Dama Caballero – Capítulo 65: No hace tanto frío como antes

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


Se sintió avergonzada de que Carlisle la llevara así, pero no estaba en condiciones de protestar, ya que su condición le dificultaba mantener el equilibrio. Si bien los efectos de las drogas se habían visto atenuados por su entrenamiento mental y físico, no pudo evitarlo por completo. Cuanto más tiempo pasaba, más ligero sentía su cuerpo como el algodón.

—Caril…

Sintió que Carlisle la miraba. Sin embargo, no se alejó y ajustó su brazo para sostenerla mejor.

—Lo siento, pero tengo mucho sueño. ¿Puedo cerrar los ojos por un momento?

—Por supuesto.

Parecía que Carlisle quería hacer más preguntas, pero la somnolencia de Elena le impidió hacerlo. Elena sintió que estaba flotando en el aire. Sin querer, sus pensamientos volvieron al pasado. En su vida anterior, no había nadie en quien confiar, e incluso en esta condición, habría hecho todo lo posible para regresar sola a la mansión Blaise. Ella soportó esa vida solitaria completamente por venganza.

Cuando miró hacia atrás, recordó las muchas veces en que no tenía idea de cómo luchar por su supervivencia. Ella abrió la boca y comenzó a murmurar.

—Hace mucho tiempo… casi muero congelada en un día muy frío.

Su vida se volvió algo más soportable solo después de que desarrolló sus habilidades con el manejo de la espada. Antes, durante su vida como mujer sin habilidades sufrió momentos muy dolorosos y difíciles.

—Mis pies estaban entumecidos y tenían grandes ampollas, y la persona que estaba a mi lado me dijo que podría tener que cortarme los pies.

Mientras escuchaba a Elena hablar serenamente de sus severas experiencias, Carlisle respondió, perplejo.

— ¿Es tan difícil tu vida como mujer noble?

La voz de Carlisle sonó como un sueño en los oídos de Elena, quien continuaba con una sensación extraña en su cuerpo. Inclinó su cabeza sobre el pecho de Carlisle y continuó.

—Pero lo curioso es que mi primer pensamiento fue: ¿eso me liberaría de mi misión de venganza?

A veces, el camino que había elegido era tan doloroso y exigente que quería escapar de él. La muerte de su familia no se podía deshacer, y más de una vez quiso abandonar su misión por el bien de su cordura.

Fue por eso que inmediatamente notó el aroma de las flores Payan. Había muchos hombres en su vida anterior que intentaron drogarla con ese aroma y violarla, en cambio ella había sostenido su espada contra su palma para no perder la cabeza por sus efectos. Todas las noches dormía con su espada junto a su cama. Había sido una vida difícil ser la mejor espadachina del continente.

—Cuando pusieron el cuchillo en mi pie congelado por la escarcha, extrañamente me di cuenta de que aunque el campo de batalla era infernal, no significaba nada. En el momento en que renunciara a mi venganza, ya no sería Elena Blaise. Así que pensé que era mejor morir que huir. Afortunadamente, pude recibir tratamiento más tarde sin tener que amputarme los pies. Pero en estos día… a veces pienso…

Carlisle escuchó el balbuceo de Elena con incredulidad, pero aun así, no podía entender lo que estaba diciendo. Habló en voz baja:

— ¿Qué pensaste?

Elena respondió en voz baja con una sonrisa burlona.

—Incluso si tuviera mi venganza… lo más probable es que también moriría.

Vencer a Paveluc era el deseo de toda la vida de Elena, pero ¿existía algo más después de eso? Habría muchos cambios en el Imperio Ruford después de su muerte, pero ella no podía pensar en nada que llamara su atención. Incluso si ella restauraba la casa de Blaise, su familia ya estaba muerta y desaparecida. Podía seguir a Paveluc hasta la tumba después de destruirlo.

Por primera vez aceptó que no tenía nada más por lo que luchar. Cuando cumpliera su venganza, no habría algo a lo cual aferrarse, y por ese pensamiento se sintió aún más abatida.

—No sé de qué estás hablando, pero no digas imprudentemente que quieres morir. Eso no sucederá a menos que muera primero.

Ella sonrió ante la convicción en su voz.

—Supongo que fue porque no estabas allí. Porque estabas muerto…

—Estaba muerto…

Carlisle miró incrédulo a la Elena en sus brazos, pero ella no pareció darse cuenta.

—Me alegro de haber conocido a un compañero como tú. Ya no hace tanto frío como antes.

Carlisle le dirigió una mirada inquisitiva, pero la acunó más cerca en sus brazos. Parecía tener miedo al frío. Elena se relajó en su calor sin darse cuenta.

—Gracias, entonces solo… me quedaré dormida.

Al final de sus palabras, sucumbió al sueño.

Los brazos de Carlisle eran como un escudo que la protegía de todo en el mundo, permitiéndole alejarse sin su espada a su lado. Le recordó el momento en que su madre le frotaba la espalda suavemente.

Elena estaba teniendo dulces sueños.

♦ ♦ ♦

Elena abrió sus ojos rojos como joyas, y miró por un momento el techo desconocido.

¿Dónde estoy?

Alguien respondió a su lado, como esperando que recuperara la conciencia.

— ¿Estás despierta?

Elena giró la cabeza en dirección a la voz, y se sorprendió por la vista delante de ella.

Carlisle estaba recostado junto a ella, con la cabeza apoyada en un codo mientras la miraba con sus misteriosos ojos azules.

Elena se enderezó en la cama.

—Te ves cansada. ¿Necesitas descansar más?

Carlisle no sonaba nada cariñoso. De hecho, era como si estuviera regañando a su esposa que llegó borracha.

— ¿Dónde estoy?

—Mi habitación.

La boca de Elena se abrió ante la contundente respuesta de Carlisle. Ella trató de averiguar por qué la trajeron aquí, y Carlisle pareció reconocer sus preocupaciones a lo que respondió:

— ¿A dónde debería haberte llevado? No hubiera sido bueno si somos vistos entrando a un hotel los dos solos.

—Pero la mansión Blaise.

Antes de que Elena pudiera terminar de hablar, Carlisle se levantó de la cama y le entregó una humeante taza de té.

—Bebe.

Elena tomó la taza y se calentó las manos mientras tomaba un sorbo. La bebida estaba tibia y picante en su lengua.

— ¿Qué tipo de té es este?

—Té de jengibre. Lo preparé en caso de que tengas frío.

—Pub, cof, cof.

Elena se atragantó con su té de jengibre y comenzó a toser violentamente. Carlisle le entregó un pañuelo y le dio unas palmaditas en la espalda.

—Bebe lentamente.

Elena recordaba vagamente lo que había dicho antes de caer inconsciente. Debían ser divagaciones delirantes desde el punto de vista de Carlisle, pero descubrió que estaba instalada en una gruesa manta y que sus pies estaban cubiertos con suaves calcetines. Debió de cuidarla después de enterarse de cómo casi muere congelada.

Esto es demasiado.

Su cabeza giró rápidamente mientras trataba de pensar en una excusa. Elena finalmente dejó de toser y Carlisle habló primero.

—Ahora que estás despierta, explícame lo que dijiste antes de quedarte dormida.

— ¿Eh…? ¿Qué dije? No puedo recordarlo.

Elena fingió amnesia.

— ¿No te acuerdas? No creo que puedas describir algo así de manera tan realista, a menos que lo hayas experimentado tú misma.

Luchó por mantener la calma, pero por dentro se estaba regañando a sí misma.

¿Qué tan fuerte era la droga que hizo el Segundo Príncipe?

Parecía lo suficientemente fuerte como para hacerla delirar. Una droga más leve solo la habría dejado paralizada, de lo contrario no habría balbuceado sin sentido y caído inconsciente.

— ¿Quieres decir cómo sufrí cuando nací en la familia Blaise? Estaba leyendo una novela antes de acostarme la otra noche, y debo haber sentido empatía por la heroína.

Elena se obligó a sonreír.

—Así que realmente no sucedió.

—Por supuesto no.

Elena rápidamente sacudió la cabeza. La cara tensa de Carlisle se aflojó y habló con voz suave.

—Gracias a Dios. Si realmente hubieras tenido ese tipo de problemas… me habría molestado.

No entendía por qué le importaba tanto, pero Elena estaba contenta de haber escapado de la situación por el momento. Casi arrojó a Carlisle a la confusión por todas sus tonterías, y dio un suspiro secreto de alivio.

—Ahora debes explicar algo más. ¿Qué demonios pasó en la fiesta de Redfield?

—Oh, eso es…

Había una mirada feroz en los ojos de Carlisle. Sabía que si contaba toda la historia, Carlisle no se quedaría quieto, pero se decidió a contar los hechos con determinación.

—Cuando entré noté un olor extraño. Observé a todos cuidadosamente, y la gente allí consumía drogas.

— ¿Drogas?

—Sí. Traje algo del polvo por si acaso. Creo que encontrarás algo si lo miras. Deberíamos aprovechar la oportunidad para investigar más en este tipo de fiestas también. Por lo que vi, había más de una o dos cosas sospechosa.

Afortunadamente ella escapó ilesa, pero la oferta de Redfield hacia ella la molestó, y pocas personas en el Imperio podían hacerle frente.

Carlisle miró el polvo del pañuelo y luego volvió a mirar la cara de Elena.

—Siempre he estado pendiente de este tipo de festejo, pero es casi imposible obtener una pista porque la lista de invitados es muy restringida… y de alguna manera volviste con una pista.

Su astuta observación la hizo sudar nerviosamente.

—Creo que bajó un poco la guardia porque soy una mujer.

Ella no le reveló que Redfield usó la droga contra ella por su cuenta. La última vez, Carlisle decapitó al hombre que ayudó a difundir rumores falsos sobre Elena. Eventualmente necesitaría tratar con Redfield, pero pensó que sería mejor mantenerlo en secreto por ahora, ya que la ira podría hacer que uno cometa errores tontos e impulsivos.

— ¿Estuviste expuesta a la droga cuando la obtuviste? ¿Es por eso que estabas en tan mal estado?

—Sí… eso es correcto. Y, ahora que lo pienso, había otra cosa extraña.

— ¿Qué es?

—El Segundo Príncipe estaba en la misma habitación y se veía bien.

— ¿Quizás él pueda neutralizar la droga?

—No sé exactamente, pero puede ser más claro si investigamos qué hay en este polvo.

Carlisle asintió, pero no parecía satisfecho con su progreso. Sintiendo el estado de ánimo de Carlisle, Elena lo miró cuidadosamente.

— ¿Por qué no te ves feliz? ¿No es bueno si podemos encontrar la debilidad del Segundo Príncipe?

—Me da miedo cada vez que haces cosas que otras personas no pueden hacer fácilmente —respondió él.

Sus palabras la sorprendieron por un momento, pero finalmente ella sonrió. Lo había escuchado tantas veces que lo creía. Carlisle siempre estaba especialmente preocupado porque no sufriera heridas, pero ahora no le importaba solo eso.

Había un viejo dicho: un caballero arriesgaría su vida con el señor que lo reconoce. Después de su experiencia con Carlisle, se dio cuenta de la sabiduría en esas palabras. Ella querría arriesgar su vida por alguien que lloraría su muerte también.

—No te preocupes. Te prometí que te haría un emperador.

Una sonrisa amarga creció en el rostro de Carlisle.

—No estoy preocupado por eso. ¿Qué hubiera pasado si te hubieras derrumbado dentro de la fiesta por las drogas?

—Tus hombres estaban disfrazados de sirvientes, entonces, ¿cuál era el problema?

Elena lo dijo para tranquilizar a Carlisle, pero a él no le pareció reconfortante.

—Trabajaste duro, así que descansa un poco. Necesitas ver a un médico porque estuviste demasiado tiempo expuesta a las drogas.

—Está bien. Pero le dije a Mirabelle que llegaría temprano…

—Me pondré en contacto con ella —Carlisle miró a Elena y luego volvió a hablar—. Toma un poco más de té de jengibre. Cuando escuché que te congelaste… me sorprendió bastante.

Elena lo corrigió apresuradamente.

—Eso no era cierto.

—Lo sé, pero de todas formas.

Comprendiendo que Carlisle simplemente estaba preocupada por ella, Elena sonrió.

♦ ♦ ♦

Elena fue revisada por un doctor y luego volvió a dormir.

Carlisle salió silenciosamente de la habitación, Kuhn lo esperaba afuera, y le entregó el polvo.

—Descubre de qué está hecho y para qué sirve.

—Sí.

—Y no le digas que todavía hay un objetivo sospechoso en la mansión Blaise.

Kuhn miró a Carlisle con sorpresa, pero luego respondió con su tono monótono habitual.

—Entiendo.

—Si se entera de esto, podría hacer algo más peligroso.

—Entonces, ¿qué haremos? No podemos dejarlo estar sin control.

Carlisle permaneció callado mientras consideraba lo que le había dicho, mientras Kuhn le devolvió una mirada inquisitivamente a su intensa mirada.

Finalmente Carlisle respondió, su voz era más baja de lo habitual.

—Quiero que trabajes en la mansión Blaise.

2 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 65: No hace tanto frío como antes”

  1. Muchas gracias por el capítulo, Carlisle, tú cuñada estará más que agradecida por esto.
    Diablos Elena soltó mucha información, esto puede o no ser bueno, solo el tiempo lo dirá…
    Saludos

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