Traducido por Shiro
Editado por Ayanami
Se veía a la gente tocar y cantar animadamente, o hablar y reír en la noche deliciosa y brumosa.
Se percibía la alegría del festival a través de la variedad y multitud de espectáculos. Los transeúntes seguían divirtiéndose sin intenciones de irse. Song Yu, así como Li Cong Qing y el grupo de más de diez personas caminaban con poderío por el camino. Siguiendo la corriente de personas que se dirigían a la orilla del río para admirar el paisaje, antes de que los fuegos artificiales fueran lanzados; el grupo, chocando hombros unos contra otros, fue separado al enfrentarse a la multitud que parecía más bien un muro impenetrable. Siendo dispersados, uno a uno, por la corriente de personas apresuradas.
Cuando Li Cong Qing fue empujado y estuvo a punto de ser separado de Song Yu, éste estiró su mano y lo tomó de la muñeca para acercarlo a él de nuevo, tras lo que envolvió sus hombros con su brazo, asegurándolo con firmeza a su lado.
Li Cong Qing estaba muy cerca de Song Yu, su cuerpo viéndose presionado constantemente contra el del otro. Debido a la diferencia de altura y contextura entre ambos, Li Cong Qing cayó en la cuenta de que no era tan fuerte ni fornido como el otro, inmediatamente se sintió como un pajarillo que colgaba del cuerpo de alguien más. Esta percepción errónea le hizo sentir absolutamente horrorizado. Quería alejarlo, se le hacía difícil respirar. Sin embargo, no sólo no podía dar un paso debido al limitado espacio en el que se encontraban, sino que Song Yu lo acercaba más y más a su persona.
En un abrir y cerrar de ojos, los dos se encontraban completamente separados del grupo.
Li Cong Qing estaba rígido a causa de la cercanía.
—Este…Príncipe, ya es bastante tarde, ¿no debería regresar a palacio?
—No te preocupes —le contestó.
—En aras de su seguridad, mi humilde persona le solicita desvergonzadamente que, por favor, regrese al palacio tan pronto como sea posible. Si llega a verse involucrado en el más nimio de los problemas, mi humilde persona no podrá soportar tal responsabilidad.
—No he visto los fuegos artificiales aún.
—Si desea verlos, emita una orden. Los fuegos artificiales más hermosos estarán a su disposición. No hay necesidad alguna de que esté aquí con esta multitud de personas.
—Li Cong Qing.
—Aquí.
—¿Me estás replicando?
—¡¿Eh?! Jamás me atrevería. —Con rapidez, retomó su actitud dócil. Cuando deje de importarle que separen su cabeza de su cuerpo es cuando se atreverá a replicarle a su jefe, el emperador.
Song Yu abrió la boca queriendo decir algo, pero de pronto, se escucharon unas explosiones ensordecedoras. El cielo fue iluminado por los deslumbrantes fuegos artificiales, y la multitud de personas levantó su cabeza para mirarlos.
—¡Wah! —Dejaron escapar en alabanza al unísono.
Poco después del primero, uno a uno, los fuegos artificiales florecieron, convirtiendo al cielo en un espléndido festín para la vista.
—Por esto vine, para ver los fuegos artificiales más hermosos. —Song Yu inclinó su cabeza y, con su voz grave y ronca, habló bajo al oído de Li Con Qing, como si un magnetismo demoníaco la envolviera.
El cálido aliento que acarició su sien, era como si la pata de un gato rozara sus orejas, Li Cong Qing no pudo evitar estremecerse ligeramente, mientras sentía cómo lo abrazaban con más fuerza. Al mismo tiempo, los deslumbrantes fuegos artificiales inundaban el cielo en desorden, y los estallidos que se escuchaban iban en sincronía con su corazón desbocado.
—De pronto, se me ocurrió una posición oficial que sería apta para ti —continuó Song Yu con su discurso.
—¿Cuál posición?
—Shang Jun.
Sus palabras conmocionaron a Li Cong Qing y, alzando la cabeza para mirarlo, no tuvo tiempo siquiera de pestañear cuando Song Yu, repentinamente, plantó su boca sobre sus labios. Los ojos que generalmente se encontraban entre abiertos, de pronto, se abrieron de par en par. No se atrevía a creerlo, ¡¿en un lugar público y con tantas personas…el emperador estaba comportándose de manera frívola con él?!
Afortunadamente, la multitud de personas que los rodeaba estaba completamente absorta con los fuegos artificiales en el cielo, y nadie notó el arrebato íntimo entre ambos hombres.
—T-Tú…N-No, p-príncipe… —tartamudeó, estupefacto.
—Vamos. —Song Yu lo alejó del gentío.
Li Cong Qing, confuso, se dejó arrastrar, distanciándose del caldero hirviente de voces de la Calle Principal. En el momento en que recobró ligeramente su conciencia en un angosto callejón, no había nadie alrededor, y estaba a punto de abrir su boca, cuando su espalda fue presionada abruptamente contra la pared. No tuvo siquiera la oportunidad de asombrarse, ya que su boca había sido bloqueada con fuerza.
Los ojos de Li Cong Qing estaban abiertos a más no poder, mientras que su boca estaba sellada a causa de la sorpresa. No se atrevía a moverse en lo más mínimo.
Song Yu lo miró de vuelta, sin mover la boca sobre sus labios.
Ojos grandes y pequeños se miraron los unos a los otros, en lo que parecía una competencia para ver quién tenía más paciencia. No se sabía si Li Cong Qing abriría la puerta a la ciudad, rindiéndose primero, o si Song Yu arrojaría las armas, deteniendo así el ataque. La testarudez de ambas personas al no ceder, acabó con la atmósfera ambigua del momento.
El aliento de cada uno, acariciando sus rostros, comenzó a generar un aire crepitante que los envolvió por completo.
—Abre tu boca —le ordenó con voz gentil.
Li Cong Qing, contrario a lo que se esperaba, se atrevió a desafiar la orden que acababa de recibir, al no obedecer, frunciendo su par de labios con más fuerza y mirándolo con furia, su comportamiento era irrespetuoso en demasía. De hecho, su mente estaba hecha un caos, habiendo sido incapaz de pensar apropiadamente desde el inicio. Todo lo que hacía era según lo que su instinto de autopreservación le decía.
—¿En serio no quieres obedecer? —Song Yu no estaba enfadado, por el contrario, sonreía. Cambiando su objetivo, comenzó a succionar y lamer el lóbulo de su oreja, tentándolo.
Li Cong Qing yacía de pie inmóvil, su cuero cabelludo se estaba entumeciendo. Desde que era pequeño, nadie, aparte del enorme perro amarillo al que le gustaba lamerle toda la cara, había tocado su oreja, ni se diga de alguien que lo hiciera con intenciones sexuales. Su cuerpo, sin querer, se estremeció ligeramente, y una oleada de calidez comenzó a arremolinarse en su interior. Quería apartar a Song Yu, pero sus manos estaban siendo sostenidas a sus costados, inhabilitando sus movimientos.
—Su… Su Majestad, por favor… No haga esto… —Al final, no pudo contener sus súplicas.
Song Yu lo ignoró, desplazando su boca nuevamente sobre sus labios.
Li Cong Qing, ansioso, adoptó la actitud de una almeja, cerrando sus labios herméticamente. Sin importar que, no estaba dispuesto a permitir que la lengua de alguien penetrara su boca.
Song Yu no lo atacaba de forma brusca ni lo forzaba, dedicándose, en su lugar, a lamer los tensos labios, como si estuviera degustando un banquete.
Qué dulce, más dulce incluso de lo que había imaginado.
Li Cong Qing sentía como si se tratara del perro de antaño el que lo estuviera lamiendo.
¡¡Aahhh!!
Cuando sintió que sus labios estaban a punto de ser devorados, por el rabillo del ojo vio a tres personas que se acercaban con rapidez hacia ellos. Al mirarlos con atención, se dio cuenta de que eran Wei Xiao Miao y los dos guardaespaldas.
¡Fantástico! ¡Mi salvador ha llegado!
—Su Majestad, Wei wuu…
No perdiendo tiempo, Song Yu aprovechó la oportunidad de lanzar su ataque con éxito, invadiendo la suave y dulce cavidad.
En ese momento, Wei Xiao Miao y sus acompañantes vieron que su maestro era un lobo o un tigre que asaltaba a alguien, por lo que, abruptamente, se detuvieron a una distancia de cinco pasos afuera del callejón. No tenían la intención de intervenir ni de reprochar para detener tal situación, en cambio, giraron sus cuerpos formando una línea. Al hacer esto, no miraban de forma indebida y, además, los ocultaban de miradas curiosas.
¡No es un salvador sino un cómplice!
Li Cong Qing quería llorar, pero se reconfortó diciéndose a sí mismo que si el emperador quisiera devorarlo por completo en ese lugar, probablemente, sacarían una pantalla para cubrirlos. No conforme con esto, si tuviera la intención de luchar y resistirse, no estando dispuesto a ceder incluso si esto le costara la vida, quién sabe, el grupo de tres podría agarrar sus manos y pies para permitirle a su maestro que consiguiera lo que quisiera con tranquilidad, comiendo hasta que se sintiera satisfecho.
Esta situación se prestaba para el proverbio «rogar al Cielo inútilmente, llamar a la tierra en vano». Al caer en cuenta de esto, Li Cong Qing se rindió, dejando de resistirse y dando fin al punto muerto en el que se encontraban. Entonces, su cuerpo se relajó de inmediato, permitiéndole al emperador que lo besara como quisiera.
Song Yu se dio cuenta de que había dejado de resistirse e, incapaz de contener sus emociones, las cuales eran como el viento violento durante una tormenta, lo besó apasionadamente, chupando y mordiendo los labios de Li Cong Qing, lastimándolos.
Él nunca había experimentado un beso ardiente como este, llegando al punto de sentirse tan aturdido como para olvidar cómo respirar adecuadamente. Se estaba sofocando, y su cara comenzaba a enrojecerse a causa de la falta de aire.
Sólo cuando Song Yu se dio cuenta del estado en el que se encontraba fue que lo dejó ir.
En ese momento, Li Cong Qing tomó una gran bocanada de aire con rapidez, llenando sus pulmones. Temblaba de pies a cabeza, impotente, y la sensación húmeda en sus labios le hizo levantar inconscientemente la manga para limpiarse.
—¡No tienes permitido limpiarte! —exclamó Song Yu por lo bajo, y comenzó a acariciar los labios similares a pétalos, ahora más rojos y húmedos que de costumbre, mientras añadía: —Li Cong Qing, te otorgaré la posición de Shang Jun, ¿qué piensas?
Li Cong Qing seguía tomando grandes bocanadas de aire, y sólo después de que algo de tiempo había pasado fue que pudo articular una respuesta inteligible:
—Respondiendo a Su Majestad, mi humilde persona es incompetente y no es merecedor de tal mérito, por lo que no me es posible asumir una posición de tan alto rango —dijo con voz suave y débil.
—¿No estás dispuesto a lavar tu trasero para luego presentármelo?
—Fue mi hermano quien lo dijo. Si Su Majedad desea el trasero de mi hermano, le aseguro que él estará más que dispuesto a ofrecérselo.
—¿Tú no estás dispuesto?
—Su Majestad debe estar bromeando.
—Mírame con atención, ¿te parece que luzco como si estuviera bromeando? —Song Yu tomó su barbilla y la alzó para que lo mirara y así viera con claridad la llama que ardía en sus ojos, la cual, ya no se molestaba en ocultar.
Li Cong Qing bajó su mirada para usar sus no muy largas pero densas pestañas para separar la línea de visión de ambos. Y con esfuerzo, para responder con calma, dijo hipócritamente:
—Alguien humilde como mi persona no es digno de ver el sagrado rostro del emperador.
—Nunca te consideré una persona testaruda. —La risa de Song Yu era plácida y cálida. Sus ojos brillaban como antorchas, revelando su determinación de ganar, y dijo con lentitud: —Li Cong Qing, no te obligaré.
—Su Majestad es sabio.
—Sin embargo, tampoco te dejaré escapar.
Li Cong Qing no pudo evitar quejarse para sus adentros.
—Es tarde, su humilde servidor le solicita, por favor, regrese al palacio tan pronto como sea posible. Disculpe a este humilde servidor por retirarse antes. —Sin esperar por su aprobación y por decisión propia, giró su cuerpo, apresurado, y escapó de allí de inmediato. Con esto, buscaba evitar ser desollado, que le rompieran los huesos ¡y ser devorado vivo allí mismo!
—Recuerda lavar tu trasero —dijo Song Yu a su figura en retirada, la cual, se veía en un estado lamentable.
Li Cong Qing tropezó con sus pies, y apenas logró escapar ileso de caer al suelo, tras lo que sus zancadas se tornaron más rápidas y torpes a medida que se alejaba.
Song Yu lo siguió con la mirada hasta que se perdió en la multitud de personas. En sus ojos seguía brillando, una pequeña llama, danzando en sus pupilas. Desde hacía mucho tiempo no se había sentido tan exaltado como ahora, el deseo que había permanecido dormido en su interior, finalmente, había despertado y ahora lo abrumaba, oleada tras oleada.