a algunas personas. No hay nada por lo que deba preocuparme, pero… 

Mason encontraba sus pensamientos ridículos y frustrantes pero, sorprendentemente, estaba preocupado por él. No llegaba a un nivel alto, pero ocasionalmente, sacrificaba su paz y bienestar mental al preocuparse por él.

Se preguntaba qué clase de idiota se comportaría de esta forma e intentó dejar de pensar en ello, pero la verdad no podía negarse. En el elevador, en el barrio junto al set, en el hotel, e incluso ahora, Mason estaba preocupándose estúpidamente por Noah. ¿Debería pensar con seriedad acerca de por qué se comportaba de ese modo?

—En realidad… estoy preocupado por mí —murmuró, y bebió algo de agua.

Noah rió con levedad y bebió su vino.

—¿Qué le hace gracia?

—Es solo que… —dijo, agitando ligeramente la copa de vino—. ¿Cómo puedo decirlo? Pienso que sería agradable que alguien se preocupara por mí.

—¿Necesita que me preocupe por usted? —Debido a sus preocupaciones innecesarias, Mason, quien dudaba acerca de su propia salud mental, preguntó frunciendo el ceño.

—Ah, por supuesto. ¡Por supuesto que lo necesito! —dijo y bebió el resto de su vino—. Preocuparse por alguien significa que hay afecto.

«Preocuparse por alguien significa que hay afecto».

—Este, bueno… Pedir eso es un poco extravagante —comentó al escuchar su declaración.

—Solo digo que sería agradable si ese fuera el caso —murmuró sonriendo y elevó la botella de vino. Lamió sus labios algo húmedos con su lengua y sirvió vino fresco en la copa vacía.

—Creo que ha bebido de más.

Me parece haber escuchado que no tolera bien la bebida.

—¿Eh? —contestó Noah ante su comentario, y revisó la botella—. Ah, parece ser cierto. Pensé que habíamos bebido juntos, pero resulta que solo yo he bebido. Una botella para mí solo, es demasiado. ¿No bebes vino? Pero ¿no bebiste ayer un poco? —preguntó.

Mason mantuvo su boca cerrada.

—¿Por qué no bebes una copa? ¿Tienes que filmar en la mañana? —Movió la botella.

—No, no es eso. Es solo que el alcohol… —Entró en pánico y agitó su mano.

—¿Qué ibas a decir? Sería solo un poco.

—Pues… —Pensó un poco, buscando elegir sus palabras con cuidado—. Creí que una copa estaría bien, pero después de hacerlo ayer, cambié de opinión.

—¿Por qué? —Noah parecía querer provocarlo un poco al ver su expresión de pánico. Entonces lamió sus labios y preguntó—. ¿Porque te pusiste cachondo? —La mirada de Noah se detuvo al borde de la mesa; los muslos de Mason descansaban debajo de este. A continuación, rió por lo bajo como si hubiese recordado lo que se encontraba entre sus piernas.

Mason apoyó el tenedor y el cuchillo sobre la mesa.

—Sr. Raycarlton. —Ante la voz firme de Mason, Noah alzó ambas manos. Con eso le decía que sabía que se sentía incómodo pero que, siendo solo una broma, no necesitaba ponerse tan serio.

—Aun así, ¿no quieres beber algo ahora? —Noah sonreía mientras tocaba la copa de vino de Mason con la botella que sostenía, como si estuviera listo para servirle.

Mason se mordió los labios y se levantó de su asiento. Noah lo miró algo sorprendido, pero el otro evadió su mirada.

—Parece que ambos hemos terminado de comer, así que me retiro.

—Esa no es la manera apropiada de decirlo —le dijo a Mason, como si su comentario no formara parte de la etiqueta de ninguna ciudad—. ¿Ya te vas? —le preguntó, algo desconcertado.

—De pronto me sentí cansado. Buenas noches. —Mason no esperó por su respuesta y salió del lugar como si estuviera huyendo.

Noah, sorprendido, miró con fijeza la puerta a través de la que el otro había desaparecido. Tras parpadear varias veces, su mirada volvió a descansar sobre la mesa, donde el plato y el vaso de Mason quedaron sin terminar.

—Ahh…

Bebió el vino con expresión apática y se sirvió lo que quedaba en la botella. Una cantidad considerable fluyó a su copa y él se lamió los labios.

—Te dije, una botella es demasiado para mí —murmuró y rió mientras bebía el resto del vino.

4 respuestas a “Apaga las Luces – Capítulo 18 (II)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido