Dama Caballero – Capítulo 2: Voy a cambiar el futuro

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


Después de que Elena tomó una decisión, comenzó a sentir ansiedad. El momento en que el príncipe Carlisle sería asesinado estaba cerca. Aunque se desconocía el momento exacto en que fue asesinado, afortunadamente ella recordó el lugar, ya que su muerte fue el evento más comentado antes de la rebelión.

No había tiempo que perder. Sería un desastre si perdiera la oportunidad de salvar la vida de Carlisle. El castillo Blaise estaba ubicado al sur de la capital, y tardaría varios días en llegar de aquí para allá. Tenía que darse prisa lo antes posible.

—Nuestro hermano Derek está entrenando ahora, ¿no es así?

—Sí, siempre es lo mismo. Si él no sostiene una espada ni siquiera por un día, probablemente morirá.

Mirabelle adorablemente sacó su lengua y Elena la miró con amor. Elena había extrañado tanto a su hermana. Estaba ansiosa por mantener sus ojos en ella aún más, pero ahora tenía prisa.

Acarició el suave cabello de Mirabelle y le habló con tristeza.

—Mirabelle, tengo que ir a un lugar por un tiempo.

— ¿Eh? ¿A dónde vas?

—Será por poco tiempo, unos días más o menos.

—Es demasiado. ¡Voy contigo! —Mirabelle se aferró al camisón de Elena.

Tal vez fue porque Mirabelle no recordaba a su madre, que había muerto antes de que pudiera conocerla, pero la niña siempre había odiado estar lejos de su hermana mayor desde que muy pequeña. Elena no odiaba a Mirabelle por seguirla como una madre, y tenían pocos recuerdos de estar separadas hasta que su familia había sido destruida en su vida anterior.

Las décadas de vivir sin Mirabelle habían sido extremadamente solitarias. Elena quería complacer a su hermana y escuchar todo lo que decía, pero este no era el momento.

—Tengo que ir sola…

Ella rápidamente volvió la cabeza. Tenía que estar ausente por al menos unos días para rescatar al Príncipe Carlisle, pero no podía desaparecer sin razón alguna. Esta no era la vida en la que nadie podía detenerla como la espadachina que era, sin importar lo que hiciera. Ahora es la hija de un conde, que tiene que contarle a todos sus movimientos.

Un recuerdo pasó por la cabeza de Elena y le dio una idea.

—Tengo que ir a ver a Glenn, y no puedes viajar tan lejos conmigo.

— ¿Glenn?

—Sí. Hace un tiempo escuché de ella por carta, pero creo que debería ir allí yo misma.

Glenn es una baronesa que vivía en una finca rural, y era un pariente lejano de los Blaise. Amaba tanto a Elena como a Mirabelle y, aunque no era una visitante frecuente, se aseguraba de pasar por el Castillo Blaise cada vez que visitaba el sur.

Elena recordó que Glenn había estado muy nerviosa preparándose para su boda.

En la vida anterior de Elena, solo había asistido al día de la boda para felicitarla, pero ahora tenía que dejar el Castillo Blaise con cualquier pretexto. Glenn, quien había sido bien conocida desde la infancia, es la excusa perfecta.

Elena miró la cara de Mirabelle con aprensión, preguntándose si su memoria podría haber estado equivocada. Afortunadamente no fue así, sin embargo, Mirabelle habló con una mirada tenue como si ya supiera sobre Glenn.

— ¿Todavía tienes que ir allí por tu cuenta? Si estás preocupada, debes enviar a alguien más… No puedes viajar tan lejos solo para ver si algo está pasando. Además, esta casa no es nada sin ti hermana.

—En cierto modo, una boda es lo más importante en la vida de una mujer. Necesito visitarla yo misma.

—Pero…

—Glenn tiene mucho cabello y le preocupa cuidarlo todos los días. Si voy allí en persona, se sentirá mejor.

Mirabelle hizo un puchero de desaprobación y Elena suspiró. Si el futuro no dependiera de que ella salvará al Príncipe Carlisle, nunca dejaría el lado de su hermana por mucho tiempo.

—Mi hermana es demasiado buena para su propio bien.

Elena sonrió levemente ante eso. A ella no le importaba si su mundo estaba manchado de sangre por el bien de su familia, por lo que la palabra “bueno” estaba lejos de ser apropiada para ella. Es imposible estimar cuánta sangre debía derramar con sus manos para salvar al príncipe heredero Carlisle, pero Elena solo sonrió inocentemente.

—Te traeré un regalo cuando regrese.

— ¿De verdad? Lo estaré esperando.

—Sí. Elegiré algo que te guste, así que sé paciente.

— ¡Viva!

Como si hubiera olvidado por completo su oposición a la partida de Elena, Mirabelle sonrió tan brillante como una flor. Sí, a Elena no le importaría ser un demonio del infierno para proteger esta sonrisa.

—Entonces deberías esperar en casa tranquilamente. Cuando mi padre regrese, le dirás que he ido a ayudar a la boda de Glenn.

—Bueno. Tienes que volver lo antes posible, hermana.

—Lo prometo. Solo necesito despedirme de Derek y luego me iré de inmediato.

— ¿Tan rápido?

—Cuanto antes me vaya, antes podré volver.

La expresión de Mirabelle se volvió hosca, pero luego su rostro pronto se iluminó con una idea.

—Entonces le pediré al chef que prepare el almuerzo para que puedas comerlo en el camino.

—No tienes que…

—Mientras tanto, ¡ve a hablar con Derek!

Mirabelle partio rápidamente a la cocina, y Elena sonrió tristemente al verla irse.

Mirabelle es una niña débil que nunca ha podido correr adecuadamente, y aunque tiene diecisiete años, era pequeña y delgada para su edad, por lo que parecía más joven.Elena estaba preocupada de verla correr lentamente, pero se sintió conmovida por sus esfuerzos.

Cuando sintió una pizca de bondad en su corazón, notó que realmente había regresado.

Después de un momento de agradecimiento, Elena rápidamente recobró el sentido y se sentó en su escritorio. Planeaba salir de la casa con el pretexto de ayudar en la boda de Glenn, pero Elena no estaba segura de si realmente podría visitarla. Estaba planeando enviar a Glenn un maestro esteticista [1] por si acaso, y planeaba hacerle saber esto con anticipación para evitar una situación difícil más adelante.

Elena le escribió una carta a Glenn acerca de ir a ayudar con la boda y luego otra carta a la peluquería más famosa de la Ciudad Capital. Las dos cartas fueron enviadas de inmediato, cada una con el sello del Conde Blaise.

♦ ♦ ♦

— ¡Haaa!

El fuerte olor a sudor y el sonido de una fuerte respiración se escucharon desde el interior de una sala de entrenamiento.

A diferencia de las grandes áreas donde los caballeros entrenaban en grupo, Derek, su hermano mayor y el próximo heredero del Conde, prefería este lugar tranquilo y acogedor. Estaba absorto en practicar sus formas y desconocía el enfoque de Elena.

Por un momento, ella lo observó en silencio sin decir nada.

—Mi hermano.

Durante mucho tiempo, cuando tuvo que sobrevivir sola, había guardado rencor contra Derek en un rincón de su corazón. No solo le impidió por la fuerza que ella intentara salvar a Mirabelle, sino que…

Él murió para salvarla.

Elena había sido arrastrada fuera del castillo, dejando a Mirabelle en peligro, y Elena estaba tan aturdida que no podía decir si era un sueño o una realidad. Los gritos de los sirvientes llenaron el aire, y el olor a sangre le picó la nariz. Escucho los pasos de los caballeros y los gritos.

Hasta entonces, Elena era la única hija ordinaria de un conde y se encontraba indefensa ante esta pesadilla. Derek finalmente levantó su mano y la abofeteó. Su cabeza se sacudió hacia un lado gracias al golpe. Sus mejillas, que nunca habían sido tocadas antes, rápidamente se pusieron rojas, pero sus ojos se abrieron recuperando la conciencia. Derek habló seriamente, sosteniendo su rostro con ambas manos y mirándola directamente a los ojos.

—Elena, te puedo ganar algo de tiempo para que puedas escapar. No mires atrás y ve a Arden. La casa de seguridad de nuestra familia está ahí, por lo que debes ocultarte hasta que sepas lo que está sucediendo.

Ella no entendía completamente lo que Derek estaba diciendo, pero asintió ante sus temibles ojos. Se escuchó el sonido de voces que se acercaban y Derek sacó su espada. Se volvió hacia ella y volvió a hablar.

—Rápido, ve. Ve y sobrevive, hermana.

Esa fue la última vez que ella lo vio. Observó cómo la espalda de su hermano se alejaba gradualmente, luego se dio la vuelta y comenzó a correr en dirección opuesta. Ella no lo hizo para vivir. Estaba demasiado aterrorizada y simplemente siguió las órdenes de su hermano.

A través de la bruma de terror, ella no se dio cuenta hasta que su vestido estuvo  desgarrado y sus pies descalzos cubiertos de sangre, que Derek, su querido hermano, se sacrificó. Siguió corriendo por el bosque oscuro, aunque apenas podía ver nada. Esa noche oscura fue la noche más terrible de todos los recuerdos de Elena.

Sólo más tarde identificó los cuerpos destrozados de su padre y su hermano colgados en la pared como un espectáculo para que todos lo vean.

Cuando los vio, sintió que su sangre salía de su cuerpo. Ni siquiera un grito salió de su boca. El cielo y la tierra se derrumbaban sobre ella. Quería seguir a su familia, pero estaba tan enojada y amargada que ni siquiera podía suicidarse. Su hermano había querido que ella sobreviviera.

Pero, sobrevivir fue igual que el infierno. Había sido pesado y sofocante llevar las muertes de su familia con ella, con tanto dolor en su corazón, no pudo evitar estar resentida con su hermano por salvarla y sacrificar su vida. De hecho, Derek siempre había sido aterrador y difícil de tratar, y al crecer como heredero de un Conde, era tan directo como su padre. Rara vez le dio las gracias o lo lamentó durante la infancia, Elena se preguntó si todos los caballeros serían así.

Y al final, se había sacrificado, no para salvar a un héroe, para salvarla a ella. Elena no pudo expresar ni su gratitud, ni su resentimiento hacia él, y lo que quería decirle se convirtió en una montaña de palabras en su corazón. Curiosamente, no se dio cuenta de lo mucho que lo amaba hasta que él murió.

Ella lo culpó por dejarla sola… pero aun asi ella lo había extrañado tanto o más de lo que había estado enojada con él.

— ¿Cuánto tiempo has estado ahí?

Derek notó tardíamente la presencia de Elena e interrumpió sus pensamientos en voz baja. Ella tuvo que aclararse la garganta antes de responder.

—Solo un momento.

— ¿Qué sucede?

El corazón de Elena se calentó por su sencillo estilo de hablar, a diferencia del pasado cuando le resultaba difícil comunicarse con él.

—Me iré por unos días para ayudar a Glenn a prepararse para su boda. Estoy pasando a despedirme de mi hermano.

—Sí. Ten cuidado.

Con sumo desinterés en su rostro, Derek comenzó a limpiar su espada.

Elena se dio la vuelta, caminó un par de pasos, se detuvo y lo miró de nuevo. Vio que tanto el presente Derek como el de su vida anterior se superponían en sus ojos.

—Hermano.

Miró a Elena con sorpresa, como si la conversación ya hubiera terminado para él. Luego, bajo la brillante luz del sol, Elena apareció a la vista con su cabello rubio ondulado y sus ojos escarlatas que brillaban como joyas.

—Realmente quería decir gracias.

— ¿Qué?

Derek preguntó estupefacto, pero Elena solo siguió su camino con una mirada misteriosa en su rostro. Él inclinó la cabeza, parecía diferente de ayer. Ella era su preciosa hermana, pero no habían estado muy cerca.

Mientras observaba la creciente distancia entre ellos, murmuró con voz preocupada: —Por cierto, es probable que ella no esté tomando suficientes guardias.

Después de reunirse con su hermano, Elena entró en la armería donde se guardan las espadas, arcos, flechas, armaduras y todo tipo de armas.

La gente común no tenía permitida la entrada, pero, afortunadamente no había lugar en el Castillo Blaise donde ella no pudiera ir. Sin embargo, evitó los ojos de todos, pasó las armas bien exhibidas y se dirigió a la parte más interna de la habitación. Pasó por un rincón oscuro y estrecho antes de llegar a la armadura de color negro oscuro colocada en la vitrina con una majestuosa grandeza.

Elena sabía lo especial que era esa armadura. Fue utilizada por su madre cuando aún era una niña. El metal utilizado para hacer la armadura era tan caro y tan puro que incluso los caballeros oficiales no podían pagarlo. Solo cuando se convirtió en espadachina se dio cuenta de su valor, pero se la habían quitado antes de que pudiera usarla.

Mientras ella colocaba suavemente una mano en la armadura, sus ojos se humedecieron con emoción. El toque fresco y sólido bajo su palma agitó sus recuerdos.

De niña, pensó que la armadura era suya, pero después de que su madre murió, su padre estaba en contra de que las mujeres aprendieran a luchar con espadas. Por esta razón, nunca aprendió el arte de la esgrima a pesar de haber nacido en una familia de caballeros. Al final, ella tuvo que aprenderlo de todos modos. Tal vez fue el destino.

Después de recordar el pasado, comenzó a colocar la armadura en un gran saco.

—Sé que mi padre extraña a mi madre y no puede soportar que sus preciosos artículos sean usados, pero lo usaré para salvarlo.

Además, su cuerpo no tenía la misma forma física que en su vida anterior y necesitaba una buena armadura para protegerse.

Después de colocar finalmente el casco negro en el saco, seleccionó una espada sin usar. Era la primera que había sostenido desde que regresó al pasado, pero para ella era solo ayer. Su mano suave y sin callos agarró torpemente el mango sólido, pero su mente sintió una extraña sensación de perfecta comprensión. Tuvo la suerte de que nunca abandonó su entrenamiento.

Elena desenfundó la espada de la vaina y vio su rostro reflejado en la afilada hoja. La expresión en su rostro es muy diferente a la espadachina fría del pasado, pero la determinación en su corazón ardía más que antes.

Blandió la espada en el aire varias veces y murmuró para sí misma.

—Sólo soy la mitad de buena.

Su velocidad y potencia estaban limitadas en este cuerpo sin entrenamiento. Sin embargo, ella había apuntado con una espada miles o decenas de miles de veces, y las batallas en las que había arriesgado su vida eran irrelevantes. No importaba lo débil y lenta que fuera, sabía exactamente dónde balancear su espada. Además, había luchado más veces en circunstancias extremas, que en condiciones favorables; se había vuelto ingeniosa para salir airosa en malas situaciones.

En una batalla su unidad de suministro había sido aniquilada y pasaron hambre durante tres días y tres noches, mientras que otros lucharon lisiados y apenas capaces de moverse. Sobrevivieron a cada momento. Después de perseverar así durante tantos años, incluso este cuerpo no entrenado, no disminuyó su capacidad. Llegó a la conclusión de que, si bien su poder se reducía significativamente, podía superarlo hasta cierto punto con experiencia e instinto.

Elena finalmente enfundó la espada y la colocó en su saco, lo ató con un fuerte nudo para que no pueda abrirse fácilmente. De repente se dio cuenta de que llevar consigo un enorme saco podía atraer algo de atención. No fue fácil deshacerse de la mentalidad de ser un asesino endurecido que hace todo por sí misma, pero ahora no podía olvidar que era parte de la aristocracia.

Después de dejar la armería y alejarse lo más posible de ella, Elena llamó a un sirviente que pasaba. El sirviente se acercó y Elena señaló el gran saco.

—Lleva esto a mi carruaje

—Mi señora, si se me permite preguntar ¿qué son todos estos artículos grandes?

—Estos son regalos para Glenn cuando llegamos.

— ¿Tantos? Cuando la señorita Glenn vea todo esto, estará encantada de recibirla.

Aunque el tamaño y el peso del saco eran un poco inusuales para ser el regalo para una dama de la nobleza, el sirviente no pensó mucho en eso e hizo lo que Elena ordenó. Otros equipajes, como vestidos y otros artículos, ya fueron atendidos por los otros sirvientes.

Cuando Elena confirmó que se había cargado todo lo necesario, se subió a bordo del carro.

—Hah, hah. ¡Espera un segundo!

Mirabelle se aferró a su falda con una mano mientras corría hacia el carruaje, con la otra mano sostenía una gran cesta de picnic.

Elena se detuvo al ver a Mirabelle corriendo hacia ella, luego bajó y corrió en su dirección.

—Mirabelle, ten cuidado. Te lastimarás.

Pero Mirabelle no bajó la velocidad hasta que estuvo justo frente a Elena. Tomó grandes bocanadas de aire y le dio a su hermana una brillante sonrisa.

—No quiero que te vayas sin comer, así que por favor toma esto.

Mirabelle le dio la canasta y, cuando Elena la tomó, la confusión cruzó su rostro. Pesaba, y mucho, había demasiada comida para una sola persona.

—Has preparado tanto en tan poco tiempo. Es como un banquete.

— ¿Olvidaste a la persona que dice que comer bien todos los días me hará más saludable?

Por un momento Elena se quedó sin palabras. Eso era lo que solía decirle a Mirabelle, que siempre era quisquillosa con la comida.

Mirabelle se dio cuenta de que estaba deteniendo a su hermana, así que rápidamente empujó a Elena en el carruaje y habló con voz alegre.

—Ve y vuelve rápido. Y no te olvides de mi regalo.

Después de ser empujada hacia adentro, Elena miró con nostalgia a través de la ventana a su hermana.

—Vuelvo enseguida.

—Sí. Ten cuidado, hermana.

El carruaje partió y Mirabelle se despidió.

Elena mantuvo la cabeza fuera por la ventana hasta que vio a su hermana desaparecer de su vista. Casi quiso llorar cuando prometió que volvería otra vez. No podía creer que tuviera un lugar al que volver.

De repente recordó la canasta en su regazo. Lo colocó en el asiento junto a ella y sacó los alimentos uno por uno. Dentro había una generosa ensalada con lechuga fresca y pechugas de pollo, un sándwich de jamón, huevos duros, bolas de arroz muy bien decoradas y frutas finamente picadas. Todos se veían deliciosos para comer. La lonchera de Mirabelle parecía ser un banquete interminable de todas las comidas favoritas de Elena.

Ella extendió cuidadosamente la comida en el carruaje, pero no podía soportar comerla. Sophie, la doncella sentada frente a ella de espaldas al conductor del carruaje, la miró ansiosamente por la ventana.

—Mi señora, ¿está bien?

Elena estaba sosteniendo su rostro en sus manos y parecía que estaba llorando.

—Estoy bien. Es solo que… soy una persona muy feliz, más de lo que pensaba.

Siempre había pasado por alto esos momentos cuando su familia aún vivía en su vida anterior. Su padre, su hermano, Mirabelle. Como ella había deseado cientos y miles de veces que estuvieran vivos. Ahora ella era más feliz de lo que en su imaginación podría siquiera soñar.

— ¿Cómo podría comer toda esta comida?

—Si lo desea, podemos envolverlo de nuevo más tarde. —contestó Sophie, sin entender el significado detrás de las palabras de Elena.

Elena asintió, frotándose los ojos húmedos con la palma de la mano.

—Sí… Eso sería lo mejor.

Toda su familia está viva ahora. Mientras fuera así, su felicidad duraría para siempre. Elena se iba para que nunca más pudiera perderla. Ella se aseguraría de cambiar el futuro a toda costa.


[1] Los esteticistas llevan a cabo diferentes tratamientos de belleza y asesoran a personas sobre el cuidado de cutis y cuerpo.

5 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 2: Voy a cambiar el futuro”

  1. Muchas gracias por el capítulo, el amor entre hermanos, su hermano mayor no lo decía con palabras, pero sus acciones fueron siempre en función de proteger a Elena y seguramente a Mirabelle.
    Esperemos que pueda cambiar el futuro.
    Saludos.
    P.D. Seguro Elena no le traerá el regalo a Mirabelle…

  2. Eso es como: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Quizás no hayan sido los más cercanos, pero él no dudó en dar su vida por ella, porque son hermanos y eso hacen uno por otro.

  3. *Se va a leer desde el volumen 16 de Kovel Times*
    *Regresa*
    jajajajja no puedo creer que me leí todos los capítulos que había en Kovel times de dama caballero en un día xD necesito maaaaas! Gracias por traducirlos, enserio se valora mucho su esfuerzo <3

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