Dama Caballero – Capítulo 29: El último momento

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


—Incluso si el cielo cae, te protegeré.

Carlisle no pudo encontrar ninguna palabra mientras miraba fijamente la fiereza en los ojos de Elena. Sin embargo, no pudo ocultar lo infeliz que estaba con la situación.

Elena,por su parte, no se inmutó ante su mirada y lo miró de frente. Esta era la razón principal de su matrimonio. Para mantenerlo cerca. Para hacerlo emperador.

Carlisle finalmente respondió, hablando lentamente.

— ¿Y si no quiero que estés en peligro?

Su tono era serio, sin ningún indicio de ligereza. Sin embargo, Elena no tenía intención de retirarse. Su intuición le dijo que si retrocedía ahora, podría no tener la oportunidad de protegerlo como un caballero en el futuro.

Elena sabía que Carlisle tenía una disposición obstinada, por lo que tenía que llevar su voluntad por otros medios. Se sentía bastante arrepentida por explotar la única debilidad que había descubierto hasta ahora.

— ¿Quieres decir que vas a romper nuestro contrato?

 — ¿Romper?

Repitió detrás de ella como si no la entendiera, y Elena respondió de nuevo en voz baja.

—Nuestro contrato de matrimonio. Si quiere violar el contrato, no tengo más remedio que aceptarlo.

Como Elena había esperado, la luz en los ojos de Carlisle tembló por la incertidumbre.

Aunque todavía no había descubierto por qué se preocupaba tanto por ella, Elena no estaba sola en querer que el matrimonio se llevará a cabo. Ella estaba apostando todo a ese futuro. A menos que lo dejara claro ahora, él continuaría reteniendola en situaciones peligrosas.

Además, ella no tenía la intención de estar protegida como una planta en un invernadero. Había sido una de las caballeros más importantes del continente en su última vida, y ahora podía hacer aún más con el conocimiento del futuro.

— ¿Quieres cancelar nuestro matrimonio si no estoy de acuerdo con tus acciones?

—Sí, eso es correcto.

Carlisle se tensó ante su brusca pero decidida respuesta, y su expresión se volvió gélida.

—Nunca pensé que me sentiría tan mal por ser tan inteligente.

Se miraron fijamente, luchando en una guerra de voluntad silenciosa; ninguna de las partes cedió ni una pulgada.

No obstante, cuando Elena escuchó sus últimas palabras, estaba segura de que sería la ganadora de esta pelea. No tenía la intención seria de romper el matrimonio contractual con él, sino apostar por su intuición sobre la personalidad de Carlisle.

Estoy segura de que funcionará. Ella no sabía qué haría si no lo hiciera.

Sin embargo, afortunadamente eso fue suficiente. Carlisle miró con desaprobación silenciosa por un momento antes de finalmente hablar.

—Esta es la última vez que oiré semejante amenaza.

Ella asintió ligeramente en lugar de responder. No tenía la intención de romper el contrato tan fácilmente, no con la situación tan urgente como era ahora. Carlisle no lo sabía, pero podría lastimarse en el Puente de las Flores o, en el peor de los casos, su vida podría estar en peligro.

—No olvides lo que acabas de decir y no te alejes de mi lado.

—No lo haré.

Carlisle miró el arma de Elena con una expresión complicada.

—Por mucho que te permitiera esto, no será tan fácil en el futuro. Estáte preparada.

—Sí.

Fue una de las cosas que le molestó desde que escribió el contrato. Conceder una cosa que él deseaba podría ser una complicación en el futuro, pero por ahora, era importante que ella fuera la guardia de Carlisle. Elena se preocuparía por lo demás después.

Carlisle se dirigió hacia donde esperaban el resto de sus hombres, hablando a Elena no como a la hija de un noble.

—Vámonos.

Ella siguió sus pasos, aliviada. Le preocupaba que Carlisle la tratara como lo hacía normalmente, pero afortunadamente no lo hizo.

Elena lo siguió en silencio, con sus pies arrastrando su sombra. Hasta ahora no le preocupaba que la atención de todos sus hombres estuviera completamente centrada en ella. Cuando llevaba una armadura y cargaba una espada en la cintura, estaban tan nerviosos por un posible ataque a Carlisle, que no podían pensar en nada más. Algunos de ellos incluso llevaban expresiones abiertamente hostiles.

Cuando Carlisle regresó con Elena detrás de él, uno de los líderes de la guardia habló.

—Su Alteza, ¿por qué trae eso con usted?

Los ojos azules de Carlisle se deslizaron hacia Elena, y luego se volvieron de nuevo.

—Es mi guardia personal por hoy.

La protesta vehemente del otro hombre murió en sus labios, y con vergüenza no tuvo más remedio que poner una mirada más dudosa.

—Ya tenemos guardias, así que por qué de repente…

Carlisle lo ignoró e interrumpió como si no tuviera intención de responder a su pregunta.

—El hablador se llama Zenard.

— ¡Pero Su Alteza!

Zenard. Era un hombre bastante guapo con el cabello plateado ordenado y los ojos color turquesa. Su camisa estaba abotonada hasta su cuello, dando la impresión de que era un perfeccionista.

Si Elena quería ser parte de la guardia de Carlisle a partir de ahora, no era una mala idea conocer los rostros de sus hombres. Elena habló, bajando la voz.

—Me llamo…

Ella dio una introducción aproximada y Carlisle, notándolo, lo interrumpió.

—Len.

Sus ojos se ensancharon. Era un diminutivo de Elena… justo como la llamaba su difunta madre.

—Len, ten cuidado de no salir lastimado.

Todavía recordaba la voz de su madre llamándola cariñosamente con ese apodo.

Elena no aprobó la presentación de Carlisle. Él podría haberle permitido que lo llamara “Caril”, pero Elena no tenía ninguna intención de dejar que la llamara por un apodo.

La sonrisa en el rostro de Carlisle simplemente se profundizó mientras miraba su evidente sorpresa. Solo Zenard, que no era consciente de la situación, se quedó boquiabierto entre Carlisle y Elena y habló con total asombro.

— ¿Es así? ¿Está diciendo que estará con nosotros a partir de ahora?

— ¿No escuchaste lo que dije? De ahora en adelante, Len es mi acompañante.

—Estamos en un momento importante aquí y… ¿dejarás entrar a una persona desconocida?

Zenard le dio una mirada amplia de desaprobación. Con tanta gente persiguiendo la vida de Carlisle, no fue una buena idea traer a un nuevo recluta no identificado con el potencial de ser un espía.

—No cuestiones mis decisiones.

Carlisle habló en un tono dominante, silenciando rápidamente las quejas de Zenard.

Zenard sabía que no podía anular la decisión del Príncipe, por lo que protestó con una voz más dócil.

—Solo… me preocupa que alguien como este se una a nosotros, además de Kasha.

¿Kasha? ¿No Kuhn Kasha? 

Elena miró a Zenard, sus ojos brillando ante el nombre familiar. Nunca pensó en cómo trataban a Kuhn en la unidad de Carlisle. Kuhn no parecía muy querido, inesperadamente.

Carlisle respondió con su emoción contenida.

—Dije que te detengas.

—Mis disculpas.

Zenard dio un paso atrás y se inclinó en silencio mientras Carlisle montaba nuevamente sobre su caballo. Carlisle miró brevemente a Elena y luego a uno de sus otros hombres.

—Dale tu caballo a Len.

— ¡Sí, Su Alteza!

Inclinó respetuosamente la cabeza, desmontó el caballo y le entregó las riendas a Elena. Luego el hombre se alejó y terminó los preparativos para volver a moverse.

Elena ya tenía un caballo, pero como era una pérdida de tiempo ir a buscarlo donde estaba, subió al caballo que el otro hombre le dio.

Carlisle hizo un comentario final hacia ella a caballo.

—Dime cuando te quedes sin fuerzas. Estaría muy feliz si renunciaras.

Todos los otros hombres miraron a Elena, encontrando las palabras del Príncipe completamente incomprensibles.

Elena no respondió, pero movió su caballo para seguir a Carlisle. No importaba lo que pasará en el futuro, ella nunca dejaría de protegerlo.

Fue cuando, una vez más, hermosos fuegos artificiales estallaron en el cielo una y otra vez. Inmediatamente después de que Zenard vio el escenario, sacó un reloj de bolsillo y comprobó la hora.

—Su Alteza, es hora de unirse al festival.

—Vámonos.

Carlisle tomó la iniciativa y docenas de sus hombres lo siguieron.

Sorprendentemente, fue Elena quien terminó directamente detrás de Carlisle a pesar de su ritmo vertiginoso. Zenard comenzó a instar a su caballo a avanzar aún más, lanzándole a Elena una mirada de disgusto por sus excelentes habilidades para montar.

Las multitudes se separaron cuando Carlisle y su guardia se dirigieron hacia el festival.

Cuando finalmente llegaron, uno de los organizadores del festival anunció la presencia del Príncipe Heredero en voz alta.

— ¡Su Alteza, el Príncipe Heredero Carlisle!

En respuesta, la multitud inclinó reverentemente sus cabezas como una ola oceánica. El número de personas parecía interminable. La vista fue nada menos que espectacular.

Elena, que montaba a caballo detrás de Carlisle, miró al Príncipe con nuevos ojos. No había pensado mucho en eso antes, pero Su Majestad el Emperador estuvo ausente de la aparición pública debido a una enfermedad grave. La gente parecía encantada de ver al Príncipe Heredero directamente en su lugar.

La gente miraba con asombro la gran figura de Carlisle, quien lucía digno y orgulloso mientras cabalgaba. Seguramente todos pensaban lo mismo.

Un hombre nacido para ser emperador.

No parecía haber otro hombre más adecuado para la posición. El emperador era el depredador en la cima de la cadena alimenticia. Era como si Carlisle hubiera nacido para estar por encima de otras personas. Si uno se encontrara por casualidad con sus ojos azules, la admiración sería la primera emoción en establecerse seguida de la envidia.

Elena estaba siguiendo a Carlisle en la larga procesión cuando, un poco más lejos, uno de sus subordinados habló.

—Tú, recién llegado.

Ella sabía que la estaban llamando, pero no respondió. Espadachines, mercenarios o caballeros, eran una multitud áspera. En las últimas dos décadas de su vida, ella se había mezclado con tales grupos.

Ahora, las provocaciones parecían nada más que juegos infantiles. Generalmente, en cualquier organización había personas a las que les gustaba establecer el orden entre los miembros. Sin embargo, no tenía intención de establecer una relación con ninguno de ellos para ocultar su identidad.

—Oye, ¿no puedes escucharme?

—Creo que nos está ignorando.

Elena no volvió la cabeza, sino que dirigió secretamente su mirada hacia el Puente de las Flores. Se derrumbaría hoy, y debería haber claros signos de debilidad estructural. Ningún edificio o puente simplemente se derrumbaría de la nada… Sin embargo, parecía que alguien estaba a cargo de ocultar las fallas.

Será mejor que los encontremos y evacuemos a todos antes de que se derrumbe el puente.

La misión principal de Elena era defender a Carlisle pero, si era posible, quería asegurarse de que nadie más resultara herido o muriera.

Elena se perdió en sus pensamientos hasta que de repente una figura le bloqueó el camino. Cuando levantó la vista vio a un hombre que se alzaba sobre ella.

—Eres Len, ¿verdad? ¿Te divierte lo que estamos diciendo?

El hombre tenía un físico grueso y musculoso.

—Despacio, Morgan. Es tan pequeño que lo derribarás si lo golpeas. El Príncipe lo trajo aquí, así que no lo ciegues el primer día.

Elena escuchó a alguien burlarse, y parecía que este hombre gigantesco delante de ella se llamaba Morgan. Estaba a punto de responder cuando hubo una repentina conmoción delante de ellos. Un hombre estaba bloqueando el camino de Carlisle hacia el Puente de las Flores. Su espada estaba desenvainada

—Deténganse.

Su fino vestido y su espada enjoyada parecían indicar que era un caballero de una familia adinerada.

—No se puede pasar sin una identificación adecuada.

Solo una cantidad limitada de personas pudieron entrar al espacio del festival al que iban a ingresar. Se sabía que Carlisle era el Príncipe Heredero, sin embargo, la denegación de acceso deliberada parecía ser un intento de deshonrarlo de su posición oficial.

Zenard, que estaba justo al lado de Carlisle, se sonrojó a causa de la ira.

— ¿Qué? ¡Te atreves a decir que este hombre es…!

Antes de que Zenard terminara de hablar, Elena rápidamente esquivó a Morgan y se dirigió directamente hacia Carlisle.

Y antes de que alguien pudiera decir algo, sus pies volaron hacia el oponente.

Un ataque rápido hizo que una de las rodillas del caballero golpeara el suelo, y él levantó la cabeza con ira.

—Cómo te atreves…

Sus palabras se detuvieron en su garganta… La espada de Elena de repente apareció ante el caballero doblado. Este, sorprendido, se puso de pie y levantó su propia arma.

— ¿Sabes de qué casa provengo?

—No, no lo sé. Sin embargo, sé que eres un caballero que desenvainó su espada hacia el Príncipe Heredero. Discúlpate por amenazar a tu Príncipe, independientemente de tu rango.

Elena habló con frialdad, sin preocuparse por las atónitas miradas de todos.

—Tiene tres segundos para apartarte.

El hombre comenzó a sudar frío, temiendo que Elena lo golpeara en un momento de fuego. Solo había sido un plan para socavar el estatus del Príncipe.

—Tres, dos…

Todos aquí sabían lo que significaban esas palabras. Al final, su espada haría justicia. Todos dejaron de respirar.

Zenard se quedó mirando a Elena con asombro. Este tipo de juicio audaz y poder no venía de ninguna persona normal.

Elena se aseguró de que todos supieran las consecuencias si no respetaban a Carlisle.

—Uno.

Fue el último momento de la cuenta atrás de Elena.


Nemoné
Desde que llamó a Elena <em>eso</em> me empezó a caer mal Zenard tsk tsk

3 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 29: El último momento”

  1. Muchas gracias por el capítulo, y está es la verdadera Elena, no una bella flor que la mueve el viento, sinó todo una guerrera, más que dispuesta a defender lo suyo,y sobre todo a proteger a Carlisle. Excelente manera de acallar las dudas sobre ella y sobre los que no creen en el Príncipe Heredero, kukuku.
    Saludos

  2. Uffff, pero que tensión, y el enojo de Carlisle y la advertencia que no juegue otra vez ese ultimatum con él, me encantó. Me encanta que ninguno de los dos se doblega al otro, sino que logran ceder uno una vez, luego el otro, es un buen equilibrio en una pareja

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