Crié a un sirviente obsesivo – Capítulo 32: El camino hacia ti (3)

Traducido por Melin Ithil

Editado por Lugiia


Yurina se sintió extrañamente comprensiva con Dave.

—He oído hablar de las dificultades de tus estudios. Debes haberla pasado muy mal.

—No fue tan malo.

—Sabes que tus palabras no coinciden con tu rostro, ¿verdad? Luces completamente muerto en este momento.

—Desde luego que no. —Cuando dijo eso, relajó sus hombros, pero su expresión aún era oscura.

Yurina, por otro lado, recordó el contenido de las cartas de Raynard.

Nunca ha mencionado que tuviera dificultades.

En sus cartas, siempre decía cosas positivas, como que le iba bien, que le la gente era agradable, que disfrutaba de estudiar o lo mucho que mejoraba su magia; sin embargo, si lo pensaba, ¿no se habría sentido incómodo en un país extranjero? Además, quizás haya tenido dificultades para acostumbrarse a estudiar o para aplicar la etiqueta adecuada en el reino.

Justo después de enviarlo a la Academia, Yurina tuvo problemas para dormir debido a la inmensa preocupación por su bienestar, se sentía como una madre que dejaba a su hijo solo por primera vez cerca del mar.

—Ya que tuviste dificultades, ¿crees que a Ray le esté yendo bien? Él mencionó que era así en sus cartas.

Ante su tono preocupado, Dave le dio una palmadita en su mano para tranquilizarla.

—Señorita, no se preocupe demasiado. Si no pudiera acostumbrarse y algo sucediera, ¿no lo habría sabido antes?

—Bueno, eso es cierto, pero…

—Además, ¿no es mi discípulo? Estoy seguro de que lo está haciendo mejor que cualquier otro estudiante.

Yurina estudió la expresión de Dave y chasqueo la lengua, con su barbilla ligeramente levantada y sus piernas cruzadas, parecía muy similar a Raynard cuando trataba de lucirse.

Raynard siempre había sido arrogante; sin embargo, era extraño, después de observarlo durante más de cinco años, ver a Dave cambiar su semblante dulce cada vez que se hacía mención a la magia.

¿Todos los magos son así de engreídos?

Pensó en preguntarlo, pero decidió no hacerlo.

—Aunque usted todavía no es consciente de ello, señorita, el joven Raynard suele ser bastante desagradable con los demás. Estoy seguro de que ha podido sobrevivir cualquier obstáculo en su camino.

—¿Eso… es un cumplido?

—Por supuesto que lo es.

—No suena como uno en absoluto.

En lugar de poner excusas, el hombre simplemente rio a carcajadas.

♦ ♦ ♦

Ya que se encontraban cerca de las fronteras, no había ciudades a su alrededor, por lo que Yurina tuvo que dormir esa noche a la intemperie. Sin embargo, a diferencia de los caballeros que tenían que dormir con mantas apiladas en el suelo, ella dormía sola en un espacioso carruaje. De cierta manera, era como una estancia de lujo con dos caballeros custodiándola toda la noche.

Al día siguiente, partieron a toda prisa para cruzar la frontera antes del anochecer. Aun con el apuro, ella no hizo mucho; todo lo que hizo fue levantarse ante el llamado de su doncella, lavarse la cara y vestirse antes de que Dave subiera al carruaje. En comparación con los caballeros y sirvientes que empacaban las mantas para dormir y atendían las necesidades de los caballos, Yurina disfrutaba la comodidad de ser una aristócrata.

No había tiempo para desayunar, así que comió un poco de pan con mermelada que habían obtenido en el último pueblo, mientras que todos los demás comían un poco de carne seca.

Tener poder es bueno.

Yurina se frotó su cintura adolorida. Gracias a la magia, el viaje en carruaje había sido agradable, sin temblores bruscos; sin embargo, aun después de tantos años, su cuerpo aún quedaba adolorido por estar sentada todo el día. Estaba desesperada por sumergirse en un baño caliente.

Mientras continuaban su viaje, pasaron por escenarios desérticos. Para cuando se cansó del paisaje y de jugar a las cartas, el río Maorun finalmente apareció, brillando bajo la dorada luz del sol.

Su corazón latía con fuerza al pensar que no quedaba mucho tiempo antes de que se volvieran a ver.

En ese momento, Betsy le susurró, como si estuviera más entusiasmada que ella:

—Señorita, estoy en problemas.

Yurina giró la cabeza para ver si algo realmente andaba mal, pero descubrió que la expresión de la doncella era más tranquila de lo que pensaba. Betsy respiró hondo, como si hubiera hecho un maratón, y comenzó a reírse.

El que estuviera respirando hondo era una broma, ¿no es así?

Dándose cuenta rápidamente de ello, Yurina le dio un codazo juguetón. Betsy era diez años mayor que ella, pero siempre tenía un lado juvenil en momentos como este.

—Betsy, ¿no me irás a decir que tu corazón late con fuerza ante la idea de ver a Ray pronto, ¿verdad?

—¿Por qué no sería así? Piénselo, señorita. El joven Raynard pronto será un adulto.

—Sí, así es —respondió Yurina a medias.

Betsy se golpeó el pecho como si estuviera frustrada, siendo un ademán bastante lindo.

—No debería responder así. ¡¿No tiene curiosidad por saber cómo luce ahora?!

—Um… ¿No realmente? —Yurina cruzó los brazos y ladeó su cabeza hacia un lado; sin embargo, si le preguntara si estaba deseosa de verlo, le sería honesta y diría que sí. Su corazón latía con fuerza ante lo emocionada que se sentía, hasta el punto de querer llorar.

Esos cinco años habían sido lo suficientemente largos como para olvidar todos sus recuerdos juntos y quedarse solo con la nostalgia.

Aun así, si estaba preguntándole si deseaba ver cómo lucía ahora, Yurina no tenía una respuesta en concreto. Sentía curiosidad por saber cuanto había cambiado, pero no tenía ninguna expectativa de cómo se vería ahora.

—Para ser honesta, el joven Raynard siempre ha sido guapo. Estoy deseando ver en que tipo de hombre se ha convertido. Oh, eso no significa que esté interesada… Lo veo solo como un hermano…

—Solo di que estás interesada, Betsy.

—¡No es así!

Yurina se rio ante su rápida respuesta.

¿Cuánto has crecido, Ray?

Tenía un poco de curiosidad ahora que Betsy había enfatizado sobre lo guapo que era. Ciertamente, ha sido atractivo desde joven, incluso estando cubierto de tierra.

En la novela, al regresar de la Academia como adulto, su apariencia perfecta había encendido los corazones de muchas señoritas. Aun así, era difícil de imaginar. En su mente, él siempre se veía como lo hizo al salir de la mansión, un pequeño niño de trece años.

Sin duda alguna, sus cartas mostraban lo mucho que había madurado, pero aparte de eso, solo podía imaginárselo como un niño con los ojos brillantes y alegre.

Aun así, perseveró e intentó imaginarlo en su cabeza antes de que se encontraran en unos días. Pronto cumpliría dieciocho años, por lo que debería ser más alto y sus manos deberían ser más grandes.

Tenía un buen porte, por lo que sus hombros probablemente se ensancharon… ¿Tendrá músculos ahora…? ¿Será posible?

La razón por la que su línea de pensamiento terminó en una pregunta era debido a su escepticismo.

No todos eran igual, pero la mayoría de los magos que ha conocido, incluyendo a Dave, eran bastante flacos. Los magos no ganaban músculo porque estaban constantemente atrapados en sus laboratorios e investigaciones mientras tenían una dieta desequilibrada y se la vivían bajo presión.

No creo que Ray sea diferente.

Tras escuchar los delirios de Betsy sobre el físico de Raynard, Yurina continuó imaginándoselo y se echó a reír. Ella solo podía imaginar a un niño de trece años con las piernas alargadas. Era una vista bastante extraña.

—¿Por qué se ríe de repente, señorita?

—Oh, no es nada… —Yurina trató de ocultar su sonrisa cubriéndose la boca.

No solo su doncella, sino incluso Dave, quien estaba leyendo, les dirigieron una mirada extraña. Aun así, no podía dejar de reírse. Era una sonrisa bastante encantadora para un viaje tan aburrido.

♦ ♦ ♦

La familia Carthia era una familia tan poderosa que sus grandes carruajes, portando con orgullo el escudo familiar, pasaban por los puntos de control del reino de Crohn sin incidentes, tal y como sucedía en el Imperio.

—Pensé que moriría de lo dolorido que está mi cuerpo, señorita.

Betsy se bajó del carruaje y se estiró lo más que pudo mientras bostezaba.

Yurina le sonrió mientras era escoltada fuera del carruaje por el mago.

—Betsy, hay mucha gente a nuestro alrededor, no deberías actuar así.

—¡Oh, Dios mío! —Se dio cuenta de las personas que la rodeaban y se apresuró a cubrirse la boca.

Debido al duro viaje, habían decidido a hacer una parada de descanso en el pueblo más cercano al punto de control. Dado que el pueblo residía a lo largo del río, era mucho más animado a pesar de estar en la zona fronteriza. Sin embargo, todavía era un pueblo remoto en comparación con las zonas fronterizas del Imperio.

—¿Podemos explorar, señorita?

Yurina negó con la cabeza ante la ansiosa doncella.

—Primero, debemos descansar. Ahora mismo, quiero sumergirme en un baño de agua caliente.

—Hemos asegurado habitaciones en una posada, señorita. —Justo a tiempo, Dave salió de la mejor posada del pueblo y la llevo a su habitación.

Bajo el atento cuidado de su doncella, se dio un baño caliente y se puso ropa sencilla antes de meterse a la cama. Al cabo de un momento, sus parpados se cerraron ante la comodidad que no había sentido en mucho tiempo.

De repente, la voz de Betsy diciendo que no debería dormirse, ya que iban a pasear, entró por un oído y salió por el otro.

Justo cuando estaba a punto de quedarse dormida, llamaron a su puerta.

—Ese debe ser Dave, puedes recibirlo; estoy lo suficientemente presentable.

—Sí, señorita.

Al verla acercarse a la puerta, continuó con su rostro enterrado en su almohada; sin embargo, cuando escuchó a Betsy responder a la puerta, notó un poco de cautela en su tono.

—¿Quién… es usted?

¿Eh? ¿No es Dave?

Completamente despierta ahora, se levantó de la cama y corrió a una esquina de la habitación.

—¡Pregunté quién es! ¡No! ¡Espere un minuto! ¡No puede entrar!

Se sorprendió de ver que Betsy, en lugar de huir, usaba su cuerpo para tratar de bloquear al intruso, por lo que corrió hacia ella, empezando a contemplar qué tipo de magia podría usar en esa situación.

¿Una bola de fuego? No. Si no apunto bien, Betsy podría salir herida. Entonces, ¿debería electrocutarlo?

Si lograba aturdir al intruso en defensa propia, como si fuera una pistola paralizante de su anterior mundo, podría usar ese tiempo para correr hacia Dave con Betsy. Era una magia que, por lo general, no podría realizar en el Imperio, pero la concentración de maná en el reino de Crohn se lo permitía.

No obstante, solo podría lograrlo si estaba dispuesta a desmayarse.

Organizó sus pensamientos, reunió el maná a su alcance y se preparó para salvar a Betsy; sin embargo, la doncella, quien aún bloqueaba al intruso, de repente se hizo a un lado, exclamando ante la confusión:

—¿Eh? ¿Eh?

Su objetivo era la joven y ahora podría llegar a ella sin ningún tipo de obstáculo que le estorbara.

Ella se apresuró a volver a la esquina de la habitación, sin darse cuenta de lo extraño que era el hecho de que Betsy se había hecho a un lado por su propia voluntad.

—¡No te acerques más! ¡Si lo haces, te atacaré!

El hombre no detuvo su acercamiento a pesar de su amenaza; por el contrario, en solo unos pasos, él estaba justo frente a ella, quitándose la capucha.

Estuvo a punto de lanzarle el hechizo, pero cuando vio su rostro, su tren de pensamiento se detuvo. El maná, que había reunido en las puntas de sus dedos, se dispersó en un instante.

De ninguna manera…

Ante ella, se encontraba un cabello rubio y brillante, que iluminaba la habitación como si fuera el sol, unas atractivas facciones y…

Un par de ojos carmesí con una mirada inquebrantable.

Al instante, supo que era el hombre que estuvo esperando por mucho tiempo.

—¿Ray?

Aunque se encontraba de pie, congelado como una estatua, su expresión respondió ante su nombre. Una línea de escote que no había estado allí cuando era más joven subió y bajó; en ese momento, su rostro duro contorsionándose, como si estuviera a punto de llorar, apenas logró una sonrisa.

—Yurina. —Era una voz baja y dulce.

Yurina, quien vagamente reconocía la voz aguda y tintineante del niño del pasado, se dio cuenta de que ahora sonaba como un hombre, y la extrañeza de todo aquello volvió a abrumarla.

Aunque seguía dudando de su mirada, sus ojos rojos afirmaron que, sin duda, era él. Mientras Yurina reflexionaba sobre semejante tontería, el hombre extendió el brazo hacia ella.

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