Traducido por Lugiia
Editado por Yonile
El lugar donde se celebraba el baile de bienvenida de los nuevos alumnos era magnífico.
Había innumerables velas encendidas en el salón, y su luz difusa se reflejaba en los candelabros que colgaban en varios lugares, brillando con intensidad.
Las mesas estaban llenas de platillos con un aspecto tan delicioso que no podías evitar babear al verlos. Además, los postres eran tentadores.
Aparté los ojos del festín y me esforcé por mover mis piernas tambaleantes mientras George alejaba su mano.
Las zapatillas con tacón de aguja hacían que fuera muy difícil caminar.
Tuve que luchar por recuperar el equilibrio mientras la mullida alfombra casi atrapaba mis tacones.
Estuve a punto de rendirme en medio del pasillo de la mansión a causa del tacón de aguja, pero el suelo del salón de baile estaba hecho de mármol, lo cual fue una bendición.
Muchos estudiantes ya estaban reunidos en el salón, charlando entre ellos; ocupamos nuestros lugares cerca de una mesa vacía.
—Uf, finalmente lo logramos. ¿Cuántas veces he pensado en tirar estos zapatos? Apenas hemos llegado y ya me duelen los pies…
—Oh, vamos, no se ponga así cuando está tan hermosa. Le quedan bien esos tacones.
—Gracias. Sí, bueno, la moda es una batalla.
Ese comentario era una realidad, pero…
Tal vez no podía soportar que la planta de mis pies estuviera aplastada o que mis pies parecieran tan rojos que en cualquier momento podrían empezar a sangrar… Dolían bastante.
—Hablando de eso, me pregunto si el joven Remias y Su Alteza ya están aquí.
—No he visto a ninguno de los dos. Hablando de Remias…, espero que su resfriado ya esté curado.
Han pasado casi dos semanas desde que Remias empezó a ausentarse de la Academia.
Le pregunté a Remy muchas veces sobre su condición, pero lo único que me decía era que tenía un fuerte resfriado.
Cuando le pregunté si podía ir a visitarlo, se negó. Parecía que Remias no quería transmitir su resfriado a los demás.
—Ya van casi dos semanas. ¿No podemos visitarlo la próxima vez?
—¡Buena idea! A mí también me preocupa…
Mientras estábamos hablando, una voz nos llamó.
—Buen día, joven George, Cosette.
—¡Señorita Remy, buen día!
Extrañamente, no había subordinadas con ella; Remy se encontraba sola.
—Necesito hablar con Cosette en privado, si no es molestia.
El rostro tenso de la señorita Remy me hizo temer que algo malo le hubiera ocurrido a Remias.
—Por supuesto. Vayamos allí.
Después de decirle unas palabras a George, nos dirigimos a la zona de la entrada donde los estudiantes entraban al salón. Como esa zona ya estaba desierta, era un buen lugar para hablar.
—Entonces, ¿de qué quiere hablar? ¿Es sobre Remias…?
—Sí, mi hermano está… un poco mejor. Y le gustaría verla a usted, Cosette. ¿Podría venir conmigo ahora?
—¡Dios mío…! Por supuesto, ¡estaré allí! Oh, y George…
—No, mi hermano insiste en que esté sola, Cosette. Creo que es su última petición…, así que, por favor.
Mis piernas se tambalearon, sin seguir mis órdenes.
Tambaleándome, fui guiada por la señorita Remy al carruaje del duque.
En retrospectiva, el carruaje era extremadamente sencillo y compacto para ser del duque, y no se parecía en nada al lujoso carruaje que solía usar la señorita Remy.
Si hubiera sido más consciente, podría haber evitado lo que iba a suceder.
No obstante, en ese momento, me consumía tanto la idea de que Remias pudiera morir que no podía pensar en otra cosa.
♦ ♦ ♦
—Hemos llegado.
Fui escoltada por la señorita Remy hasta la habitación de Remias.
En el trayecto, apenas nos encontramos con alguien en la mansión, y la misma estaba impresionantemente silenciosa.
Llamé a la puerta de la habitación de Remias con una mano temblorosa, pero no hubo respuesta, y Remy me insistió en que entrara en la habitación.
Al abrir la puerta, vi una habitación débilmente iluminada, sin ningún signo de presencia humana.
—¿Joven Remias…? —exclamé, ansiosa. Mientras lo hacía, algo me golpeó en la parte posterior de la cabeza y mi conciencia se oscureció.