Traducido por Lugiia
Editado por Yusuke
El blanco puro, que antes cubría al mundo, comenzó a desaparecer, y las flores escarchadas dieron lugar a brotes jóvenes en sus ramas desnudas.
La dama de la primavera, agitando el dobladillo de su falda color verde amarillento, se reía alegremente, y los pétalos, que recién estaban floreciendo, se sonrojaban de forma tímida ante su sonrisa. Bajo el cálido sol de mayo, las hojas plateadas de las espadas brillaban y resplandecían.
Una sombra desconocida apareció en el campo de entrenamiento a través de un cegador rayo de luz. Un sirviente, con una expresión nerviosa en su rostro, se acercó a mí y dijo:
—Un mensajero llegó del palacio imperial con un mensaje, señorita. Su Majestad quiere verle.
—¿Un mensajero vino por mí? ¿Sucedió algo que necesite mi presencia?
—Mil disculpas, no conozco la razón.
—Entiendo, gracias.
Decidí apresurarme hacia el interior de la mansión. Después de cambiarme de ropa, me dirigí al salón para encontrarme con mi padre. Le pregunté si estaría presente para recibir al invitado y, como respuesta, asintió mientras le hacía un gesto al sirviente que estaba a la espera.
Poco después, un mensajero, que llevaba una identificación en el pecho indicando que era de la oficina del palacio, entró en la habitación bajo la guía de nuestro personal.
—Es un honor verlos, señor Monique, señorita Monique. He traído un mensaje del palacio central en nombre de Su Majestad.
—Entendido. ¿El mensaje es para mi hija?
—Así es. Esta tarde, Su Majestad quiere tener una ligera hora del té en el jardín del palacio central. Espera que su hija pueda asistir y alegrarle la ocasión.
—Hmm, entiendo.
Me perdí en mis pensamientos mientras veía a mi padre despedirse del mensajero.
¿Por qué quiere verme el emperador? ¿Fue porque estaba ansiosa durante la audiencia?
No puedo evitar tener miedo. En aquel momento, me dijo que no estaba preocupado porque no me veía como una amenaza para el príncipe heredero, pero… ¿quizás no le gusta que me haya sido otorgado un segundo nombre por Dios? ¿Le molesta mi deseo de no involucrarme con el príncipe heredero de ninguna forma? ¿O es que quiere cancelar su promesa de que me daría tiempo para pensar en una solución sobre ser la concubina de su hijo?
Temo repetir, a pesar de mi voluntad, el infierno que fue mi primera vida.
Con eso en mente, levanté mis brazos temblorosos y envolví mi cuerpo paralizado con ellos.
En ese momento, oí a mi padre soltar un profundo suspiro.
—Tia.
—¿Sí, papá…? ¿Me llamaste?
—Es solo tomar una taza de té. Su Majestad es una persona que nunca rompe sus promesas. No tienes que estar tan preocupada.
—De acuerdo, lo haré. Gracias, papá.
Aunque todavía me sentía nerviosa, decidí sonreírle a mi padre para evitar que se preocupara. Subí a mi habitación con una pesadez en mi pecho y me preparé para ir al palacio imperial.
Suspiré un poco al mirar mi reflejo en el espejo a medida que las doncellas trabajaban en mi apariencia. A diferencia de mis pensamientos sombríos, en el exterior lucía muy radiante.
Mi vestido, con dos tonalidades de verde, mantenía la frescura de los brotes primaverales mientras dibujaba una delicada curva. Por otro lado, en la parte superior, se encontraban aleteando unas mangas de un amarillo claro con un corte delicado.
Y así, tocando mi cabello trenzado a ambos lados, me dirigí al palacio imperial.
♦ ♦ ♦
—Por aquí, señorita Monique —dijo el sirviente delante de mí, guiándome al jardín del emperador.
Mientras miraba a mi alrededor, al mundo recubierto de un ligero verde, llegaron a mi mente recuerdos de mi vida pasada.
Siempre que me acercaba a este lugar para encontrarme con el emperador, solía ver una mesa blanca. Cuando terminaba de saludarlo de manera formal, él me sonreía con ternura. Era un hombre lo suficientemente amable como para cuidar de mí, que estaba hambrienta de afecto.
Mientras me sentía amargada al recordar esos momentos, decidí sentarme. Aquellas ocasiones me parecían muy valiosas, pero ¿cómo terminamos así?
¿Quién iba a saber que llegaría el día en el que me sintiera tan incómoda al encontrarme nuevamente con él?
Mientras jugueteaba con una taza de té, me levanté al vislumbrar un destello azul a lo lejos. Al ver que la sombra se acercaba a mí, me puse repentinamente rígida. ¿Por qué ha venido aquí?
—Tú…, ¿por qué estás aquí de nuevo?
Sus ojos oscuros, que parecían reflejar las profundidades del mar, miraron directamente a los míos. En el momento en que su fría mirada enfocó algo que le parecía aterrador, frunció el ceño.
Mi visión comenzó a volverse borrosa al recordar cómo me arrastró bruscamente en el pasado, diciendo que no era nada para él. Mientras ese recuerdo me invadía, el color azul de sus ojos comenzó a teñir mi visión…
—Lárgate. En estos momentos, no tengo mucho tiempo para hablar contigo, así que te reprenderé por tu grosería más tarde.
El zumbido a nuestro alrededor se intensificó en mis oídos, ahogando la frialdad de su voz. Cuando cerré y abrí mis ojos rápidamente después de una pequeña exhalación, me encontré con la mirada de un niño inexpresivo en lugar del hombre que solía emanar aire frío.
Sentí que algo caliente fluía entre mis uñas, encajadas con fuerza en la palma de mi mano. A pesar del miedo que aún sentía por él, el calor, que volvía a emanar de mi cuerpo, me hizo volver en sí.
—En nuestro último encuentro lo sentí, pero ahora lo comprobé. Eres muy arrogante. ¿Por qué sigues aquí? Te dije claramente que te fueras.
—Su Alteza… —logré decir a duras penas a través de mis labios congelados. Respiré profundamente para calmar el temblor en mi pecho.
Debo mantener la calma. Me prometí a mí misma aceptar el hecho de haber ganado una nueva vida y juré que llevaría una vida diferente a la de mi pasado.
—Oh, ¿vas a responderme esta vez?
—Solo estoy…
Tragué saliva seca. No debo tener miedo. Puedo vivir tranquilamente sin destacar hasta que venga Jieun.
Si puedo evitar el destino de ser la concubina del emperador, al menos no repetiré lo mismo que antes.
Sin embargo, cuanto más pensaba que debía actuar con calma, más irregular se volvía mi respiración. Una y otra vez, intenté recuperar mi compostura.
Debo recordar que el que se encuentra frente a mí solo es un niño que se parece al hombre de mi pasado. Si no lo hago, el vórtice de sentimientos aterradores dentro de mí va a terminar consumiéndome.
—He venido aquí… por orden de Su Majestad.
—¿Por orden de Su Majestad? —replicó bruscamente, mirándome con frialdad y levantando sus cejas.
Con la fuerza que obtuve al aferrarme a esa respuesta, pude enderezar mi postura.
Él apartó la mirada mientras intentaba decir algo con una expresión de molestia. En la dirección en la que miró, se encontraba una doncella que nos miraba a él y a mí con inquietud.
—¿Qué sucede?
—Tengo un mensaje de Su Majestad, Su Alteza.
La doncella dudó por un momento, pero luego se acercó a él y le entregó una nota finamente doblada. Cuando la abrió y leyó su contenido, una sonrisa apareció en su rostro.
—Ha, pensé que tu comportamiento hoy era extraño. ¿Fue por esto?
No sabía a qué se refería, así que lo miré perpleja.
—Siéntate ahí si no quieres desobedecer la orden de Su Majestad.
—No sé de qué está hablando…
—Léelo tú misma.
Después de sentarse en la silla frente a mí, me empujó la nota que estaba sosteniendo.
La recibí con cuidado, evitando mostrarle las cicatrices de mi palma. Mientras la doncella servía el té en la taza de plata, leí lo que estaba escrito en el lujoso papel.
AUNQUE ESTÁN COMPROMETIDOS, ¿CÓMO PUEDEN SER TAN DISTANTES?
LES ORDENO PASAR TIEMPO JUNTOS ESTA TARDE.
¿Qué es esto? ¿Esta era la razón por la que me había invitado a la hora del té?
Aunque me dijo que me daría tiempo para encontrar una solución, era obvio que no quería que abandonara el palacio imperial.
Me senté con cuidado, reprimiendo mi deseo de huir. Mientras murmuraba para mis adentros que debía calmarme, fijé mis ojos en el agua transparente del té.
—Una taza de té será suficiente.
—¿Perdón? —pregunté, perpleja.
—Parece que tanto tú como yo no disfrutamos de este tipo de encuentros, así que será mejor terminar esto después de una taza de té.
—Ah…, por supuesto, Su Alteza.
Él asintió en silencio, claramente irritado por mi voz. Tal y como explicó, yo también quería salir de aquí cuanto antes.
Agarré mi taza de té con cuidado mientras lo observaba beber su parte en silencio.
De hecho, aún no estaba segura de si este joven príncipe era el mismo de mis recuerdos. Opté por pensar en él mientras calmaba mi respiración irregular. Aunque todavía no podía hacer un juicio correcto, decidí asumir que el chico que tenía ante mis ojos no era la misma persona.
Cuando dejó de beber su taza y la bajó, me miró de inmediato. Quizá se sentía extraño por mi respiración irregular, pero con solo dirigirme una mirada indiferente, mi respiración se detuvo.
El hombre de mis recuerdos solía mirarme así. Ya sea que estuviera enferma, triste o angustiada, no le importaba en absoluto. Siempre me dirigía ese tipo de mirada.
Esbocé una sonrisa deprimente. Aunque seguía repitiendo en mi mente que era una persona diferente, me era imposible creerlo. No era su voz ni sus acciones lo que hacía que aparecieran de inmediato imágenes de mi pasado, eran aquellos ojos fríos.
¿Jamás me será posible liberarme de esos recuerdos? ¿Ni siquiera borrar las cicatrices del pasado que quedan en lo más profundo de mi corazón?
Mientras pensaba en eso, me sentí sedienta. De alguna forma, me las arreglé para llevar la taza de té hacia mis labios y derramar su contenido amarillo en mi boca. Necesitaba revitalizar mi devastado corazón e hidratar mi cuerpo.
Después de sentir el contenido humedecer mi garganta, bajé la taza. Tan pronto lo hice, toda la energía abandonó mi cuerpo y el té restante se derramó sobre el mantel.
Mientras miraba el mantel blanco poco a poco teñirse de amarillo, sentí que mi cara perdía color. Cuando levanté la cabeza torpemente, observé que él se levantaba y me miraba fijamente.
—Me iré primero.
—Ah, sí, Su Alteza.
El niño, sin tomarse un momento para pensarlo, se dio la vuelta sin oír mi respuesta. Me quedé sola abrazando un corazón vacío en vano, en un mundo teñido de verde claro bajo la luz del sol de mayo, hasta que aquella cabellera azul desapareció en la distancia.
♦ ♦ ♦
Exhalé el aire caliente a causa del calor que provenía del suelo. Bajo el intenso sol de verano, moví mis pesadas piernas. Mientras miraba con impaciencia hacia la sombra verde oscura de las exuberantes hojas verdes, conté números en mi cabeza. Cincuenta veces más. Un sudor continuo y pegajoso recorría toda mi espalda a causa del calor. Fruncí el ceño ante la desagradable sensación.
—Oh, estoy cansado. ¿Estás bien, Aristia? —preguntó Allendis.
—Haa, haa, sí.
Apenas logré terminar mi rutina de entrenamientos de hoy y colapsé bajo la sombra de un árbol.
—Esto es todo por nuestro entrenamiento de hoy, ¿verdad? —preguntó Allendis, quien colapsó a mi lado poco después, en un suspiro.
—Sí —respondí mientras asentía con la cabeza y cubría mis mejillas con ambas manos. Mi rostro se sentía caliente debido al calor en pleno agosto.
—¡Uf, perfecto! Estoy realmente cansado.
—Creo que estamos más cansados debido al calor. ¿Quieres entrar a la mansión para descansar?
—¿De verdad? Entonces, acepto tu invitación. Muchas gracias.
Allendis, con una agradable sonrisa, se levantó y me tendió la mano. Cuando intenté inclinarme para tomarla, levanté la mirada al encontrarme con otra persona extendiendo su mano hacia mí. Antes de darme cuenta, un caballero de mediana edad ya estaba a mi lado dirigiéndome la mirada.
—Tome mi mano, señorita.
—Oh, gracias, señor League.
De alguna manera, su voz parecía algo hostil. ¿He hecho algo mal?
Incliné la cabeza, agarré la mano del señor League y me levanté. Mientras él me miraba arreglar mi arrugado traje, le dijo a Allendis:
—Joven Verita, tengo algo que decirle a la señorita por separado. ¿Puede disculparnos un momento?
—Por supuesto. Me dirigiré primero a tu mansión, Aristia.
—Está bien.
Miré al señor League con curiosidad. ¿Qué quiere decirme? Si quería hablar del entrenamiento, no tenía que pedirle a Allendis que se retirara.
Después de que Allendis desapareciera por completo, decidió abrir la boca.
—Señorita.
—Sí, ¿qué sucede?
—En cuanto al joven Verita, por favor, no le ofrezca su corazón.
—¿Perdón? ¿Qué quiere decir? —pregunté, abriendo mucho mis ojos ante su inesperado comentario.
—Al principio, usted parecía actuar un poco recelosa, pero estos días parece que ha tomado bastante confianza —dijo el señor League con un suspiro, después de mirarme en silencio por un momento.
—Pero la familia Verita es…
—Va a decir que están de nuestro lado, ¿verdad? Eso es cierto, pero el joven Verita es un hombre, señorita. Si algo sale mal, puede ser fácilmente malinterpretado. —El señor League esperó mi respuesta, pero después de verme en silencio, decidió seguir hablando—: Además, las intenciones que tiene ese joven para aprender esgrima de su padre son bastante… Hm, me abstendré de hablar mal sobre él, pero quiero que recuerde una cosa, señorita. Él es básicamente un miembro de una familia de funcionarios civiles.
»Aunque ambos estén en la misma facción, es normal diferir en opiniones al ser miembros de familias diferentes. Los intereses políticos son más siniestros de lo que cree. Por muy cercanos que sean ahora, señorita, debe tener en cuenta que pueden separarse en cualquier momento si no comparten la misma opinión.
Intenté decir algo pero me detuve y solo asentí con la cabeza. Aunque me sentí un poco mal ya que intentaba enseñarme como si fuera una niña ignorante, estuve de acuerdo con su explicación sobre los fluctuantes intereses políticos de las dos familias y que tampoco era necesario hablar de mí en los círculos sociales.
Después de regresar a la mansión, lavé mi cuerpo sudoroso y me cambié a un sencillo vestido informal. Cuando entré en el salón, Allendis, que llegó antes que yo, me recibió con una sonrisa.
Poco después, una doncella vino a colocar una tetera con agua caliente y tazas de té. Los nobles disfrutan de una gran variedad de té y, en su mayoría, preparan hojas y tallos de plantas aromáticas o medicinales. Este tipo de cultura existía incluso antes de la fundación del Imperio. Hay más de cien tipos diferentes de té y los precios varían mucho. Por eso, tener buenas hojas y juegos de té suele mostrar el poder de la familia.
Cuando preparé té de bálsamo de limón para Allendis, el cual lo disfrutaba leyendo libros, tomó un sorbo del mismo y dijo:
—Oh, el té que preparas es el mejor.
—¿Eh? Gracias por el cumplido.
—¿Qué te parece si jugamos ajedrez?
Con el paso de los años, tanto emperadores como nobles han disfrutado del ajedrez. El juego fue creado por el gran mago Aland, quien fue el maestro del príncipe heredero durante el reinado del tercer emperador. Se utilizaba principalmente para formar a los talentos que dirigirían el país o para enseñar al príncipe heredero las tácticas para ganar la guerra o gobernar el Imperio. Se consideraba la cultura básica de la aristocracia.
—Por supuesto, definitivamente te ganaré hoy.
Un caballo blanco y uno negro se movieron en el tablero de ajedrez. Por un momento, mantuve toda mi concentración en el tablero. En cuanto atrapél su caballo blanco con una torre negra, movió el alfil blanco tres líneas diagonales para atrapar mi caballo negro. Comprobé la posición de mi otro caballo y chasqueé la lengua para mis adentros. Dios mío, debería haber movido la reina, no la torre.
Conforme pasaba el tiempo, dejé escapar un suspiro porque mi derrota estaba cerca. Mientras miraba al pensativo Allendis, brillando al tablero con sus ojos color esmeralda, hice una pregunta que había estado rondando en mi cabeza.
—Allendis.
—¿Eh?
—¿Qué quieres hacer en un futuro? ¿Quieres unirte a los caballeros?
—Bueno, aún no lo he decidido, pero creo que no.
—Ya veo.
Tal y como dijo el señor League, la familia de Allendis son funcionarios civiles.
Ya lo sabía, pero me sentí decepcionada cuando lo confirmé. Sabía que mientras él y yo fuéramos así de jóvenes, no llamaríamos la atención de las personas. Cuando creciéramos e hiciéramos nuestro debut en los círculos sociales, sabía que nos distanciaríamos cada vez más a causa de la atención de los demás.
Mientras jugaba despreocupadamente con la reina, me sorprendí cuando un pensamiento repentino apareció en mi cabeza. El señor League tenía razón. ¿Cuándo empecé a prestarle tanta atención a Allendis? Aunque permití que me llamara su amiga porque me sorprendió ver un cambio repentino en su actitud, traté de distanciarme de él con cierta cautela, como me habían enseñado durante mucho tiempo.
—¿Por qué tienes esa expresión en tu rostro?
—¿Eh? Nada importante.
—No creo que sea así. —Mientras me miraba con curiosidad, Allendis dejó caer el alfil blanco y se enderezó para agregar—: ¿Lamentas que no vaya a ser un caballero?
—No, en absoluto…
—Puedo asegurarte que no me designarán como caballero. La esgrima es divertida, pero creo que estoy en mi elemento cuando uso mi cerebro.
—Bueno…
—¿Por qué? ¿Estás decepcionada?
—¿Qué estás diciendo?
Sería una mentira si dijera que no me arrepiento de su decisión, pero no podía estar de acuerdo con su pregunta al haber sido tan franco con su opinión. Había una sonrisa en su boca mientras me miraba en silencio.
—Aristia, ¿conoces aquella vieja historia sobre el juramento de un caballero? Me refiero al juramento que le hace a su dama.
—La conozco, pero ya no es relevante hoy en día. Sucedió hace unos cientos de años. ¿Por qué lo mencionas de repente?
El juramento de un caballero a una dama era un relato que solo podía encontrarse en la historia. A diferencia de antes, los caballeros en esta época juran lealtad solo a su señor.
Sin embargo, de acuerdo a los libros de historia, los caballeros juraban amor eterno a su dama por el resto de sus vidas, mientras que daban al monarca su lealtad para morir por él en cualquier momento. ¿Por qué ha sacado el tema de repente?
—Bueno, me preguntaba si deseas tener un caballero que solo pueda amarte como lo hacían en ese viejo cuento. Eres más codiciosa de lo que pensaba.
—No, eso no es lo que estoy pensando…
Me estaba preguntando por qué había sacado el tema de repente, pero parece que lo hizo para burlarse de mí.
Mientras me observaba negar con la cabeza, la sonrisa de Allendis creció y un brillo misterioso apareció en sus ojos color esmeralda.
—De acuerdo, ya lo decidí. Si realmente quieres ser esa dama, estaré encantado de convertirme en un caballero para ti, mi única y preciosa amiga. Aunque ya no exista oficialmente esa promesa, lo haré solo para ti.
—¿Eh? ¿De qué estás hablando…?
Incliné la cabeza ante su inesperado comentario y, casi de inmediato, Allendis se levantó y se arrodilló frente a mí. Lentamente bajó su cabeza, tomó mi mano derecha y, con mucho cuidado, puso sus labios sobre el dorso de mi mano. Sobresaltada, intenté tirar de mi mano, pero él la apretó con fuerza y dijo:
—Yo, Allendis de Verita, quiero hacer el juramento de un caballero a mi dama, Aristia La Monique. ¿Me aceptarías como tu único caballero?
Me puse rígida de repente. Me sentía feliz por su promesa de que sería mi único caballero, pero, al mismo tiempo, me sentí algo incómoda y extraña.
¿Por qué me hace esto? ¿Qué quiere de mí?
Le dirigí mi mirada a Allendis, quien estaba todavía arrodillado mirándome. Su pequeña sonrisa y sus ojos color esmeralda brillaban de afecto hacia mí.
Me era imposible apartar los ojos de su mirada inocente. Recordando las palabras del señor League, se suponía que debía ser cautelosa al acercarme demasiado a él, pero no tuve el valor de decirle que dejara de bromear conmigo.
—Lo haré… —respondí con un suspiro después de un momento.
Pensé que, con el tiempo, su inocencia se desvanecería y nuestra promesa de hoy sería recordada como un recuerdo borroso en el mejor de los casos. Decidí dejarlo tranquilo para así poder observar en él la inocencia que yo había perdido hace mucho tiempo.
♦ ♦ ♦
No mucho después de despedirme de Allendis, mi padre regresó.
—Tía, ¿puedo hablar contigo un momento?
Cuando estaba a punto de volver a mi habitación después de cenar con él, mi padre me detuvo.
¿Tiene algo especial que decir? Incluso después de entrar en su oficina, incliné la cabeza al verlo dudar por un momento.
¿Qué le sucede? ¿Se ha enterado de lo que me ha dicho el señor League?
—¿Qué sucede, papá?
—Bueno, solo quiero decir algo.
—Adelante.
—Hmm, mañana es tu cumpleaños, ¿no es así?
—Oh, tienes razón.
En efecto, lo había olvidado por completo. Mañana cumplo once años. Regresé al pasado justo después de haber cumplido diez años, así que ha pasado un año desde entonces.
Mientras notaba lo rápido que ha pasado un año, mi padre se aclaró la garganta en vano y dijo:
—Es por eso que… Toma, acéptalo.
—¿Qué es, papá?
—Bueno, es tu regalo de cumpleaños.
—¿Mi regalo de cumpleaños?
Abrí los ojos ante sus inesperadas palabras. ¿Por qué me había preparado un regalo de cumpleaños? ¿No se suponía que esos regalos se recibían después de cumplir la mayoría de edad?
Sacudí la cabeza y recibí la caja de mi padre. Era casi la mitad de mi estatura en tamaño. ¿Por qué es tan grande? Cuando desenvolví la cinta azul marino y abrí la tapa, había una gran muñeca dentro. Una muñeca mujer con un bonito vestido y un brillante cabello dorado atado a ambos lados.
Por un momento, me quedé sin palabras. Supongo que preparó este regalo porque pensó que era joven, pero era un poco embarazoso para mí después de haber vivido hasta los diecisiete años.
Incluso si no tuviera recuerdos de mi vida pasada, habría pensado lo mismo en ese entonces.
—¿No te gusta? Hmm, en realidad, los caballeros me dijeron que una niña de tu edad…
—No, papá. ¡Estoy muy feliz!
Me reí alegremente cuando intentó poner una excusa con los caballeros.
De todos modos, ¿cuál es el problema? Es un regalo de mi padre. Después de negar con la cabeza varias veces, diciéndole que no pusiera ninguna excusa por el regalo, mi padre esbozó una leve sonrisa.
Mientras él acariciaba suavemente mi cabello, cerré los ojos ante su toque.
Me gusta mucho la novela. Espero con ansias la salida del próximo capítulo.