Emperatriz Abandonada – Capítulo 8: Una cerradura oxidada y una llave de plata (5)

Traducido por Lugiia

Editado por Yusuke


♦ ♦ ♦

Me costaba dormir. Aunque cerraba los ojos y lo intentaba, cuanto más tiempo lo hacía, más clara se volvía mi mente.

Al final, decidí levantarme. Gracias a la luz de la luna que brillaba a través de las cortinas ligeramente abiertas, la habitación no estaba tan oscura. Bajo la gélida luz azul de la luna, me sumí en mis pensamientos.

El príncipe heredero y yo, el pasado y el presente…, y mi destino.

Cuando abrí los ojos, regresando al momento en que tenía diez años, pensé que podría haber sido un sueño. Sin embargo, ese pensamiento se desmoronó en cuanto recibí la profecía. No importaba si era un sueño o no.

Lo más importante era que había sido abandonada incluso por Dios, y que estaba decidida a aplastar el destino que Dios había decidido.

Como no quería revivir mi terrible pasado, busqué una salida. Sin embargo, no era tan fácil como había pensado. Debido al destino de mi familia, que estaba ligado a la familia imperial, no podía ni siquiera pensar en la venganza, y no deseaba jugar con la vida de las valiosas personas que me rodeaban.

Además, a diferencia del pasado, ahora tenía derechos de sucesión al trono. Sería fácil que me acusaran de traición si actuara de forma un poco extraña.

Después de algunas dificultades, logré encontrar un camino, pero, por desgracia, eso requería bastante tiempo. Así que me esforcé por evitar involucrarme con la familia imperial, y avancé con el objetivo de impedir con mucho cuidado la atención del príncipe heredero.

A diferencia del pasado, mi padre y muchos caballeros eran cariñosos y se preocupaban por mí. Además, Allendis y Carsein eran muy amables conmigo. Sin embargo, todavía no podía abrir mi corazón porque no podía permitirme cuidar de los que me rodeaban.

Al principio, todo estaba bien. Pensaba que, si me esforzaba, podría cambiar mi destino.

Sin embargo, el tiempo seguía corriendo, y el camino que había elegido se alejaba cada vez más; eso me ponía cada vez más ansiosa. Me pasaba todos los días temblando de ansiedad, pasando noches en vela.

Tal vez el destino no puede ser cambiado. Quizás nunca podré escapar de él. Tal vez acabe herida de nuevo y pierda la vida… Tales pensamientos no me dejaban dormir.

Puede que el incidente de hace dos días se deba a que las heridas que habían estado supurando en mi interior finalmente explotaron. Recordando inconscientemente sus preferencias, atendiéndolas y siendo cautelosa con él, vi a mi yo del pasado reflejado en esas acciones. Me había perdido y asfixiado con los grilletes de mi pasado.

Parecía que Dios, el que tanto había intentado rechazar y negar, se burlaba de mí. Diciendo: «Mira eso, es tu destino. Por mucho que luches, no podrás escapar».

Sin embargo…

Mordí mi labio inferior. ¿Realmente las cosas debían terminar así? Algunas circunstancias parecían iguales que en el pasado, pero el príncipe heredero que había visto durante la cena era muy diferente de lo que recordaba.

Parecía que la extraña sensación que me producía se debía al hecho de que, de alguna manera, era diferente al pasado.

Aunque no podía señalar exactamente qué era, estaba segura de que algo había cambiado. En el pasado, no habría sido capaz de reconocer que yo atendía a sus gustos en absoluto.

De repente, sentí curiosidad por algo. Si estaba segura de que algo había cambiado, ¿qué era exactamente ese cambio? Aunque intenté pensar en ello y comparar el pasado y el presente, como tenía demasiados recuerdos, me resultaba difícil recordar todas y cada una de las cosas. Suspiré frustrada al no encontrar respuesta.

En ese momento, vi un papel y una pluma sobre mi mesa. Con la luz de la luna brillando sobre el papel plateado que desdoblé, levanté la pluma y la mojé con tinta.

Escribir cosas es lo mejor cuando necesitas organizar tus pensamientos.

Golpeé el papel con la pluma. Cuando llegó el momento de tener que escribir realmente, mi mano sorprendentemente no podía moverse.

—Ha…

Tras dudar un momento, presioné lentamente la pluma sobre el papel. La primera frase se escribió con elegancia sobre el papel de plata.

El PASADO: A LA EDAD DE DIEZ AÑOS

Era difícil empezar, pero una vez escrita la primera línea, mis recuerdos empezaron a fluir.

A la edad de diez años, conocí al emperador. Cuando tenía once, comenzaron las lecciones de emperatriz y siguieron hasta que cumplí doce años. A los trece, fue la ceremonia de mayoría de edad del príncipe…

A medida que avanzaba año a año, me asfixiaba la emoción. Mis lágrimas comenzaron a caer sobre el papel, gota a gota.

Sin embargo, no detuve mi pluma. No, no podía parar. Escribí y escribí sobre mi pasado, hasta que no supe si era yo quien escribía, o si mi pluma guiaba mis palabras.

¿Cuánto tiempo había pasado? Mi brazo se iba entumeciendo poco a poco y notaba que los movimientos de mi mano se hacían más lentos. Mi cuerpo se sentía muy pesado.

Sin embargo, a diferencia de mi cuerpo que se ralentizaba, mi mente estaba tan clara como siempre. Todos los tortuosos y tristes recuerdos venían a mi mente de forma vívida y giraban alrededor de mi cabeza.

Las páginas cubiertas de letras negras no tardaron en amontonarse. Sentí que alguien me traía algo para beber y comer, pero no le presté atención.

No podía detener mi brazo que se movía por sí mismo. Frotándome los ojos que se me cerraban, escribí y escribí todos los recuerdos que me venían a la mente.

Describí mi vida cuando tenía catorce, quince, dieciséis años… Y, finalmente, llegué a cuando tenía diecisiete. Cuando terminé de escribir todo hasta el momento en que había encontrado mi muerte, mis ojos se cerraron y mi brazo rígido cayó.

—¿Eh?

La vista a mi alrededor había cambiado de repente; me encontraba en una habitación con espejos en todas las direcciones.

¿Dónde estoy?

Estaba segura de que había cerrado los ojos después de escribir hasta los diecisiete años. Entonces, ¿era esto un sueño? Mirando a mi alrededor, no podía ver una salida ya que todas las direcciones estaban bloqueadas con espejos.

¿Qué hago? Miré a mi alrededor, tratando de encontrar una salida, pero entonces vi mi reflejo en el espejo que tenía delante: Una niña de trece años, que aún no había crecido. Extendí lentamente una mano, y la chica del espejo también levantó su mano hacia mí. En el momento en que las dos manos se tocaron a través del frío metal, la persona del espejo cambió.

Era una niña que parecía tener unos diez años. Asustada, miré a la izquierda y vi a la misma niña reflejarse en todos los espejos a mi alrededor.

¿Qué está pasando?

Parpadeé sin entender. De repente, todas las que aparecían en los espejos, excepto la que estaba justo delante de mí, empezaron a moverse.

Una niña pequeña estaba leyendo un libro, frotándose los ojos somnolientos mientras leía y tomaba notas en un papel hasta que el cielo oscuro de la ventana se iluminó.

Mientras la observaba, la niña continuaba su vida. Leyendo su libro, memorizando su contenido, aprendiendo sobre etiqueta y baile, sobre cómo gobernar a la gente. Aunque había veces que lloraba sola por la noche, no revelaba ninguna debilidad a nadie, ni siquiera una vez.

La niña conoció al emperador y al frío príncipe heredero. Le sonrió alegremente al emperador, quien la había llamado su futura nuera, mientras el príncipe heredero la miraba fijamente.

A pesar de que el emperador había presionado para que ambos se conocieran y les había ordenado que pasaran tiempo juntos ya que estaban comprometidos, el príncipe heredero no se presentó. Así que la niña pasaba su tiempo a veces sola, a veces con el emperador.

A los trece años, mientras bailaba en la ceremonia de mayoría de edad del príncipe heredero, se le escapó un paso y se convirtió en el hazmerreír. Sin nadie que la protegiera, los nobles se habían burlado de ella mientras fingían consolarla. La niña no paró de temblar en medio de todo aquel alboroto.

Después de ese incidente, la chica empezó a dejar de mostrar sus emociones y pronto, su rostro quedó perfectamente desprovisto de cualquier emoción. La luz desapareció de sus ojos, que habían sido felicitados por haber brillado como el sol. Se quedó solo con un rostro sin emociones y unos ojos silenciosamente apagados.

Entre los catorce y los quince años, ella puso todo su empeño para no ser objeto de burla por parte de los demás al entrar en sociedad. Comenzó a ser felicitada como la Flor del Imperio. De vez en cuando, había una mirada de desesperación en sus ojos cuando miraba la espalda del príncipe heredero, pero eso duraba solo un momento.

A los dieciséis años, apareció la mujer del cabello negro y todo su mundo se desmoronó.

A los diecisiete, la corta vida de la chica terminó.

En el momento en que vio la luz reflejada en el hacha levantada, los espejos de su izquierda, derecha y espalda se volvieron negros. En su lugar, el espejo situado justo delante de ella brilló con fuerza. La chica cuya mano tocaba la mía empezó a moverse.

La vi dirigirse hacia los campos de entrenamiento de la mansión en la capital. Vi al caballero de cabello plateado que consolaba a la chica con una expresión de pánico mientras ella rompía a llorar de repente. Vi cómo el príncipe heredero la había mirado el día en que conoció al emperador.

Sus ojos eran tan fríos como los que había visto en los otros tres espejos. En el pasado, con el paso del tiempo, solo me trató con más frialdad que nunca. Sin embargo, a diferencia del pasado, ahora no mostraba ninguna expresión, aparte de la hostilidad ocasional.

A los once años, la niña empezó a entrenar con la espada. A diferencia de aquellas en los otros espejos, la expresión de esta niña era vivaz. Incluso sonreía a veces a su padre o al chico de cabello verde claro.

A los doce años, el príncipe heredero, aunque estaba molesto, acompañó a la niña enferma a su casa.

A los trece, ella asistió ansiosa a la ceremonia de mayoría de edad del príncipe. A diferencia de cómo la había ignorado y tratado fríamente en el pasado, mostró un extraño interés por ella. Cuando se enteró que había rechazado el puesto de emperatriz, en lugar de enfadarse porque le había despreciado, mostró una reacción racional y pidió hablar con ella más tarde.

A diferencia del pasado, que se había limitado a abandonarla cuando estaba sangrando, mostró pánico ante la chica derrumbada y se preocupó por su estado.

Cuando todo parecía ir bien, los espejos, excepto el de enfrente, empezaron a caer y a romperse. La chica del espejo frente a mí, que se había desplomado, con un aspecto tan blanco como la nieve, abrió los ojos.

Miró a su alrededor y se encontró con mis ojos. Sonriendo alegremente, se acercó a mí y me habló.

Abrí los ojos de par en par mientras intentaba leer sus labios.

—¿Todavía, te, parece, que, es, igual, al, pasado?

—No —respondí, negando con la cabeza. El pasado y el presente que los espejos me habían mostrado eran definitivamente diferentes.

La chica del espejo sonrió. Como si se hubiera desprendido de todas sus preocupaciones, me saludó con una brillante sonrisa. Parecía muy feliz y yo también le sonreí. Su figura en el espejo se alejó cada vez más y una luz brillante me cubrió.

♦ ♦ ♦

—Fue un sueño —murmuré, levantándome lentamente.

Me dolía el cuerpo porque había estado durmiendo boca abajo sobre la mesa, que estaba cubierta de papeles.

Recogiendo la pila de papeles, volví a leer lo que había escrito. Era lo mismo que había visto en la sala de los espejos.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Fui una tonta. El presente era diferente del pasado. Ya estaba cambiando mi destino poco a poco.

No había sido capaz de darme cuenta hasta ahora. Aunque no fuera evidente, el presente ya había cambiado poco a poco, así que el futuro seguramente también podría cambiar.

Sentí como si mi pesado corazón se hubiera liberado por fin. Cuando estaba a punto de levantarme con la mente despejada, vi algo verde que destacaba entre los montones de plata.

La carta de Allendis.

Así es. No había podido terminar de leerla en todo este tiempo.

A duras penas conseguí extraer la carta verde claro del montón de papel y la desdoblé.

Hola, Tia.

Recibí tu carta anterior, y también pensé detenidamente en lo que me has dicho.

A partir de los fragmentos que me contaste en tus cartas, reuní toda la historia. Te dedicaste por completo a un hombre, pero te abandonó. Creo que la persona a la que te refieres podría ser el príncipe heredero. Al final, como resultado, tu padre murió y tu familia se separó.

Si todo es cierto, me parece que fue una pesadilla aterradora. Una muy mala.

Sin embargo, Tia, por muy vívida que sea, es simplemente una pesadilla. Es diferente de la realidad en la que estás ahora.

Piensa en ello. Dijiste que en el sueño no había nadie a tu alrededor y que tu relación con tu padre no era buena, ¿verdad?

Pero ¿cómo es ahora? Su Excelencia piensa tanto en ti que va a la casa de campo una vez al mes sin falta, aunque esté ocupado. También hay otras personas a su alrededor.

Es bueno que trates de evitar el futuro como se muestra en su pesadilla, por si acaso.

Pero… creo que no puedes atarte a ello. ¿No es una tontería que tus pesadillas te retengan de tal manera que te alejes de la realidad?

Eres una persona inteligente, así que definitivamente podrás superar esto con sabiduría.

Por lo tanto, anímate.

Allendis.

Así es. Tenías razón, Allendis.

La realidad en la que vivo ahora es diferente a la del pasado. Aunque no será fácil, ya no estaré atada.

Porque el pasado no se repetirá. He cambiado el futuro, he visto la pequeña posibilidad de cambiar mi destino.

De repente, eché de menos a mi padre. Aunque hubiera encontrado extraño mi comportamiento de alguna manera, no me preguntó nada, por si sus palabras terminaban lastimándome. Debe estar muy disgustado y con muchas ganas de interrogarme.

Incluso sabiendo que su única hija se estaba muriendo lentamente por dentro, tenía miedo de hacerle más daño y no podía presionar más. ¿Cómo se habrá sentido?

La emoción comenzó a ahogarme. Quería encontrarme con mi padre en ese mismo instante y ser abrazada por él. Quería contarle todo lo que me había molestado hasta ahora.

Forcé mis inseguras piernas para levantarme. Con pasos temblorosos, conseguí abrir la puerta a duras penas y vi a mi padre, quien se quedó helado. Estaba de pie frente a la puerta, con su uniforme moteado de blanco.

Las lágrimas acudieron a mis ojos. Estaba segura de que había pasado toda una noche. ¿Estuvo esperando a que saliera?

Caminé temblorosamente paso a paso hacia mi padre. Entre mis labios, salió una voz temblorosa y ahogada:

—Padre.

—Sí.

Me lancé al abrazo de mi padre, él se apresuró a atraerme hacia él y acariciar mi cabello. Ante su tacto, me llené de tranquilidad. Abandoné mi cuerpo a su fiable abrazo y susurré suavemente:

—Volvamos ahora a la capital, padre. Tengo muchas cosas que contarte.

—De acuerdo.

Levantando la cabeza, me encontré con sus ojos y sonreí alegremente. Mi padre, quien me había estado mirando con preocupación, también sonrió con calma. Bajo el cielo azul sin una sola nube, el sol de la mañana brillaba con fuerza sobre nosotros.

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