Dama Caballero – Capítulo 71: Eres tan hermosa

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Elena se encontraba aturdida. Todos los pensamientos volaron completamente de su mente. Lo único que llenaba su campo de visión eran los ardientes ojos zafiro de Carlisle.

Después de un momento, los labios ardientes y codiciosos que estaban contra los suyos, finalmente se apartaron. Elena lo miró asombrada mientras Carlisle le limpiaba los labios húmedos con el pulgar. El gesto se sintió tan natural que los ojos rojos de Elena temblaron.

¿Qué demonios…?

¿Qué estaba pensando este hombre?

Su cerebro adormecido se hizo añicos en un torbellino de pensamientos. Quizás Carlisle no creyó que un simple beso fuera una buena opción, contrario a la noción de Elena. Tal vez solo pensó que una boda debería terminar en un beso lleno de pasión. O a lo mejor decidió que necesitaba mostrar una historia de amor convincente con ella.

Elena intentó desenredar la psicología de Carlisle en su cabeza, pero no había forma de averiguar qué teoría era la correcta. De repente, recordó lo que le dijo el día que estuvieron solos en el bote.

—Si tiene alguna duda, puede preguntarme cualquier cosa. Seré honesto contigo.

Miró a Carlisle con los ojos muy abiertos y habló con una voz suave, la cual solo era audible para él.

—¿En qué estás pensando?

Los ojos de Carlisle todavía ardían con un calor cálido. Él la miró sin pestañear.

—Quiero hacerlo una vez más.

Los ojos de Elena se abrieron aún más. Registró débilmente la tormenta de aplausos y vítores para la pareja que acababa de compartir su beso de juramento.

—¡Muy bien! ¡Felicidades! —gritaban entusiasmados.

Pronto, resonaron estallidos, y los fuegos artificiales deslumbraron el cielo azul. Cuando Elena miró hacia los asientos de los invitados, vio a Mirabelle gritando con una mirada radiante, a su hermano Derek con una expresión conflictiva y su padre con su habitual semblante solemne.

Había muchos otros que ella también conocía, como la marquesa Marissa y sus amigas cercanas del sur; Stella, quien fue una de las personas más influyentes en la sociedad capital y la señorita Yulia, quien fue la madona del baile en su vida anterior. Asimismo, vio a Helen y a Sarah observándola.

Elena tuvo que recordarse que hoy era su boda. Sintió como si hubiera entrado en otro reino por un momento, para luego ser devuelta a la realidad.

Carlisle realmente era un hombre misterioso. Incluso hoy, Elena se sentía poseída por él como un fantasma. Afortunadamente, su corazón tembloroso comenzó a disminuir su ritmo y, rápidamente, tomó el control de sus sentimientos confusos y saludó a la multitud. Le murmuró a Carlisle por el rabillo de la boca.

—Te permití besarme una vez, pero no dos veces.

La frente de Carlisle se arrugó ante sus palabras, luego se echó a reír.

—Mi novia es tan astuta que es preocupante.

Elena parpadeó ante sus palabras. Si no se recuperaba, iría al ritmo de Carlisle.

Estoy segura de que es un mujeriego.

Parecía tan hábil con las mujeres, mientras que Elena, por otro lado, no tenía experiencia y tropezaba cada vez que una situación la tomaba por sorpresa. Sin embargo, no debería ser así cuando seguramente harían más que besarse en el futuro. No quería asustarse por este nivel de contacto. Además, ella había permitido este beso y, en esta situación, realmente era inevitable.

Elena dejó a un lado sus pensamientos sobre ese beso abrasador. Tenía muchas cosas más que cuidar.

Como la emperatriz y el segundo príncipe…

Los vívidos ojos rojos de Elena reflejaron la imagen del emperador Sullivan y la emperatriz Ofelia, con el segundo príncipe Redfield sentado detrás de ellos. Aún quedaban muchos enemigos por enfrentar. Y aunque él no estaba aquí, Paveluc sería el último.

Elena no podía mostrar debilidad. Había innumerables enemigos que le desgarrarían la garganta en el momento en que revelara la más mínima grieta. A partir de ahora, comenzaría a tomar la venganza que no había logrado cumplir en su última vida. Este matrimonio fue su primer gran paso.

La mano abierta de Carlisle apareció ante Elena para escoltarla desde este punto. Ella lo miró a la cara y descubrió que estaba sonriendo mientras le miraba sus ojos suaves. Ella lo observó con curiosidad.

—Te ves feliz —expresó.

—Estás diciendo lo obvio. Hoy es el día de nuestra boda.

Ella no sabía lo que era estar en un matrimonio por contrato, pero no le importaba su cálida mirada sobre ella. Tomó la mano de Carlisle y lentamente desfilaron por la plaza Bellouet. Miró a la emperatriz Ofelia y al príncipe Redfield, luego se volvió para mirar a Carlisle nuevamente.

—Me siento feliz de tener una pareja como tú.

Era la misma sensación que tenía después de la fiesta de Redfield. Ella tuvo suerte de haber elegido a Carlisle. Muchos enemigos se interponían en su camino, pero si caminaban juntos, como lo hacían ahora, superarían al adversario más desafiante. Carlisle sonrió suavemente mientras miraba la voluntad ardiendo en los ojos de Elena.

—Mi novia acaba de decir algo muy admirable.

♦♦♦

Elena y Carlisle fueron llevados de vuelta al Palacio Imperial en un carruaje. La boda fue una exhibición, pero ahora era el inicio de la verdadera concentración política. Elena no pudo saludar formalmente a los invitados por la mañana; sin embargo, la recepción en el Palacio Imperial era su oportunidad de conocer en persona a los nobles y representantes extranjeros.

Al llegar al palacio, se cambió su vestido de novia de diamantes por uno más simple y elegante, el cual revelaba su espalda de manera atractiva.

Carlisle ya estaba esperando afuera cuando Elena se apresuró a asistir a la recepción. Miró cuidadosamente la cintura de Elena y habló en voz baja.

—Esto no era lo que esperaba.

Elena recordó las palabras de Carlisle en la boda y respondió en broma.

—¿Por qué? ¿No quieres que otros me vean de nuevo?

Sin embargo, la expresión de Carlisle era seria cuando asintió.

—Lo sabes.

Elena no pudo evitar reírse. De alguna manera, esta situación era divertida para ella. Carlisle realmente entregaba cumplidos seriamente, quizás estuviera deseando sacarle los ojos de aquellos que la habían visto.

—Hoy es nuestro primer día como matrimonio. Mi esposo no debería interferir con lo que me pongo.

La expresión de Carlisle se suavizó ante el tono juguetón de ella.

—Te ves bien con lo que usas porque eres hermosa. Eres mucho más impresionante que el vestido.

Elena se sonrojó ante el avance de su cumplido. Carlisle bajó la cabeza hacia ella y le susurró al oído.

—Pero si puedes, solo quiero que te lo pongas cuando estés conmigo. O mis ojos se pondrían blancos de celos.

—¿Qué?

—Si te acercas a otros hombres, mientras estoy lejos, ellos no estarán a salvo contigo.

Las palabras de Carlisle sonaban demasiado sanguinarias para parecer una broma. Recordó algo más que Carlisle había dicho en el pasado.

—Los mataré a todos. Todos los hombres que entraron en contacto contigo. Si yo fuera el único hombre en el mundo, entonces, tal vez me mirarías.

Carlisle había dicho que si Elena tenía una aventura, mataría a todos los demás hombres. Aún recordaba lo extraño que era cuando él decía que no la tocaría. Sus palabras ahora se sentían un poco pesadas como en ese momento. Él no interferiría con lo que ella usara, pero no perdonaría a los hombres que la miraran.

Lo miró de repente..

¿Está jugando conmigo?

Tenía que estar bromeando, seguramente Carlisle no deseaba a Elena con tanto anhelo. Ella sonrió y respondió a la ligera.

—Entonces, en el futuro, estarás ocupado cuidando a todos los hombres que estoy viendo.

—Creo que tendré que vigilarte de cerca a partir de ahora.

Carlisle habló de una manera agradable, pero había una sombra oscura en sus palabras. Elena sintió curiosidad por ello, pero antes de que pudiera pensarlo más, Carlisle besó el dorso de su mano.

—Todo es porque eres tan hermosa.

—¡Caril!

No estaba acostumbrada a recibir ese tipo de cumplidos de Carlisle. Aunque el respeto matrimonial era esencial en una relación, los hombres de la realeza no daban más de lo necesario por temor a que se burlaran de su autoridad. El hecho de que Carlisle besara el dorso de su mano significaba que la respetaba y se dedicaba a ella.

Lo miró sin palabras y él continuó con una sonrisa en sus labios.

—¿Deberíamos irnos?

Ella recuperó el sentido y finalmente asintió.

—Sí.

Era hora de que los personajes principales entraran.

Cuando Carlisle y Elena se acercaron al pasillo, un guardia hizo una reverencia y abrió la puerta.

Una sala palaciega apareció a la vista, lujosamente decorada bajo la dirección de Elena. Ella miró a su alrededor para ver si había algún problema menor, pero todo parecía ir según lo planeado. Los invitados, quienes habían asistido a la recepción, volvieron su atención a la llegada de la pareja.  Fue el emperador quien habló primero para saludarlos.

—Mi hijo y su esposa finalmente han llegado.

La multitud aplaudió y felicitó calurosamente a la pareja el día de su boda. Ante dicha escena, Elena sonrió y se movió con Carlisle hacia Sullivan. El emperador y la emperatriz Ofelia se sentaron a la cabecera de la mesa, la cual tenía una vacante a su lado.

—Debes haber tenido un horario ocupado debido a la boda. Lo has hecho muy bien. Gracias, cariño. Siéntate y descansa un rato —indicó el emperador.

—Sí, padre.

Carlisle hizo una expresión curiosa por la forma familiar en que se dirigían el uno al otro, pero Elena no lo mencionó y mostró una gran sonrisa.

Si la boda era un espectáculo, este era el escenario del teatro. Elena quería confiar en que podría brindar la mejor actuación en su debut como miembro de la Familia Imperial. Poco después, Carlisle y Elena tomaron asiento, y Sullivan se dirigió a la habitación.

—Bueno, entonces comencemos.

—¡Sí, Su Majestad! Primero está la delegación del Reino de Freegrand.

Una joven embajadora dio un paso adelante e hizo una reverencia formal. El interés de Elena se despertó ante la mención de Freegrand. También sentía curiosidad por los otros reinos, pero Mirabelle había dicho que consideraría ir a Freegrand para estudiar diseño.

—Es un honor estar ante Su Majestad el Emperador, Su Majestad la Emperatriz, el Príncipe Heredero y la Princesa Heredera. ¡Gloria eterna al Imperio Ruford!

La embajadora era una mujer elegante y hermosa, con el pelo atado a un lado. Los representantes de otros países normalmente eran hombres, pero Freegrand, como un reino libre y próspero, había decidido enviar a una mujer a representar a su país. Quizás porque el reino era conocido por su moda, pero la embajadora llevaba un elegante uniforme en lugar de un vestido, lo que capturó la admiración de Elena.

—Debe haber sido un viaje largo y difícil hasta aquí para una mujer.

—En absoluto, Su Majestad. El género no es importante. Es un honor reunirse con Su Majestad el Emperador del Imperio Ruford.

Ella habló con voz firme. Luego, miró a los demás detrás de ella para indicarles que trajeran los regalos.

—Les presento la tela más preciosa del Reino de Freegrand. Espero que le agrade, Su Majestad.

—La emperatriz preferiría una tela de Freegrand más que yo.

La emperatriz Ofelia respondió con una sonrisa suave.

—Sigue siendo propiedad del emperador, no importa cuán pequeño sea el regalo. Si deseas regalármelo más tarde, tienes mi gratitud.

—Lo tendré en cuenta, emperatriz —respondió el emperador con una carcajada.

—Por supuesto, Su Majestad.

La conversación parecía armoniosa, pero había una sutil nota discordante. La embajadora luego se volvió hacia Carlisle y Elena.

—Para celebrar la boda, también ofrecemos regalos al Príncipe Heredero y a la Princesa Heredera. Por favor, acéptenlos amablemente.

Se presentaron cuidadosamente telas finas para la pareja, lo que parecía natural para un reino que no tenía otros bienes especiales aparte de la moda. Elena le dio su gratitud con una expresión suave.

—Gracias.

¿Fue por el comportamiento amistoso de Elena? Por un momento, la mirada de Elena y la embajadora se encontraron en el aire, pero luego el momento se rompió cuando la mujer  se alejó. Un joven oficial de pie cerca de Sullivan anunció a los próximos invitados.

—Aquí está la delegación del Reino de Carthenia.

No había tiempo que perder, debido a que había muchas delegaciones de otros reinos. El embajador de Freegrand retrocedió, para ser reemplazado por el embajador de Carthenia, el reino más pobre del continente. En contraste con los uniformes únicos de las delegaciones de Freegrand, los enviados de Carthenia se vestían con más sencillez.

—Salve a Su Majestad el Emperador. Gloria eterna al Imperio Ruford.

Los representantes de Carthenia también trajeron un regalo al emperador, así como un regalo para celebrar la boda de Carlisle. Las felicitaciones fueron un flujo constante.

2 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 71: Eres tan hermosa”

  1. Muchas gracias por el capítulo, en serio Elena, por qué no le preguntas a Kuhn cuántas mujeres han estado con Caril, puede que dejes de pensar tonterías, uhm!!!
    Saludos

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