Emperatriz Abandonada – Capítulo 4: Un nuevo comienzo (3)

Traducido por Lugiia

Editado por Yusuke


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Quizás porque estaba emocionada de aprender cosas nuevas, me desperté temprano por la mañana antes de que saliera el sol. Le pedí a Lina que me encontrara ropa lo más cómoda posible, pero todo lo que tenía eran vestidos. Mientras pensaba que tenía que mandar a hacer algo diferente, me puse un traje de montar, que se veía mejor que las otras ropas.

—¿Ya te has levantado?

—Sí. Buenos días, padre. ¿Dormiste bien?

—Buenos días, Tia. Sí, lo hice, ¿y tú?

—Sí.

—Debes estar muy emocionada por hoy ya que te noto muy feliz. Entonces, ¿nos vamos?

Con eso, me dirigí al campo de entrenamiento con mi padre. Aunque todavía no había amanecido, ya había muchos caballeros entrenando en el lugar. Cuando di un paso en el campo, medio emocionada y medio nerviosa, unos caballeros vinieron corriendo hacia mí y me saludaron.

—¿Qué está haciendo aquí?

—¿Vas a montar a caballo tan temprano, señorita?

—¡Hace tiempo que no la veo, señorita!

—¡Deténganse ahí, todos!

Cuando la voz baja de un hombre sonó en el campo, los caballeros que me rodeaban se pusieron rígidos. Como pensé, mi padre era un jefe estricto. Cuando estaban a punto de alejarse hacia el borde del campo de entrenamiento, vieron a un chico de cabello verde claro corriendo a lo lejos.

—¡Aristia!

—¡Allendis, llegaste! ¡Pensé que no vendrías!

—De ninguna manera. Pero ¿qué estás haciendo aquí? ¿Estás aquí para animarme mientras estoy entrenando?

Después de saludarlo con gusto, miré a mi alrededor porque sentí un aura extraña. No solo mi padre, sino todos los caballeros nos miraban a mí y a Allendis mientras teníamos nuestro intercambio amigable.

Oh, Dios mío, ¿lo saludé con un tono muy alto?

Me apresuré a disculparme con los caballeros y hablé lo más bajo posible.

—No, decidí aprender a manejar la espada a partir de hoy.

—¿En serio? ¡Es genial!

Allendis estaba tan contento que me abrazó. Sorprendida, me separé de su abrazo pero le di una palmadita en la espalda en silencio. Al igual que yo, estaba temblando. Sin embargo, a diferencia de mí, que quería aprender voluntariamente, él estaba aquí contra su voluntad, así que probablemente se sentía más asustado que emocionado.

Pensé que debía quedarme con él hasta que se sintiera un poco más calmado, pero de repente alguien me alejó de su lado. Mi padre, sosteniéndome entre sus brazos con sus cejas levantadas, dijo:

—¿Qué haces ahora, Verita?

—Oh, marqués, no hice eso a propósito.

—Suficiente. Comenzarás con treinta vueltas alrededor de la pista del campo de entrenamiento.

¿Eh? Yo estoy comenzando con diez vueltas, pero ¿por qué Allendis comienza con treinta? ¿Es porque es hombre? Aunque estaba desconcertada, corrí con él de todas formas. La mirada de los caballeros y la expresión de mi padre atraparon mi atención, pero de todas formas, este era el comienzo de un día refrescante.

♦ ♦ ♦

—Ha… Ha…

Estaba jadeando por la falta de aire. Después de apenas diez vueltas, caí al suelo, incapaz de controlar mis piernas tambaleantes. Aunque sentí que podría parecer indecente ante los demás, no podía controlar mi cuerpo. Sabía que era débil en el pasado, pero nunca me había dado cuenta de lo mucho que lo era mi condición física.

¿Qué debería hacer? Aunque acabo de empezar, ¿cómo puedo aprender a manejar una espada sin tener una fuerza física base? ¿De verdad puedo aprender a usarla como se debe?

—Allendis, ¿estás bien?

—Ha… Ha… Estoy bien… —respondió Allendis sin aliento, después de dar diecisiete vueltas a la pista, colapsando a mi lado.

—Ustedes son mejores de lo que pensaba. Hmm, hoy es el primer día, así que vamos a parar aquí.

—Gracias, marqués…

—Por el momento, entrenarán su fuerza física de esta manera hasta que yo diga lo contrario. Después de eso, les enseñaré a usar la espada. Tia, no eres una excepción. Joven Verita, hasta mañana.

—Sí, padre… —dije recuperando el aliento. Mi padre, después de darme una ligera palmada en el hombro, se dio la vuelta y comenzó a alejarse.

—¿Estás bien, Allendis?

—Ahora estoy mucho mejor. Qué entrenamiento tan duro para ser el primer día.

—Lo siento. Parece que lo estás pasando mal por mi culpa.

—No digas eso. Estoy bien. Te lo dije ayer, tengo que pagar un precio para obtener una esposa hermosa e inteligente como tú. —Allendis me sonrió brillantemente y se puso de pie—. Hmm, ya que estaré a tu lado de ahora en adelante, ¿por qué no me presentas a los caballeros de tu familia?

—Oh, sí. Vamos.

Es cierto. Como Allendis y yo decidimos aprender a usar la espada de ahora en adelante, será inevitable mezclarnos con los caballeros, por lo que estaría bien que se presentaran mutuamente.

Después de peinarme un poco y ajustar mi ropa, me acerqué con Allendis a un caballero de mediana edad que supervisaba el entrenamiento.

—¿Cómo está usted, señor Lieg?

—¡Es un honor que recuerde mi nombre, señorita!

No estaba segura de si ese era su nombre, así que me sentí aliviada de que respondiera, pero cuando acerté su nombre por casualidad, sentí pena por él. Debería haber memorizado los nombres de los caballeros de mi familia.

En el pasado, mi vida estaba lejos de relacionarse con ellos, así que no tuve ningún interés al respecto. Recordaba los nombres de los sirvientes y criadas de mi casa, pero no recordaba a todos los caballeros asignados a mi familia.

Como estaba tan ocupada aprendiendo las virtudes que debe poseer la próxima emperatriz para convertirme en una compañera perfecta, descuidé la característica más básica de mi familia, a pesar de ser la hija del marqués Monique, la Lanza del Imperio. Estaba muy avergonzada de ello y, al mismo tiempo, enojada conmigo misma.

Me di cuenta que ignoré muchas otras cosas mientras perseguía ciegamente aquello que no podía tener. Al menos, debería haberme interesado en ellas, aunque no tuviera que aprenderlas.

Aparte de eso, debería haber memorizado los nombres de los caballeros que apoyaban a mi familia.

—¿Señorita?

—¿Aristia?

¿Mi expresión luce tan contorsionada para que Allendis y el señor Lieg me llamen con expresiones nerviosas?

—Oh, lo siento, señor Lieg. Me distraje por un momento.

—¡No, está bien! —gritó tan pronto como oyó mi disculpa.

A diferencia de mi padre, que su voz era fuerte a pesar de su complexión pequeña, la voz del caballero era fuerte y coincidía con su complexión robusta. Cuando la escuché, sentí que me liberaba de los pensamientos acerca de mi oscuro pasado.

Sí, como recibí una nueva oportunidad en mi vida, trabajaré duro para compensar lo que me faltó en el pasado. Todo estará bien de ahora en adelante.

Puedo hacerlo bien en el futuro, declaré para mis adentros y sonreí al caballero de mediana edad.

—A partir de hoy, he decidido oficialmente aprender de mi padre el manejo de la espada. Estoy deseosa de aprender con usted.

—¡Oh, Dios mío! ¿Está segura, señorita?

—Sí. Y esta persona de aquí es el joven Allendis de Verita. También ha decidido aprender a usar la espada conmigo. Allendis, este es…

—Me llamo Freer Sen Lieg —respondió rápidamente el caballero mientras inclinaba la cabeza.

—Encantado de conocerle, señor Lieg. Espero trabajar con usted de ahora en adelante.

—Encantado de conocerle, joven Verita. Aunque hay una diferencia en nuestro estatus, como eres un novato y yo soy tu superior, hablaré contigo informalmente.

—Sí, por favor.

¿Por qué me llama señorita y a él le llama novato? Me sentí un poco extraña, pero decidí no preguntarlo ya que nuestra larga conversación parecía interferir con su supervisión.

—Si no interfiere con el entrenamiento, me gustaría saludar a otros caballeros. ¿Está bien?

—Por supuesto, señorita. Supongo que ellos también están deseando verla.

¿Todas las voces de los caballeros son fuertes por naturaleza? Cuando terminamos las presentaciones, mis oídos no paraban de zumbar. De todos modos, después de intercambiar saludos con ellos, salí de la multitud y le pregunté a Allendis:

—¿Te gustaría desayunar antes de volver a casa?

—Me encantaría, pero me temo que no estoy aquí como un invitado oficial. Además, para serte sincero, no tengo mucho apetito… Quizás se deba al entrenamiento.

—Yo también me siento de la misma manera. Entonces, hasta mañana, Allendis. Por favor cuida de mí de ahora en adelante.

—Sí, por favor, cuida de mí también, Aristia.

Le sonreí al chico de cabello verde claro. El sol de la mañana brillaba con fuerza a sus espaldas mientras agitaba suavemente su mano.

3 respuestas a “Emperatriz Abandonada – Capítulo 4: Un nuevo comienzo (3)”

  1. 🥺🥺🥺🥺🤧🤭👍🏼😎👏🏻🤧🥺Está saliendo del pasado de apoco y mejorando 🥺🥺🥺🤭👍🏼😎👏🏻

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