Apaga las Luces – Capítulo 19 (II)

Traducido por Shiro

Editado por Sakuya


En lugar de abrazarlo como la última vez, tocó su frente, la cual estaba llena de sudor frío.

Ciertamente, es difícil, pensó Mason mientras miraba las manos de Noah que le agarraban la ropa. Era difícil y peligroso. Si lo agarrara con más fuerza y lo golpeara, podría escapar de algún modo, pero no podía sacudirse esa mano temblorosa. En ese momento, lo que quería era sentarse y abrazarlo.

Mason pensó con amargura que habría sido mejor si no se hubieran encontrado de nuevo. En cambio, habría sido mejor solo pensar de vez en cuando que, en algún lugar, Noah estaba comiendo y viviendo bien.

Por supuesto, si se hiciera a un lado que a veces tuviera pesadillas como esta, parecía estar comiendo y viviendo bien. Sin embargo, después de verlo en ese estado, Mason no podía sentirse cómodo.

—Todo estará bien —dijo con un suspiro mientras miraba las manos de Noah.

Así como otras personas lo habían rescatado cuando Mason, reacio, lo dejó para llamar a una ambulancia, Noah estaría bien.

No funcionará si no soy yo. Quiero salvarlo.

Aunque estos pensamientos circulaban sin cesar por la mente de Mason, haciendo que se enfureciera y se sintiera conflictuado, hizo su mayor esfuerzo por conservar su racionalidad.

Retiró la mano temblorosa y llena de sudor frío de Noah mientras lo sostenía, la cual cayó con facilidad sobre la cama. Mason dejó escapar un suspiro. ¿Por qué se sentía infeliz si fue él quien retiró la mano? Comenzó a preocuparse por su comportamiento mientras se levantaba, y en lo rápido que se convertía en un retrasado con cualquier cosa que estuviera relacionada con Noah.

Debería irme rápido.

—… Vayas. M… son.

Estaba a punto de salir corriendo cuando, para su sorpresa, escuchó una voz suplicante a sus espaldas, y se volvió para mirarlo.

¿Acaba de decir «Mason»…? ¿Yo?

Mason parpadeó y lo miró. Noah jadeaba y se mordía los labios, su rostro lleno de lágrimas que parecían ser de tristeza, rabia y dolor. Entonces, chasqueando la lengua, se volvió de nuevo.

Debí escuchar mal.

Preocupado de que estuviera comenzando a perder la razón, recogió el bolso que había dejado en el suelo.

—… ason… Ma…

Él, quien acababa de darse la vuelta, miró a Noah de nuevo. Esta vez seguro de que su mente no le estaba haciendo jugarretas.

¿De verdad acaba de decir mi nombre?

Entonces sus labios se movieron cuando se quedó sin aliento.

Los ojos de Noah, los cuales habían estado cerrados mientras dormía, estaban ahora abiertos con sorpresa. Entonces parpadeó, y las lágrimas que se habían acumulado, dándole un toque acuoso a su iris verde, cayeron sobre la cama.

—No… Sr. Raycarlton. ¿Podría dejarme ir? —preguntó, señalando la muñeca que Noah había agarrado con firmeza. La mano que Mason había retirado previamente ahora tenía aprisionada con gran fuerza su muñeca derecha.

Noah parpadeó de nuevo. Las largas y húmedas pestañas luciendo dramáticas.

—¿Adónde vas?

—¿Perdón? ¿Qué quiere decir…?

¿En lugar de preguntar por qué estoy aquí, me pregunta adónde voy?

Mason, ponderando acerca de qué clase de pregunta era la que le estaba haciendo, respondió:

—A mi habitación…

El mundo dio vueltas cuando sintió un fuerte dolor en el brazo.

Mason tomó una bocanada de aire y encogió su cuerpo. Pronto, su espalda estaba tocando las sábanas. Noah había tirado de él, y de estar de pie pasó a estar acostado sobre la cama. A causa de la sorpresa, sin aliento, levantó la cabeza y frunció el ceño.

—¿Qué pasa?

Noah lo miraba, inexpresivo. En ese momento, con respiración entrecortada, Mason se dio cuenta de que había sido acorralado.

—Um, Sr. Raycarlton… esta posición es muy extraña, y usted da miedo… —balbuceó.

—¿Por qué…? ¿Por qué estás aquí? —preguntó con lentitud.

—Ah, eso es… —Puso los ojos en blanco y continuó—: Pensé que este era mi cuarto y entré.

—¿Quieres que crea eso? —Desplazó la mirada y vio el bolso negro en el suelo—. Ajá… —Asintió, comprendiendo—. Viniste por tu bolso —dijo con más gentileza de la que Mason había imaginado. Como si estuviera diciendo: «Sí, eso tiene que ser».

»Iba a devolvértela de inmediato, pero olvidé hacerlo ayer y hoy también… Luego lo recordé en la tarde, y pensé en entregártela después de la cena, pero lo olvidé de nuevo. No me la iba a quedar.

Mason asintió cuando escuchó la explicación de Noah. De igual forma, ahí no había nada que pudiese querer. No había razón para que a un hombre que encontraba engorroso un yate le importaran unos cuantos fajos de dinero, unos pasaportes y la fotografía de gente muerta.

—No hubo ningún malentendido. Además, usted no es esa clase de persona… —Mason, quien estaba a punto de sonreír y levantarse pensando que podría disculparse por asustarlo y abandonar la habitación de manera amigable después que Noah se hiciera a un lado, dijo—: ¿Puede mover los brazos?

Noah miró sus brazos y repitió:

—¿Brazos?

Algo no va bien. ¿Por qué está actuando como un idiota…?, pensó Mason.

—Sí. Estoy intentando levantarme, pero sus brazos no me lo permiten —intentó razonar de nuevo tras escuchar el tono poco convincente y sin malicia de Noah.

El hombre miró el rostro de Mason y luego sus brazos.

—Ahh. —murmuró, como si hubiese comprendido a lo que se refería.

¿Qué le pasa? ¿No está del todo despierto?

Mason sonrió con levedad y Noah, cuyo rostro se había mantenido inexpresivo, sonrió ligeramente también.

—Bueno, vamos.

Tomó a Noah por los hombros para mover sus brazos, pero este, inexpresivo una vez más, dijo:

—No quiero.

—¿Eh? —Creyendo haber escuchado mal, preguntó de nuevo.

Noah estiró los brazos y tiró del cabello de Mason con suavidad.

—Ugh. —Se levantó a medida que tiraban de su cabello.

—¿Adónde crees que vas…? —le susurró Noah al oído, mientras que con su rodilla hacía presión entre las piernas de Mason.

Siendo el receptor de sus movimientos, a Mason se le erizo la piel, mirando, perplejo, al hombre frente a él.

—¿Cuándo estás así de mojado ahí abajo? —Noah finalizó la pregunta ladeando la cabeza, desconcertado.

♦ ♦ ♦

Noah no era susceptible al alcohol. Apenas emborrachándose por mucho que bebiera. El problema era que, si consumía alcohol después de cierto límite, por ejemplo, más de una botella de vino, la enfermedad mental que mantenía reprimida, resurgía.

De ese modo, regresaría al momento en el que su estado mental era más débil, entre los dieciséis y dieciocho años. Y si se iba a dormir, soñaba con su niñez. Por supuesto, en ocasiones aún soñaba con el secuestro, pero si había alcohol involucrado, el sueño se tornaba extremadamente realista y detallado.

Ese sueño tan realista era imposible de soportar para él, al punto en el que llegaba a sentir ganas de vomitar. Recordaba cada una de las palabras de la mujer con claridad e incluso, el calor y el olor polvoriento del pequeño maletín.

A diferencia de cuando era un niño, la parte que más detestaba del sueño era cuando Mason lo rescataba.

Claro, el momento del rescate, sin duda, era dulce. Mason era gentil y amable, y su mirada, en principio indiferente, se volvía cálida y comprensiva. A pesar de estar sucio y maloliente, lo miraba con cariño, se quitaba la ropa y lo vestía con ella. Entonces estiraba los brazos, lo abrazaba y le susurraba: «Todo está bien ahora».

En ese momento se sintió incomparablemente tranquilo y pleno. Sin embargo, la razón por la que a Noah no le gustaba ese momento tan dulce y feliz era por lo que sucedía a continuación.

—¡No me dejes! —le decía con seriedad, cosa que hacía que Mason lo mirara conflictuado y lo abrazara con fuerza. Su abrazo cálido y amable, pero Noah sabía que pronto lo dejaría. Entonces, apenas cerraba los ojos, sentía cómo Mason se iba. Quería agarrarlo y detenerlo, pero no podía mover su cuerpo.

Fue terrible que Mason se fuera. Sin embargo, a diferencia de cualquier otra parte del sueño, su partida no era el final de la historia. Muchas cosas podía considerarlas parte del pasado, pero el abandono de Mason seguía estando pretérito perfecto.

Shiro
Con «pretérito perfecto» lo que quiere decir es que, a pesar de que ya sucedió, es algo que le sigue afectando hoy día.

♦ ♦ ♦

Una mano acariciando su cabeza con suavidad lo sacó de su pesadilla. Abrió los ojos, y Mason estaba justo frente a él. Pensó que aún soñaba. De no ser por el bolso en el suelo y la expresión desesperación en el rostro del otro, lo que ponía en evidencia su ansiedad por irse, habría pensado que seguía soñando.

—Um… Esto es fisiológico. Es porque lo estuvo presionando —dijo Mason con algo de pánico.

Noah acarició eróticamente su cabello hasta llevarlo detrás de la oreja de Mason.

—Creo que ya estaba así desde hace rato —susurró—. Mira —dijo agarrando el pene de Mason sobre la ropa—. ¿Estás caliente solo porque presioné un poco tu pene?

Las orejas de Mason se enrojecieron en cuanto vio el montículo endurecido y húmedo. Noah acarició el lóbulo cálido del otro y observó su rostro.

Si lo miro con objetividad, es probable que no haya ninguna similitud en su rostro…

Sin embargo, Noah sentía que no podía seguir siendo objetivo con él. Haley, con el teñido de cabello de negro y expresión llena de pánico, ahora lucía idéntico a Mason.

Aunque Mason nunca había puesto esa expresión.

Noah entonces lo empujó por los hombros para que no pudiera levantarse de la cama, y le quitó los pantalones con aspereza.

—¡Deténgase, Sr. Raycarlton! —jadeando, le agarró los brazos.

Sorprendido, Noah suspiró y sonrió inexpresivamente.

—¿Por qué? ¿Te vas a ir así de caliente? Y, ¿qué harás? Ni siquiera tienes contigo ese horrendo dildo que estaba en tu habitación.

—Eso es…

—Oh, cielos. ¿Te metes esa cosa? ¿Juegas con ella?

Mason no sabía si Noah estaba de verdad asombrado o solo estaba siendo sarcástico, pero palideció. Recordó la impactante colección de Haley y ese dildo horrendo. Estaba por deshacerse de ellos, pero ahora era demasiado tarde para lamentar haber dejado esos juguetes intactos en aras de la lealtad entre hombres.

Mientras Mason entraba en pánico, Noah de pronto mordió su cuello. Era el mismo lugar donde le había dejado la marca la última vez. Cuando los labios lujuriosos y el aliento cálido le alcanzaron los hombros, se encogió.

—¿Vas a ir a buscar a otro hombre afuera? —El comportamiento de Mason pareció molestar a Noah, por lo que le quitó la franela y le amarró con ella las muñecas hábilmente—. ¿No sería mejor primero confirmar si soy lo suficientemente bueno o no?

—No, yo…

No había tiempo para confirmar si era mejor o no. Mason entraba cada vez más en pánico a medida que su cuerpo ardía y respondía ante Noah, quien lamía y mordisqueaba sus labios. Acto seguido, succionó con suavidad su labio inferior y lo mordió ligeramente. Ante la insistencia de Noah, abrió los labios.

No, esto no es…

Sin embargo, su visión se tornó borrosa y sus muslos temblaron.

Maldición, el cuerpo de Haley.

Mason cedió, rindiéndose a la lengua del otro. Noah entonces profundizó el beso y tiró de la parte posterior de su cabeza, levantándolo, tras lo que hundió lascivamente su lengua en el interior, abriendo así más los labios. Envolvió la lengua de Mason con la de él, lamió el paladar y succionó los labios. Con los labios en contacto, la respiración entrecortada de Noah alcanzó su mejilla.

—Ah… —No podía controlar los gemidos en tanto que las manos del otro le acariciaban la cintura.

Los labios de Noah se acercaron a la oreja de Mason, lamiéndola, jadeando, y luego mordió la mejilla bajo esta.

Mason tembló, tratando de escapar del placer insoportable, y Noah lo agarró por la cintura, succionándole el cuello con fuerza.

—Mírate. ¿Saldrás así? —preguntó, incrédulo. La respiración entrecortada le hizo cosquillas en el cuello a Mason, y con las manos le agarró las tetillas duras—. Mierda, que tus tetillas estén así de erectas…

—Ah… Deten… —Elevó la cadera, sintiéndose tan excitado como para resultar doloroso.

Noah le rasguñó las tetillas y el pecho con las uñas, tras lo que le lamió y mordió el cuello y el pecho. Entonces, con lentitud, fue deslizando las manos por debajo del vientre a medida que lo rasguñaba.

—Noah, por favor… —Mason trató de mantenerse sobrio, aunque sentía que enloquecía a causa del placer.

Entonces Noah le agarró el pene, el cual ya goteaba debajo de los pantalones. Acto seguido, se los bajó hasta la mitad de las piernas.

A continuación, comenzó a frotarle el pene.

—Eyacula —le susurró con lascividad contra el pecho.

Mason cerró los ojos con fuerza, mareado. Y, como si hubiese sido hipnotizado, eyaculó.

—Ahh… —Congelado, todo el semen que había estado conteniendo se derramó. Noah le mordió el pecho y sonrió satisfecho.

—Qué desagradable.

Al escucharlo, apretó los dientes, sintiéndose humillado. Por otro lado, los ojos de Noah estaban acalorados mientras se lamía los labios.

—Ja, ja… Mierda, tu trasero está, ¿eh? Tu ano está palpitando, rogándome que lo meta rápido. Aunque ni siquiera lo he tocado… —Noah le succionó el muslo con fuerza como si ya no pudiera aguantar más.

—Deten… Detente. Yo… —jadeó, apenas pudiendo hablar. No tenía sentido cuando todo su cuerpo ardía de placer, sudaba y además, había ya eyaculado. Sin embargo, buscaba resistirse con desesperación de la mejor manera que podía.

A diferencia de las ocasiones anteriores, no estaba recordando al Noah de diez o veinte años atrás, ni sintiendo lástima por él. No podía entender lo que le sucedía, pero estos extraños sentimientos de culpa y tristeza estaban afectando sus sentidos.

—Noah, ¡ah!

No lo estaba escuchando. Frotó el semen de Mason en los muslos y le agarró el trasero y, justo como dijo, introdujo un dedo en el ano palpitante.

—Abre las piernas —le ordenó con respiración entrecortada, como si estuviera a punto de arrancarle el piercing si no lo hacía.

—Noah… ¡Sr. Raycarlton! —exclamó—. No estaba intentando… —Mason seguía intentando de forma desesperada, pero Noah lo interrumpió al tirar del piercing—. —¡Ahhh! —gritó mientras le agarraba el brazo, temeroso y dolorido, pensando que la piel iba a desgarrarse.

—Abre, Mason. —Hizo una pausa y repitió—: Abre las piernas, Mason.

Él, quien estaba intentando alejar la mano del otro, se detuvo de inmediato.

¿Qué acaba de decir?

Levantó la cabeza y clavó la mirada en Noah; sus lindos ojos ardiendo en fiebre de lascividad.

—Justo ahora… ¿Justo ahora qué…? —tartamudeó, mientras que Noah aprovechó de abrirle las piernas, las cuales habían perdido toda la fuerza, como si no pudiese oír nada, y le metió el dedo. Húmedo, el dedo frotó de manera vulgar y con lujuria el interior. Mason se abstuvo de gemir, luchando contra la confusión. Aunque el cuerpo le ardía, su mente se estaba aclarando. Pensó que iba a enloquecer.

Poco después, Noah sacó el dedo húmedo y pegajoso y Mason quedó lánguido, jadeando con dificultad. De paso, el pene salpicó algo de semen ante la helada sensación que le quedó cuando el dedo se deslizó hacia afuera.

Ah, mierda.

Mason rechinó los dientes. Muchas eran las cosas que habían sucedido desde que comenzó a vivir en el cuerpo de Haley, pero nunca había estado tan molesto como ahora, no pudiendo moverse como deseaba. Quería preguntar: «¿De qué estás hablando? ¿Por qué me llamaste Mason?», pero el cuerpo le ardía y jadeaba.

Se le puso la piel de gallina en todo el cuerpo, sintió su temperatura elevarse y por todas partes sentía comezón. Justo como Noah había dicho, tenía las tetillas erectas y el ano le palpitaba. El cuerpo se le había relajado de tal manera que parecía como si le hubiesen drenado toda la energía. Estaba agotado, pero toda la sangre seguía concentrándose en su parte inferior, la cual quería que el otro continuara tocando.

Noah, quien ya se había desabrochado y sacado el pene, se acercó a él con ojos nublados debido a la excitación y lo besó.

—Te dije… que te detu…

Estaba claro que la intención era un beso superficial. Succionó los labios de Mason, reconfortándolo, y le acarició los muslos, en el proceso haciendo que los pusiera alrededor de su cintura.

Esto de verdad no está bien.

La visión de Mason se ennegreció casi por completo de la desesperación en ese momento.

Cuando volvió en sí, sintió el sabor ferroso de la sangre en sus labios. Noah levantó la cabeza, un poco sorprendido, y Mason lo miró furibundo, jadeando.

—¿No te gustó lo suficiente? —preguntó riendo mientras tocaba sus labios sangrantes—. ¿No te gustó que fuéramos tan lejos? —Ladeó la cabeza como si no entendiera a Mason, el cual le había mordido los labios.

—T-Tengo una enfermedad. Mi cuerpo es un poco… Puedes ver cómo es, pero… Pensé haberte dicho ya… que te detuvieras —dijo calmando su respiración. No podía pensar con claridad, la excitación lo ofuscaba. Aunque jadeaba al hablar, como si hubiese tomado una droga, y no era nada persuasivo, no tenía otra opción—. Déjame ir —le dijo a Noah, quien todavía mantenía sus piernas separadas.

Si comenzara a tocar su cuerpo de nuevo, no sería capaz de hacer nada debido al placer sobrecogedor, pero aun así. Estaba loco por salir de ahí de inmediato. Pensaba que debía ir a rehabilitación o tratarse. En cuanto al piercing de diamante frente al ano, incluso si moría de vergüenza, decidió ir a una tienda de piercings o a un hospital para que se lo quitaran.

—De verdad viniste por tu bolso —murmuró al tiempo que limpiaba la sangre que goteaba de sus labios y bajaba hasta el mentón.

—Definitivamente. No vine aquí por esto —contestó, alejándose.

Noah parecía haberse calmado, y con expresión lánguida lo dejó ir.

Agachándose sobre sus piernas temblorosas, Mason desenredó sus prendas. Luego miró a su patético pene erecto y se subió la ropa íntima, la cual se había deslizado hasta sus tobillos. Cuando levantó la mirada, Noah se encontraba de pie observando todo lo que hacía.

—Y… Y… No soy Mason. Haciendo a un lado si esto fue o no una violación, llamar el nombre de otro hombre en la cama es…

—Ah, cierto —lo interrumpió como si no quisiera seguir escuchándolo. Se llevó el cabello mojado hacia atrás y recogió el bolso en el suelo—. Ayer cuando preguntaste quién podrías ser si no fueses Haley Lusk…

—Ese bolso… Tengo que entregárselo a Mason luego. —Se vio obligado a inventar una excusa. Sentía que Noah ya lo sabía todo, pero aún no lograba decir: Sí, soy Mason. Nadie podía probarlo a menos que lo abrieran. No, incluso si lo abrían, si él no lo admitía, nadie podía probarlo.

Incluso antes, si Noah le hubiese preguntado: «¿Eres Mason?», no estaba seguro de qué habría respondido. Y ahora menos podía revelar su identidad. Revelarle a alguien quien realmente era, en ese cuerpo, sería como ejercicio de castigo sin límites. Para Mason, Noah era alguien a quien quería proteger, y no quería verse nunca desagradable. Sin importar lo que el otro pensara, él quería proteger su orgullo.

—Está bien. Eres Haley Lusk, quien una vez dijo: «Deberías dormir conmigo en alguna oportunidad, soy fantástico haciéndolo, así que préstame tu pene al menos una vez» —dijo sarcásticamente y rio con frialdad.

Mason apartó la mirada de Noah, quien se acariciaba los labios sangrantes de manera erótica, y repitió:

—Eso… Justo como dije antes, tengo amnesia… Ya no soy así.

—Solo porque me negué a tener sexo contigo una vez, que me digas ahora que eres distinto, incluso con una gran imaginación, debería haber un límite. Si solo me estás provocando…

—Por favor, para. Estoy harto.

—Tú eres quien debería parar. —Suspiró con suavidad y dijo—: Te pido que pares. —Agarró y tiró del cabello de Mason. Entonces le acercó el rostro y el otro dejó de respirar al ver los ojos verdes de Noah clavados en él—. Eres Mason —rugió.

—Di algo que tenga sentido —le contestó inmediatamente después, mirándolo como si estuviera demente y sonriendo con una mueca—. Mírame bien. No soy Mason. Sin importar cuán loco estés, con que me mires lo sabrás —le dijo, haciéndole frente a sus verdes ojos.

La mirada que terminó vacilando fue la de Noah, su rostro arrugándose con lentitud por primera vez.

Mason, quien se estaba preparando para rechazarlo una vez más, solo consiguió mover los labios.

—Sabía que dirías eso. —Ladeó la cabeza como si fuera a sonreír, pero terminó con una extraña mueca que no era de alegría ni de tristeza—. Lo sabía. ¿Quién soy yo para ti como para que digas la verdad? Ya lo sabía, por lo que no era necesario que lo negaras de ese modo.

—No s… —Entró en pánico y se tragó el resto de la oración al ver la expresión de Noah, la cual indicaba que pronto iba a llorar.

—Nunca esperé que admitieras ser Mason —dijo soltándole el cabello—. Ese tipo de trato especial, ni siquiera lo soñé. —Noah inclinó su cuerpo frente a Mason como si fuera a arrodillarse. Su aliento aterrizó cerca del cuello y le tocó la mejilla—. Pensé que no me importaría quién fingieras ser mientras te quedaras a mi lado… —Su tono se tornó suplicante—. Sí, también está bien si no te quedas a mi lado —dijo, luciendo como si intentara contenerse. Su apariencia era como la de un niño pequeño e indefenso que miraba algo que por alguna extraña razón no podía tener—. Si de verdad tanto quieres irte, está bien que vivas en otra parte.

Mason estaba atónito.

—De verdad lo detesto, pero… está bien. De igual forma nunca me escuchas… ¡Mierda! Si quieres irte a esa puta guerra… probablemente ni siquiera pueda evitarlo al final. —Palabras afloraban de Noah sin parar, y lágrimas caían por sus mejillas de sus ojos amargamente sonrientes.

Mason dejó de respirar, y clavando la mirada en las lágrimas de Noah que caían sobre sus mejillas y luego bajaban hasta sus rodillas, quedó petrificado.

Noah vio sus lágrimas caer sobre las mejillas y pensó: Ah, así que este es el límite para mi cabeza.

Pensó que su comportamiento se debía al alcohol, pero no era así. Era solo que su cabeza, la cual se había estado pudriendo desde que era niño, había llegado a su límite.

Noah sabía que no tenía sentido.

¿El alma de una persona pasando al cuerpo de otra?

Esto no era una película ni un drama, sino la realidad.

No hay manera de que algo así de ilógico suceda, pensó en múltiples ocasiones.

¿Y si enloquecí por no poder aceptar que Mason está muerto y ahora me estoy aferrando a un extraño?

Pero era idéntico a Mason y cada día se parecía más a él… por lo que Noah esperaba que de verdad lo fuera.

Noah creía que era Mason simplemente porque imaginar que no lo era y que de verdad estaba muerto, lo enloquecería.

Aun así, incluso si de verdad fuera Mason, no se quedará a su lado ni lo tratará de manera especial. Ya lo había salvado en una oportunidad y lo había consolado una o dos veces, pero del infierno en el que se encontraba no lo iba a sacar.

Noah seguía sin querer aceptar que Mason estaba muerto.

—Sabía que estaba siendo codicioso. —Se impacientó porque quería mantenerlo a su lado.

Pensé que, si lo ataba de manera que no pudiera dejarlo, todo estaría bien. Incluso si no cuidaba de él ni lo amaba, al menos estaría junto a él. En realidad, estaría satisfecho solo con eso.

—Puedes irte si no quieres permanecer a mi lado. Lo soportaré incluso si no volvemos a vernos en esta vida.

La parte que Noah pasó por alto fue que él y su oponente no estaban en igualdad de condiciones.

—Pero, por favor, no digas que no lo eres.

Él podría no ser Mason.

Noah llegó a su límite cuando ese breve pensamiento surcó su mente. Tiempo había pasado desde que esa sensación punzante había permanecido en silencio.

—Por favor, no digas que ya no estás en este mundo.

Por un momento quedó petrificado cuando se vio a sí mismo, entonces rio con amargura al ver su rostro distorsionado en los ojos color azul claro. No parecía que se estuviera riendo. Y con toda sinceridad deseó que al menos sintiera algo de lástima o un poquito de compasión.

A continuación, se arrodilló frente a él y le suplicó una y otra vez entre susurros—: Aunque no sea así, di que tengo razón. —Suspiró y colocó la mano en la mejilla de Mason, la cual tenía la piel de gallina y dijo—: Por favor, di que eres Mason. De lo contrario, podría dispararme en la cabeza.

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