Traducido por Herijo
Editado po: Raon Miru
Los estudiantes vistiendo ropa de trabajo caminaron elegantemente al sembradío de bambú
Unos pocos de la clase de plebeyos comenzaron a trotar un poco, pero todos los nobles se movieron lentamente mientras platicaban entre ellos.
Yo también caminé junto a la multitud, con mi amada y confiable azada en brazos, que hacía su aparición como un héroe de antaño.
Su alteza y Remias también caminaban por la arboleda con familiaridad.
Los brotes se encontraban bajo el suelo, por lo que era necesario dar patadas a la tierra hasta sentir algo duro en los pies.
George corrió a toda velocidad hacia la arboleda y ahora se encontraba balanceando su herramienta con la ferocidad de los dioses.
Incluso mientras se encontraba extrayendo uno, sus ojos y pies ya estarían buscando el siguiente.
Se ha transformado en una máquina de excavar.
¡No hay nadie que pueda detenerlo!
Y por si fuera poco se estaba riendo…
—¡Ja, ja, ja! ¡Creen que pueden esconderse de mí! ¡Malditos brotes de bambú!
Terrorífico.
Últimamente, parece casi como si él hubiera sido poseído por el espíritu de un jabalí salvaje.
Yo me moví hacia un lugar donde parecían haber muchos brotes creciendo, y comencé a cavar.
—¡Levantar, levantar, levantar!
Sí, las cosas parecen proceder sin problemas.
Alguien más parecía tener un buen día también
—¡O, ho, ho, ho ¡O, ho, ho, ho! —reía Remy mientras buscaba brotes.
Sin embargo, se podía observar que no tenía experiencia, ya que, o bien los dañaba con la azada o tenía problemas en jalarlos.
Todas las demás señoritas parecían tener los mismos problemas.
Excavar toma mucho esfuerzo, por lo que sería difícil para ellas.
Y había ocasiones en que las raíces se interpondrían en el camino de la azada.
Viendo la situación, decidí acercarme a ella para darle algunos consejos.
—Remy, los brotes de bambú parecen crecer de este lado, por lo que sería mejor que los extrajeras del lado contrario, una vez que has cavado lo suficiente…
—¡Que maravilla! ¿Con que así es como se hace? —dijo luego de golpear con la azada y extraerlo.
—Sí, exacto.
Remy era bastante atlética, por lo que pudo agarrar el truco rápidamente
Las señoritas señal de tráfico comenzaron a imitarla.
Marietta… tal vez debido a su ejercicio y dieta parecía manejar la azada sin problemas
Solo un pequeño ajuste y debería ser capaz de avanzar más rápidamente
—Cosette, gracias. Toma este brote como agradecimiento.
—No, no. Deberías conservarlo, después de todo encontrar brotes es difícil si no tienes la experiencia.
—Cosette… —dijo Remy con lágrimas.
Realmente no había motivo para conmoverse tanto.
Que adorable es.
Angie estaba… Siendo enseñada por el príncipe.
—¡Es tan pesada! ¡No puedo cargarla!
—Pero no puedes sacar los brotes de bambú sin usar una azada.
—Pero… siempre he sido débil…
Sí, era bastante molesto de ver. Por lo que decidí ignorarlos.
Su alteza se encargará.
Yo solo me concentraré en cavar.
Mientras me concentraba en mi trabajo, cierta voz vino a llamarme
—Cosette, pareces ser bastante buena con la azada. Casi pareciera que estas acostumbrada a usarla
Por supuesto que lo estoy. He estado usando esta azada todos los días desde que empecé a sembrar bambú.
Apreciaría que no me juntaras junto con todos estos inexpertos.
—Es un honor recibir esas palabras —dijo con su orgullo herido, antes de voltearse hacia el maestro Alfred.
Él estaba cargando una inmensa cantidad de brotes en sus hombros. Y el sirviente detrás suyo también traía una enorme cantidad.
Este tipo es asombroso…
—Trae una cantidad asombrosa maestro, ¿habrá hecho esto antes?
—No, es mi primera vez. Pero cómo es demasiado fácil aprendí rápidamente cómo hacerlo —dijo mientras reía de manera insolente.
Hizo hervir mi sangre.
Mi espíritu de pelea se encendió
—Con que es así, entonces es solo un inexperto. No tome el arte de extraer brotes de bambú tan a la ligera o podría terminar arrepintiéndose. ¡Sisie!
—Mande.
Sisie apareció de detrás de unos árboles, con una cantidad tan grande de brotes, que necesitaba una carretilla para moverlos,
Moví mis brazos en forma exagerada, poniendo uno en mi cadera y otro en mi boca.
Tomé un gran respiro y dije:
—¡Ho, ho, ho! ¿Cómo es que se puede dar tanta auto importancia con solo esa cantidad? ¡De verdad creyó que podía vencerme! ¡Nunca nadie podrá vencerme! —río en un alto volúmen.
El maestro Alfred parecía molesto, pero después comenzó a reírse.
—Ciertamente te subestimé un poco, puedes estar un poco acostumbrada a esto, pero aun así sigues siendo una niña rica mimada. Como alguien quien pertenecía a la milicia haré que te arrepientas.
Le regresé la mirada.
Era solo alguien insignificante, que ni siquiera había vivido la mitad de tiempo que yo. ¡Que insolente!
—¡Muy bien, acepto el reto! ¡Que te vaya de lo peor!
—No vengas llorando cuando pierdas.
Rápidamente nos alejamos corriendo uno de otro.
Aunque nos dimos cuenta de que no había necesidad de movernos ya que los brotes estaban justo debajo de nuestros pies.