Contrato con un vampiro – Capítulo 42: Amanecer (Punto de vista de Kyouya)

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


Punto de vista de Kyouya

Transcurrieron varios minutos mientras nos mirábamos fijamente, inseguros de qué hacer. Mantenerla presionada debajo de mi en el sillón en una posición embarazosa no era nada bueno mentalmente para ninguno de los dos. Me retorcí un poco para retroceder, intentando no lastimarla.

No tengo idea de cómo interpretó mis movimientos, pero cerró firmemente sus ojos con resignación. Giro su rostro exponiendo su cuello tensando el rostro. Observándola temblar atemorizada, hizo que quisiera darme un golpe. ¿Qué bien me hace asustarla de esta manera?

—Lo lamento… solo era una broma —Dije, mientras la ayudaba a acomodarse en el sillón. Me levanté y me acomodé en un sillón de cuero al otro lado de la habitación, intentando que esto la ayudará a estar más tranquila.

—¿No necesitas beber?

—Estoy bien

—¿Te encuentras bien de salud?

—Perfectamente

—Entonces… ¿Qué acaba de suceder?

—Fue una broma… —Dije, mientras pensaba que tendría que estar loco para decirle la verdad. Por supuesto me encontraba preparado para recibir su ira. Pero lo que recibí en su lugar fue una voz llena de alivio —Gracias a Dios. Me alegra mucho que no estés enfermo. Escuche de Ichy que todos los vampiros estarían en problemas si no tenían suficiente sangre… Realmente estaba preocupada de que enfermaras por ese motivo. Después de todo, hice un contrato contigo y, a pesar de que no soy la persona ideal para el papel, estoy preparada para hacerlo cuando sea necesario, así que no dudes en decirme cuando llegue el momento. ¿Espera… quizás debí preguntar primero si tu impulso por beber sangre ha regresado?

Realmente, debería revisar cómo funciona su mente para ser así de amable. Con lo asustada que se encontraba, su habilidad para preocuparse por los demás, antes que ella misma, hace que me duela la cabeza. Después de todo, no es como si me encontrara en un estado de inanición como para verme forzado a beber la sangre de alguien o como que tuviera ese tipo de pasatiempo enfermizo.

—Lo pensaré…

Ella asintió satisfecha con mi respuesta.

Ese momento, probablemente, nunca llegue. He estado aguantando bastante bien hasta ahora, por lo que debería estar bien si continuo sin beber sangre de ahora en adelante… aunque no dejo de pensar que deje pasar una excelente oportunidad.

—Ahora que lo pienso… ¿alguna vez has bebido la sangre de alguien más aparte de la mía?

Me encontraba sin palabras para responder. Realmente, tenía mis dudas acerca de decirle toda la verdad, pero mentir tampoco me sienta bien… Después de mascullar las opciones un rato, decidí decantarme por la primera.

—Si he bebido antes. Poco antes de mi ceremonia

—¿Ceremonia?

—Sí, para explicarlo de forma simple, es el día en el que establecemos nuestro primer contrato. Ya te había comentado antes el cómo los vampiros despiertan alrededor de los 20 años, ¿no? Uno o dos años antes, aquellos que tienen su habilidad casi desarrollada, establecen un contrato con alguien que se seleccionó previamente. Después de todo, es necesario beber la sangre de la persona en dos ocasiones diferentes para establecer el contrato. Por lo que bebemos la sangre uno o dos días antes de la fecha establecida y, una vez más, el día de la ceremonia. Yo no tuve la ceremonia, pero si hice los pasos previos

—¿Esa persona era tu amante?

—¿Leina? Ni de broma —dije, mientras recordaba a la mujer que era el epítome de lo insoportable. Era alguien capaz de agotarte solo estando en la misma habitación que ella.

—¿Pero no era común que se formaran contratos con la persona con la que se tiene una relación romántica?

—Ah, eso. Nuestro primer contrato es solo uno temporal hasta encontrar a la persona indicada, algunas personas sí terminan casándose con su primera pareja, pero no es lo más común, depende mucho del individuo, en muchas ocasiones el contrato termina disolviéndose por sí solo después de no beber en mucho tiempo.

—Ya veo…

Respondió Azusa con una voz que era una mezcla de alivio y decepción.

—¿Qué ocurre?

—No es nada… solo me siento… algo… rara…

—¿Estarás enferma? —Caminé mientras ponía mi mano sobre su frente. Estaba algo tibia, pero nada fuera de lo normal. —Parece estar todo en orden, pero sino te sientes del todo bien es mejor que descanses en tu habitación.

—¡No quiero!

—Actuando de esa forma después de todo lo que te hice…

—¿Qué? ¿Me hiciste algo malo?

Chasquee mi lengua sin notarlo. No creo estar equivocado en esta situación.

Azusa se asustó con el sonido y retrocedió alejándose de mí.

—Estoy preocupada. Déjame permanecer aquí solo por hoy.

—¿Por qué tiene que ser conmigo…?

—En ese caso iré a la habitación de Tsubaru, él debe estar despierto.

Su lógica no tenía sentido, por lo que decidí detenerla empujándola contra el sofá. Algo que incluso a mí me sorprendió.

Permanecimos en silencio durante unos segundos hasta que decidí intervenir.

—Con una condición… Que me cuentas más de ti, si lo haces puedes quedarte el tiempo que quieras.

—¡No hay problema!

Buena respuesta.

Azusa, felizmente, me platico de la clase de maestros y amigos que tenía en su antigua escuela. A diferencia de mi vida escolar, la suya era normal y agradable, lo que me hizo sentir algo de envidia al mismo tiempo que disfrutaba sus coloridas historias.

También sirvió de recordatorio que fui yo quien le arrebató esa vida.

En sus historias, Azusa era muy fuerte, alegre, y un poco torpe, tal como es ahora. Descubrí una impresión diferente al oírlo directamente de su boca en lugar de escuchar los sosos reportes de los espías que tenía asignados. Realmente estaba feliz de haberle preguntado.

Fue una acción espontánea de mi parte, pero me alegró la idea. Me encontraba fascinado, mientras oía sus historias.

—Entonces… el maestro…z…z…z…z

—¿Azusa?

Gire mi rostro para observar y percatarme de cómo se quedaba dormida.

—¿Qué voy a hacer contigo…?

Pude haberla cargado a su habitación, pero me comentó que no podía dormir. Sería una pena despertarla por error mientras la muevo a su cuarto, solo para que no pueda volver a descansar.

Tomé una sábana de mi cama y la puse sobre ella.

—Solo por esta ocasión.

Sabía que no sería capaz de escucharme, pero sentí la necesidad de decirlo.

♦ ♦ ♦

—¡Kyouya! ¡Disculpa la molestia, pero Azusa está desaparecida! ¿Sabrás dónde puede estar? —Grito Ichy mientras entraba de golpe a mi habitación con el rostro pálido, a primera hora de la mañana. Ya me encontraba despierto y vestido, pero Azusa aún se encontraba durmiendo en el sofá.

¡Mierda! Fue lo primero que se me vino a la mente…y con razón.

—¿Kyouya! ¡Qué le hiciste a Azusa! ¡¿Por qué está aquí?! ¡No me digas que en verdad le hiciste algo!

—No lo hice…

Ni siquiera podía decirlo con seguridad, pero realmente no hice nada por lo que preocuparse.

—Por favor respóndeme en este instante. ¿Por qué dejaste que durmiera aquí? Comenzaba a tener algo de fe en ti… ¡Por eso es que los hombres…! ¡Por esto es que los hombres…!

Al parecer, causé el resurgimiento de misoginia de Ichy, quien despertó a Azusa con prisa, saliendo del cuarto como si estuviera en llamas. Después de ver la forma en la que la pared retumbó después de la fuerza con la que cerró la puerta al salir. Decidí tener mi almuerzo solo.

Como era de esperarse, los detalles de esa noche le llegaron por completo a Ichy, gracias a Azusa, mismos que Ichy le informó a Tsubaru, quien interrumpió mi almuerzo para fastidiar, como la gran molestia que es. Debería golpearlo con más fuerza la próxima vez para que aprenda.

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