El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 82

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


Luego, se volvió hacia su madre con ojos centelleantes, instándola en silencio a abrir su regalo.

—La mía es una pluma.

La caja larga y estrecha reveló una hermosa pluma negra con dibujos dorados en su cuerpo plateado.

—¡Sí! ¡Pensé que sería lo mejor, ya que siempre la usas para trabajar! —respondió Leslie con orgullosa inocencia.

La duquesa sonrió al ver la razón.

Entonces, alargó la mano para acariciar a Leslie en la cabeza. La niña estalló en una deliciosa carcajada.

—Gracias. Le daré un buen uso.

Leslie dijo un melodioso “de nada” y se dispuso a marcharse. Sairaine, dándole unas palmaditas preciosas al alfiler que llevaba en el pecho, también se levantó y se acercó a ella.

—Leslie, ¿quieres que te acompañe a tu habitación tomados de la mano?

Leslie asintió de inmediato con entusiasmo, y Sairiane le ofreció su mano grande y gruesa. Leslie colocó su diminuta y pálida mano sobre ella y los ásperos dedos de él la envolvieron.

Caminaron por el pasillo en agradable silencio. Entonces, Leslie miró a su padre de manera inquisitiva.

—Umm, padre. Me preguntaba…

—¿Sí? ¿De qué se trata? Puedes preguntar cualquier cosa.

Leslie movió los labios, pero no le salieron las palabras. Estaba indecisa, pero siempre quiso hacer esta pregunta.

—Cuando llegué aquí, mis hermanos estaban en contra de la decisión de mi madre de adoptarme. Pero tú…

Tu no te opusiste. ¿Por qué no?

Aunque Leslie no terminó la pregunta, Sairaine la entendió y contestó.

Por supuesto, se enfadó mucho con sus dos hijos al ver las miradas cautelosas de Leslie y oír su vocecita vacilante.

Creo que los llamaré al campo de entrenamiento cuando se haya dormido, pensó Sairaine.

—Oh, no es nada especial. Solo te he entendido mejor.

¿Entendido? La cabeza de Leslie se inclinó con curiosidad, y Sairaine sonrió con tristeza.

—Un plebeyo, un huérfano y una guerra. Con estos tres combinados, tienes una experiencia común.

Los padres de Sairaine también eran mercenarios viajeros. Unos decían que eran buenos pero que tenían problemas para establecerse, mientras que los otros le decían que no tenían habilidades y que por eso tenían que viajar para evitar las consecuencias de trabajos fallidos.

Él no sabía lo que era y no podía permitirse saberlo.

Fue uno de los afortunados a los que enviaron a un orfanato apadrinado por un noble. Por desgracia, el director del orfanato era un ladrón que utilizaba el dinero de las donaciones para derrochar en lujos. Los niños pasaban hambre. Además, tenía muy mal genio y maltrataba a los niños cuando estaba de mal humor.

—Eso es…

Leslie miró a su padre, con los ojos muy abiertos y sorprendida.

—Cuando me hice mayor y di el estirón, no se atrevió a pegarme.

Sairaine creció para ser el más alto de todos, incluso más alto y fuerte que el director. Intimidado por el tamaño y la fuerza de Sairaine, dejó de pegarle a él y a los niños cuando Sairaine estaba cerca. Cuando él no estaba, el director era más cruel y brutal con los otros niños.

—No podía quedarme de brazos cruzados viendo cómo abusaban de los otros niños. Así que, un día, yo… ¡Hmm, hmm! Quiero decir, le di una paliza y huí del orfanato con mis amigos. Pronto empecé a trabajar como mercenario y, lo último que supe, es que el orfanato cerró.

Sairaine no miró a Leslie y en su lugar tosió con ruido antes de continuar. Seguro que fue algo más que “darle una paliza”, concluyó Leslie y asintió para sí.

Sairaine malinterpretó el asentimiento de Leslie como una señal positiva y siguió explicando.

—Así que te entendí mejor que nadie aquí y no me opuse. Es un recuerdo horrible para cualquiera —añadió Sairaine, rascándose la mejilla, un poco avergonzado—. Por supuesto, solo tuve que aguantar unos pocos años, así que sería un poco exagerado decir que te entendí al cien por cien.

Leslie sacudió la cabeza y sonrió.

Leslie era una niña increíble y valiente. Los pocos años que Sairaine pasó en el orfanato fueron insoportables. Pero Leslie vivió toda su vida en aquella pesadilla y aún así fue lo bastante valiente como para venir a luchar por su libertad.

Sairaine también sonrió y levantó con brusquedad a la niña de sus pies. Una carcajada parecida a un grito de Leslie resonó en el pasillo. Dos criadas que pasaban por allí se sobresaltaron al oírla, pero no tardaron en reírse y saludar a Leslie con la mano. Leslie les devolvió el saludo con una risa brillante e inocente.

—Y para ser sincero, yo quería una hija. Prefiero mucho más hijas que se parezcan a una versión diminuta de mi bella esposa que hijos que se parezcan a mí.

Hijos que se parezcan a mí. Sairaine tuvo arcadas al pensar en ello.

Hace mucho tiempo, un compañero mercenario le mostró a Sairaine a su hija. En aquel momento, quedó maravillado por la niña. No era la primera vez que veían niños, pero aquella niña era maravillosa. Sonreía con sus labios diminutos, y sus suaves mejillas sonrosadas como pudín gelatinoso. Por supuesto, también estaba el hecho de que la niña no lloraba en comparación con la mayoría de los otros niños que lo hacían al ver la cara de Sairaine.

La niña estaba acostumbrada a ver hombres grandes y rudos porque su propio padre era uno de ellos, un mercenario. Pero en aquel momento, ella era una de los pocos niños que se acercaban a él sin llorar. Incluso los niños con los que estaba en el orfanato se sentían intimidados por su aspecto. Pero la niña se le acercó con una bonita sonrisa y le tocó la cara con sus pequeñas y suaves manos. Fue como si las estrellas giraran ante sus ojos, y al instante él también quiso tener una hija.

Intuyendo esto, el colega de Sairaine venía todos los días con nuevas y fascinantes historias sobre su hija mientras presumía antes Sairaine. A menudo traía a su hija para cobrar sus ganancias, y Sairaine vio crecer a la niña con los años, y su deseo de tener una hija creció con ella.

Quiero una hija. ¡Tiene que ser una niña! Sairaine rezaba todos los días para que llegara el día en que fuera bendecido con una familia.

Por eso, cuando conoció a Aleca y se quedó embarazada, su ilusión creció aún más. Además, tuvo un sueño maravilloso, que interpretó como una señal de que el bebé sería una niña.

No recordaba bien el sueño, pero era bueno. Así que incluso preparó el nombre de “Elizabeth” para su primogénita. Pero entonces…

—Nació Bethrion.

Leslie rió, al oír la voz abatida de Sairaine.

—Tuve otro sueños cuando Aleca volvió a estar embarazada. Estaba de pie en un campo de flores, y estaba seguro de que esta vez sería niña. Pero entonces…

Era un niño. Sairaine estaba destrozado. Por supuesto, se alegró de que el niño estuviera sano y pareciera un calco de sí mismo. Pero seguía triste.

Lo que más deseaba era una hija, pero no podía obligar a su esposa a tener otro embarazo. Su esposa era caballero, duquesa y una de las figuras políticas más importantes del Imperio. No quería atarla con un embarazo largo y difícil por su egoísmo. Además, su esposa estaba mejor preparada para el campo de batalla que para dedicarse a las tareas domésticas.

Así que, con pesar pero con decisión, renunció a tener una hija.

Entonces, Leslie apareció. Una niña pequeña y delicada que era más valiente y más fuerte que cualquier guerrero que hubiera visto. Y no lloró ni se acobardó cuando le vio la cara. El sueño de Sairaine por fin se hizo realidad.

—Entonces, ¿cómo podría decirte que no?

Sairaine rió feliz y plantó muchos besos en la carita de Leslie. Leslie rompió a reír encantada, sacudiendo la cabeza para evitar la espinosa barba de Sairaine.

—Te prometo que lo masacr… Quiero decir, le daré una paliza. Supongo que tal y como están las cosas ahora, ni siquiera tengo que hacer nada para verle caer, pero eso no nos servirá de nada, ¿verdad? Pero no te preocupes por eso, porque papá te cubre las espaldas. Así que no te preocupes por nada y concéntrate en crecer para ser tan alta como tu madre.

Leslie asintió.

—¡Sí, lo haré!

Los bonitos ojos lilas de Leslie hicieron forma de luna creciente mientras respondía con una brillante sonrisa.

—¡Esperaré con impaciencia el día en que mi padre masacre al marqués!

Resonó una voz inocente y melodiosa, y Sairaine se estremeció. Mi mujer va a asesinarme, pensó.

♦ ♦ ♦

Querida madre.

Leslie escribía con cuidado una carta en un carruaje. El camino desde la finca en la capital hasta el Templo Shinraph era tranquilo, y el costoso carruaje rara vez se sacudía o golpeaba en el camino. Así que Leslie podía escribir una carta sin tener que preocuparse por derramar el frasco de tinta.

[Queridos madre y padre.

Estoy de camino al Templo Shinraph.

Todavía hace un poco de frío, pero gracias a su consideración, hace calor dentro del carruaje. Incluso el lugar donde nos detuvimos para pasar la noche estaba muy bien caliente y acogedor. Llegué un poco pronto, así que el templo aún no está abierto. Pero enviarán algunos paladines de Tesentraha gracias a tus cartas, padre.

Estoy un poco lejos del restaurante de Amroa. Tal y como prometí, no me quedaré todo el día, solo estaré allí unas horas y luego iré al alojamiento acordado. Por favor, no se preocupen por mí y espero que todo vaya bien con su trabajo. Hasta pronto, ya los echo de menos.

Su cariñosa hija, Leslie Shuya Salvatore.]

—¡Hecho!

Leslie pateó las piernas emocionada en su asiento. Nunca imaginó lo feliz que se sentiría al escribir su propio nombre.

—¿Has terminado ya la carta? —preguntó con una sonrisa Madel, que estaba cosiendo un adorno caído al bonete de Leslie.

—Sí, ya la he terminado. Pero voy a escribir una para mis hermanos también.

Leslie rebuscó emocionada en su bolso y sacó dos trozos de pergamino. Madel sonrió con cariño a la niña.

Aunque Leslie acababa de salir ayer del Ducado, la duquesa y su marido se habían ido un par de días antes que ella.

Desde su partida, Leslie les había escrito una carta diaria. Ahora que estaba lejos del Ducado, también escribiría a sus dos hermanos cada día.

—Pronto estaremos en la ciudad, así que enviémosles allí, señorita Leslie.

—De acuerdo. Pero, Madel, ¿podré escribirles desde el templo?

—Dijeron que el primer examen solo dura un par de horas, así que creo que sí.

Por desgracia, no podía volver a casa de inmediato debido a la distancia. Si los exámenes terminaban por la tarde, tenía que pasar la noche en un pueblo cercano o en el templo y marcharse cuando amanecía.

—Ya los echo mucho de menos.

Estaba preocupada por el examen, pero sus sentimientos por su familia eran mayores.

Le garantizo que el examen será pan comido, señorita Leslie. 

Konrad, un paladín de Tesentraha, se lo dijo antes de que partieran tras sus lecciones, lo que también contribuyó a disminuir su ansiedad.

—Los verás muy pronto.

Comentó Madel despreocupada, terminó de coser la última flor de la cofia y se la ofreció.

—¡Todo listo! ¿Quieres que te lo ponga?

Ella asintió con una sonrisa y estiró el cuello, bajando un poco la cabeza, hacia Madel, que se rió con adoración y le puso el gorro con cuidado.

—Gracias, Madel.

Leslie se miró en un pequeño espejo de mano que le ofreció y sonrió deslumbrante. Hoy estaba preciosa, gracias al increíble trabajo de su doncella.

Pasó un rato admirando su vestido y su pelo, y luego miró a Madel.

—¿Dónde están los regalos para Amroa y su bebé?

—¡Aquí están todos!

Sacó una caja gigantesca de debajo de su asiento, y la niña sonrió feliz.

Espero que le gusten. 

Jenna, Madel, Sulli e incluso Batha la ayudaron a elegir los mejores regalos para la madre y el bebé. Justo entonces, unos suaves golpes entraron por las puertas.

—Señorita Leslie, hemos llegado a su destino.

Sus ojos brillaron ante la noticia.

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