Emperatriz Abandonada – Capítulo 9: El tiempo fluyó para cada uno de nosotros (1)

Traducido por Lugiia

Editado por Yusuke


El cielo sin nubes era de un azul cegador. El jardín otoñal estaba absolutamente tranquilo, sin siquiera una brisa. El muro exterior de ladrillo de la mansión estaba coloreado con hiedra.

Miré la pared roja, su cortina verde y solté un suspiro.

Ha, estoy aburrida. Tal vez debería haber dicho que lo haría yo misma.

Los sirvientes de la mansión estaban ocupados empacando las cosas que llevaría a la capital. Se suponía que yo debía unirme a ellos, pero el mayordomo me había visto corriendo afanosamente y me dijo que todavía debía descansar. Ante su constante solicitud, no tuve más remedio que dejar todos los asuntos en manos del personal.

Veamos. ¿Qué debo hacer para pasar el tiempo? Aunque vuelva a entrar ahora, no me dejarán hacer nada. Y no podría molestar a mi padre con una conversación cuando está tan ocupado.

Mientras me preguntaba si había algo que hacer, aplaudí para mis adentros.

Así es, Carsein estaba aquí.

Me di la vuelta y me dirigí al campo de entrenamiento. Recordando que no lo había visto en todo el día, debía estar entrenando su habilidad con la espada. Al salir del jardín y caminar un poco, vi su cabello rojo parpadeando en la distancia.

Como era de esperar, estaba aquí.

Esperé sin palabras a que terminara su entrenamiento, pero Carsein no se detuvo. Aunque su cuerpo estaba empapado de sudor, no mostró ninguna intención de bajar la espada. Al ver eso, dudé.

¿Qué debería hacer? ¿Regresar?

Giré mi cuerpo pensando que debía volver, pero de repente, oí el sonido de algo cayendo.

Me apresuré a girar y vi una espada familiar rodando por el suelo. Sorprendida, me detuve cuando estaba a punto de acercarme. El chico que miraba la espada caída tenía una expresión muy poco familiar.

—Maldita sea.

Pateó el suelo con fastidio y se dejó caer en la tierra.

¿Debería dar la vuelta? No parece estar de buen humor.

Mientras dudaba durante un rato, el chico que había estado recuperando el aliento sombreó sus ojos y me saludó.

—Estás aquí.

—Ah, sí. Estás trabajando mucho.

—Bueno, en realidad no. —Ladeé la cabeza ante su respuesta, tan distinta a la habitual. ¿Pasó algo?—. Oye…

—¿Sí?

—¿Estás bien?

—Ah, sí. Estoy bien.

—Muy bien. Eso es un alivio.

—Sí. Siento haberte hecho preocupar.

—Entonces no te enfermes.

¿Por qué estaba actuando así? Por lo general, diría algo como: «¿Por qué iba a preocuparme por ti?» o comentaría sobre lo débil que soy.

Abrí los ojos ante su inesperada respuesta. Estaba a punto de preguntar qué pasaba cuando Carsein se levantó de repente y tomó su espada.

—¿Vas a entrenar más?

—Sí. Si tú no vas a entrenar también, no me molestes y dedícate a tus asuntos.

—Muy bien, entonces. Voy a volver.

Me hizo un gesto con la mano como si no pudiera molestarse y empezó a blandir la espada de nuevo.

¿Qué está pasando? ¿Por qué ha cambiado tanto? ¿Qué pasó en aquel momento?

—Tia, aquí estás.

Me giré ante la repentina voz. No sabía que había salido de la mansión, pero mi padre me estaba mirando.

—Hace buen tiempo. ¿Caminamos un poco? —preguntó, como si tuviera algo que decir, acariciando ligeramente mi cabello.

Caminé por los jardines con mi padre, donde las flores de otoño estaban floreciendo maravillosamente. Después de disfrutar de la vista en silencio durante un rato, mi padre habló:

—Creo que podemos irnos mañana. ¿No estás decepcionada? Parece que te has encariñado con este lugar.

—Es cierto, pero debería volver ahora. No está tan lejos, así que pienso pasar de vez en cuando.

—¿Es así?

Mi padre habló después de un momento de silencio.

—¿No estabas sorprendida?

—¿Qué?

—Lo de aquel día. Siento haberte sorprendido.

—Oh.

¿Se sentía mal por haberme gritado cuando yo había perdido la cabeza?

De alguna manera, mi estado de ánimo se levantó. Una energía cálida se extendió por mi corazón. He recibido mucho amor de su parte.

—Aunque me haya sorprendido, no habría vuelto en sí de no ser por ti. Gracias… —respondí. Al ver que no decía algo más, añadí—: Debes haber estado muy molesto por mi culpa. Lo siento mucho.

—No pasa nada. ¿Estás bien ahora?

—Sí, papá.

—De acuerdo, si es así, está bien.

Como mi padre parecía estar tranquilo, le sonreí alegremente. Sentía que ahora podía vivir un poco más a gusto. Me había dado cuenta de que el presente era diferente del pasado. Ahora sabía que si el presente había cambiado, el futuro también podía cambiar. Aunque todavía no había cambiado nada, estaba lo suficientemente satisfecha de haber ganado esa pequeña posibilidad.

♦ ♦ ♦

Al día siguiente, mi padre, Carsein y yo nos pusimos en marcha con algunos caballeros decepcionados por nuestra partida. Aunque había admirado la vista del camino durante el viaje hasta la casa de campo, ahora no tenía tanto tiempo. Eso era porque tenía algo más que hacer.

—Ah, esto se hace así. Ya veo.

—Así es, buen trabajo, Tia. Tomemos un descanso.

Dejando el documento, suspiré. El trabajo de mi padre era bastante diferente de lo que había aprendido, así que incluso el simple hecho de ordenarlo me agotaba.

Parpadeé con los ojos secos y ladeé la cabeza, viendo que el chico pelirrojo miraba por la ventana con la barbilla apoyada en la mano.

¿Qué estará pensando Carsein tan profundamente?

Cuando estaba a punto de decir algo, el carruaje se sacudió con fuerza y se detuvo. Ante el repentino movimiento, perdí el equilibrio y caí hacia delante. ¡Oh, no!

—¿Estás bien?

Sentí que alguien me agarraba con firmeza, así como un calor acogedor que llenaba mi cuerpo. Abrí los ojos, que tenía fuertemente cerrados, y vi a Carsein, quien me miraba con una expresión algo sorprendida. Como si me hubiera tomado por reflejo, su brazo me rodeaba la cintura.

Mi cara se sonrojó de repente. Estaba demasiado cerca.

—Ah, sí. Estoy bien. Gracias, Carsein.

Giré mi rostro sonrojado y me aparté apresuradamente de él. Mientras ajustaba mi postura y volvía a sentarme, se oyó la voz de un joven desde el exterior.

—Su Excelencia, ¿está bien?

—Estoy bien. ¿Qué sucedió?

—Ha estado lloviendo en esta zona durante los últimos días. Parece que la rueda está atascada en el barro.

—¿Es así? Deberíamos salir un rato.

Mi padre asintió y la puerta del carruaje se abrió. Después de que los dos salieran, yo también salí, tratando de evitar el barro.

Parecía que la rueda estaba atascada en lo más profundo y, a simple vista, que iba a costar mucho tiempo sacarla.

—Se va a aburrir. ¿Por qué no mira por los alrededores y vuelve más tarde? Llevará algún tiempo ocuparse de esto.

—Ah, sí. De acuerdo.

Asentí dócilmente a las palabras del joven caballero. Quedarme aquí solo les molestaría y, de todos modos, no sería de ninguna ayuda.

Aunque mi padre no parecía muy contento, se limitó a ordenarme que no me alejara demasiado, como si no pudiera hacer mucho más.

Al dejar atrás el barro, me sorprendió el paisaje. No podía creer que hubiera un lugar así cerca. Un campo dorado se extendía bajo un cielo azul sin nubes. Era tan hermoso.

La ligera brisa que soplaba hizo que se elevara una ola de oro. Mirando las flores silvestres que bailaban con la brisa, me volví hacia Carsein, quien me había seguido.

—La vista es estupenda, ¿verdad?

—Sí.

—Aunque los caballeros están sufriendo, habría sido una pena pasar esto por alto.

—Supongo.

—Es la primera vez que ves una vista así, ¿verdad?

—Sí.

Hice una pausa repentina. Aunque le había preguntado por el hermoso paisaje, me di cuenta de que solo me había respondido secamente. Parecía estar perdido en sus pensamientos, lo que me resultaba desconocido. Sin embargo, no quería molestarle, así que me limité a cerrar la boca y permanecer en silencio. Caminé por el campo, admirando sin palabras el paisaje.

—Aristia.

—¿Sí?

Había estado caminando unos pasos delante de él, pero me giré al oír su repentina voz llamándome. En medio de las olas doradas, el chico me estaba mirando. En ese momento, la brisa hizo que su cabello rojo se agitara. Me quedé cautivada por un momento al ver lo hermoso que se veía, como si fueran unos brillantes fuegos artificiales.

—Eh, bueno…

Dudó como si no pudiera hablar con facilidad. Aunque esperé un rato, se limitó a mirarme en silencio. ¿Qué estaba pasando?

—¿Carsein?

—Um, bueno… Ah, sí. ¿No tenías algo que decirme?

—¿Hm? Oh, eso. Solo pensé en tomarme un descanso de la práctica de la espada por el momento. Alrededor de uno o dos meses. ¿Te parece bien?

—De acuerdo, está bien.

—¿Estás enfadado?

—No, está bien. Para ser sincero, me faltaba tiempo para mi entrenamiento personal.

Pensé que se enfadaría, pero Carsein aceptó fácilmente. Se sintió extraño. Aunque no me dolía y también me sentía aliviada, por otro lado, estaba un poco decepcionada.

Ha, no debería tener estos pensamientos. Es cierto que tenía menos tiempo por su cuenta mientras me guiaba. Como amiga, si no puedo ayudarle, no quiero ser un estorbo al menos.

—Oye, Aristia.

—¿Sí?

—Bueno…

Mientras abría la boca tras dudar un buen rato, oí una voz que me llamaba a lo lejos. Oh, vaya. Respondí que volveríamos pronto y me volví hacia Carsein, pero ya se había tragado las palabras que iba a decir.

Incluso cuando le pregunté repetidamente qué quería comentarme, no respondió. Tenía la boca firmemente cerrada, así que no le pregunté más y empecé a caminar. Me sentí un poco decepcionada.

A causa del accidente, nos habíamos retrasado y habíamos llegado a la capital más tarde de lo previsto. Cuando llegamos a la casa de los Rass, Carsein saltó del carruaje y se inclinó respetuosamente.

—Gracias por todo, Su Excelencia.

—Yo también estoy agradecido, joven Carsein. Cumpliré mi promesa con toda seguridad, así que venga a buscarme cuando quiera.

—Lo entiendo. Vaya con cuidado, Su Excelencia. Ten cuidado, Aristia. Nos vemos en dos meses.

—Muy bien. Adiós, Carsein.

El carruaje partió sin problemas y vi a Carsein desde fuera de la ventana. Su expresión parecía triste de alguna manera. No pude apartar los ojos de él y me quedé mirando por la ventana durante mucho tiempo.

Lugiia
Mi niño está triste :(((

Yusuke
Carsein x Aristia plx

Lo observé hasta que su cabello rojo desapareció de mi vista.

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