Traducido por Tsunai
Editado por YukiroSaori
Garrow y Yulysion, que estaban ocupados con los cadáveres del medio dragón, corrieron urgentemente a su lado. Un caballero que estaba recuperando parte de la cadena de las piernas caídas del monstruo, chasqueó audiblemente la lengua.
—¿Has perdido la cabeza? Hay monstruos con las fauces abiertas mirándonos desde arriba y ustedes dos, que se suponía escoltarían a la dama, tienen su atención en otra parte…
—Lo lamento. Es la primera vez que vemos un medio dragón de cerca…
Yulysion se disculpó con ojos tímidos, rascándose la nuca avergonzado.
Max les dedicó una sonrisa para indicarles que estaba bien, estaba rodeada de tantos caballeros
¿Qué podría pasar?
—Nunca sabemos cuándo y dónde ocurrirá el peligro. Incluso un momento de descuido puede provocar la muerte. —El caballero le dirigió una mirada sombría, como si supiera exactamente lo que estaba pensando.
Max asintió rígidamente. Los rostros de los dos aprendices también se volvieron sombríos.
—A partir de ahora, nuestros ojos nunca dejarán de mirar a la Señora.
Satisfecho con la respuesta, el caballero se giró y extrajo otra piedra del cuerpo muerto. Max observó cómo los demás caballeros limpiaban la sangre de sus armas después de recuperar todas las piedras de maná de los corazones de los cadáveres. Luego de terminar todo el trabajo, lavaron la sangre que salpicaba sus armaduras con el agua del valle y montaron en sus caballos de inmediato. Partieron sin perder tiempo, ni siquiera para recuperar el aliento.
Cuando abandonaron el valle, Max escuchó el fuerte batir de alas detrás de ella. Se giró e hizo una mueca al ver la manada de arpías reunidas alrededor de los cadáveres de los medio dragones, listas para devorar su carne. Los rostros pálidos de las criaturas que comían carne cruda estaban manchados de sangre de color rojo oscuro. La vista era escalofriante, era como una escena sacada de una pesadilla.
—Puede que haya más semidragones escondidos cerca. ¡Estén en alerta máxima!
Dirigió su atención al frente cuando el bajo barítono de Riftan rugió en advertencia. Continuaron sobre el terreno rocoso e irregular durante mucho tiempo, moviéndose a lo largo del arroyo que corría por el valle, mientras permanecían constantemente atentos a su alrededor. La espalda de Max estaba empapada de sudor frío ante la terrible anticipación de no saber cuándo ni dónde podría surgir un monstruo de forma repentina. Cuando finalmente se detuvieron para alimentar a los caballos, ella estaba completamente agotada por la tensión acumulada.
—Señora, tome un poco de sal y agua. Podrías quedarte sin energía si no te mantienes lo suficientemente hidratada.
Garrow le entregó una cantimplora de cuero y un pequeño paquete de tela, mientras ella se desplomaba para sentarse sobre una roca. Max tomó una pizca de sal amarga del paquete y se la roció en la boca y luego la regó con agua.
Yulysion miró su figura con ojos llenos de lástima.
—Por favor, espera un poco más. Una vez que pasemos por este valle, podrás descansar mejor.
Max apenas logró sonreír. Intentó decir que estaba bien, pero incluso hablar era una tarea laboriosa en ese momento. Cabalgaron durante otra mitad del día. Al contrario de lo que temía, no aparecieron más medio dragones ni arpías mientras escapaban del valle. Solo cuando llegaron a las llanuras se detuvieron para acampar y pasar la noche. Max se tambaleó cuando bajó de la silla y fue a buscar leña para ayudar esta vez. Al verla, los caballeros corrieron apresuradamente para disuadirla.
—Señora, por favor mantenga tanta energía como pueda. Eso será más útil para nosotros.
Ella vaciló y luego bajó las ramas secas a petición de ellos. Tenían razón, sería mejor que se recuperara lo antes posible, para no ser una carga en los siguientes días. Se sentó junto al arroyo para lavarse la cara y el cuello sudorosos mientras los caballeros comenzaban a preparar la comida. Mojó sus manos ardientes en el agua para enfriarlas. Luego, empapó una toalla en agua y comenzó a limpiarse la espalda y las axilas.
A decir verdad, se moría por darse un baño en el agua y ponerse ropa limpia, pero definitivamente no podía quitarse la ropa en un lugar lleno de caballeros. Max se conformó con ventilarse agitando su pegajosa ropa, tratando de secar la mayor cantidad de sudor posible. Mientras se quitaba las botas y se lavaba los pies en el agua, deseando al menos ponerse su par de calcetines limpios, la voz estoica de Riftan habló desde arriba.
—La tienda está lista. Entra y descansa.
Max recogió sus botas y se levantó. Se detuvo y miró entre sus botas y sus pies mojados con expresión preocupada. Realmente no quería poner sus pies mojados en sus botas sucias pero secas. Max se agachó y trató de limpiar un poco del agua, pero de repente, todo su cuerpo fue elevado en el aire. Max gritó.
—¡R-Riftan…!
—¿No es señor Calypse?
Riftan murmuró de manera sarcástica y en voz baja mientras la sostenía en sus brazos y caminaba. Max apretó sus labios con fuerza, mientras era empujada hacia la tienda.
—Te traeré la comida tan pronto como esté lista, así que tómate un respiro.
Max estuvo a punto de replicar, pero decidió no interrogarlo.
—¿En qué lugar del mundo sirve un comandante a su mago?
Cuando Riftan salió de la tienda, sacó un conjunto limpio de ropa interior y una túnica de su equipaje y se los puso. Ella también quería desesperadamente cambiarse los pantalones, pero no tenía energía para lavar y secar la ropa. Además, no tenía intención de pedirles a los caballeros que le lavaran la ropa. Recogió sus pantalones, los olió, frunció el ceño y volvió a ponerse los pantalones sudados.
Por primera vez en su vida, se dio cuenta de lo privilegiada que era de tener una muda de ropa ordenada y agua limpia para bañarse cuando quisiera. No podría haber estado más molesta por sus pantalones empapados de sudor que olían a caballos.No se puede evitar durante una expedición…
Cerró los ojos y se acostó sobre las mantas. Tal vez porque la situación había sido más llevadera el día anterior, el terreno irregular le parecía ahora más incómodo. Max dio vueltas y vueltas, tratando de encontrar el lugar más cómodo.
—¿Te sientes incómoda?
Riftan asomó la cabeza por la tienda justo cuando ella se retorcía. Max sacudió la cabeza apresuradamente. Aunque él todavía la veía como una mujer noble y prestigiosa, mimada durante su infancia, ella no quería que pensara que estaba siendo exigente.
—S-Solo… me picaba la espalda. ¿Eso es… la cena?
—Es sopa, hervida con cecina y pan.
Entró gateando y dejó la bandeja en el suelo. Su figura alta y robusta instantáneamente hizo que la tienda se sintiera sofocante. Max tomó el plato de sopa y observó por el rabillo del ojo cómo Riftan estiraba una de sus piernas y se quitaba la armadura pieza por pieza. Él arqueó una ceja, como si le dijera que comiera su comida.
—La comida es bastante sencilla, pero no hay nada que pueda hacer mientras viajamos. Incluso si no es de tu agrado, al menos intenta comértelo.
—No tengo ninguna queja sobre la comida…
Max respondió con molestia y comió en silencio. El pan estaba duro y la sopa tenía un sabor suave, pero le supo a festín, ya que todo lo que había consumido desde el amanecer era una manzana y unos trozos de cecina. Se terminó su ración en un instante; tenía tanta hambre que sentía que incluso podría comerse la bandeja de madera.
—Debes haber tenido mucha hambre.
Los ojos de Riftan se hundieron mientras la miraba. Max se sonrojó, preguntándose si comía con demasiada hambre.
—U-Un poco.
—Este tipo de horario exigente continuará hasta que lleguemos al puerto. ¿Realmente puedes soportarlo?
Max asintió obstinadamente mientras Riftan la miraba con suavidad, comiendo su ración de comida. Tan pronto como terminaron de comer, se acostaron uno al lado del otro en la tienda. Aunque sentía que podía desmayarse por el cansancio, sorprendentemente no lograba conciliar el sueño. Max suspiró y se dio la vuelta para encontrar una posición cómoda. Cuando accidentalmente rozó su pierna, Riftan, que usaba su brazo como almohada, retrajo todo el cuerpo como si acabara de ser quemado por el fuego.
Ella quedó paralizada ante la inesperada reacción. ¿Acaso alguna vez había odiado un toque suyo? Cada vez que se acostaban juntos, él siempre la sostenía en sus brazos y la acurrucaba para dormir. Pero ahora, intentaba alejarse lo más posible de ella mientras fingía estar dormido. Era como si no soportara ni siquiera que ella lo tocara. De repente, Max se sintió aterrorizada. Tal vez Riftan no solo estaba enfadado con ella, sino que estaba completamente decepcionado.
Max lo miró con inquietud y le pasó la mano por el brazo. El cuerpo de Riftan se puso visiblemente rígido. Inhaló profundamente y en un abrir y cerrar de ojos saltó y agarró la funda de su espada.
—Estaré afuera, así que adelante y duerme.
Sin esperar a que ella lo detuviera, se levantó y salió. Max parpadeó desconcertada, cubriéndose la cabeza con las mantas. A lo lejos, los lúgubres gritos de las bestias se mezclaban con el suave murmullo del agua que fluía, creando una atmósfera inquietante en la noche.
♦ ♦ ♦
Riftan mantuvo este trato hacia ella durante toda la expedición. Durante el día, él guiaba a los caballeros, casi siempre en silencio, y cuando llegaba la noche, le llevaba comida y preparaba su cama, pero eso era todo. Después de esa noche, nunca más volvió a entrar a la tienda.
Cuando Max descubrió que Hebaron dormía en una manta justo afuera de su tienda o que se quedaba despierto toda la noche, su ira se disparó. No importaba lo enojado que estuviera con ella, le parecía una irresponsabilidad no cuidar su propia salud. Max confrontó a Riftan al respecto, pero él solo respondió con agitación.
—Confía en mí. Dormir al aire libre me ayuda a descansar mejor.
No podía decir nada más, porque él era inflexible al respecto. Max pensó que era una suerte que la expedición fuera tan terriblemente difícil. Si no estuviera completamente agotada, al punto de poder desmayarse en cualquier momento, habría pasado todo el día meditando sobre la fría actitud de Riftan hacia ella.
—A partir de ahora cruzaremos esa montaña. El camino será difícil, así que tendrás que seguirlo con cuidado.
Gabel le advirtió mientras atravesaban el denso bosque. Max asintió y se secó las gotas de sudor de su frente. Ese día fue particularmente caluroso y húmedo, no hubo ni una ráfaga de viento.
Max miró hacia el sol abrasador que se asomaba entre el follaje y acarició a Rem, que parecía estar tan exhausta como ella. Sintió un pausado pesar por no haber traído el sombrero y el velo que la pareja de costureras le recomendó que trajera. Le preocupaba que le salieran más pecas en la cara.
—Hay un pequeño pueblo justo después de pasar por aquí. Si tenemos suerte, esta noche podremos dormir en un lugar con cama. Así que, por favor, levanten un poco más el ánimo.
Yulysion la animó. La idea de lavarse con agua limpia y fresca, frotarse el cabello con jabón y dormir en una cama limpia la vigorizaba. Habían viajado incansablemente durante tanto tiempo que incluso los caballos comenzaron a mostrar signos de cansancio y redujeron visiblemente la velocidad.
Finalmente, tuvieron que desmontarse de las sillas y continuar a pie.
Max jadeó mientras subían la empinada montaña bordeada de raíces de árboles. La luz del sol que se filtraba a través de las densas hojas le picaba los ojos. Miró vagamente el empinado sendero de la montaña. Le dolía el pecho como si lo hubieran apuñalado con cada respiración que tomaba y sentía como si le prendieran fuego a las plantas de los pies.
Anhelaba proponer descansar un rato, pero lo reprimió desesperadamente en su garganta.
La interminable marcha infernal continuó durante lo que pareció una eternidad, cuando milagrosamente se detuvo. Sin embargo, no pudo dar un suspiro de alivio ante el fuerte rugido que resonó desde el frente.
—¡Levanten una barrera, ahora!
Era la voz de Riftan, Max miró a su alrededor mientras todos los caballeros sacaban sus espadas en un estado de semi confusión.
—¡Goblins! [1]
Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, el suelo comenzó a retumbar violentamente y las criaturas de color negro comenzaron a llover sobre sus cabezas. Max gritó mientras ella daba un paso atrás. Una criatura enana de aspecto espantoso, piel verde oscuro y nariz aguileña y roma, corrió hacia ella con un hacha.
Yulysion exclamó mientras cortaba la cabeza del monstruo con un solo golpe de su espada.
—¡Mi señora! ¡Lanze una barrera!
Max miraba fijamente el cuerpo decapitado que yacía en el suelo, pero reaccionó rápidamente y comenzó a extraer su maná. Sin embargo, no hubo tiempo ni oportunidad para lanzar la barrera, pues los monstruos se apresuraron desde todas direcciones. Yulysion y Garrow la empujaron contra un árbol y permanecieron de pie frente a ella para protegerla.
Los goblins corrían por las laderas a gran velocidad y trepaban a los troncos de los árboles para atacar desde arriba. Los caballeros cortaron a dos con un solo golpe; los monstruos se lanzaban al aire sosteniendo hachas como armas. Sus chillidos resonaban con fuerza desde todas direcciones, como monos enfurecidos.
—¡Maldita sea! ¡Esto no tiene fin!
La voz estridente de Hebaron perforó sus oídos. Max jadeó horrorizada, apoyándose más contra el tronco del árbol. Tal como dijo Heabron, los caballeros atravesaron goblin tras goblin, pero descendieron infinitamente desde la imponente montaña rocosa.
—¡Apártate! Con un golpe de mi espada yo…
—¡Detente! ¡Las paredes de roca se están derrumbando!
Riftan gritó violentamente mientras decapitaba a un goblin.
—¡Nuestra posición nos pone en desventaja! ¡Retirada!
—¡¿Me estás tomando el pelo?! ¡Estos goblins…!
Su interacción fue cortada. De repente, un gemido sordo y atronador surgió del suelo y los goblins se dispersaron a toda prisa de izquierda a derecha. Riftan inmediatamente comprendió la situación y gritó órdenes ultrarrápidas.
—¡Las paredes de roca se están cayendo a pedazos! ¡Alejaos ya!
Los caballeros reaccionaron casi de inmediato. Garrow y Yulysion agarraron a Max del brazo y comenzaron a correr por el empinado camino de tierra. Max agarró las riendas de su caballo y arrastró a Rem por el irregular sendero de la montaña. En ese momento, un fuerte sonido atronador sacudió la montaña y todos los pájaros volaron hacia el cielo. Max miró de reojo con los ojos muy abiertos el suelo y las rocas que caían mientras Yulysion la arrastraba de la mano.
Los caballeros corrieron apresuradamente fuera de la pendiente para escapar del deslizamiento de tierra, mientras el suelo bajo ellos comenzaba a desmoronarse por el impacto de las rocas que caían. Max perdió el equilibrio y cayó rodando pendiente abajo, al igual que los otros caballeros, arrastrados por la tierra agitada junto con sus caballos.
Podía oír a Riftan gritar a lo lejos, pero nadie respondía. Cada vez que intentaba levantarse, sus pies se hundían como si el suelo fuera arenas movedizas y su cuerpo seguía hundiéndose como si algo la sujetara del tobillo. No había posibilidad de recuperarse. Cuando creyeron que finalmente habían puesto los pies en terreno estable, montones de piedras y tierra cayeron sobre sus cabezas.
Casi de manera instintiva, Max liberó su maná a toda velocidad y, justo antes de que el valle rocoso se desplomara sobre ellos, una barrera emergió del suelo, protegiéndolos de una enorme roca partida. Se sentó contra el suelo, manteniendo el flujo de su maná mediante una fórmula mágica. La barrera se elevó, brindándoles mayor protección contra las rocas que seguían acumulándose. El retumbar ensordecedor apenas cesó cuando su maná comenzó a agotarse. Jadeó para recuperar el aliento que había contenido, al igual que los caballeros, quienes suspiraron aliviados.
—Que me condenen… eso me quitó diez años de vida.
Gabel, que fue el primero en recuperar la compostura, la ayudó a levantarse.
—Bien hecho. Será difícil seguir manteniendo la barrera, así que apurémonos y lleguemos a un lugar seguro.
Él soportó su estatura con un brazo y rápidamente la sacó de la pendiente.
—¡Todos, manténganse unidos y síganme!
Garrow y Yulysion reunieron rápidamente a Rem y a los otros caballos, que estaban aterrorizados y pisoteados por el pánico. Max buscó frenéticamente a Riftan en medio del caos, pero no lo encontró por ninguna parte.
—R-Riftan…
—Está con los caballeros más adelante. Parece que el suelo solo se derrumbó en las filas traseras y nosotros éramos los únicos separados de ellos.
Respondió Gabel mientras se apresuraba a sacar a los caballeros y los contaba.
—Somos unos trece aprendices y quince caballeros.
Los caballeros rápidamente alejaron sus caballos de la barrera, que estaba a punto
de colapsar en cualquier momento. Luego de distanciarse un poco de ese lugar, pudieron ver la magnitud del deslizamiento de tierra. El rostro de Max palideció mientras contemplaba el montón de piedras que casi los habían enterrado.
—¿Estarán bien los que están delante…? Deben haber escapado, ¿verdad?
—Por favor, espere un momento.
Gabel sacó de su túnica un silbato del tamaño de un dedo y lo sopló durante un momento considerable. Entonces, un sonido agudo, similar al del canto de un pájaro, resonó desde lo más alto de la montaña. Gabel hizo sonar el silbato un par de veces más y el mismo silbido agudo resonó por encima de las montañas.
—Todos los que están por delante están a salvo.
Max cayó de rodillas. Yulysion la apoyó apresuradamente.
—¿Estás bien? ¿Quizás has resultado herida?
—N-No. Mis piernas se sienten cansadas…
En realidad, le dolía la espalda por el golpe contra el suelo, pero no hasta el punto de incapacitarla para moverse. Max apenas logró ponerse de pie, con las piernas temblorosas. Rem se acercó inquieto y frotó la cabeza contra su espalda. Ella se aferró a la nuca del caballo, apenas manteniéndose sobre ambos pies, incluso en terreno llano. Después de alejarse a una distancia segura de la pila de rocas y levantar su barrera mágica, el deslizamiento descendió por la montaña. Sin embargo, el camino seguía bloqueado por una enorme roca.
Gabel chasqueó la lengua con brusquedad mientras observaba.
—La carretera está completamente bloqueada.
—¿No podemos simplemente trepar por encima?
Gabel negó con la cabeza.
—Puede que haya más goblins escondidos en el otro lado, y existe una alta probabilidad de que más rocas se derrumben mientras la escalamos.
Habló en tono firme, luego sacó su silbato y lo hizo sonar cuatro veces con un ritmo único. Después de unos momentos, se escuchó nuevamente el sonido de un silbido desde la parte más alta de la montaña.
—Miraremos a nuestro alrededor. Debe haber otro camino que conduzca al noreste.
—¿Eso no dará lugar a confusión?
—Hay un pueblo más allá de esta montaña. Les dije que se reagruparan allí, así que no duden y síganme.
Gabel tomó su caballo y comenzó a avanzar rápidamente, sus ojos vagando cuidadosamente a su alrededor.
—Date prisa, nunca sabremos cuándo los goblins intentarán tendernos una emboscada.
Max encorvó los hombros y luego miró a su alrededor, hacia los altos árboles y las grandes rocas, con ojos asustados. La posibilidad de que hubiera monstruos escondidos detrás de la oscuridad y mirándolos le daba escalofríos.
Garrow se paró protectoramente cerca de ella y le preguntó a Gabel.
—¿Fueron ellos quienes provocaron el deslizamiento de tierra?
—Posiblemente, así es como tratan con enormes monstruos que pasan y atacan en grupos desde las cimas de las montañas. Puede que haya más trampas más adelante, así que mantente atenta al terreno —dijo Gabel mientras saltaba sobre un trozo de roca que bloqueaba su camino.
Max trepó por la roca sudando con la ayuda de los caballeros y aterrizó del otro lado con un ruido sordo. Su muñeca palpitaba y cada músculo de su cuerpo gritaba.
—¿Estás bien?
—Estoy bien…
Max respondió por costumbre, pero ella no se encontraba nada bien.
Gabel observó meticulosamente su condición, luego miró el oscuro sendero de la montaña que estaba cubierto por la sombra de los árboles. Sus labios se apretaron hasta formar una línea.
—No creo que podamos descansar ahora. Por favor, espere un poco más hasta que encontremos un lugar seguro.
Max rodeó a Rem con un brazo para apoyarse mientras seguía desesperadamente a los caballeros. Todos los hombres llevaban las espadas desenvainadas mientras avanzaban vigilantes y a toda prisa entre los árboles.
—¿Los goblins vendrán por nosotros?
—Como nos vieron dejarnos llevar por el deslizamiento de tierra, lo más probable es que vengan a por nosotros. Se dirigirán al grupo con menos números.
—Eso supone… que no se rendirán tan fácilmente después de tender toda esa trampa.
Uno de los caballeros murmuró amargamente mientras se agachaba bajo una rama.
—Si vienen tras nosotros, ¿no sería mejor simplemente deshacernos de ellos? A menos que sea una trampa, esas cosas…
—No debes subestimar a los goblins. ¿No lo entiendes después de lo que pasó? Puede que no sean monstruos de alto nivel, pero entre los monstruos subraciales, destacan en la coordinación y estrategia de grupo. Si atacan en hordas de ese número, será problemático para nosotros. Usan su cerebro para ejecutar trampas peligrosas y atacar estratégicamente. Si aprovechan el terreno como una ventaja como lo hicieron, estaremos en un gran problema.
Gabel explicó mientras conducía a los caballeros a través de los densos árboles. Max se secó el sudor que le goteaba de la frente con las mangas y miró hacia el cielo donde los pájaros batían sus alas ruidosamente.
Los intensos y vertiginosos rayos del sol de antes se habían atenuado significativamente. El día todavía era claro, pero el sol se ponía más rápidamente en las montañas. No se sabía cuándo se oscurecerían los alrededores. A Max le temblaban las piernas, pero, como dijo Gabel, no había tiempo para descansar en un ambiente tan peligroso, así que siguió adelante con desesperación
—Cuando el camino se vuelva llano, viajaremos a caballo. Por favor, espera un poco más.
Gabel la consoló, ya que se estaba poniendo nerviosa porque seguía rezagada, y dirigió el grupo con cautela.
Con el tiempo, la empinada y rocosa pendiente se volvió notablemente plana y más suave. Gabel, que escudriñó los alrededores durante un tiempo considerable, levantó la mano para indicar que era seguro tomar un descanso por un rato. Max se desplomó en el suelo y exhaló profundamente. Yulysion se acercó a ella con una cantimplora abierta con agua y se la entregó.
—Esto es azúcar y sal. Tómalo con agua. Te ayudará a reponer tu energía.
Se tragó la bola redonda parecida a un caramelo y la regó con agua. La mitad del agua goteó por su barbilla y se derramó sobre su ropa, pero estaba sudando tanto que ya no se notaba la diferencia. Le devolvió la botella a Yulysion y comenzó a masticar las raíces de hierbas secas que había sacado de una bolsa atada a su cintura. Tenía que reponer rápidamente su maná.
—A partir de ahora viajaremos a caballo. Creo que los caballos también están muy cansados, pero deberían poder soportar este nivel de inclinación. ¿Sabes montar a caballo?
Max asintió.
Poco a poco calmó su respiración errática y cuando su energía volvió en cierta medida, subió a la silla con la ayuda de los aprendices. De alguna manera, parecía capaz de montar a caballo sin caerse. Viajaron en silencio por tranquilos senderos de montaña. Todos los caballeros cabalgaban con una mano en la empuñadura de sus espadas mientras mantenían su vigilancia. Max también miró detrás de los frondosos arbustos y árboles, por temor a que un monstruo pudiera aparecer repentinamente en cualquier momento y en cualquier lugar. Estaba inquieta, era como si algo se asomara a través de los gruesos troncos de los árboles. En la tensión del momento, de repente, Gabel levantó una de sus manos, indicándoles que corrieran.
MMax aceleró su caballo de inmediato, junto con los caballeros. Mientras se inclinaba hacia adelante para evitar caerse, se giró para mirar atrás y vio a los goblins persiguiéndolos ferozmente. Los caballeros dispararon sus flechas hacia ellos.
—¡Mi señora! ¡Mantén la vista al frente! Hay muchos obstáculos.
Garrow le advirtió en voz alta. Max se dio la vuelta y condujo a Rem a través del denso bosque. Un sonido débil resonó y zumbó en sus oídos. Espoleaba nerviosamente a su caballo para seguir el ritmo del grupo cuando, de repente, algo cayó de los árboles. Estaba tan sofocada que ni siquiera un grito pudo escapar de su boca.
Max agarró las riendas con fuerza mientras Rem levantaba las patas delanteras, tratando de sacudirse al goblin que agarraba su cabeza. Max se aferró desesperadamente al cuello del caballo. El goblin chilló grotescamente, llevando a Rem a un frenesí. Luego, la yegua continuó galopando frenéticamente y giró para correr montaña abajo.
IIntentó tirar de las riendas para calmarla de alguna manera, pero fue en vano. El goblin se aferró con todas sus fuerzas, haciendo todo lo posible por no caerse. Al ver esto, Max, sin pensarlo, creó una llama del tamaño de un puño en el rostro oscuro del monstruo.
El goblin gritó de dolor y cayó de la cabeza del caballo. Rem corrió despiadadamente sobre el monstruo en represalia; sus elegantes patas pisotearon sin piedad la gran y desproporcionada cabeza del duendecillo.
Max cerró los ojos con fuerza mientras Rem continuaba pisoteando al monstruo, aplastándolo por completo, antes de finalmente calmarse e inclinar la cabeza como si estuviera exhausta. Se aferró al lomo de su caballo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
Estaba fuera de sí; era como si una tormenta la hubiera arrastrado. Cuando logró ordenar sus pensamientos, miró a su alrededor: todo estaba en calma y silencio. Rem corría por el bosque a tal velocidad que parecieron separarse del grupo en un instante. Max contuvo la respiración por un momento y esperó a que los caballeros la alcanzaran.
[1] Goblin: aunque la traducción sería “duendecillo”, hemos decidido dejar este término al se más conocido.