Dama Caballero – Capítulo 80: El nombre de esta sensación

Traducido por Kiara

Editado por Gia


El silencio se cernió sobre Carlisle y Elena después de que abandonaron el palacio del emperador. Solo cuando llegaron a una bifurcación en el camino, Elena rompió el silencio:

—Me iré por este camino.

Ella se dio la vuelta cuando, de repente, una mano capturó la muñeca de Elena. Ante tal acto, ella lo cuestionó con la mirada, pero Carlisle, usando una voz más firme que de costumbre, respondió:

—No sé lo que te dio, pero sea lo que sea, deséchalo ahora.

—Si me deshago de un regalo de la emperatriz, habrán rumores innecesarios. No te preocupes, tengo un plan en mente.

—Haces que me preocupe por ti.

—No tienes que hacerlo.

Las cejas de Carlisle se arquearon ante la respuesta confiada de Elena, pero ella se negó a retroceder. Sabía que Carlisle estaba preocupado, pero él no entendía su posición en ese momento.

—No soy una niña flotando a la orilla del agua. ¿Estás enojado solo porque aún no te había contado sobre el regalo de la emperatriz? —agregó Elena. Carlisle apretó la mandíbula, pero no tenía nada que decir al respecto—. No olvides nuestro contrato, Caril —le indicó ella.

No era como si hubiera tomado la decisión a la ligera. Después de recibir la planta de parte de la emperatriz, su primer paso fue buscar una solución, no ir corriendo hacia Carlisle ante la primera señal de peligro. Ella no vino al palacio imperial para depender de él, sino para convertirlo en emperador y salvar a su familia. No podría soportar perderlos de nuevo en esta vida. A medida que su corazón se volvía más desesperado por cumplir su objetivo, la carga sobre los hombros de Elena se hacía más pesada.

—¿Me estás diciendo que te deje en paz, sin importar lo que hagas? —preguntó Carlisle

—No estoy diciendo eso. Solo quiero que confíes en mí.

En menos de un año, Paveluc intentaría apoderarse del trono. Cuando Elena regresó al pasado, y al darse cuenta que le quedaba tan poco tiempo, fue como si le hubieran exprimido cada gota de sangre del cuerpo. Se dedicó a hacer todo lo posible por Carlisle: lucha con espadas, juegos de poder, vivir en el palacio. Sin embargo, a veces, la sobreprotección de Carlisle amenazaba con obstruir su camino.

—Estás equivocada. No es que no crea en tus habilidades. La verdad es que he admirado todo lo que has hecho hasta ahora. —Los ojos rubí de Elena brillaron ante la inesperada respuesta. Ella pensó que él no creía en sus decisiones, debido a que siempre intentaba detenerla cada vez que trataba de hacer algo—. Confiar en ti y sentirme preocupado por ti es diferente. Es bien sabido por todos que la emperatriz es cruel e inteligente, tanto en casa como en el extranjero. No puedo dejarte vulnerable ante ella —continuó Carlisle con voz suave.

—Pero si vas a ser emperador…

—¿Por qué diablos estás tan obsesionada con que me convierta en emperador?

Elena se quedó muda. Carlisle podía ser ignorante algunas veces, pero era porque no podía confesar sus motivaciones. No estaba segura de cuánto creería él en una situación que no podía explicarse lógicamente.

Tendría suerte si no me viera como una demente.

Elena no respondió, y Carlisle continuó con un tono sospechoso:

—Pensé que querías ser emperatriz porque deseabas riqueza, pero eso no te importa… No entiendo por qué quieres que me convierta en emperador.

Para su asombro, Carlisle parecía haber captado los pensamientos de Elena durante todo el tiempo que estuvieron juntos. De hecho, todo lo que dijo era cierto. Ella no codiciaba la riqueza o el poder. Lo que quería era proteger lo que ya tenía. Nadie sabía la horrible vida que tuvo que vivir, el cómo se estremecía en los más feroces inviernos, sobreviviendo durante días con un trozo de pan, y manteniendo un solo pensamiento en su mente:

Quiero ver a mi familia…

Había pasado esas décadas poseída por el arrepentimiento y la ira. Después de experimentar una vida infernal, tuvo una oportunidad milagrosa de cambiar su destino. Decidió que tenía que cambiar su futuro a toda costa, sin importar el dolor y el sacrificio.

—Cuando te conviertas en emperador… espero poder explicartelo algún día con una sonrisa.

La frente de Carlisle se arrugó ante la seriedad de su tono. Entonces, significaba que no podía decírselo ahora mismo.

—Me dejas con una gran incógnita.

—Olvídalo por ahora. Lo importante es que te apoyaré inmensamente en tu camino hacia el trono.

Los ojos de Elena y la complicada mirada de Carlisle se encontraron en el aire.

Una cálida brisa primaveral pasó junto a ellos, y Elena levantó la mano para evitar que los mechones sueltos de su cabello volaran con el viento. Carlisle alzó la mano y acomodó su fina cabellera dorada. Fue un gesto especial, sin contacto físico…

Un extraño sentimiento brotó dentro de Elena. Era algo que nunca antes había sentido en su vida.

¿Qué es esto?

Elena miró inquisitivamente el apuesto rostro de Carlisle. Su mano bajó lentamente mientras le arreglaba el cabello, luego, sus dedos trazaron la línea de la mandíbula. Fue una acción en la que apenas podía sentir su toque. Sin embargo, una pequeña onda palpitó en su mente.

—Lo siento, pero no creo que deje de preocuparme por ti. Además, no puedo soportar que la emperatriz intente hacerte daño en frente de mí.

—Caril.

A pesar de la voz suave de Elena, Carlisle siguió adelante obstinadamente.

—No entiendo lo que estás pensando ahora mismo, pero hay una cosa que estás pasando por alto.

—¿De que se trata? —preguntó Elena

—Tu seguridad.

—Me preocupo por eso…

—No es cierto, en cada momento que te he visto hasta ahora, parece que no te respetas. Ya no te preguntaré por qué quieres convertirte en emperatriz, pero recuerda una cosa. —Había una profunda emoción en los ojos de Carlisle que ella no pudo identificar—. Sin ti… no hay nada.

La pequeña onda en la mente de Elena se convirtió en una enorme ola, y sus ojos rojos se abrieron aún más. Ella nunca pensó que él le diría esas palabras. Elena estaba lista para saltar al fuego mientras sostenía una lata de aceite, pero era como si Carlisle le estuviera diciendo que se valorara más a sí misma primero.

Le resultaba difícil buscar algo que decir. Después de lo que escuchó hasta ahora, solo pensó:

¿Debería estar enojada con él? ¿Debería intentar evitar que se preocupara innecesariamente? O quizás… ¿Debería darle las gracias?

Los pensamientos de Elena se enredaron en su cabeza, y su expresión se endureció, como si la hubieran rociado con agua fría. Sin embargo, Carlisle parecía haber confundido su expresión y bajó la mano con una sonrisa amarga.

—Te veré en la cena más tarde —comentó el príncipe.

Formaba parte de su contrato comer juntos todos los días. Carlisle se separó primero, con la promesa de una próxima reunión.

Se quedó congelada en el mismo lugar, mirando la espalda de Carlisle hasta que desapareció.

¿Por qué sonó así?

No era la primera vez que Carlisle se preocupaba por Elena. Sin embargo, esta vez se sintió diferente. Él había dicho que sin ella no habría nada, a sus oídos le sonó como si dijera que ella era más importante que cualquier otra cosa.

Quizás fuera una interpretación demasiado generosa, pero lo que sea que significara, conmovió el corazón de Elena.

Su corazón latía con fuerza en su pecho. Desconocía el nombre de la emoción cuando Carlisle le tocó el cabello, pero ahora lo tenía más claro

Fue emocionante.

♦ ♦ ♦

Después de la boda de Elena, la mansión Blaise se convirtió en una locura respecto a las actividades. Quien se encontraba más ocupado que todos era el mayordomo Michael.

—¿Están listos para entrar al palacio mañana? —preguntó el mayordomo.

—Sí —respondió Mary, asintiendo vigorosamente.

Después de la boda, algunos de los sirvientes se prepararon para ir al palacio imperial para atender a Elena. A menudo, cuando un noble se casaba, tomaba sirvientes familiares de sus propias casas, y Elena, como princesa heredera, necesitaría más personas para atenderla con comodidad.

Las sirvientas están casi listas…

Elena ya se había ocupado de la lista de doncellas que irían al palacio imperial. Sin embargo, algunos otros sirvientes no conocían bien a Elena, por lo que ella dejó que Michael eligiera a aquellos en quienes se podía confiar. Michael no pensó mucho en ello e informó a la familia Blaise que necesitaban más ayuda en el palacio imperial…

Kuhn, quien había sido empleado en la mansión hace un tiempo, se ofreció como voluntario. Michael recordó la angustia que demostró Mirabelle cuando se enteró, y presionó sus dedos contra su sien.

—¿Qué diablos va a pasar…?

Mary, quien estaba de pie frente a Michael, se sorprendió al escucharlo.

—¿Hmm? ¿Qué dijo?

—No fue… nada… —Michael confirmó que Mary estaba lista, luego, se trasladó para revisar la habitación de otra doncella—. Descansa bien, Mary.

—Sí, gracias.

Michael finalmente salió de la pequeña habitación.

La puerta se cerró con un fuerte clic y Mary se volvió, con una expresión complicada en el rostro, hacia la maleta que había empacado. No tenía mucho, debido a que la familia a la que servía le daba sus necesidades diarias.

—Bien.

Mary exhaló un suspiro y luego, sacó el artículo que había escondido en secreto en la maleta. Era una carta de Tilda, la cual había llegado la noche anterior. Tilda era amiga de Sophie y estaba empleada actualmente en la casa de la señorita Selby. También había trabajado anteriormente para la familia Blaise durante mucho tiempo.

—¿Por qué me envía una carta ahora?

Todavía no había abierto el sobre, pero se preguntaba qué habría dentro. Cuando Tilda recibió una carta de Sophie, rompió el vestido de Elena en pedazos y huyó.

Ahora ella había recibido una carta. Tenía sus dudas a la hora de leer el contenido, pero tampoco podía descartarla, se sentía como ignorar la antigua amistad que habían construido. Mary consideró contárselo a Elena primero, pero le preocupaba que fuera un error.

—Bien. Le echaré un vistazo y le diré si es algo extraño.

Completamente resuelta, Mary finalmente abrió el sobre sellado.

Kiara
¿Qué será? La curiosidad me carcome. ¿Qué creen que sea?

4 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 80: El nombre de esta sensación”

  1. Muchas gracias por el capítulo, como siempre, se queda en los mejores momentos, ese autor sabe cómo atrapar, mi conjetura acerca del contenido de la carta son 2 cosas, o es para que traicione a Elena (cosa que lo dudo) o la ayude a escapar del infierno en donde se encuentra con Sophia, ya que si mal no recuerdo, Helen disfruta liberar su frustración en sus sirvientes… Pero eso, solo el tiempo lo dirá.
    Saludos
    P.D. Me encanta como de a poco Elena se enamora de Carli, mientras que los celos y preocupaciones de Carli por Elena sólo aumentan, esperemos que no fracase su plan en contra de la Emperatriz, pero ella es un Hueso muy duró…

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